30.6.23

Ricardo Molina Tenor, poeta del amor y la vida

Confiere a su obra una radiante y optimista función glorificadora, de celebración de la realidad en una naturaleza incontaminada y purísima.

Tanto por parte del ayuntamiento de su ciudad natal, Puente Genil, como del instituto Séneca, del que fue profesor --y en fechas próximas de otras entidades culturales y educativas de Córdoba y Andalucía--, se está conmemorando el centenario de uno de los poetas y humanistas más determinantes en las letras andaluzas del pasado siglo. Ricardo Molina (Puente Genil, l917- Córdoba, l968), tras cursar sus estudios de bachillerato en la capital de su provincia, se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad hispalense, y vino a desarrollar a lo largo de su vida una agotadora y mal remunerada labor docente en diferentes academias y colegios de Córdoba. 


Gracias a su dinamismo y capacidad, tanto literaria como de gestión cultural, promueve, junto a Pablo García Baena y Juan Bernier, desde l947, la innovadora revista Cántico, en cuya dirección colectiva y continuidad sería pieza clave, al tiempo que realiza una permanente actividad periodística, de gran calado histórico-literario.
Ya en l945 aparece su primera entrega poética, El río de los ángeles, a la que siguen sus inolvidables Elegías de Sandua (l948) y Tres poemas; al año siguiente consigue el premio Adonais por Corimbo.
Decepcionado quizá por una reticente acogida a este libro por parte de la crítica, decae de su continuada actividad poética hasta l957, en que da a la luz su Elegía de Medina Azahara.
Sus grandes conocimientos tanto literarios como históricos cristalizan en una notable labor ensayística a principios de los años sesenta en títulos como Osio de Córdoba y su época, Córdoba gongorina, Córdoba en sus plazas, Mundo y formas del cante flamenco, Tierra y espíritu (Glosario andaluz), Aproximaciones a Séneca, La filosofía pneumática de Séneca, junto a Función social de la poesía, entre otros, que vendrían a confirmar su sólida formación humanística y finura crítica, así como la abarcadora apertura de su compás intelectual. A ellos hay que sumar otras importantes aportaciones al estudio del flamenco, en colaboración con el cantaor Antonio Mairena.
Poco antes de morir aparecía "A la luz de cada día", poemario de corte experiencial en el que se funden, a la vez, cotidianidad y culturalismo (la cultura era una de sus experiencias personales más íntimas y esenciales).

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OBRA LÍRICA
Su obra presenta una fresca originalidad en el clima poético tremendista y agónico de su tiempo, que, a veces, parece recrearse un tanto morbosamente en el patetismo y el dolor. Ante todo, Ricardo Molina confiere a su poesía una radiante y optimista función glorificadora, de celebración y alabanza de la realidad, del mundo y sus criaturas, del amor y del cuerpo, una dimensión hímnica y exaltatoria.
Molina es el cantor de la alegría de vivir y de la plenitud existencial, en el seno de una naturaleza, incontaminada y purísima, que a él se le ofrece, aún húmeda de rocío, con los limpios perfiles del primer día de la creación. Poeta del amor y de la vida, se instala gozosamente en el mundo y en el centro de una naturaleza acogedora y radiante, en armonía con ella.
Huyendo de toda ascética renuncia a la seducción de los sentidos, y frente a quienes postulan una morbosa complacencia en el sufrimiento y el dolor, llevados por el pesimismo existencial o una rigurosa trascendencia espiritual que niega las naturales exigencias.
Así como también insistirá, a pesar de la sólida formación humanística de su espíritu: «La sabiduría está en saber poco como el ruiseñor», prefiriendo vitalmente adecuarse con naturalidad y asentimiento a los ciclos y ritmos del mundo natural que le circunda y a las exigencias que le dicta su poderosa y exigente sensibilidad, que a la letra yerta de una cultura secamente erudita. Pero este luminoso hedonismo con el peso y el paso de los años y las acechanzas de la enfermedad va a teñirse de un resignado estoicismo, muy cordobés, ante la adversidad irrevocable:

La primavera... y yo, triste, sufriendo
en cada soplo de mi boca
la indiferencia inmensa y absoluta
de la tierra y del cielo.

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EL AMOR, LA NATURALEZA, EL SENTIMIENTO RELIGIOSO
En la lírica del cordobés nos encontramos ante una poesía nutrida de las más varias experiencias, de gran calado conceptual, meditativo y filosófico en muy hondos poemas de Homenaje, pero que eleva a la experiencia amorosa y sensual como la más genuina y germinativa de todas.
Su facilidad expresiva se explaya en diversos registros métricos, tonales y estilísticos, en un inintencionado alarde de versatilidad y variedad expresiva.
La sabiduría está en saber poco, como el ruiseñor, nos dejó dicho el poeta, en una gozosa actitud de contemplación o, mejor, de comunión con su entorno.

Y la experiencia de la amistad y de la cultura, de sus compañeros del grupo Cántico, Juan Bernier, Pablo García Baena, Julio Aumente, o Mario López, y los pintores Miguel del Moral y Ginés Liébana, experiencia intelectual y fervorosamente humanística que el poeta sabe comunicarnos con el temblor de una realidad cálida y vivida, con escueto y ajustado verismo.
Pero aunque el poeta, llevado por un hondo deslumbramiento afectivo y estético por la antigüedad clásica, su espiritualidad religiosa y cristiana, torturada en ocasiones por un innecesario sentimiento de culpa, impuesto por la ortodoxia, era tan profunda como la intensa llamarada amorosa y sensual que inflama sus primeros poemarios, sentimiento que llegaría a ensombrecer en cierto momentos de crisis el legítimo derecho a la felicidad y a la dicha que su temperamento le dictaba y que le vedaba determinadas normas sociales y religiosas.

Si la poesía, según Joan Maragall, es un «estado térmico del lenguaje», la de Ricardo Molina se nos ofrece hoy cargada de muy cálida y emotiva intensidad, de la palpitación del más auténtico sentimiento, plasmado con una nítida y rezumante frescura y una clara eficacia estética.

Nocturno romántico

Las torres quedarán y yo me iré.
Me iré, me iré con la sombra y la luna.
No me preguntes, amor mío, por qué.
Yo no he de dar contestación ninguna.

Mi fuego se helaría en el rocío,
mi voz en el silencio interminable.
Por eso, no preguntes, amor mío.
Jamás esperes que suspire o hable.

Se quedarán las calles con sus nombres,
de la Rosa, del Sol, de los Arqueros.
Se quedarán las cosas y los hombres
y el otoño de parques plañideros.

Y yo me iré cuando la Aurora ciña
con cinturón rosado a las doncellas,
cuando la alondra despierte la viña
y los gallos ahuyenten las estrellas.

Me iré, me iré cuando el mundo, amor mío,
sea como un navío empavesado,
cuando el pájaro vierta en dulce pío
verdor de primavera sobre el prado.

Y tú preguntarás a los espejos
y ellos no acertarán a responderte,
y yo estaré muy lejos ya, tan lejos,
que habré cruzado el muro de la muerte.

Y de la Vida la impasible fiesta
ay, seguirá girando alrededor
de tu vana pregunta sin respuesta,
oh dulce y vano amor.

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La dirección de la revista Cántico le llevó a cruzar un cuantioso epistolario con miembros de la Generación del 27, especialmente con Vicente Aleixandre, que ha recopilado y publicado en 2015 Olga Rendón en dos tomos.​ Su Obra poética completa se publicó dos veces (Córdoba, 1982 y Madrid, 2007), en este último caso con algunos textos más y algunas variante
PARA CONOCER MÁS,  AQUÍ
Fuente: Diario de Córdoba.
Gonzalo Díaz-Arbolí

25.6.23

VOZ FEMENINA: Mezzosoprano

Se nace con la voz, pero luego ha de ser instruida para sacar lo mejor de ella. El aprendizaje de las diferentes técnicas, modulación vocal son sólo algunas de las cosas que se ejercitarán para lograr timbres que, quizá, ni siquiera uno mismo sabía que podía alcanzar.

La emisión consciente de sonidos producidos utilizando el aparato fonador es conocida como canto. El canto tiene un rol importante en el arte de la música, porque es el único instrumento musical capaz de integrar palabras a la línea musical. Sin embargo, su clasificación resulta bastante compleja debido a los múltiples criterios que pueden tenerse en cuenta: registro y tesitura, estilo vocal, períodos musicales en la historia de la música, etc...

Una de las mejores voces de todos los tiempos en la música popular (realmente inclasificables por amplitud y calidad, pero generalmente catalogadas como mezzosopranos): Barbra Streisand, en el final de la película Funny Girl, cantando My man, pasando de un canto en casi "sollozo" a pleno pulmón:

“My Man” from Funny Girl (1968)

Rango vocal: en un amplio sentido de la palabra, es la extensión desde la nota más grave hasta la más aguda que una voz concreta puede emitir. Sin embargo, en el canto, esta extensión tiende a limitarse al rango que resulta "musicalmente útil" para un cantante determinado.

Tesitura: rango vocal en el que se canta más cómodamente.

El tipo de canto: en la ópera, los cantantes deben ser capaces de proyectar la voz por encima de la orquesta sin la ayuda de micrófonos; por tanto, aquellas notas que, a pesar de que son emitibles por estos intérpretes, no son practicables de esta manera, quedarían fuera del rango vocal "musicalmente útil"; esto puede ser diferente en el caso de cantantes que sí utilizan amplificación (pop, rock, jazz, etc).

Registro de falsete: en el canto se refiere a los sonidos emitidos (tanto por hombres como por mujeres) por encima del registro modal.

Registro modal: es el registro más común tanto en el lenguaje hablado como en el canto. El término "modal" se refiere al "modo resonante" de las cuerdas vocales (cuando se consigue una vibración máxima de las mismas). Este registro es mucho más rico en armónicos y matices, en general, que el resto.

Voz dramática: se trata de voces con gran potencia de emisión, resistentes, fuertes, pero con registros agudos y coloratura (canto ornamentado) más limitado.

Voz de "coloratura": se trata de voces con menor potencia de emisión (sin que por ello resulten débiles), pero con mayor capacidad de emisión de agudos y de realizar coloratura.

La voz de mezzosoprano
Las mezzosopranos tienen un timbre más fuerte que las sopranos, y más grave. El rango o tesitura es muy variable, pudiendo interpretar algunos roles de soprano, de contralto, incluso del repertorio de los castrati. Realmente lo que caracteriza a una mezzosoprano de los otros tipos de voz femenina es el "color" de la voz y el que sostiene mejor las notas del registro medio.

Mezzosoprano ligera o de coloratura: es muy similar a la soprano dramática, pero con más capacidad para realizar ornamentos vocales virtuosos. Se equipara a la soprano falcon, voz dramática de grave poderosa y agudo potente.

Teresa Berganza canta "Parto, ma tu ben mio" W.A.Mozart

Mezzosoprano lírica: voz que posee unos graves reforzados, con capacidad para realizar escalas, ágiles y vibrato rápido. El subtipo vocal de mezzosoprano lírica especializada en óperas de Rossini se les llama mezzosoprano rossiniana, aunque no sea su repertorio exclusivo.

Naomi O' Connell, Mezzo-soprano (Rossini)


La tesitura de mezzosoprano se extiende desde soprano a contralto. 

Cecilia Bartoli (posee una gran coloratura) 

Cecilia Bartoli - "Non più mesta" - Rossini (The Cenerentola)

Joyce Didonato  (posee registro dramático)

Joyce DiDonato - Lascia ch'io pianga


En el pop, sería representativa Celine Dion.

 I'm glad that I'm alive 


Para finalizar, queremos destacar la labor que desempeña la Mezzosoprano portuense, Carmen Patiño Ucero en la divulgación del Canto, fundamentalmente la interpretación de música antigua y la recuperación de música española del s. XVIII y XIX. Su amor por la música y su prodigiosa voz lo ha hecho posible. 

En su repertorio habitual se encuentran obras como el Stabat Mater de Pergolesi, Requiem de Mozart, Gloria de Vivaldi, oratorio de las Siete Palabras de Haydn además de partituras de Bach, Saint-Saens, Liszt, Puccini, Donizetti, Falla o Gershwin entre otros. En el terreno operístico destacan sus interpretaciones de Suzuki en “Madama Butterfly”, Alisa en “Lucia di Lammermoor”, el papel de Bruja en “Dido y Eneas” y Carmen en la ópera homónima de Bizet.

BAZZ CHAMBER - Si dolce è il tormento ( C. Monteverdi )

Gonzalo Díaz-Arboli

23.6.23

Presentación del poemario de la poeta, Teresa Moncayo López: “Sólo soy un latido”

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Buenas tardes, queridos amigos. "Desde lo alto del Santo, hasta la profunda Barca, te saludo mil veces Vejer". Vejer de mis entrañas, de mis escapadas, de mis recuerdos y nostalgias y de mi ayer siempre presente. 

Vejer de la Frontera de "todas las fronteras", porque las tiene entre mar y tierra, entre moros y cristianos, entre llanura y monte, entre la realidad y el sueño. Vejer, altiva en tu cima de pinos y de piedras donde el viento es libre, es uno de esos pueblos de los que cada crepúsculo se despide con el inconfesado temor de que, durante la noche, se haya ido volando como un bando de grullas.

Tengo el honor de haber sido elegido por la Real Sociedad Española de Amigos del País de Vejer, para presentar este primer poemario de Teresa Moncayo: “Sólo soy un latido” editado por Vitrubio. Colección Baños del Carmen. (He de añadir que por indicación de la familia, debido a la amistad, cariño y admiración que nos profesábamos).

Teresa, Nació el 28 de enero de 1953 y falleció prematuramente, el 14 de junio de 2022. Su vida transcurrió entre Cádiz y Vejer de la Frontera, donde vivió los últimos 30 años.

Voy a ordenar mis pensamientos eligiendo, diluyendo o disfrazando ciertos párrafos de algunos de sus artículos que demuestran su amor por Vejer que exhibe y define su calidad de poeta. Lo haré, adentrándome por los umbrales de su poesía, con palabras sencillas sin pasadizos ni túneles secretos.


Su oficio: Las palabras:
Solo acierto a situarme en aquellas imágenes que han quedado impregnadas en mi memoria como actos sublimes, como tinta indeleble y que formarán para siempre parte de mi historia. Aprovechando el reposo de las tardes primaverales en el porche de mí casa del Monte de la Muela, - este monte hermano geológico del monte de Vejer, que la orogenia del Terciario levantó hace millones de años - , me sitúan en aquellas formas fantásticas, a veces místicas, líricas, o simplemente estéticas de versos, como aquellos del pintor y poeta, profesor Manuel Manzorro:
(Se refiere al monte de Patria)

Transparentes mañanas, tardes lentas
con tonos de perdices,
querencioso terreno del color de las liebres,
calientes cerros como toros rubios,
y piaras de lomas albarizas....

O como describe el poeta, Francisco Basallote, a nuestro Vejer.

Donde la luz

y el eco trazaron
las coordenadas de la dicha.

Y sigo con las palabras de Teresa: Aquellos campos de la Muela en flor, árboles rebosantes de naranjas y grandes pomelos caídos sobre la tierra húmeda con un variopinto paisaje no exento de águilas, búhos, verderones y mirlos que daban valor al paisaje, embelleciéndolo aún más donde los crepúsculos incendian las malezas de los campos y la brisa empuja desde las huertas de perfumes suntuosos.

Teresa amaba al Pago de Santa Lucía. Era su paraíso. 
Estas son sus palabras:
Recuerdo las tardes de lectura bajo la sombra de los álamos de hojas verdiblancas cercanos a la construcción conocida como “La Fábrica de la luz”, la entrada por la verja del jardín para acceder a mi hogar, ese olor a dama de noche que impregnaba las estancias de los cuartos, aparte de la albahaca que mi madre guardaba para dar olor y que se extendía por los alrededores de aquellas salas amplias y tan llenas de calor humano.
Aquellas huertas con árboles cargados de frutos, la multitud de retamas, lentiscos y arbustos en el camino de ida y vuelta a aquel pueblo blanco en lo alto del monte que parecía una paloma sostenida por los aleros del tiempo y aquellas bandadas de grajos y aves rapaces en su recorrido hacia el despeñadero de la Muela.

A LA VIDA

Aportamos a la vida, vida.

A los sueños, sueños.

Y tan diferente la vida

de los sueños.

El cielo asemejado a un polvillo

celeste.

Y lo dejamos escapar.

Unas nubes aladas.

Y las dejamos escapar.

Las mariposas nos escoltan.

La maleza se disuelve.

La oscuridad crece desmesuradamente.

Y yo, que hubiera preferido una penumbra reposada,

tiemblo en el sueño hecho cenizas

que evocaba un mundo mágico,

ahora roto

en el calor narcotizado de los pájaros.

Todo se corona de guirnaldas

en el voluptuoso reinado de la fantasía.

Mientras sacudo el polvo gris

que forma parches en la tierra verdosa,

certifico dos evidentes focos

que buscan la inmortalidad en lo vivo.


Recuerdo el manantial junto al Acueducto romano con sus impresionantes saltos de agua, las atarjeas aprovechadas para el riego de las huertas, zarzas y acantos frutales, los márgenes del carril rebosantes de cañaverales y sonidos de insectos escondidos tras el follaje y, ese olor a pan recién sacado del horno que mi madre compraba aún con las migas calientes, la recogida de la leche acabada de ordeñar…y ensimismada pensaba: amo a estos campos… amo a Vejer.
Trato de describir con ese temblor interno que surge al rememorar a la gran poeta que fue Teresa Moncayo, pero aquí la memoria no es nostalgia, sino la celebración de hechos vividos y trascendidos que nos llevan siempre a lo esencial y a los recuerdos. Cuando en el porche de su casa junto al poeta Eugenio Martínez, ese añorado y querido amigo, poeta grande también, que nos dejó hace apenas 5 meses y Teresa nos comentaba: Mí amor está dividido entre mis hijos, esposo y nieta, que son mi familia, tengo debilidad igualmente por los ancianos dejados de la mano de Dios y animales dejado de la mano del hombre. Podría parecer una declaración para enaltecerme, pero en el fondo es lo que siento y con una intención de despertar conciencias. Y yo me aferro a creer como creo en los Ángeles, como creo en la inmunidad del Paraíso.

AMOR ETERNO

Tímidamente acaricié su piel

mientras jugueteaban sus dedos,

que al instante enmudecieron.

Por un momento, la alegre charla se tornó silencio,

las miradas se fundieron entre ocultas vibraciones,

las manos se entrelazaron transpirando magnetismo.

Hasta el fin, hasta siempre, desde entonces.

 

Siempre en su poética hay una búsqueda constante y emocionada con pinceladas de filosofía-humanista que no pasa desapercibida a nadie. Su poesía está constituida con la tersura y nitidez de los poetas que buscan la intensidad expresiva y en este empeño creativo, se ve abocado a asumir las corrientes y estéticas de finales del Renacimiento.
¿Por qué aparece tanta premura en sus versos? ¿Sabía ya que apenas le quedaba tiempo? Acaso ¿qué se había dado cuenta de que no las había contado y que esas perdiciones eran suyas?
Por eso escribió: Voy en busca de un alivio para avivar mi fantasía y activar la paradoja de un fuego que no existe, ni siquiera estallidos de reducidos relámpagos ¿Dónde los arco iris? Dónde los crepúsculos? ¿Dónde las mariposas azules? ¿Dónde los ruiseñores? Sólo encuentro pullas afiladas y flotantes como escamas metálicas. Sólo luz fría y misteriosa sobre aquél árbol delineado en mi fantasía donde se alojan los convidados de piedras y en silencio. ¡Cómo duele el silencio!

¿SOÑAR?

Desde el escenario de la vida

tomo nota, a veces, meticulosamente, otras

improvisando, sustituyendo

frases, desgranando actitudes,

completando propósitos,

proclamando voluntades

para disipar las aguas turbulentas

(como nubes oscuras) ceñidas

a mi vida.

He sonreído entonces,

he mirado a la luna,

he pisado el verde,

he descubierto una estrella,

he soñado en la noche y

he transitado por mis sueños.

¿O estaba despierta? (vi un lucero sobre mi almohada).


"Decía María Zambrano que la naturaleza es una de las experiencias más precisas que los humanos podíamos tener de lo sagrado” y a mí siempre me ha acompañado, no como escenario sino como una presencia que acoge y protege.

Y Stendhal decía sobre la amistad que es una cantidad a cuenta de dulzura sobre los rigores de la vida. La amistad y el cariño junto a la ternura se ofrece sin pedir nada a cambio, la espontaneidad y la generosidad es lo más hermoso en una relación de amistad y, a partir de ahí, el tiempo deja de existir, porque ha adquirido carácter de eternidad.
Las circunstancias que fueron concurriendo en el desarrollo de nuestra amistad formaron en los dominios de mis cavilaciones un proceso mental que me llevó a la certera conclusión, de que todo lo que tus manos escribían adquirían valor de excelencia.

Distinguida dama, siempre ocuparás un lugar importante en la vida de los que tuvimos la suerte de conocerte. En mí corazón siempre ocuparás el lugar más soleado. Nunca entrarás en el campo del olvido.

Gracias por dejarnos tu incansable voz de poeta, que iluminan nuestras contradicciones haciéndonos soñar. Gracias por tu amistad.


Te recuerdo Teresa, cuando leo la carta IV de Bécquer donde describe esa extraña sensación de estar solo consigo mismo y cómo eso le ha permitido repensar sobre su vida y también sobre su obra. En esa carta también habla al lector sobre la importancia de la libertad y la necesidad de estar en contacto con la naturaleza.
Espero, mi querida amiga, que estés en ese paraíso que te acoge ahora, igual que el que te cobijó en vida, donde tu naturaleza mantuvo una buenísima relación con la Naturaleza.

Me alegro con creciente gozo de la publicación de este poemario y deseo que podamos seguir disfrutando, sin mucha demora, de próximos poemarios y sería maravilloso gozar de una antología.
Muchas gracias. Buen fin de semana y que vuelvan los ruiseñores a cantar en los atardeceres de la Corredera. 
 23  junio 2023.

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Algunas fotos del acto de presentación del poemario de Teresa Moncayo.



Gonzalo Díaz-Arbolí
Académico de Bellas Artes Santa Cecilia


19.6.23

21 de junio de 2023. DÍA INTERNACIONAL DE LA MÚSICA.

La Fiesta de la Música es una celebración internacional que se realiza el 21 de junio, el primer día del verano del hemisferio norte. Su objetivo es promocionar la música de dos maneras: La primera que los músicos aficionados voluntariamente salgan a tocar a la calle. La segunda es con la organización de conciertos gratuitos, en los que el público tenga la oportunidad de presenciar sus artistas preferidos sin importar estilo ni origen.
En 1982 comienza a celebrarse en Francia una fiesta que poco a poco va extendiéndose al resto de países europeos: la fiesta de la música. Tres años más tarde esta celebración se instituyó como evento europeo y, coincidiendo con el solsticio de verano, en todos los países de la Unión Europea se dedica un día entero para celebrar la pasión por la música.
El solsticio de verano también tiene relación con las festividades paganas de la antigüedad, en las cuales se rendía culto a la naturaleza y sus transiciones.
Más de 30 años después, la fiesta sigue de plena actualidad, y todas las ciudades de España se llenarán hoy de ritmo y color.
Para celebrar la festividad les propongo que escuchen la sonata para piano nº 14 en do sostenido menor “Quasi una fantasía”, Op, 27, nº 2. Popularmente conocida como “Claro de luna”, fue escrita por Ludwing van Beethoven en 1801 y publicada en 1802. Se trata de una de las obras más conocidas del autor.

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Hay una vieja historia relacionada con la composición de esta sonata. Si bien ha sido desacreditada por muchos, ya es parte de la tradición de la sonata, y es muy interesante su lectura.
Se cuenta que una noche, Beethoven y un amigo estaban caminando por las calles de Bon, y, al pasar por uno de los barrios más pobres, se sorprendieron de oír música, bien interpretada, proveniente de una de las casas. Beethoven, con su usual intrepidez, cruzó la calle, abrió la puerta de un empujón, e ingresó a la casa sin anunciarse. La habitación era precaria, y estaba iluminada por una débil vela. Un hombre joven se encontraba trabajando sobre un banco de zapatero en un rincón. Una joven mujer, aún casi una niña, estaba sentada a un viejo piano cuadrado. Ambos se sobresaltaron por la intromisión, pero su sorpresa no fue mayor que la de Beethoven y su amigo al enterarse que la joven era ciega.

Beethoven, un tanto confundido, se apresuró para disculparse, y explicó que había quedado tan impresionado con la calidad de ejecución de la joven, que había apresurado por averiguar quien era que estaba tocando en ese mismo momento esa noche y en ese barrio de la ciudad. Luego, preguntó amablemente a la muchacha dónde había aprendido a tocar, a lo cual ella respondió que una vez habían vivido al lado de una mujer que estudiaba música, y quien pasaba gran parte de su tiempo practicando las obras del gran Maestro, Beethoven. Ella había aprendido a tocar muchas de las piezas del Maestro tan sólo oyendo practicar a su vecina. El hermano de la joven los interrumpió en ese momento para saber quiénes eran los intrusos, y que seguramente habían notado la pobre interpretación de su hermana. ¡Escucha! Dijo Beethoven, mientras caminaba hacia el piano, luego se sentó y tocó los acordes iniciales de su Sonata Claro de Luna.

Lágrimas cayeron de los ojos de la muchacha al momento en que ella reconoció la música, y luego con una voz trémula, le preguntó a él si era posible que fuera el gran Maestro en persona. “Si” respondió Beethoven; “tocaré para ti”. Luego de unos momentos, mientras tocaba una de sus composiciones más viejas, la vela parpadeó, y se apagó. La interrupción pareció romper el tren de su memoria. Beethoven se levantó, fue hacia la ventana, y la abrió, inundando la habitación con la luz de la luna. Luego de meditar unos momentos, se volvió y dijo: “Improvisaré una sonata a la luz de la luna”. Luego siguió la maravillosa composición que conocemos tan bien.
Gonzalo Díaz-Arbolí

17.6.23

EL ÁNGELUS, de MILLET. DESCRIPCIÓN Y ANÁLISIS


FICHA TÉCNICA
Autor: Jean-François MILLET
Cronología: 1855-1857
Técnica: óleo sobre lienzo
Formato: 56 x 66 cm.
Localización: Museo de Orsay, París
En un principio la escena representaba a las dos figuras entristecidas por la muerte de su hijo que yacía en el cesto. Fueron tales las críticas que Millet cambió el sentido de la obra pasando a ser una evocación de lo que le contaba su abuela que con el tañido de las campanas todas las faenas se detenían , e incluso en las casas se rezaba el Ángelus.

El Autor: (Gruchy, Francia, 1814-Barbizon, id., 1875) Pintor francés. Nació en una familia de campesinos de Normandía y, gracias a una beca, pudo estudiar pintura en París, en el estudio de Delaroche. Sus primeros retratos y cuadros mitológicos nada tienen que ver con sus posteriores obras de tema campesino, en las que se enaltecen la vida y las ocupaciones diarias de las gentes que trabajan en el campo.

La primera de estas creaciones, a las que está indisolublemente unido el nombre de Millet, fue El cribador, presentado en el Salón de 1848, al que más tarde siguieron Las espigadoras, El Ángelus (sin duda su obra más conocida) y El sembrador, cuadros todos ellos de figuras humanas definidas con vigor sobre un fondo de paisaje verídico. Con estas creaciones carentes de retórica e imbuidas de un profundo sentido de lo cotidiano, abrió el camino al realismo pictórico y dejó un modelo en el que se inspiró, entre otros, Gustave Courbet.

En 1849 se estableció en Barbizon, donde permaneció el resto de su vida; aunque propiamente no perteneció a la famosa escuela de pintores de Barbizon, sí encarnó, como ellos, el deseo de huir de la vida urbana. A partir de 1863, y bajo la influencia de su amigo Théodore Rousseau, se dedicó con mayor intensidad al paisaje (La primavera, El crepúsculo).

En 1859, El Ángelus le reportó la fama y la fortuna que no había logrado con sus obras anteriores, y ello le supuso salir por primera vez de la pobreza. Esta obra, sin embargo, lo encasilló como un pintor de efectismo sentimentalista, lo cual perjudicó su imagen hasta fechas recientes.

Iconografía.
El Ángelus es el recuerdo de la anunciación del arcángel Gabriel a la Virgen María.
Esta obra es considerada como su obra maestra.
El tema recoge el momento en el que la pareja de campesinos ataviados con ropas muy humildes y rodeados de instrumentos agrícolas como el rastrillo, un cesto y una carretilla cuando escuchan el toque de la campana de la iglesia que se divisa al fondo detienen su trabajo de recoger patatas para rezar de forma recogida, devota y humilde con la cabeza agachada y las manos juntas.

I. ANÁLISIS FORMAL. .
Es un cuadro de pequeño formato con una escena costumbrista.
Composición. Dominan los esquemas verticales de los dos figuras de campesinos monumentales y casi escultóricas que se armonizan con la vertical del rastrillo y la vertical de la iglesia a nuestra derecha .
Existen también horizontales en la carretilla, en la línea del paisaje que separa el ocre-amarillo del verde y en el fondo la línea algo ondulada y azulada del horizonte en la que se encuentra el pueblo. Solo la cesta y el círculo de la rueda de la carretilla parece romper esa composición tan estática.
El encuadre de la escena es bajo ello hace que se agiganten los campesinos y la línea del horizonte es alta para dar protagonismo a la tierra


El tratamiento de las figuras es realista tanto en los rostros como sobre todo en los detalles de las ropas humildes, aperos de labranza, cesta.. , pero también se idealiza su recogimiento, humildad y devoción.

Como en todas las obras de Millet tiene gran importancia el dibujo con el que perfila los volúmenes y los objetos.
Las figuras están dotadas de gran volumen, son monumentales y rotundas.

En la gama cromática se distinguen :
- Los colores relacionados con el campo , la tierra y el paisaje que van de cálidos a fríos. En primer plano los ocres, luego amarillos, después verde y en el fondo en la lejanía azules.

- Los colores de los objetos y de los campesinos. La parte superior de la indumentaria de los dos tiene colores cálidos los ocres los colores de la tierra y en la campesina una manga de color rojo; en la parte inferior los colores son fríos el azul del pantalón y verde en el faldón; los " zapatos" tienen colores terrosos que casi se confunden con el terreno

La cesta presenta tonos rojizos y las patatas tonos oscuros
Domina en el cielo un color anaranjado que se convierte en azulado-grisáceo en la línea del horizonte.
La luz incide especialmente en el cuerpo de la mujer mientras queda a contraluz y de espaldas el campesino. Ese contraste entre luz y sombra refuerza el realismo y el volumen.
Se logra el efecto de profundidad mediante la gradación de tonos, al igual que en Velázquez, tonos cálidos, verde y plateados, grisáceos-azulados en el fondo del horizonte y la iglesia,


El ritmo es lento, como si el tiempo se hubiera detenido para la oración además están inmóviles, quietos, sin comunicarse.
La expresión sobresale por el recogimiento y la humildad de estos campesinos que están tratados con cierto sentimentalismo

II. CONTEXTO,  AUTOR Y SIGNIFICADO
Por las fechas del cuadro Francia se encuentra en el Segundo Imperio de Napoleón III y con la revolución industrial de la que nace la nueva clase social , los obreros

Millet se encuadra dentro del realismo que comprende desde II República en Francia (1848) hasta aproximadamente 1880. En estos años surgen los movimientos obreros y proletarios que inspiran nuevos sentimientos sociales y nuevas ideas políticas y sociales (marxismo, anarquismo, sindicalismo.)

Este realismo tiene una vertiente reivindicativa: la representación del pueblo explotado, pero también se vincula con la filosofía positivista de Compte, afrontar la realidad con las armas de la razón, en su interés por la observación meticulosa (Realismo no crítico).

SIGNIFICADO. .
En el cuadro no existe crítica de la explotación del campesinado, simplemente se nos muestra de forma realista sus condiciones de trabajo, sus vestimentas pero también su devoción de esta forma dignifica su trabajo .
El cuadro no tiene sentido religioso ya que el autor no era practicante es un recuerdo de una costumbre y vivencia.
La temática campesina de Millet influyó e Van Gogh que realizó vario cuadros sobre la vida de los campesinos en un paisaje dominado por un sol abrasador. 


Dalí en su libro "Confesiones inconfesables" afirmaba que el Ángelus se había convertido para él en la obra pictórica más íntimamente turbadora, la más densa.


Fuentes: 

Biografías y vida. La enciclopedia biográfica en línea.

Wikipedia

                                  Gonzalo Díaz-Arbolí

15.6.23

Elogio de las sombras de Jorge L. Borges y Finnegans wake de James Joyce

El libro: “Elogio de las sombras” de Jorge Luis Borges fue escrito en Cambridge en 1968 y publicado en 1969.
Al leerlo vemos un tema que se repite incansablemente y, este es el instante. ¿Pero qué se entiende por instante?
Para Borges el instante no sería un momento fugaz, sino la circularidad máxima del tiempo que hace imposible no cuestionarnos la concepción de instante. 
Esta idea del tiempo la vemos repetidas en sus versos, porque para Borges el tiempo es algo más que el simple “número del movimiento según el antes y el después”, como lo había definido Aristóteles. Para la física (tanto clásica como moderna) el tiempo es en sí otro plano sobre el que suceden los hechos, a la manera del espacio. Siempre le gustó esta frase de Séneca: "Hubo una sola noche entre la máxima ciudad y ninguna"... y esto nos lleva al siguiente poema titulado “James Joyce”. 

En su primer verso  dice: “En un día del hombre están los días del tiempo, es un resumen perfecto del “Ulises”. Monumental metáfora del día. 

Son catorce versos:
En un día del hombre están los días
del tiempo, desde aquel inconcebible
día inicial del tiempo, en que un terrible
Dios prefijó los días y agonías
hasta aquel otro en que el ubicuo río
del tiempo terrenal torne a su fuente,
que es lo Eterno, y se apague en el presente,
el futuro, el ayer, lo que ahora es mío.
Entre el alba y la noche está la historia
universal: Desde la noche veo
a mis pies los caminos del hebreo,
Cartago aniquilada, Infierno y Gloria.
Dame, Señor, coraje y alegría
para escalar la cumbre de este día.
(Borges, 35)
.
Jorge Luis Borges. en su “El jardín de senderos que se bifurcan” creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos. Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas las posibilidades.
En el libro podemos leer la "Paradoja de Olbers". Teoría según la cual, en un universo estático, de edad infinita y con una distribución isotrópica de las galaxias, la disminución de la luminosidad de estas con la distancia quedaría compensada con su número en sucesivas capas esféricas con centro en la Tierra, por lo que el cielo nocturno aparecería uniformemente iluminado, en vez de aparecer oscuro.

Y esto nos conduce a una duda existencial, en la que podríamos imaginar, como una imagen casi cinematográfica, infinita cantidad de instantes flotando en alguna dimensión, infinita cantidad de instantes que en realidad son uno sólo, son multitud e individualidad a la vez, son vida y muerte, luz y sombra... pero permanecen en la sombra, están ahí, y no somos capaces de notarlo. Borges sí, tal vez por eso escribió este Elogio de la sombra, porque descubrió en ella los instantes (el instante) y su devenir.

Una curiosidad: 

Estructura del quark del neutrón y del protón
Los quarks son un tipo de partícula subatómica elemental, que entra dentro de la categoría de los fermiones, y cuyas fuertes interacciones constituyen la materia de los núcleos atómicos. 
Los descubridores del quark bautizaron su hallazgo con una palabra extraída de la novela de James Joyce, Finnegans wake (El despertar de Finnegan), más precisamente de la frase «Three quarks for Muster Mark». “Tres quarks para Muster Mark”. En esta frase, Joyce toma el verbo inglés quark ‘graznar’, para crear un sustantivo de significado parecido a ‘graznido’, bastante diferente del sentido que le dieron los físicos norteamericanos, Gell-Mann y George Zweig en 1963, una palabra extraída de una frase absurda de la novela Finnegnans Wake de James Joyce: 

Es decir, en inglés wake, entre otros, significa “velatorio”. En el primer capítulo se relata el velatorio de Finnegan, un albañil muerto a causa de un accidente, y su despertar o resurrección al caer sobre su cuerpo unas gotas de whisky.

Se publicó en 1939. James Joyce se había pasado los anteriores diecisiete años escribiéndolo, desde poco después de acabar su Ulises. 
En 1941, tras afirmar que su último libro tendría entretenidos a los críticos durante al menos doscientos años, murió. Por ahora, su profecía se cumple: han pasado casi ochenta y ni siquiera hay un acuerdo completo sobre de qué se trata la novela. De hecho, ni siquiera hay un acuerdo generalizado acerca de si, en efecto, es una novela.
Y es cierto, las traducciones de esas obras han sido siempre un acontecimiento.
El  escritor argentino José Salas Subirat lo intentó, pero no pudo. En 1957 dijo: “Lo estuve leyendo durante los últimos diez años y todavía no lo he entendido". 


El reto que planteaba el Finnegans era muy superior. En más de siete décadas no hubo ni una sola traducción completa, sino apenas unas pocas ediciones muy parciales. Salvador Elizondo se propuso una traducción anotada de la obra, pero se dio por satisfecho al concluir… la primera página. García Tortosa tradujo el capítulo ocho, conocido como “Anna Livia Plurabelle”, que por estar escrito en un lenguaje bastante cercano a lo común y corriente es el más “sencillo” de la obra, y la editorial Cátedra, de Madrid, lo publicó como libro en 1992. Un año después, Lumen, de Barcelona, sacó a la venta un volumen de menos de trescientas páginas al que presentaba como el Finnegan's wake de James Joyce, pero con la aclaración de que era un “compendio y versión de Víctor Pozanco”. La crítica lo destrozó. No es nada fácil, está claro, meterse con un libro así.

Zabaloy después de traducir Ulises, para subir al nivel más alto de la obra joyceana: empezó a leer el Finnegans wake. Su teoría es, que se trata de una novela onírica, pero no a la manera de la gente que “pone un cuadernito junto a la cama y toma notas para no olvidarse del sueño”. Joyce, señala su traductor argentino, “escribió de tal manera que quien lo lee, si se permite una lectura semejante, empieza a ver esas cosas sin necesidad de explicárselas. No es que te des cuenta y pienses ‘ah, esto quiere decir tal cosa’, sino que de manera intuitiva vas viendo el sueño de otro, que por momentos es grotescamente complicado y por otros de una claridad que cuando llega te encandila y ya no puedes ver nada porque es demasiado claro”.
Sin embargo, al llegar a la página doscientas cuarenta, Zabaloy comprendió que se le perdían por el camino tantas cosas que no tenía sentido seguir así. De esa forma encontró el método: “No aclarar ni enderezar las palabras del texto, sino mantener en el lector de la lengua española la misma sorpresa, la misma maravilla del lector en inglés.” Tradujo el famoso capítulo ocho y quedó satisfecho. “No porque fuera una gran traducción, sino porque me gustó el proceso”, cuenta. “Encontré la enorme satisfacción que había sentido traduciendo el Ulises". Listo, no necesitaba otra cosa. Mi vida para los próximos años estaba resuelta: en vez de pegarme un tiro o ahorcarme, podía traducir el Finnegans wake. Y lo hice.”

Fuentes:
Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Vocabulario Científico y Técnico

Ensayo, El instante en Elogio de la Sombres de Jorge L. Borges de Ismael Rivera
De La palabra del día, por Ricardo Soca
Revista, Letras libres

Dedicado a mi amigo, Julio R. de la Rúa
Gonzalo Díaz-Arbolí