En este 2º capítulo de “La Física y el Arte”, ampliamos el c.v. de Ignacio Pérez Blanquer: Profesor Titular (Adscrito al Área de “LENGUAJES Y SISTEMAS INFORMÁTICOS” del mismo Dpto. Por resolución de la Secretaría de Coordinación Académica del Consejo de Universidades y a petición del interesado cambia la denominación de la plaza al Área de conocimiento de “CIENCIAS DE LA COMPUTACIÓN E INTELIGENCIA ARTIFICIAL”.
El hombre posee un número limitado de sentidos para captar la realidad exterior, y, a su vez, cada sentido tiene también sus propios límites. No cabe duda que el hombre se ha aplicado en construir instrumentos más perfeccionados para ayudarse, pero estos instrumentos tendrán siempre una frontera. Así que todos ustedes coincidirán conmigo que es muy aventurado afirmar que podemos llegar a conocer, a penetrar, en la esencia íntima de las cosas.
A esa esencia última e íntima de las cosas le vamos a llamar lo Real. Y a todo aquello que el hombre puede percibir de esto le llamaremos lo Conocido.
Creemos que para nadie es difícil comprender que lo Conocido no es idéntico a lo Real. Y esto equivale a decir que el hombre no puede tener una visión absoluta de las cosas que le rodean ─basta que miremos al cielo o imaginemos las profundidades del mar─ sino relativa y muy dependiente de los medios que tiene a su disposición. No obstante eso, ¿es posible describir lo Real? ¿Es posible describir ese algo a lo que no tenemos acceso? Por otra parte también nos podemos plantear ¿Poseemos algún medio que sea capaz de trascender, de ir más allá, y entrar verdaderamente en lo Real? La Física cuenta con un medio de inestimable potencia que le permite un gran recorrido en el ámbito de lo trascendente, ese medio es la Matemática.
Sabemos que todo ser humano sensible a la belleza, que se acerque a la naturaleza siente siempre una impresión de maravilla. Y no tarda en darse cuenta que el descubrimiento de las bellezas de la Naturaleza va más allá de la satisfacción de una simple curiosidad y los placeres estéticos que nos provoca: este descubrimiento, se entrelaza con la visión que el hombre busca tener del cosmos, es un factor que, de alguna manera, «asocia» el hombre al Universo, al fusionarlo mediante el pensamiento con el resto del mundo externo. Lo decimos de otro modo: el conocimiento de nuestro Universo se nos aparece como un medio determinante de toda la evolución humana.
Y si el conocimiento de nuestro Universo se nos aparece como un medio determinante de toda la evolución humana, entonces es claro que necesitamos conceder gran importancia a la descripción que el hombre intenta hacer de este Universo, ya que esa descripción no es más que la expresión de los vínculos que le unen al conjunto del cosmos.
Los medios de descripción del Universo son numerosos, pero consideramos que hay dos disciplinas que nos parecen particularmente relevantes para traducir esta visión que el hombre es capaz de tener de su realidad exterior: las Ciencias y las Artes. Compararemos aquí un poco los métodos y los resultados de estas dos «expresiones» humanas en esa incesante búsqueda para penetrar más profundamente en los secretos y maravillas de la Naturaleza.
La Ciencia, desde el
principio, ha elaborado una especie de «código», una «regla de juego», con la
intención de que fuera la misma para todos los hombres y tomara prestado lo
menos posible del lenguaje de la vida corriente, en el que cada palabra puede estar
cargada de una significación que varía de una inteligencia a otra. La Física,
que es precisamente la parte de la Ciencia que pretende «describir» los
fenómenos naturales, intentó al principio expresarse por medio del lenguaje
ordinario. En seguida advirtió que este lenguaje dependía demasiado de los
sentidos y de la psicología del hombre y que para progresar le era preciso
expresarse de un modo más «objetivo». Las matemáticas han permitido a la física
superar esa etapa de su progreso, y podemos decir, hasta cierto punto, que la
física se ha hecho más matemática. A diferencia de la Ciencia, que se ha
fabricado un lenguaje impersonal para describir el cosmos, el Arte está unido a
la visión individual. «Una obra de Arte —decía Emil Zola— es un
rincón de la creación visto a través de un temperamento.»
Ignacio Pérez Blanquer
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