19.11.21

Cap.VI . Discurso de Investidura del académico de Santa Cecilia, Luis del Olmo. La Radio de la propaganda


La radio de la propaganda.

La década de los años treinta significó el avance de la radiodifusión exterior. Pero a nuestra radio no le dejan cumplir la mayoría de edad en paz. Y la historia de amor se convierte en historia de guerra.

La radio se divide en dos bandos y, a través de ellos, alcanza su plenitud como medio. Pero también podríamos decir que pierde su inocencia. El poder político la descubre y no duda en manipularla como medio de propaganda.
En nuestra Guerra Civil la radio fue utilizada, por uno u otro bando, destacando sobre todo, la fuerza demagógica del General Queipo de Llano, que usaba el micrófono con tanta eficacia y poder de persuasión, como menosprecio de la verdad, la objetividad y el decoro.

En una Europa que ya presiente la cercanía de una nueva guerra, ocurre lo mismo. El control de la radio por fuerzas políticas hace que sea utilizada como un arma de propaganda.

Para el Gobierno Soviético la radio fue un instrumento de manipulación de masas, desde la creación de Radio Moscú en 1922. Sus mensajes contribuyeron a convencer al pueblo ruso de las ventajas del marxismo.

Bajo el fascismo italiano de Mussolini se creó el Ente Italiano per la Audizioni Radiofoniche, como sociedad privada, pero dominada por el Estado con el fin de propagar los principios fascistas.

La figura histórica que más uso hizo de ella fue Hitler, a través del programa La Hora de Alemania, transmitido en cadena para todas las emisoras de la nación. Se instauró una censura previa y los medios de comunicación social fueron estatalizados para la causa nazi y defender la Gran Alemania, así como la superioridad de la raza aria.

El Ministro nazi Goebbels llegó a afirmar que la radio asumiría en el siglo XX el papel que la prensa desempeñó en el siglo XIX, y el propio Hitler expresó que "la radio es un arma terrible en manos de quien sepa hacer uso de ella". Es tremendo que estas frases fueran pronunciadas por genocidas. Pero no eran palabras de amor a la radio, sino de admiración y asombro por su fuerza de convicción y su poder de convocatoria.

Durante la Guerra Mundial, la radio sirvió también como medio de transmisión de los triunfos de los ejércitos en sus respectivos países. Así, La Voz de América, creada en Estados Unidos por Roosevelt, es recordada por sostener el esfuerzo bélico de los Aliados. Por otra parte la BBC británica también prestó sus servicios a la Guerra como medio para transmitir los discursos de Winston Churchill, y mantener la moral de victoria.

Lejos quedaba aquella transmisión histórica del 15 de junio de 1.920 cuando la famosísima soprano australiana Nellie Melba interpretara un aria de La Boheme de Puccini. O de aquella frase visionaria y utópica que dejó escrita en 1.933, el dramaturgo Bertold Brecht, cuando hacía sus pinitos como guionista radiofónico: "La radio es un medio de interrelación personal"; que es lo mismo que decir que la radio es una historia de amor.

Pero, aunque en esos primeros 25 años de vida la radio tuvo muchos enamorados, también tuvo muchos decretos que la regulaban, que le privaban de sus alas, que cercenaban su libertad. En España hay un dato revelador.
Antes de llegar la radio a nuestro país, la legislación se le adelanta. Un decreto-ley de 1.908 establece el monopolio no sólo sobre la telegrafía hertziana y la radiotelegrafía, sino sobre "los demás procedimientos similares ya inventados o que puedan inventarse en el porvenir".

Y 16 años más tarde, cuando salen las primeras emisoras con programación continua, se vuelven a regular las disposiciones que permitían la existencia de empresas privadas de radiodifusión, en la que el Estado, sin renunciar al monopolio, lo delegaba graciosamente.

Una radio así, no comunicaba, emitía arengas, consignas, informaciones sesgadas. Y lo grave del caso es que llegaban al pueblo, lo convencían.


Fuente: 
Discurso de Investidura del Ilmo. Sr. Luis del Olmo. Capítulo VI.

1 comentario:

Luis Manzrro Benitez dijo...

El video pone los pelos de punta. Está claro que las arengas patrióticas y la música de los himnos nacionales a través de las emisoras de radio, exaltarían los ánimos de las personas más pacíficas, que estarían dispuesta a matar y morir.
Extraordinario capítulo, Gonzalo.

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