27.1.21

HOMBRES DE MAR Y SU POESÍA

 


 Que tu mente, como la mar, sea profunda, inquieta, 
lúcida y amplia de horizonte. 

Que tu alma, como la mar, sea limpia, generosa, 
seductora y atrayente. 

Hay hombres que sueñan con volar y perseguir a los vientos. Nosotros, los marinos, los acompañamos en cada singladura y los ayudamos a henchir las velas, hasta que éstas con cielo y mar se funden... y es aquí cuando comienza la aventura. 

Alberti, nuestro "Marinero en tierra", dice de nosotros: 

 Hombres de mar, 
eterno buscador que nunca encuentra 
en el horizonte azulado de cielo y mar... 

Hombre, cielo y mar: hermosa trinidad.

Rafael Alberti, en el verso 2º, tiene en cuenta que, para el marino, el horizonte es una meta virtual que nunca llegará a alcanzar. 
Yo, que no quiero ser “marinero en tierra”, a los hombres de mar, les dedico este soneto: 

De cara al mar, el pensamiento en casa, 
el sueño confortado en la ventura 
de terminar feliz la singladura 
que el afán hogareño ya rebasa. 

Un afán, un amor, Quién pone tasa 
al corazón del hombre y su ternura? 
Pienso que tal empeño no es cordura. 
Si es imagen de Dios ¿Quién pone tasa? 

Si el hombre tiene mezcla de divino, 
es fácil comprender sus avatares 
y la imponente gesta del marino. 

Lo divino lo arrastra hacia los mares 
a la busca tenaz de su destino, 
mientras sueña constante con sus lares. 

El mar, incluso en calma, trabaja y vive con afán, murmurando entre las algas, o susurrándole a los escarpes de un farallón, o lamiendo la arena de una cala, pero el vasto océano mantiene su murmullo sin que la silenciosa y salada bruma de la mañana tiemble ante su continuo y monótono ronroneo. 

Pío Baroja dice que el mar "Es como una reflexión del alma del hombre. 
                                                Su flujo es su alegría; su reflujo, la tristeza".

Fue Platón el primero que llamó la atención sobre los marinos, a los que engloba en un tercer estado, creado por él y para nosotros. Decía que el hombre pasaba por tres estados: vivo, muerto y navegando. 


Aseveración basada en la leyenda de Caronte, barquero de los infiernos, hijo de Érebo - personificación de las tinieblas - y de Nix - la noche - que, según cuenta Virgilio en La Eneida, y Dante en el Infierno de La Divina Comedia, en su barca llevaba, a través de la laguna Estigia, a las almas errantes de los difuntos a la otra orilla del río Acheronte, previo pago de un óbolo, mas aquella que no pudiera pagarlo sería condenada a vagar - más bien a navegar, diría yo - cien años por el río. Pasado este tiempo, Caronte accedía a llevarla sin cobrarle el óbolo. 

De esta leyenda viene la tradición, en la antigua Grecia, de enterrar a los muertos con una moneda bajo la lengua. 

Jorge Luis Borges, en su poema “El otro. Yo mismo” se pregunta y responde quién es el mar, mas también cuestiona quién es él, como si formara parte de él. 

" El mar. ¿Quién es el mar? 
¿Quién es aquel antiguo y violento ser 
que roe los pilares de la tierra, 
y es uno y muchos mares, 
es abismo y resplandor y azar y viento? 

¿Quién es el mar? ¿Quién soy? "

Es tanta la atracción que siento por el mar, tanto lo que me ha dado y enseñado que, una vez más, hago mías las palabras de profundo agradecimiento que Alberti le dedica: 

"Yo soy, Mar, bien lo sabes, tu discípulo. 
¡Que nunca diga, Mar, que no eres mi maestro." 


Y parafraseando al poeta, pero llevándole la contraria, Yo no quiero ser marinero en tierra,  por ello escribo estos versos: 

Si mi voz se quebrara en tierra, 
si ya nadie la entendiera, 
llevadla a la orilla del mar 
y dejadla en la ribera. 

Si mi piel las caricias no sintiera, 
si mis manos, frías y yertas, 
acariciar no pudieran, 
¿Para qué las quiero muertas? 

Si mis ojos no apreciasen la belleza, 
si no supieran, un libro, ojear, 
inundadlos de azul de mar 
fondeadlos con la sondaleza, 

Si mi mente, sin rumbo y al garete, 
derivara en noche sin estrellas, 
brizadla entre dos olas, 
dejadla navegar con ellas. 

Con estos versos, también hago eco de esta reflexión de Juan Ramón Jiménez: en su poema "Nocturno Soñado".

La Tierra lleva por la tierra; 
mas tú, Mar, llevas por el cielo. 

¡Con qué seguridad, 
con luz de plata y oro, 
las estrellas marcan la ruta! 

Se diría que es la tierra 
el camino del cuerpo; 
que la mar es el camino del alma. 

¡Que semejante es el viaje del mar 
al de la muerte, al de la vida eterna!"

Y, a los hombres de mar, con la esperanza de la buena fortuna, les digo: 

¡Adiós, marino adiós! 
Que envidia me das. 
Mientras tú sales a navegar 
yo me quedo mirando al mar. 

Que la mar y el viento 
te sean favorables en la aventura. 
Templa jarcia y arboladura, 
gana siempre barlovento. 

¡Feliz singladura! 

AL BOLARDO: 
Asomado al cantil del muelle, 
diciéndole adiós al barco que zarpó 
y esperando a aquél que ha de arribar. 

Ombligo de hierro fundido, 
donde la maroma de mi barco 
se encapilla cual cordón umbilical. 

¡Qué firmeza la del bolardo! 
¡Cuán estoica es su resistencia! 
¡Como aguanta los embates del mar! 

Después desencapillar del bolardo la última estacha - el “cordón umbilical” –, y dar por finalizada la maniobra de salida del abra del puerto, dada y contestada la orden del telégrafo “FINISH WITH ENGINE”, el barco comienza la primera singladura de su viaje. 

Leyendo un escrito de John Ross-“The Old Man”- recordé una escena vivida en uno de mis primeros viajes, tal vez el más complicado por el estado de la mar y por la temperatura ambiente, que ha sido la lección más provechosa que he recibido en más de treinta años en la mar. La protagonizó un viejo capitán, de Azpeitia, que antes de iniciar un viaje,en el mes de septiembre, pasado el deshielo y antes de que la superficie del mar se helara nuevamente,recibimos la orden de ir, con un buque de productos refinados, hasta el puerto de Resolute, en la isla de Cornwallis, en el estado de Nunavut, al N de Canadá y al NE de la bahía de Baffin que lo separa de Groenlandia, uno de los lugares habitados más fríos del planeta, donde residen los Inuits, población indígena que llama a esta isla Quanasuittuq, que en lengua Inuquitul quiere decir: "donde no existe la aurora", denominación más que acertada, pues allí no sabes cuándo es de día ni cuándo las noches son. Sus coordenadas: 74º 42’N / 94º 50’ W, y la seguridad del barco, nos obligaban a llevar un buque rompehielos abriéndonos camino para poder llegar a puerto. 
Consciente de los riesgos que podían acaecer, nos reunió a toda la oficialidad y nos dio, más que órdenes, recomendaciones y maneras de comportarnos, tanto profesionalmente como personalmente, ante los contratiempos y adversidades que se nos podían presentar en tales circunstancias, con tal amabilidad y firmeza que han dejado una huella que aún perdura en mi memoria. 

Este es el relato que hace John Ross de un “Viejo Capitán” que, para mí, es el vivo retrato de ese Viejo Capitán de Azpeitia: 

"Nunca había conocido a un hombre más recto, más honesto y amable dando órdenes. Era afectuoso y generoso con su tripulación, respetuoso con sus pensamientos y sentimientos, haciendo todo lo posible por su bienestar. Al mismo tiempo, mantenía la disciplina y a cada hombre en su lugar. 
Cada capitán mantiene que, delante de él, está la verdad eterna, que para ser bien obedecido ha de ser perfectamente estimado. 
Nunca mejor marino paseó por la cubierta de un barco. "

Ahora, después de más de treinta años en la mar, puedo decir que navegar requiere voluntad, inquietud, curiosidad, tesón, esfuerzo, habilidad, conocimientos y, sobre todo, estar enamorado del mar. Si se da este último condicionante, nunca te sentirás solo en tan inmensa soledad. 

Para los marinos, “La Mar”, no es un concepto genérico,pues su extensión se circunscribe al círculo que abarcamos con nuestra mirada cuando nos apoyamos en la tapa de regala de nuestro barco. Es nuestro horizonte, nuestro mundo. Dos tercios de nuestra vida activa transcurren dentro de este círculo que cambia constantemente. Unas veces es amplio y diáfano, y otras, oscuro, angosto y tenebroso. En nuestra relación, como en la de cualquier pareja, hay momentos de calma y de dicha, dulces y sosegados, y otros tensos, bruscos y turbulentos, mas no te enfrentes nunca a ella. El buen marino debe hacerse a ella. 


Esta expresión "Hacerse a la mar" no es una frase hecha, es la expresión que decimos en las primeras horas de navegación después de ver el estado de la mar. 
Otra expresión marinera es "A son de mar" que nos dice cuando el barco está bien pertrechado y listo para zarpar. 

Ambas expresiones no sólo indican la acción de salir a la mar, expresan mucho más: hacerse a algo es acomodarse, acoplarse, aclimatarse a un lugar o situación; e ir al son de alguien, es ir acompasado, llevar el mismo paso y bailar al mismo ritmo y, si no sabes, déjate llevar. 
Ignacio Pantojo Vázquez

24.1.21

HERNÁN CORTÉS MORENO y su vinculación con El Puerto de Santa María.


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Antonio Cortés Sabariego llega al Puerto gracias a la vinculación que con nuestra Ciudad tuvo su padre, abuelo de Hernán Cortés Moreno, que comercializaba pescados, especialmente mariscos, en los tiempos esplendorosos del auge marítimo pesquero de El Puerto. Estudió Medicina en la Complutense de Madrid, realizando doctorado bajo el padrinazgo del Prof. Doctor Gregorio Marañón Posadillo, con quien sostuvo fructífera amistad durante toda su vida. Posteriormente, dicha amistad estuvo consolidada e incrementada con la de su hijo Gregorio Marañón Moya, que visitó Cádiz en numerosas ocasiones. 

La casa familiar del Dr. Cortés, casado con Elisa Moreno, y su Consulta profesional de Pediatría, estuvo en la Calle Luna de El Puerto de Santa María, en el tramo comprendido entre Misericordia y Jesús de los Milagros, en la vecindad con la de los Jiménez González-Nandín, frente al Almacén de Suárez. Aquel tramo comenzaba en la Sombrerería de Chamorro y terminaba en la Capilla de la citada Calle Jesús, en donde se construyó luego la vivienda de José González Bruzón y Milagros Gómez.
A pesar de su vida en El Puerto, el Dr. Cortés nunca perdió su vinculación con Cádiz, a donde se trasladaba con frecuencia, siempre viajaba en el Vapor. En eso, como en otras cosas, fue maestro en el descubrimiento placentero y útil, de los viajes bahíeros del Adriano. 

Hernán Cortés Moreno, Académico de Santa Cecilia de El Puerto de Santa María.
Extrato de su Discurso de Investidura.

Comenzó su discurso agradeciendo a la Academia el honor de haber sido elegido y a sus padres por el descubrimiento de la luz y el inmenso mar de la bahía gaditana, diciendo que nunca fue tan feliz como su niñez en El Puerto de Santa María. Ya entrando en el cuerpo del discurso dijo:

El retrato del rey Felipe VI que tienen ante ustedes y que pretendo donar a la Academia Santa Cecilia procede de las distintas poses del Rey, en diferentes momentos, durante los dos últimos años. 
Es fundamental la búsqueda del ángulo en el que el retratado mejor se exprese a sí mismo. No se trata del más favorecedor, necesariamente, sino de aquel en el que se produce con mayor naturalidad el “ritmo dibujístico”, esta imagen es muy representativa de su carácter serio y reflexivo dentro de la normalidad y cercanía con la que se enfrenta a los nada fáciles retos que afronta un monarca del siglo XXI.

Gaditano de nacimiento. Pintor de reconocido prestigio internacional. Estudió en la Escuela Superior de Bellas Artes Santa Isabel de Sevilla. Completó su formación en la Escuela Superior de San Fernando de Madrid.

Es académico de número de la Real de Bellas Artes de Cádiz, de la Hispanoamericana, de la de Bellas Artes de Madrid y de  la de Bellas Artes Santa Cecilia de El Puerto de Santa María. Es miembro del Real Patronato del Museo del Prado. Su obra es considerada pintura realista contemporánea. Es principalmente conocido por sus retratos, entre los que se encuentran numerosos personajes de las monarquías, de la cultura, de la economía, y de la política.

Y terminó con el siguiente párrafo:
“A medida que la universalidad se amplía (en demandas sociales y en desastres, en demostraciones de poder y en demostraciones de miserias) el interés por la individualidad se vuelve más y más irresistible. También más necesario. Convencidos en secreto de que nuestro nombre es Nadie, como el de Ulises, reclamamos ser tratados como personas. Es una muestra de idiotez, si se quiere: O sea, es un lamento de la individualidad”.


21.1.21

Turandot es una ópera en tres actos con música de Giacomo Puccini, inconclusa por su muerte, fue completada por Franco Alfano.

 

Turandot es un nombre de origen persa que significa “La hija de "Turán". Turán es una región de Asia Central que era parte del Imperio persa. El origen de la historia de Turandot se remonta a un poema de Nezami, uno de los grandes poetas épicos de la literatura persa, llamado Las siete bellezas. Turandot se desarrolla en Pekín, en época de leyenda. 


ARGUMENTO
Acto Primero 
En las afueras del palacio imperial un mandarín da lectura a un decreto ante el pueblo congregado, señalando que la princesa Turandot sólo se casará con el príncipe de sangre real que sea capaz de resolver las tres adivinanzas que ella le proponga. El fracaso supone la muerte, y ésta es la pena que aguarda al príncipe de Persia, que no ha podido dar correcta respuesta a las adivinanzas. La multitud pide la sangre del príncipe, a la vez que va en tropel hacia el palacio, llamando al verdugo. 

En el tumulto ha caído un anciano. La esclava Liú, su fiel compañera, pide ayuda a un hombre, el Príncipe Desconocido. Este reconoce en el anciano a su padre Timur, y Timur a su hijo. Ambos son fugitivos de su país y han de permanecer incógnitos. Mientras sigue oyéndose como fondo la sed de sangre de la multitud, Timur cuenta a su hijo cómo ha sido cuidado por Liu. 

Aparece el cortejo y el pueblo, al ver el pálido semblante del joven Príncipe de Persia, pide piedad para él, uniéndose a sus voces la del Príncipe Desconocido. Pero todo es en vano. Implacable, aparece Turandot en un balcón del palacio. Todos los presentes inclinan su cabeza, menos el verdugo y los dos príncipes. Turandot hace un gesto expresivo, indicando que se cumpla la sentencia, sin pronunciar una palabra. 

El Príncipe Desconocido ha quedado deslumbrado ante la belleza de Turandot. Cuando pasa el cortejo, éste decide quedarse allí, a pesar de las súplicas de Timur y de Liu. En la lejanía se escucha la voz del Príncipe de Persia preparándose a morir y luego el griterío de la multitud cuando éste ha sido ejecutado. El Príncipe Desconocido decide entonces presentarse a la prueba y hace sonar el gong ceremonial para anunciarlo. 

Ping, Pang y Pong, los tres ministros de Turandot, interceptan el paso del Príncipe y tratan de disuadirle de su propósito. Ping le dice que Turandot no es más que una mujer como todas y que no vale la pena arriesgarse por ella, ya que su suerte será la misma que la de los otros pretendientes. Su discurso es interrumpido por sirvientes de Turandot, que ordenan silencio, para no turbar el descanso de su ama. Pero pronto los tres ministros reanudan sus discursos. 

La sombra de los pretendientes de Turandot, muertos en el intento de conseguirla, vuelan sobre ellos. Finalmente, los ministros se van, pero Timur y después Liu tratan de disuadir al Príncipe, diciéndole que ambos morirán si éste persiste en su actitud. El Príncipe se conmueve ante los ruegos, pero sigue firme en su resolución. 

Así, llama por tres veces a Turandot y golpea, también por tres veces, el gong ceremonial, comprometiéndose como pretendiente a la mano de Turandot o a la muerte. 


Acto segundo 
En una sala, los ministros Ping, Pang y Pong están haciendo los preparativos necesarios para una boda o para un funeral.

Recuerdan tranquilamente los días felices anteriores al sangriento reinado de Turandot y piensan en los innumerables pretendientes de la princesa que han sido ejecutados, imaginando lo felices que serían si llegara el momento en que tuviesen que preparar un lecho nupcial en vez de sólo cadalsos para ejecuciones. Los rumores que llegan desde palacio y la multitud que empieza a congregarse les hacen volver a sus tareas.

Como en ocasiones anteriores, un mandarín da lectura al decreto y se oyen voces llamando a Turandot, que entra, ahora vestida de oro. La princesa explica las razones de su bárbaro edicto: lo hace en venganza de lo que aconteció hace muchos miles de años, cuando una princesa fue raptada y violada cruelmente por un bárbaro. Con aire amenazador aconseja al príncipe que no siga adelante 

Turandot plantea la primera adivinanza. El Príncipe responde rápidamente: "Esperanza". La respuesta es correcta. La segunda adivinanza tiene también la respuesta cierta: "Sangre". Ante la tercera pregunta ¿Cuál es el hielo que te inflama?, el príncipe duda un momento, pero pronto responde: "Turandot". Ante la alegría de todos, el Príncipe ha triunfado. El emperador y el pueblo declaran que el juramento obliga y Turandot debe aceptarlo. 

La princesa protesta ásperamente y pregunta al príncipe si la quiere conseguir por la fuerza, a lo que él replica que no y le ofrece, a su vez, una oportunidad de quedar libre: si ella descubre su nombre antes de la siguiente mañana, el Príncipe está dispuesto a morir. El Emperador ruega para que esa mañana el príncipe se convierta en su hijo. Cuando la corte se retira, el pueblo vuelve a postrarse ante Turandot y canta en su honor. 


Acto tercero 
Jardín del palacio imperial. En la distancia se oye a los heraldos que proclaman una orden de Turandot: Que nadie duerma, dicen, pues el nombre del Príncipe debe ser descubierto bajo pena de muerte. El Príncipe recoge las palabras en el aria “Nessun dorma” (la más famosa de la ópera).. Se acercan Ping, Pang y Pong, tratando de persuadirle de que abandone su intento, que está llenando de terror a Pekín, para lo que le ofrecen bellas muchachas y cofres de oro y joyas. También el pueblo se une a la petici6n de los tres ministros, pero el príncipe sigue firme en su pretensión.
Entra un grupo de soldados llevando con ellos a Timur y a Liu, que habían sido vistos antes con el príncipe. El Príncipe dice que ellos no saben nada. Se pide la presencia de Turandot. Ping se ofrece para arrancarles el nombre; entonces Liú se adelanta y dice que sólo ella lo conoce. 

El pueblo pide que sea torturada; Ping pregunta el nombre una y otra vez, pero a pesar de ser sometida a crueles torturas, Liu no responde. 

Turandot pregunta a Liu qué es lo que la hace tan fuerte y ella responde: el amor. Prosiguen las torturas y aparece el verdugo. Entonces Liú dice que hablará y predice que Turandot cederá finalmente ante el príncipe, así como su propia muerte. Sacando un puñal, Liú se suicida, cayendo a los pies del príncipe, sin haber revelado su nombre. 

Timur se desespera por la pérdida de la muchacha y toma su mano. La multitud, ahora arrepentida, pide al espíritu de Liú que los perdone. Luego salen todos, excepto el Príncipe y Turandot. Él recrimina a Turandot por su dureza, y Turandot, que al principio rechaza al pretendiente, diciendo que ella es sagrada y que nadie debe profanarla, acepta que él la bese con pasión. Mientras se escuchan a lo lejos unas voces femeninas, Turandot empieza a ablandarse. 

Profundamente consternada por haber sido vencida por el Príncipe, Turandot llora por primera vez y le pide a éste que victorioso la deje, pues aún no ha podido conocer su nombre. El príncipe entonces se lo dice: es Calaf, hijo de Timur. Ahora ella, si quiere, puede matarlo. 

La breve escena final ocurre ante el palacio, donde la multitud rinde homenaje al Emperador. Turandot trae a Calaf, y dice a su padre que ya conoce el nombre del extranjero: Su nombre es Amor, dice ella, y el pueblo canta lleno de júbilo.

19.1.21

LA FÍSICA Y EL ARTE: UNA VISIÓN APASIONADA. Capítulo 8 de 8


Esperando a Godot y Malone muere de Samuel Beckett, son piezas literarias divulgadas hacia 1950, donde lo absurdo y la relatividad de todas las cosas filtran la escena y diálogos de los personajes. Oigamos parte del diálogo de Vladimiro y Estragón en Esperando a Godot:

—¿Es hoy sábado? No, ¿será más bien domingo? 
¿O lunes? ¿O viernes? 
—O jueves. 
—El tiempo se ha detenido. 
— No lo crea, señor. 
—Vaya, ya pasó otro día. 
—Todavía no. 
—Pase lo que pase, para mí no ha pasado (...) 
—Te digo que anoche no estuvimos aquí. Lo has soñado. 
—Y, según tú ¿dónde estábamos anoche? 
—No lo sé. En otra parte. En otro compartimiento. 
—Bueno. No estuvimos ayer aquí 

Estimamos que es de referencia obligada la magnífica novela En busca de Klingsor del mejicano Jorge Volpi, en la que narra la figura de Einstein caminando a través de los pasillos del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Princeton: 

[...] desde su época de Berlín, a Einstein le encantaban las caminatas. Todos los días acostumbraba realizar a pie el recorrido entre el Instituto y su casa y le agradaba compartir esos minutos con alguien con quien charlar. Solo eran unos instantes, pero sus interlocutores los valoraban como sublimes momentos de iluminación. Muchos de los ilustres físicos que visitaban Princeton lo hacían con la esperanza de compartir uno de estos recorridos con el profesor… 

En esta novela Volpi comenta diversos aspectos sobre las ideas de Einstein en relación con la ciencia y la política. Narra la expedición preparada por sir Arthur Eddington para verificar la teoría de la relatividad midiendo la curvatura de la luz durante un eclipse de sol ocurrido en África en 1919. Destaca la paradoja llamada de Einstein-Podolsky-Rosen que trata de demostrar que “Dios no juega a los dados“, como sugiere la mecánica cuántica. 




Ahora vamos a internarnos en el campo de la poesía
. Comenzaremos citando a Pablo Neruda, que en algunos poemas de Residencia en la Tierra, como en Galope muerto”, “El reloj caído en el mar” y en “Las furias y las penas, difuminadamente, habla en términos relativistas. En Galope muerto“, dice: 

Para conocer su simbología, lo analizan en: Pulsar en los 2 siguientes versos:

En “El reloj caído en el mar”, escribe: 

“...Hay tanta luz sombría en el espacio 
y tantas dimensiones de súbito amarillas... 
Es un día domingo detenido en el mar un día como un buque sumergido... 
Hay meses seriamente acumulados en una vestidura... Los pétalos del tiempo caen inmensamente...”, 

y en “Las furias y las penas”, expresa: 

“…Es una sola hora larga como una vena, 
y entre el ácido y la paciencia del tiempo arrugado transcurrimos...” 

Igualmente, el poeta venezolano Jorge Enrique Mújica esboza nítidamente la relatividad en un texto de Intentos: 

“Un tren aparece sobre el puente 
en una línea voraz, un avión se pierde 
hasta un punto 
y ellos, los que viajan, son solo un punto 
o una línea 
aunque vean el cielo abierto o a los lados 
el campo desolado”. 


Ciertamente no podemos dejar de citar en nuestro discurso, al poeta, matemático y físico chileno, premio Cervantes 2011, Nicanor Parra cuya obra ha tenido una profunda influencia en la literatura hispanoamericana. Es considerado el creador de la denominada «antipoesía». Parra es, lo dijo el prestigioso crítico Harold Bloom, 
«incuestionablemente, uno de los mejores poetas de Occidente» recita en Cronos: 

En Santiago de Chile 
los 
días
son 
interminablemente
largos:
 Varias eternidades en un día 
...sin embargo las semanas son cortas
los meses pasan a toda carrera 
y los años parecen que volaran.”. 

Con otro enfoque, otra vez el citado premio Cervantes, el poeta Nicanor Parra, en Poemas y antipoemas” publica Los vicios del mundo moderno”, donde expresa: 

“…Los vicios del mundo moderno 
... La desintegración del átomo, 
El humorismo sangriento de la teoría de la relatividad...” 

Estas líneas del poeta Nicanor Parra, están asociadas con las consecuencias negativas de las aplicaciones de la teoría de la relatividad, como la liberación de la energía termonuclear, capaz de destruir todo lo que existe, la proliferación de bombas atómicas y otras armas. En realidad, la relatividad puso en las manos del hombre la posibilidad de usar, para el bien o para el mal, la inmensa e inimaginable acumulación de energía almacenada en el interior de todos los átomos del universo. 



O la reflexión del autor en Relatos cuánticos José Iraides Belandria, sobre el cálculo tensorial de Einstein, y la curvatura de la luz por efecto de la gravedad: 

            No sé cuándo Dios te regaló la hermosa luz curvándose más allá de todas las  galaxias, o cuándo grabó sobre una piedra la geometría del tiempo, dibujando el tensor del universo, el misterio de la gravedad y la tangente que cruza la vertiente  estelar   del punto negro...” 

Podríamos seguir asociando física y arte a través de la energía, de la entropía, del átomo y de la incertidumbre cuántica, y cómo no, a través de las ondas y de la luz hasta llegar a los "atractores extraños" y a la física del caos, y encontrarnos con García Márquez y su descripción de la destrucción de Macondo por un huracán devastador, fue una consecuencia del impredecible efecto mariposa, ya saben que en los sistemas complejos y caóticos se puede generar el efecto mariposa, según el cual, el aleteo de una mariposa en el Amazonas puede causar una tormenta en Japón. ¿No parece una alegoría clara y coincidente con lo ocurrido en el mítico Macondo. 

La Ciencia nos describe las leyes que rigen el comportamiento de la materia el Arte intenta penetrar más profundamente en el corazón de la Naturaleza e incluir en su descripción la parte psíquica del Universo, inseparable de la materia. La Ciencia se limita al exterior de las cosas. El artista ambiciona una comunión directa con el sujeto que observa, para descubrir el interior de las cosas. Como permanece exterior a los objetos, la Ciencia puede describir recurriendo a la inteligencia y al lenguaje claro, racional, de un mismo significado para todos. La obra de arte, queriendo acceder a la parte más íntima de los objetos, se expresa en un lenguaje más intuitivo y es además una proyección del artista hacia lo que hay de menos racional y de más profundo en el individuo. 

Mas sobre Macondo, pulsar AQUÍ.

De todos modos, la Ciencia y el Arte se nos presentan como dos disciplinas humanas que se complementan para permitir al hombre situarse en relación al cosmos y colocarse mejor en la corriente evolutiva. La Ciencia participa tal vez un poco más del Conocimiento, el Arte tal vez un poco más del Amor, pero ambos son de hecho inseparables y conducen a nuestro Universo hacia una siempre creciente unidad. 

Quisiera terminar con esta frase del autor dramático francés ─hoy casi olvidado─ Henri-René Lenormand, que señala los estrechos vínculos del Conocimiento y del Amor, y, por tanto también, de la Ciencia y del Arte: 
«Nada se aprende si no es por el Amor, nada puede saberse si no es entregándose» 

Muchas gracias señoras y señores por su atención.

Ignacio Pérez Blanquer




18.1.21

LA FÍSICA Y EL ARTE: UNA VISIÓN APASIONADA. Capítulo 7 de 8

 

También, Salvador Dalí, en 1931, con un enfoque surrealista, vislumbra la relatividad del tiempo en el cuadro “La persistencia de la memoria”, cuyos relojes distorsionados y fluidos, marcan el paso del tiempo y el espacio a un compás diferente, sugiriendo la relatividad, dilución, fugacidad y transitoriedad de la vida y el flujo dimensional. Así mismo, años más tarde, Dalí sigue explorando las conexiones entre el tiempo y el espacio, pintando “En busca de la cuarta dimensión”.

De la misma forma, la relatividad también se puede percibir en la narrativa y poesía como se aprecia en las siguientes obras literarias.

Varios pasajes de En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, publicado por etapas entre 1913 y 1927, expresan claramente la impresión de la relatividad del tiempo: “Había vivido tantas horas en unos instantes... esta noche a las pocas horas, habían pasado siglos...” y la relatividad del espacio:

¿Había venido Francisca, o era que yo, cansado de llamarla, iba a buscarla? Un cuerpo humano, aunque sea un cuerpo amado, como era el de Albertina, a unos metros de distancia, a unos centímetros, nos parece estar lejos de nosotros. Y lo mismo el alma que hay en él. Pero si algo cambia violentamente el lugar de esa alma con relación a nosotros, si nos indica que ama a otros seres y no a nosotros, entonces, por los latidos de nuestro corazón dislocado, sentimos que está, no a unos pasos de nosotros, sino en nosotros.
En general, la proposición central de esta novela es la interpretación del tiempo. El tiempo multiforme, no lineal, relativo, que como una serpiente zigzagueante se desplaza a través de las dimensiones temporales y espaciales, hurgando y escarbando en los laberintos de la memoria, el pasado, el presente y el futuro.


La novela Ulises de James Joyce, editada en 1922, incorpora efectos relativistas en su estructura y en algunos párrafos específicos.

En relación con esta novela, tanto los críticos como Joyce mismo coinciden en afirmar que cada episodio, corresponde a una aventura de Ulises, el héroe de la Odisea de Homero. El tono relativista se percibe al equiparar los 20 años de aventuras de Ulises en la Odisea, a través de las costas, islas y amplios mares de la antigua Grecia, con las aventuras que le ocurren en un día al Ulises “irlandés” en la pequeña y moderna Dublín de 1904. Esta sensación se acentúa al imaginar que los acontecimientos en la vetusta Grecia ocurren más lentos, en barcos de vela o remo, a pie o a caballo, mientras que en Dublín los eventos suceden más rápido, en tranvías, trenes, barcos de vapor o comunicándose por periódicos o medios electromagnéticos como el telégrafo y teléfono. Las escenas de la novela parecen seguir la pauta relativista, según la cual, el espacio y el tiempo se contraen cuando la rapidez o velocidad de los acontecimientos aumenta o el espacio y el tiempo se dilatan cuando la velocidad decrece. Así, es razonable pensar, que veinte años de aventuras, en la amplia y lenta antigua Grecia, son relativísticamente comparables, con un día de aventuras en la rápida y pequeña Dublín de 1904. 

También, ingeniosamente, Joyce elabora una imagen sobre el teorema de las rectas paralelas de la geometría de Riemann, empleando el movimiento de los trenes en una estación. Para aclarar esta idea, recordemos el postulado de Riemann el cual expresa: «por un punto exterior a una recta dada, no hay rectas paralelas, y si dos rectas cualesquiera se extienden suficientemente en un mismo plano, se encontrarán». Esta geometría, utilizada por Einstein en la formulación de la teoría de la relatividad, sugiere que las rectas paralelas son aparentes en un universo curvo como el nuestro, y al prolongarse suficientemente pueden cortarse en el infinito, en contraste a la concepción de Euclides.

En consecuencia, dos rayos de luz emitidos inicialmente paralelos se cortan en algún lugar, al curvarse por efecto de la gravedad. Precisamente, esta idea está subyacente en el siguiente párrafo del Ulises de Joyce: “Retirándose en la estación terminal del Great Northern Railway, calle Amiens, con aceleración constantemente uniforme, siguiendo líneas paralelas que se encontraban en el infinito, si se prolongaban...” Del mismo modo, basado en una posibilidad relativista considera un viaje a través del tiempo, una alternativa factible en un universo relativo y no euclidiano, donde las partículas pueden avanzar o retroceder a través de las ventanas dimensionales. “...una insatisfactoria ecuación entre un éxodo y regreso en el tiempo reversible, y un éxodo y regreso en el espacio a través del tiempo irreversible...” 
Ignacio Pérez Blanquer



Pulsar en la imagen para conocer mejor a, James Joyce y su obra Ulises, la mejor obra en  inglés del siglo XX.
Una premisa en apariencia sencilla, tras la que se conforma una monumental composición de la condición humana. 

17.1.21

La nevada o El Invierno, de Francisco de Goya

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Una vez más, Goya rompe los moldes de los esquemas clásicos con esta representación del invierno y de entre todos los esquemas posibles y habituales en la representación de las estaciones del año, Goya decide ser fiel a su ingenio cronista y nos muestra un nuevo modo de ver el invierno, tal como es.
Fueron muy frecuentes las representaciones mitológicas, los bodegones con alimentos propios de cada estación, los populares juegos de invierno en las aguas heladas de los ríos, o las batidas de caza también en un tono lúdico, sin embargo Goya los descarta todos.
Este cuadro responde a una serie de tapices que por orden real le fueron encargados bajo el genérico epígrafe de Pinturas de asuntos jocosos y agradables, como podemos ver de jocoso tiene poco.
Goya, más fiel a sí mismo que al encargo del rey, nos ofrece su propia visión del tema. Una escena costumbrista cuyos personajes nos aportan información de su procedencia por la indumentaria típica de sus regiones, de los tres personajes centrales, tapados con mantas zamoranas, los dos primeros son castellanos y el tercero valenciano. Guían una mula que a cuestas porta un cerdo, que esperemos haya hecho más llevadero el cruento invierno que nos muestra Goya con una paleta de blancos y grises y con los desnudos árboles cedidos por la ventisca.
Al paso de los transeúntes otras dos figuras armadas y con un perro cierran la escena. No queda muy claro si se interesan por la identidad de estos tres hombres o no, ya que ninguno cruza la mirada, la tempestad no se lo permite.

La tormenta Filomena ha cubierto de nieve amplias zonas de España y gran parte del país se encuentra en alerta roja a la espera de más precipitación este sábado.
La Agencia Estatal de Meteorología AEMET dijo que el temporal era "excepcional y muy probablemente histórico",  el país se enfrenta al "temporal más intenso en los últimos 50 años"
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16.1.21

LA FÍSICA Y EL ARTE: UNA VISIÓN APASIONADA. Capítulo 6 de 8


Más pulsando en:  Juan Gris 
 
Con el cubismo, Pablo Picasso, Georges Braque, Juan Gris y muchos otros, introducen en la pintura, desde principios del siglo XX, la sensación del movimiento, la geometría no euclidiana, el tiempo y la relatividad. Tales efectos se logran superponiendo planos, alterando las formas geométricas clásicas y transformando los volúmenes y perspectivas en entidades aproximadamente no euclidianas, manipulando diferentes planos de orientación y creando sistemas de referencia relativos y dependientes de la posición del observador. Estas características generales se notan en las obras de Picasso como “Las damas de Aviñon”, “Guernica”, “Muchacha con mandolina”, “Arlequín”, “La paloma con guisantes”, “Frutero y pan sobre una mesa”, “Cabeza de mujer”, “Hombre con sombrero” y “El aficionado”, entre otras. Así mismo, “El libro, la botella y la jarra” de Gris, y “Frutero y vaso”, “Bodegón con cartas” y el “Portugués” de Braque, revelan las particularidades del cubismo y la relatividad. 

Una obra emblemática de Picasso, “Las damas de Aviñon”, pintada hacia 1907, marca el comienzo del cubismo y las tendencias de ese movimiento, iniciadas casi simultáneamente con la publicación de la primera parte de la teoría de la relatividad. En el cuadro, cinco figuras femeninas "geometrizadas", delineadas con trazos poligonales angulosos y algunas curvas suaves, dominan la escena, donde cada personaje ocupa un espacio y un tiempo particular e individual. Se aprecian formas geométricas distorsionadas en tendencias no euclidianas como cubos, tetraedros, trapecios, triángulos, cuadrados, semicírculos, semiesferas, ubicados relativamente en diferentes dimensiones espaciales y temporales, con distintos puntos de referencia y una sensación de movimiento. Claramente, la apariencia de la nariz de la mujer sentada y las figuras geométricas que llenan el fondo del cuadro, son modelos no euclidianos. 


Es curioso, como, casi simultáneamente con Einstein, Picasso traslada al lienzo la esencia de la relatividad, pudiendo uno preguntarse, si Picasso fue influido por el impacto causado en el continente europeo por la conmoción relativista, o por el contrario, independientemente, alteró las dimensiones espaciales y temporales de la perspectiva clásica, introduciendo la relatividad y la geometría no euclidiana en el arte, siguiendo su inspiración y capacidad de creación artística. Esta interrogante es interesante, pero difícil de responder con precisión. En todo caso, el impacto del cubismo ha dejado una profunda huella en la plástica contemporánea, y sus raíces se conectan a la esencia del espacio y el tiempo concebidos por los físicos y los pintores a principios del siglo XX. 

No obstante debemos decir que Pablo Picasso tomaba posiciones en contra de las interpretaciones y lo hizo con palabras enérgicas: «Matemáticas, trigonometría, química, psicoanálisis, música y no sé cuantas cosas más han sido emparentadas con el 

Cubismo para explicarlo. Todo esto no ha sido más que literatura por no decir una falta de sentido, y ha conducido al mal resultado de cegar a la gente con teorías.» 

Pero a pesar de estas palabras de Picasso se han seguido explorando nuevas alternativas del cubismo, un algoritmo matemático publicado no hace mucho en la revista Physical Review Letters muestra el emerger de un universo “cubista” a partir de de un plasma primigenio. El trabajo pretende explicar cómo uniendo y combinando al azar pequeños trozos triangulares del espacio-tiempo, sumergidos en una nube de gravedad, podría hacer surgir un universo de cuatro dimensiones similar al nuestro. El universo creado parece una insólita escultura tetradimensional integrada por infinitos trozos triangulares, en el más puro estilo cubista. Este sería un universo "unificante" de lo discontinuo y lo continuo, de lo probabilístico y lo determinista, de la mecánica cuántica y la relatividad. Este curioso hallazgo parece sugerir que la esencia del universo está representada en imágenes cubistas. 


Posteriormente al cubismo, se intensifica la percepción del movimiento y la relatividad de la obra frente al observador, y a mediados del siglo XX, surge el arte cinético, que incorpora de manera tangible la cuarta dimensión, manifestando la interacción del tiempo, el espacio, la energía, las vibraciones cuánticas, el movimiento, la fragmentación de la luz y la participación activa del observador. Tales efectos se manifiestan vivamente en “Vonal-ksz” de Víctor Vassarely.
Ignacio Pérez Blanquer



14.1.21

LA FÍSICA Y EL ARTE: UNA VISIÓN APASIONADA. Capítulo 5 de 8



Pero no se trata únicamente de eso, también plantea que la geometría tridimensional de Euclides no reproduce nuestra realidad de cuatro dimensiones, necesitándose una nueva geometría para una interpretación más completa, como las propuestas en el siglo XIX por Lobachevsky, Bolyai, Gauss, Riemann y Félix Klein, quienes, trabajando independientemente, con espacios multidimensionales y diferentes curvaturas, crearon geometrías alternativas llamadas no-euclidianas, las cuales, según Einstein, podían adaptarse a un universo similar al nuestro. 

Estas nuevas visiones geométricas amplían la concepción del espacio a límites absolutamente inconcebibles para la mirada clásica de Euclides, introducen la idea de la cuarta dimensión, revolucionando la noción de la perspectiva tradicional, extendiéndola a universos de múltiples dimensiones con diferentes curvaturas y horizontes. En estas geometrías se modifica el postulado de las líneas paralelas de Euclides, quien enunciaba que por un punto exterior a una recta, se podía trazar solamente una recta paralela en el mismo plano de la línea dada. En contraste, bajo el enfoque no-euclidiano de la geometría elíptica de Riemann, por un punto exterior a una línea recta no existen paralelas, por lo cual todas las líneas pueden cortarse si se prolongan lo suficiente, o según la geometría hiperbólica de Lobachevsky, por un punto exterior a una recta es posible trazar más de una recta paralela en el mismo plano de la recta dada. 


Así, la concepción del paralelismo se relativiza y queda sujeto al modelo geométrico seleccionado: elíptico, esférico, hiperbólico, parabólico o cualquier otra configuración. Las consecuencias de estas interpretaciones hacen que la suma de los ángulos internos de un triángulo cualquiera no sea ciento ochenta grados como ocurre en el sistema euclidiano, sino que esta suma es mayor de ciento ochenta grados en el esquema de Riemann, y menor de ciento ochenta grados en la geometría de Lobachevsky. De este modo, todas las figuras geométricas sufren alteraciones, adoptando configuraciones no comunes y las dimensiones son susceptibles de curvarse e interpenetrarse en variadas formas. Cualquier curva del espacio puede transformarse en otra equivalente, y cualquier universo de múltiples dimensiones es capaz de representarse convenientemente en un modelo hiperbólico, parabólico, elíptico o esférico. Siguiendo esta visión, Einstein escogió la geometría elíptica de Riemann para representar nuestro universo, incorporando el tiempo como una cuarta dimensión de la realidad.

Las imágenes relativistas desarrolladas por los físicos, también fueron previstas y estimuladas por escritores, pintores y otros creadores, quienes dieron origen a obras de arte de notable trascendencia y envergadura. Particularmente, la pintura cubista y el arte cinético muestran rasgos relativistas, que dotan a las obras de movimiento y percepciones espaciales, temporales y energéticas.
Ignacio Pérez Blanquer



12.1.21

LA FÍSICA Y EL ARTE: UNA VISIÓN APASIONADA. Capítulo 4 de 8

Continuamos con la visión apasionante del Discurso de Investidura como académico de Bellas Artes Santa Cecilia, del Dr, don Ignacio Pérez Blanquer: LA FÍSICA Y EL ARTE. Capítulo cuarto.


Pero creo que debemos empezar citando a dos visionarios. El en el siglo XIX, Edgar Allan Poe y Herbert G. Wells (y omito por obvio a Julio Verne), pues introdujeron con anticipación planteamientos relativistas en Eureka y la Máquina del tiempo, respectivamente. En Eureka, Allan Poe concibe la continuidad del espacio y el tiempo, imagina la creación del universo como resultado de la explosión de un átomo generador y primigenio, similar a la concepción relativista del "Big Bang" y sugiere la existencia de agujeros negros en la inmensidad del universo. Por otro lado, Wells describe un viaje a través del tiempo, el cual coincide ─figuradamente─ con las predicciones de la relatividad. Y remontándonos mucho más allá, también debemos mencionar a Epicuro, en la Grecia antigua, él pensó que el tiempo y el espacio estaban conectados entre sí y no podían existir como entidades separadas e independientes. 

              E. Meissonier: El Viajero, luchando contra el viento, golpeado por la lluvia. 


Otro precursor que no me gustaría dejar sin citar es Ernest Meissonier, pintor del siglo XIX, que quizás se adelantó a Einstein, al comprender que el espacio y el tiempo no podían existir separados. Sus cuadros muestran esta vinculación espacio-tiempo, donde los personajes viven su propia historia, dando la impresión de estar asociados mediante una relación espacial-temporal indisoluble, diferente a la del pintor y observadores. 

Entre el Arte Contemporáneo y la Física destacamos la relación con la Teoría de la Relatividad. Los orígenes de la física relativista se remontan a 1905, cuando Albert Einstein postula que el espacio y el tiempo son relativos y dependientes de la posición y velocidad del observador. 

Según esta visión, el espacio y el tiempo dependen de la experiencia del ser y están ligados indisolublemente por una estructura geométrica de cuatro dimensiones que configuran la realidad en la cual vivimos (no debemos decir nunca que el tiempo es "la" cuarta dimensión, el tiempo es sólo "una" cuarta dimensión, y diferente a las otras tres). En la geometría de la teoría relativista, tres dimensiones corresponden al espacio y una corresponde al tiempo. Cuentan, cómo Einstein, para dramatizar la interrelación entre el espacio, el tiempo y el observador, empleaba ejemplos cotidianos, diciendo, que cuando alguien está con su novia, el tiempo pasa más rápido que si estuviera sentado sobre una plancha caliente, o cuando un ser querido está cerca nos parece lejano, o un enemigo lejos lo sentimos cercano. 

Cuarta dimensión

Tal perspectiva es diferente a las concepciones de Aristóteles o Newton, quienes consideraban que el espacio y el tiempo eran absolutos e independientes de la experiencia humana. Estas nociones propagadas desde el siglo IV a. C., influyeron en todos los movimientos científicos, filosóficos, literarios y plásticos hasta principios del siglo XX, cuando aparece la Teoría de la Relatividad. 

Las proposiciones de la relatividad señalan que cuando la velocidad de un objeto aumenta, el espacio y el tiempo se contraen y la masa y la energía se incrementan, y cuando la velocidad decrece, el tiempo y el espacio se dilatan y la masa y la energía disminuyen. 

La Teoría de la Relatividad posibilita estimar la geometría, el tamaño y la forma curva del universo, pronostica la gran explosión creadora del cosmos, y si no se restringe con la constante cosmológica, predice la expansión del universo. Expresa que la máxima velocidad alcanzable en la naturaleza es la velocidad de la luz, cuyo valor es constante, sugiere la existencia de agujeros negros en la inmensidad del espacio sideral, y plantea la posibilidad de viajar a través del tiempo. También expresa que la masa y energía son interconvertibles, y considera a la gravedad como una consecuencia geométrica de la curvatura del espacio y el tiempo en la vecindad de cuerpos con masa. Bajo esta perspectiva, la gravedad se deriva de la geometría del universo y no es una fuerza típica procedente de la acción entre dos cuerpos, como la concebía Newton.
Ignacio Pérez Blanquer


10.1.21

SANTIAGO RAMOS PLAZA. Calle Torres, 15. Escritos (1977-2018)

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El poeta se dirige a sus lectores:  Teniendo todavía a estas alturas de mi vida algún que otro libro inédito, he elegido publicar por vez primera obra varia y dispersa.
La parte de PROSA reúne artículos y cuentos aparecidos en prensa, en su mayorías en "SEMANAL DE LA MANCHA". Las páginas de verso recogen poemas de asuntos unitarios y poesías sueltas o de ocasión de distintos fines, en su mayoría inéditos.
Haciendo consideración de todo, he de destacar las colecciones agrupadas por su unidad y tratamiento en "POEMAS DE LA HUIDA", "CORONA DE SONETOS PARA MI CABEZA" Y "LA MUERTE QUE TRAEN LOS DÍAS"
De mis libros anteriores, he escogido abundantes páginas de "ALCÁZAR DE MIS CENIZAS", libro agotado hace largo tiempo. siendo éste de escritura de amor a Alcázar, hay la oportunidad de releerla o descubrirla.
La temática ha sido la constante en la vida de todo poeta. Dios, deseo, amor, tiempo naturaleza, muerte, destino, y cualesquiera circunstancia personales vividas, destacando, en mi caso, la dedicada públicamente a enaltecer a mi lugar de nacimiento.


Santiago Ramos Plaza, nació en Alcázar de San Juan, (Ciudad Real), 1944, actualmente reside en Madrid. Sus primeros poemas aparecieron en Antología primera (1973).
Es amigo de otro poeta Alcazareño, José Corredor Matheos. Ha publicado literatura memorialística. Colaboró en la revista La Veleta del Sastre. Domina las estrofas clásicas, por ejemplo, en En el cuarto cerrado del amor reúne un centenar de sonetos.
La lista de libros y poemas publicados es interminable y todos y cada uno de ellos, es un placer para los sentidos. 
Cuando lee en vivo, con su característico estilo personal, posee algo especial que solo tienen los verdaderos y grandes artistas.
La búsqueda de su propia voz poética es una constante que logra ese equilibrio entre pureza, belleza y reflexión que tanto caracteriza a su poesía. Es la voz de los recuerdos, y sin embargo, la mirada hacia atrás no es nunca para esconderse de forma egoísta sino para buscar y encontrar nuevos territorios.


De él ha escrito el profesor Dr. D. Antonio Leal Giménez, Hijo Predilecto de Alcázar de San Juan, lo siguiente:
Santiago, es capaz de transformar la imagen de una personalidad emprendedora, llena de energía, de fuerza y vitalidad, a una forma de ser propia y natural, con una gran fortaleza interior, propia de jóvenes que se criaron en el Pretil y aprendieron de otros, criados en las calles procedentes de dispares barrios del Alcázar de San Juan de los años cincuenta.
De sentida religiosidad, también ha publicado literatura memorial. Justo López Carreño , nos dice que Santiago, es uno de los escasos reductos del lirismo más tradicional que conviven en nuestro entorno. De él estarían orgullosos Juan Ramón Jiménez o Rubén Darío, por su fiel tributo a una manera de ser y sentirse poeta. Su obra merece estar recogida en una rica y abundante antología. Su delicada poesía, donde siempre, manifiesta su amor por su pueblo, sus gentes y sus tradiciones, contados en forma y metros tradicionales ceñidos a la horma del cantar popular. Se acerca muchas veces al papel atraído por una necesidad oscura de decir algo, sin saber lo que va a decir, aunque si tiene claro que Alcázar de San Juan es su musa inspiradora.

Alumno del Colegio de la Santísima Trinidad de Alcázar de San Juan.

El día que Rafael López grabó a punta de navaja en una acacia del recreo el nombre de su amada y el suyo dentro de un corazón, la acacia quedó prendada en su savia del joven de tupé de cine. 
Fue en la primavera del año 1960. Al muchacho le hervía su juventud como el agua de una cacerola puesta al fuego, bastaba verlo. 
Sabedor de que aquel acto de amor era un arrebato, presencié la escena augurando que el corazón se precipitaría a tierra antes que cayeran las primeras hojas del árbol adolescente arañado...

              DOÑA ACACIA (Tomado de su obra «El Aire de Doña Acacia», 2001))
 

El mundo de la poesía está cubierto de selva. Todos sus árboles son de la misma familia o de parentesco cercano, a poco que se observen sus hojas.
Arrancando uno de ellos sin miramientos, plantamos esta acacia, árbol desconocido para los otros, que sin necesidad de florecer se convirtió en DOÑA ACACIA, bellísima mujer que ya ha cautivado a los vecinos de la calle Torres, en su visita a la selva de la poesía.

CALLE TORRES (1991)
Junto al huerto de los frailes 
sin torres la calle Torres.

En su cielo hay golondrinas 
acosadas por los toques 
del campanario.

Y acacias 
de sombra que el aire mueve 
de lugar, barren el suelo. 

Y grandes desconchones 
de cal tienen sus fachadas; 
son las equivocaciones
que comete la veleta 
con el arco de la noche.

Pero mucha piedra falta
para que se llame Torres. 

Y, sin embargo, ¡qué anónima 
si le cambiaran el nombre!

Recuerdo la visita que realice a su casa familiar, en Alcázar de San Juan, hace unos años junto a Antonio Leal Giménez, (Hijo Predilecto de Alcázar, a donde pertenece su alma), viejo amigo y compañero de Santiago. Habíamos hablado por primera vez el día anterior. Santiago nos atendió, con la sonrisa, amabilidad y generosidad que le caracteriza. Leyó unos versos y sintió que le invocaban. Me regaló varios de sus libros. Y, por fin, tuve el honor de ser presentado solemnemente  a Doña Acacia.  A mi regreso, de aquel viaje inesperado y reconfortante, leí sus libros y descubrí a un gran poeta. 
La influencia de Alcázar en su poesía produce una emoción contenida, evocando la figura siempre presente de un Alcazareño, que  cuenta y expresa de forma inigualable el amor a su tierra. Pasará a la historia como el poeta que ha cantado más y mejor a su pueblo natal.
Desde entonces hemos mantenido una amistad epistolar que ha logrado identificarnos, y pregono abiertamente el orgullo de ser amigo de Santiago, manifestando mi aprecio y admiración. 
Por todo lo comentado, y por otras cosas que sería prolijo enumerar, quiero dejar constancia de que, me honra su amistad. 
Muchas gracias, amigo. 
Un fuerte abrazo. 

Gonzalo Díaz Arbolí

Académico de Santa Cecilia