27.4.21

El pintor de la música: portuense universal, Enrique Ochoa, su lugar en la Historia del Arte.

Autorretrato. Pulsar para ampliar 

Uno de los más ilustres pintores portuenses es Enrique Estévez Ochoa, más conocido por su firma “Enrique Ochoa” nació aquí en El Puerto el 27 de abril de 1891. Tuvo una infancia difícil. Ingresó con ocho años en la Academia Militar María Cristina, para la formación de los huérfanos de militares de Toledo, pero allí quedó muy impresionado por la obra de El Greco y comienza su formación artística, el joven Ochoa tiene claro que prefiere los pinceles a las armas y se decide a ser pintor.

Sus padres: Francisco Estévez Fernández, teniente de infantería, y Milagros Ochoa Ríos eran ambos naturales de El Puerto de Santa María. Enrique era el mayor de los dos hijos que tuvo este matrimonio. El teniente Estévez  embarcó con su batallón en compañía de su familia con destino a las Islas Filipinas. (Entonces se encontraba sacudida por los levantamientos de los insurgentes). Milagros Ochoa moría, víctima de los guerra,  cuando apenas contaba con 41 años de edad dejando huérfanos a sus hijos menores.
A su llegada a España el padre de Enrique ya se encontraba gravemente enfermo, arrastrando los desastres de la guerra ingresó en el hospital y falleció en 1900 a consecuencia de una encefalitis aguda. Los pequeños Enrique y María Felisa de 9 y 4 años respectivamente quedaron esta vez huérfanos también de padre y pasaron a vivir con su única abuela viva en San Fernando quien también fallecería poco después.

En 1907, en Sevilla, comenzó a estudiar en la Escuela Superior de Bellas y se ganaba la vida pintando a personajes de los barrios sevillanos más típicos. En 1911 participó en la Exposición de Bellas Artes de Sevilla. Se trasladó a Madrid en el 1914. Allí Ochoa comienza a destacar como abanderado del modernismo y el art decó e inicia su etapa como ilustrador de numerosas publicaciones de la época como “Por esos Mundos”, “La Esfera”, “Nuevo Mundo” “Estampa” o “Blanco y Negro” con las que colabora ininterrumpidamente entre 1917 y 1931.

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En Madrid, participa muy activamente en la vida artística y cultural del periodo de entre guerras y de las vanguardias artísticas. Entabla amistad con Andrés Segovia, Lasso de la Vega, Jacinto Benavente, Ramón Gómez de la Serna o José Bergamín. El pintor comienza a ser popular por la ilustración de numerosas novelas cortas y otras piezas literarias entre las que sobresale su trabajo para de ornamentación de las Obras Completas de Rubén Darío y una edición especial de “El Quijote”.

En 1936, ganó el gran premio de la Bienal de Venecia y tras la Guerra Civil, que pasa en París, regresa a España estableciéndose en Mallorca casi de forma permanente hasta su muerte. Allí comienza una nueva etapa artística. Fue también miembro de la Real Academia de Málaga, condecorado con la Medalla Nacional de Pintura, recibió el Premio de la Bienal de Venecia (1936) y el Premio Extraordinario Princesa Sofía (1969).  

La catedral sumergida de Debussy representada por Enrique Ochoa

Con una sólida formación académica clásica, es sin embargo uno de los pintores de las vanguardias del primer cuatro del silgo XX y que supo ser en los años treinta un precursor e innovador de las tendencias del gestualismo y la abstracción a través de su "plástica musical".  


El pintor octogenario veía acercarse sus últimos días y pidió encarecidamente que sus restos vinieran a reposar al Puerto. Se lo pidió a su familia e incluso a su buen amigo el pintor portuense Juan Lara. Ochoa falleció el 6 de septiembre de 1978 en Palma y su hijo Pepe Estévez Puertas cumplió generosamente su última voluntad trasladando sus restos mortales a su ciudad natal.

El 19 de julio de 1967, Enrique Estévez Ochoa, fue nombrado Hijo Predilecto de su ciudad natal.
Con ochenta y cuatro años sería cuando Enrique Ochoa logró alcanzar una de sus mayores ilusiones, tener una calle con su nombre en su ciudad natal.

Se conserva un escrito autógrafo que a modo de poema epitafio escribió el pintor:

Que orgullo es para mí,
Es el haber nacido,
en El Puerto de Santa María.
Como pájaro errante,
Con mis vuelos de artista
No sé donde caeré un día,
pero montaña,
cielo o mar,
sólo le pido a Dios
que reposen mis restos
en El Puerto de Santa María.

Siempre contó con el apoyo y colaboración de la Academia de Bellas Artes Santa Cecilia.
Dos de sus expresidentes opinan:

De Enrique Ochoa se ha dicho y se ha escrito mucho y bien, se puede calificar de insólito el hecho de que toda la intelectualidad hispánica, del campo artístico que sea, haya sido unánime en las críticas laudatorias sobre su obra. Desde Falla hasta Andrés Segovia, desde Lorca hasta Apollinaire, desde Juan Cocteau hasta Picasso, pasando por nuestro paisano Rafael Alberti, se han ocupado de su quehacer artístico. Es por eso por lo que no resulta nada fácil decir algo nuevo sobre su pintura.
Dilatada vida e ingente obra las que nos legó Enrique Ochoa, trabajador incansable, artista prolífico, y merecedor de una monografía que recoja todo su quehacer para que las nuevas generaciones conozcan la obra de este “alumbrado multicolorista de El Puerto”.
Francisco M. Arniz Sanz, Presidente de la Academia de Bellas Artes Santa Cecilia.

El hilo lorquiano junto con la poesía de su otro paisano, Rafael Alberti, es una constante. Ochoa dedica gran parte de su producción pictórica al mundo del romancero gitano de García Lorca. Asimismo, Ochoa retrata a Lorca en diversas ocasiones, pero sin duda su obra más conocida es el óleo sobre lienzo realizado en 1933 y que posteriormente será un icono de los libros de texto. Junto al poeta se refleja ese mundo onírico del romancero, de mujeres andaluzas y la luz. Es precisamente en los años 30, cuando Ochoa realiza numerosos viajes a Granada, tras la vuelta del poeta de Nueva York.

Federico le dedicó estos bonitos versos:
Anunciaciones lunares y
arcángeles transparentes
negro pelo verdoso de
mujeres andaluzas. Música
de canciones con el ritmo de
cadmio claro.
Amarillo limón, violeta pálido.
¿pintor? ¿músico? ¿poeta?
Creador
Carmen Cebrián González, Presidente de la Academia de Bellas Artes Santa Cecilia

La Academia de Santa Cecilia, expone parte de su obra en octubre de 2010. Entre ellos las doce piezas, propiedad de la Academia,  donadas de su colección particular por el pintor. Esta puede considerarse la primera exposición dedicada a Ochoa en su ciudad natal desde su despedida en 1978 en su otra tierra, Mallorca.   

Conferencia
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Más tarde, el Académico de Santa Cecilia, José F. Estévez Rodríguez, es presidente de la Fundación “Pintor Enrique Ochoa”, cuyo objetivo es divulgar la obra del artista.   www.enriqueochoa.com

Esta publicación pretende divulgar la obra de este portuense universal que poco a poco, a pesar de la dimensión y profundidad de su obra, va recuperando un lugar en la historia de la pintura española del siglo XX. Su trascendencia está aún por descifrar y descubrir.



Bibliografía: "Enrique Ochoa: Su lugar en la historia del arte". Discurso pronunciado por el Ilmo. Sr. D. José F. Estévez Rodríguez el día 22 de septiembre de 2017 con motivo de su pública recepción como Académico Correspondiente de la de Bellas Artes Santa Cecilia. El Puerto de Santa María; “A propósito del primer centenario del nacimiento del pintor Enrique Ochoa”, en Pliegos de la Academia (Academia de Bellas Artes Santa Cecilia. El Puerto de Santa María) n.º 1 (octubre de 1991); “hoyesarte.com”. 1 ene 2009. El Espacio para el Arte y la Cultura de la Obra Social Caja Madrid en Aranjuez (Madrid). Enrique Ochoa. El pintor de la música; “Enrique Ochoa retrata a la mujer moderna” 28 enero al 26 de abril 2016. Artista: Enrique Ochoa. Comisario: José Estévez. Madrid, Museo Cerralbo; “Encuentros en la Academia, 351” Ochoa y Lorca en Nueva York. Música en el lienzo. Carmen Cebrián González, Presidenta de la Academia de Bellas Artes Santa Cecilia, El Puerto de Santa María; "Catálogo Exposición Enrique Ochoa, pintor portuense 1891 - 1978,  29-XI-2010, Centro Cultural Alfonso X El Sabio, El Puerto de Santa María; Biografía de Enrique Estévez Ochoa, autor Francisco M. Arniz Sanz. 

Fuentes consultadas: 

Discurso de Investidura José F. Estévez

Biografía. Enrique Estévez Ochoa, autor, Francisco M. Arníz Sanz

Encuentros en la Academia 351. Carmen Cebrián González  

hoyesarte.El pintor de la música.

hoyesarte. Retrata a la mujer moderna




Gonzalo Díaz Arbolí

Académico de Santa Cecilia



25.4.21

Nocturnos de John Field

Derrama, querida luna, tu brillo plateado a través del verdor de las hayas, donde fantasías y formas oníricas vuelan siempre tras de mí...
Sueñe sus piezas y abandónese a su inspiración.


La denominación nocturno, se le daba en el siglo XVIII a una pieza tocada generalmente en fiestas de noche, sin que la pieza tuviese nada que ver con la evocación de la misma. Sin embargo, el género ‘nocturno’, siendo considerado como una pieza para piano solo, de un único movimiento, con un carácter inicialmente evocador de la noche, surge en el siglo XIX, y es un género muy característico del Romanticismo. Los nocturnos son generalmente piezas tranquilas, expresivas y con un carácter lírico, y a veces llegan a ser algo oscuras.
La noche... Son miles los términos que asociamos a esta palabra; sueños, oscuridad, miedo, intimidad, horror, soledad, romanticismo, muerte, sombra, tiniebla…

En el siglo de las Luces el Conocimiento estaba ligado a la claridad, a la luz (de ahí el nombre). La luz es el emblema clásico del racionalismo. Con la época romántica la filosofía de la noche adquiere un significado nuevo; ésta se relaciona con lo irracional. El romanticismo europeo detesta la gran luz cartesiana, Como explica Vladimir Jankélévitch: “El hombre de medianoche descubre las virtudes positivas y el poder de las tinieblas; se siente bien en el negro porque, como las aves nocturnas, él está especialmente dotado para sentir y ver en la noche.”

Es la noche que incita a la confidencia y a la meditación (a veces coloreada de religiosidad), a las acciones clandestinas, que es metafísica y que altera algo en nuestro interior, que agita nuestros corazones. Noche que hará nacer en el alma romántica una serie de emociones y despertará viejos terrores adormecidos.
Lo nocturno no es solamente el consuelo de los afligidos. Es también el cielo negro, sin esperanza y sin aurora.



Nocturnos de John Field: 

Franz Liszt alaba a John Field y a estas piezas, a las que denomina como “verdaderas obras de sensibilidad, que han mantenido su gracia juvenil al lado de muchas cosas que han quedado obsoletas”. El encanto que encontró en estas piezas está contenido en la melodía y en una delicada armonía”, reflejan toda la simplicidad del instinto, deleitándose en dar una infinita variedad expresiva a la inocente y jubilosa poesía de los sentimientos que llenan el corazón” y continúa List: “el título de nocturno se ajusta perfectamente a estas composiciones, llevando nuestros pensamientos a esas horas en que el alma se vuelve únicamente hacia ella misma, precipitándose hacia misteriosas regiones del cielo estrellado”.

 

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Los nocturnos de Field se caracterizan por una suave melodía cantábile, que fluye sobre un acompañamiento arpegiado, combinando la expresividad con la sencillez, tanto armónica como melódica, así como por el uso del pedal de resonancia, que le da más profundidad al sonido. Fue el primero que introdujo un género que no pertenecía a ninguna de las categorías establecidas, en el que los sentimientos y la melodía reinaban solos. Él abrió el camino para todas las composiciones que desde entonces aparecieron bajo el título de canciones sin palabras, baladas, impromptus, etc.”

En conclusión estos nocturnos tienen un carácter relativamente sencillo, muy basados en los sentimientos, pero con un carácter en general tranquilo, o bien llegando a “crear” en ocasiones cierto ambiente de tristeza y melancolía. En ellos se observa un gran predominio de las tonalidades mayores, y de los tiempos lentos.


Resumen biográfico:

John Field (Dublín26 de julio de 1782 - Moscú23 de enero de 1837) fue un compositor y pianista irlandés. Fue muy bien visto por sus contemporáneos y por su forma de tocar y las composiciones influenciaron en muchos compositores importantes, como Chopin, Brahms, Schumann y Liszt.


Inició sus estudios de piano con su abuelo, del mismo nombre, organista profesional, y, más tarde, con Tommaso Giordani -músico de origen napolitano-. Fue el hijo mayor de Robert Field, de profesión violinista. Debutó a los 9 años, con una buena acogida. Su familia se trasladó a  Londres, allí, su padre consiguió que recibiera clases del pianista, compositor y constructor de pianos Muzio Clementi. Atrajo favorables comentarios de Joseph Haydn por sus interpretaciones. A los 17 años presentó su primer concierto para piano (escribió un total de siete). Considerado un excelente pianista, no se le tuvo en la misma consideración hasta que en 1801 publicara su primer conjunto de sonatas para piano, dedicadas a Clementi. 
Cuando Clementi se trasladó a Rusia, Field le acompañó como demostrador de pianos. Allí consolidó su propia carrera como concertista, dividiendo sus actuaciones entre Moscú y San Petersburgo, pasando a residir en dicha ciudad a partir de su matrimonio, en 1810. En 1831, y con la salud deteriorada debido a un doloroso cáncer de recto, fue a Londres para seguir el tratamiento médico. Regresó a Rusia, pasando por Francia e Italia, donde estuvo nueve meses hospitalizado en Nápoles. Ayudado por una familia aristocrática rusa, regresó a Moscú en 1835. Allí compuso sus últimos nocturnos durante sus últimos dieciséis meses de vida. Murió en Moscú

El primer y el quinto Nocturno de esta colección están marcados por una felicidad radiante, podríamos llamar el florecimiento de una felicidad, obtenida sin penas.


En el segundo los tonos son más oscuros, como aquellos de la luz en un jardín sombrío. Podríamos creer que en este canto se siente una ausencia, si, como se suele decir, la ausencia es un mundo sin sol.



Pero en el último, el núm. 18,  las formas se dibujan distintas, los contornos como si un calor incluso opresivo hubiera disipado la niebla matinal.


Como dice mi amigo Eugenio, ahora nos queda "pinchar en uno de los nocturnos, cerrar los ojos y dejar que la mano izquierda de la pianista, con sus arpegios dulces y reiterativos, nos sumerja en los oscuros ébanos de la noche, mientras la melodía de la derecha nos susurra, sin palabras, un sonoro, cromático y misterioso cuento de hadas"

En letras de oro escrito, como me aconseja mi amigo Julio. ¿Qué sería del blog sin vuestras generosas y cabales aportaciones?  Gracias, muchas gracias, amigos.

Gonzalo Díaz Arbolí

18.4.21

LA MUSICALIDAD EN LA PINTURA. Las meninas de Velázquez. Cap III



El vocablo griego del cromatismo (chromos en griego quiere decir color) se emplea a partir de la Edad Media en la música, hasta llegar a su cenit en los últimos años del siglo XIX, en el periodo final del Romanticismo. El color es la base de la pintura y, de forma similar, irá adquiriendo intensidad y vibración con el tiempo por el mejor uso de los pigmentos y aglutinantes en las mezclas. 
Tendrá siempre una dinámica particular y dependerá del tema que se desarrolle y del tono mayor o menor, intenso o apagado que quiso darle el autor. Esta dinámica, de suma importancia en la interpretación musical, referida a niveles del sonido, parte de cuatro principios esenciales: suave, crescendo, fuerte y decrecendo. Todos estos vocablos juegan el mismo papel relevante en la ejecución de un cuadro, en lo que se refiere al color y al conjunto de la composición, como sucede en una partitura.


La medida, el fraseo, el marcar bien el compás, la puntuación de la música en consonancia con los acentos, como puntos de inflexión que nos señala el compositor, las modulaciones que nos hacen cambiar la tonalidad al ejecutar una partitura a través de una progresión armónica, son esenciales en la interpretación musical de la misma manera que también lo son en la pintura, en la que además se utiliza el canon, el ritmo a través de las figuras y los otros elementos que la integran, y en la que se señalan acentos para resaltar detalles precisos con toques de blancos u otros colores que conducen nuestra mirada hacia aquello que quiere destacar el pintor. Los sostenidos, bemoles, becuadros y beduros vendrían a definir las diferentes variaciones de cada tono, como las mezclas de los pigmentos. Sin olvidar los puntos de fuga, palabra que define toda una forma musical, en la que varias voces van entrando en juego hasta llagar juntas a un mismo final, igual que sucede en los trazados de perspectiva de los cuadros. Las escalas y los arpegios musicales podíamos asimilarlos con esas líneas de fuga de la pintura. En ambas disciplinas la perfecta orquestación armónica será esencial para un buen resultado del conjunto.

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La escala diatónica musical se compone de siete notas con sus sostenidos y bemoles. Esos semitonos, que sirven para elevar o disminuir medio tono en cada nota, son en total veintiuno, aunque en la realidad sólo se utilizan doce, ya que como sabemos, en un piano -no en todos los instrumentos- resulta igual un sol # mayor que en la b menor. Los doce semitonos es lo que conocemos como la escala cromática. 
Cada clave tiene sus sostenidos y bemoles y marca su tonalidad mayor y menor. Para poder llevar a cabo una composición tonal o escala de color tenemos, por tanto, doce claves mayores y doce menores, las que condujeron a Johan Sebastian Bach a realizar sus magistrales veinticuatro fugas y preludios del clave bien temperado. El Clave es el arte de la fuga que podíamos compararlo, por su perfección, con el arte desarrollado por Velázquez para crear el espacio en sus distintos niveles, trazar sus líneas de perspectiva, en ocasiones con el solo apoyo de un ligero y genial restregón de pincel o una sombra, sus acentuaciones para dirigir en un sentido u otro nuestra mirada y un sinfín de detalles que consiguen sugerir hasta la más mínima precisión dentro de sus obras. La representación de Las Meninas sería el cenit de todo lo antes descrito.

Carmen Garrido


14.4.21

José Luis Tejada Peluffo, prestigioso poeta de la Generación de los 50.


Nació el 4 de agosto de 1927, en El Puerto de Santa María y muere en Cádiz el 11 de mayo de 1988.
Culmina su licenciatura con un trabajo de investigación sobre Marinero en tierra, de Rafael Alberti. Se doctora en Filología Moderna por la Universidad de Sevilla con un estudio monográfico sobre la poesía del primer Alberti. Fue Profesor titular de la Universidad de Cádiz, Director del Departamento y del Aula de Poesía, Académico de la Real Sevillana de Buenas Letras, de la de Ciencias, Artes y Letras de San Dionisio de Jerez y de las más prestigiosas Academias de Andalucía.

Su producción poética se enmarca en la Generación del 50-60, heredera de la tradición del 27. Fue uno de los poetas mayores de dicha generación. Autor precoz aunque de muy tardía publicación. Se da la circunstancia de que aun antes de publicar su primer libro, ya figuraba en varias antologías.

Galardonado con numerosos premios, entre los que destacamos: Primera Medalla Nacional de Poesía Flamenca. Premio Nacional de Poesía de la “Vendimia de Jerez”. Poesía “Rafael Alberti de la Caja de Ahorros de Cádiz…etc. En cuanto al Premio Nacional de Poesía 1967 no quisiera silenciar una anécdota histórica que habla de su valía poética y de su calidad humana: Cuenta el académico, Luis Suarez Ávila, lo ocurrido en la concesión de dicho Premio:
Federico Muelas, secretario del Jurado, una vez votado y concedido el premio y firmadas las actas, telegrafía a José Luis diciendo: “Enhorabuena, Premio Nacional”.
Horas más tarde, Tomás Borrás, miembro del Jurado, le telefonea y le cuenta que han convocado de nuevo al Jurado, porque ahora proponen a Carmen Conde, por su “obra completa”.
Pasado poco más de un mes, Carlos Robles Piquer, Presidente del Jurado, dirige una carta a José Luis, que termina con estas palabras: “Como ya sabe, su obra fue la verdadera finalista, aunque pesó más la “obra completa” de Carmen Conde. Me permito animarle a seguir en la “brecha” poética.
José Luis, haciendo honor a su bonhomía, había telegrafiado a Carmen Conde dándole la enhorabuena. Su contestación fue significativa: “Agradecidísima generosa enhorabuena”.

Alternativa a  la lectura, del Discurso del Académico, Gonzalo Díaz Arbolí
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Editó nueve poemarios en forma de libro entre ellos:
“Silencio Herido” 1951. Este primer poemario de juventud, me contó su hijo Pablo, fue posible gracias al entusiasmo del entonces novicio de los jesuitas, Fernando García Gutiérrez, que le ayudó en la selección de poemas y se editó para uso casi exclusivo del propio Noviciado de la Compañía de Jesús. Después vinieron: “Para andar conmigo”, “Razón de ser”, “El cadáver del alba”, “Aprendiz de amante”, “Del Rio del Olvido”... Hay un poema en este último libro titulado “Flora” que, con emocionada devoción, guardo celosamente en mi memoria y que nace o nació, pienso yo ahora, como fruto del sentimiento paterno, porque su título coincide con el nombre de una de mis hijas, mezclado, confundido o aderezado con el ideal femenino que tan delicada y bellamente expresa el poeta. Cuando me acerqué en la Feria del Libro de 1978 a pedirle que lo dedicara a mi hija, él mismo me leyó la primera estrofa:

En tu rodilla izquierda
puso un beso la tierra:
¡Yerbabuenas/te trepan las piernas!

Me gustaría reflexionar ahora sobre su poesía repasando los temas del amor y Dios, y refiriéndome a su valoración de los romances y el flamenco.
En primer lugar hablaré del tema amoroso. La poesía ha sido siempre un cauce expresivo de lo religioso y lo profano y no solo en los temas sino también en las formas: La soledad, el amor y la muerte han sido los preferidos por la poesía y JLT los ha tocado con clarividencia todos y los ha llenado de palabras que el pueblo conoce y reconoce, porque entran o han podido entrar en su vocabulario desde siglos.
Como apuntaba el desaparecido investigador y catedrático de Literatura de la Universidad de Navarra, Ángel Raimundo Fernández González: “Dios es la referencia de todos sus amores: el amor del propio poeta que se sabe criatura de Dios, el amor entre él y la amada, el amor de los dos hacia sus hijos, el amor hacia los demás hombres y el amor hacia todo lo creado”.

José Luis era un poeta creyente y esa creencia constituye la base de todo su sistema poético, incluido también el amoroso. Elige la escritura como una forma de manifestar y canalizar la fuerza que le presta la pasión amorosa.

En 1985 publicó Poemía, una antología de sus primeros libros; recuerdo que cuando lo compré en la Navidad de 1985, me impresionó por su hermosura y profundidad. Especialmente me sobrecogió el poema: “Consolación por la carne”, que sin duda entiende mejor el amor como entrega y donde el poeta se mueve en el tono más íntimo de la confidencia. Quedé entusiasmado por su desbordamiento lírico y sensual. Y como muy acertadamente ha indicado Leopoldo de Luis, es pieza príncipe de la poesía amorosa. La pareja humana abrazada, frente a la eternidad, frente al misterio, por encima del odio y guareciéndose de la muerte.
He elegido, por ser los más intensos y transcendentes, los últimos versos del poema: 

No esperes a que venga qué amor a sostenernos
con su maná tan raro como efímero,
tal como nadie espera a la cosecha
para entonces sembrar.
Enterremos en huertos de presente
estas verdes adelfas que se irán expandiendo
cada una a su hora. No nos hablen de amor.
Ya vendrá si es de ley…
Hoy somos sólo un pulpo de ocho miembros
que raramente un tajo divino escindiría.
Tú yaces en la paz y entre mis manos
yo esgrimo el vellocino sagrado de tu sexo
donde acaso el amor duerma en simiente
o se vislumbre un sol de eternidad:
Anda, encaja en tus pechos mi corazón antiguo,
vamos, que aún sobra espacio entre nosotros,
acóplame a tus vanos como a un viento calino
y agáchate, que va a pasar la muerte:/ no nos vaya a rozar


Para 
oír
 el poema completo, pulsen:   AQUÍ




En segundo lugar voy a referirme a su poesía religiosa, porque en la poesía de JLT siempre aparecen como constante el amor y Dios. Todos sus libros están llenos de testimonios transcendentes referidos a estos dos temas. Cultiva una poesía religiosa que, a contracorriente, mantiene a partir de la década de los cincuenta, del pasado siglo, el tema religioso de forma muy explícita: invocando y nombrando a Dios, expresando el gozo de su encuentro o la tristeza de su ausencia.

HAMBRE Y SED TENGO
Quien se resigne a perecer del todo
perezca noramala, yo protesto
si no hay nada mejor detrás de esto.
Soy algo más que un salpicón de lodo

y, pues que soy, seré. No me acomodo
a jubilarme ni a ceder mi puesto
de aprendiz de inmortal. Con Dios me acuesto
y con Dios me he de alzar codo con codo.

Deje de ser quien a ello sea conforme;
no haya más vida para quien más vida
no necesite. Yo sí necesito
saciar mi sed desaforada, enorme,
de eternidad, mi hambre desmedida
de infinito elevado al infinito.

En cuanto a los romances, Flor Salazar Lacayo narra en el libro “JLT, Un poeta andaluz de la Generación del Medio Siglo” lo siguiente: En el verano de 1986 tuve la oportunidad de conocer a JLT, que se había acercado a Madrid a visitar, con su amigo Luis Suárez Ávila, (miembro del “Seminario Menéndez Pidal”) a Dámaso Alonso. En el transcurso de la conversación surgió el tema del Romancero, que José Luis conocía muy bien desde el punto de vista literario y, lo que era más importante, de forma tradicional, puesto que los había aprendido de niño, transmitidos por una mujer a la que recordaba vivamente. Inmediatamente le pregunté si quería comunicar su conocimiento, para que su repertorio quedara almacenado en el Archivo Sonoro del Romancero Oral. José Luis accedió al momento y, con toda generosidad, lo cantó para que se grabara.
Como consecuencia de este trabajo de campo quedó una cinta, cuya transcripción comienza así: “Viernes 29 de agosto de 1986. Encuesta hecha al poeta José Luis Tejada, de Cádiz, del romancero aprendido de su nodriza cuando era pequeño. Seminario Menéndez Pidal. La nodriza se llamaba Ángela Domínguez natural de El Puerto de Santa María.

              En este vídeo super8, acompaña a Dámaso Alonso en su visita a El Puerto de S. M.


El Romance , El Conde niño pertenece a lo que se llama –romances novelescos-.

El rey conde paseaba por la orillita del mar,
mientras su caballo bebe, el rey se puso a cantar.
La reina que lo está oyendo desde el palacio real:
- Mira, niña, que bien canta la sirenita del mar.
- No mamá, que no es sirena, ni tampoco sirená,
que es hijo del rey conde que por mí penando está.
-Si por ti penando está, cuatro tiros le viu’dar,
Y otros cuatro a su caballo a la orillita del mar. (repite)
La niña que ha oído esto, a casa de su tío va.
-¡Ay tío de mi alma!, yo no puedo vivir más,
que han matado a mis amores, a la orillita del mar.
Al niño, como era rey, le pusieron en un altar,
la niña, como era reina, un poquito más atrás.

Como verán, José Luis supo guardar inalterado el legado de tradición oral y traslada ese acervo de saberes a su estilo poético, tanto el que se refiere a los temas, como al discurso tradicional, transmutados en voz propia individual sin perder su condición de voz colectiva.


Y finalmente hay que hablar de su poesía flamenca, porque el flamenco no es solo una música sino que también es una literatura. José Luis era un gran aficionado al flamenco, un buen conocedor de los cantes, que por fidelidad a sus raíces, su profunda conexión con la poesía popular, con la copla flamenca y con otras expresiones vivas de nuestra tradición, la cultivó, la hizo suya y escribió piezas memorables, llamadas a perderse como anónimas, en la memoria del pueblo.
Esta fue la razón del nacimiento del libro póstumo, “Cuidemos este son” (1997), en espléndida edición de su esposa, Maruja Romero.
El libro comienza con un poema que es el que le da el título, en el que JLT ensaya una definición del flamenco, al mismo tiempo que nos plantea la necesidad de conservarlo como un tesoro.

Si escribir es llorar, ¿qué no es el cante
en este sur del sur tanto y tan puro?
Llanto preciosamente vertido contra el muro
de una agria realidad densa y flagrante.
….
Nunca te apagues, manantial de cobre,
lágrima inenjugable y rumorosa,
himno agujereado por mil puntas de lanza.
En ti encuentre el varón dolido y pobre
la materia diaria y generosa
para la rebelión y la esperanza

Académicos de Bellas Artes Santa Cecilia. En 1ª fila: 
Enrique G-Máiquez,  Antonio de la Banda, José L. Tejada y Rafael Alberti. 1985

Gonzalo Díaz Arbolí
Académico de Santa Cecilia



12.4.21

Pedro Salvatierra Velázquez, embajador de la música. Cuatro manos para 2 pianos



Con esta publicación queremos homenajear la labor del profesor, D. Pedro Salvatierra como intérprete a dúo en el piano, formado junto al profesor, D. Germán Bragado.

Las obras para dos pianos, suelen estar destinadas a la interpretación pública y, en la mayor parte de los casos, son más efectistas y virtuosísticas. En ellas, cada pianista puede abarcar todo el ámbito de frecuencias y de recursos posibles que el instrumento le permite y amplía los efectos y la sonoridad del instrumento.

Escucharemos obras de dos compositores andaluces: Manuel Infante Buera (Sentimiento) y Camilo Gálvez Ruiz y, cómo no, Albéniz, (Triana), que no necesita excusa alguna para ser programado.


Pedro Salvatierrra Velázquez, nació en El Puerto de Santa María (Cádiz). Comienza a tocar el piano ya a la tierna edad de cuatro años, dando recitales de este instrumento regio pocos años más tarde, a la par que compone. Finaliza sus estudios superiores siendo aún menor de edad, muestra de su gran talento y aplicación, habiendo obtenido Premio de Honor y las más altas calificaciones.

Estudió con el catedrático Rafael Prieto Soler (de la ilustre escuela de Cubiles/Fernández de la Mora/Matthias/Chopin), con quien formó dúo pianístico, perfeccionándose con Ramón Coll y Vlado Perlemuter (leyenda del piano) y en el extranjero y desarrollando una actividad concertística también solista y con orquesta en nuestro país y fuera de nuestras fronteras, incluyendo, Francia, Italia y Estados Unidos.

Ha destacado en sus interpretaciones de autores como Falla, Turina, Albéniz y Granados, así como dando a conocer obras de autores contemporáneos españoles y revitalizando el repertorio histórico de nuestro país a través de la interpretación de otros muchos autores.


Con una formación muy completa, que incluía estudios finalizados de armonía, contrapunto, fuga, composición y hasta canto gregoriano, según el método de Solesmes. Ha impartido cursos de perfeccionamiento pianísticos en diversos conservatorios y realizado grabaciones para televisión y radio.

Ha sido miembro del jurado de diversos concursos de piano junto a prestigiosos maestros como Xavier Montsalvatge, Miguel Farré, José María de Diego y un largo etc...
Ha realizado numerosas conferencias que abarcan desde el Barroco hasta la actualidad.

Ha sido Director del Real Conservatorio "Manuel de Falla" de Cádiz y Director asimismo del Conservatorio "Joaquín Villatoro" de Jerez, desarrollando finalmente su labor en el Conservatorio salmantino. Es académico de la de Bellas Artes Santa Cecilia.

Destacar su figura académica, de vocación constante y total a la música y la labor a favor de la música en España siendo uno de nuestros más dignos y reconocidos embajadores culturales.



Testimonio de unos de sus alumnos, Agustín Manuel Martínez:
...Quiero hacer un homenaje aquí a mi maestro de piano, D. Pedro Salvatierra Velázquez, recordando algunas de sus enseñanzas. Estuve a su lado una década de mi vida, siempre le llamé "don Pedro" y él creo que no pudo lograr que le quitase el "don" :) Porque Pedro tiene un don especial para la docencia, así como para la interpretación. Escucharle tocar Chopin en directo era toda una experiencia. Su fraseo es elegante, sincero, contenido y al mismo tiempo expresivo. Realmente como dirían los griegos de una "sofrosine" especial. Su piano canta. Como él, que un día nos sorprendió a todos cantando en una audición. ¡Y muy bien que lo hace!
Su manera de hablar, suave hizo que percibiera con mayor interés las variaciones "sutiles" de sonido. Ésta era una palabra favorita suya que me contagió.
Me enseñó que la música es arte y nadie puede arrogarse una única manera perfecta y correcta de interpretar… 
Gonzalo Díaz Arbolí
Académico de Santa Cecilia

6.4.21

Desde la caverna sin distancias y el poema: Dirige el curso, en capitán, la alondra. Autor, Eugenio Martínez Orejas

 

Dirige el curso, en capitán, la alondra

El poemario "Desde la caverna sin distancia", de Eugenio Martínez, nos sorprende con esta virtuosa creación inscrita en una fina sensibilidad, fruto de largas reflexiones que han reactivado todo el conjunto de valores conservados gracias a su formación intelectual en la búsqueda de Dios por la vía de la interioridad. “No quieras ir afuera, entra en ti mismo; en el hombre interior mora la verdad, trasciéndete a ti mismo. (De La verdadera religión 72)

Libro compuesto por un Epígrafe cronológico y 23 poemas, es complejo, tanto en lo formal como en lo conceptual, que están en sintonía, que no deja indiferente a nadie. Un texto muy rico literariamente, con un enorme sentido del ritmo, de gran hondura moral, técnica poética y espléndido enraizamiento en las culturas clásica, bíblica, filosófica y social, con referencia constantes a la mitología, fruto de un trabajo de al menos 12 años.

Al iniciar la lectura, ya, el epígrafe cronológico nos atrapa:”En todos los lugares palpita nuestro enigma”. Somos los inocentes y crueles juguetes de la vida. Hasta que un bruto alazán nos descabalga de su grupa, antes de llegar a los abismos donde se sientan los jueces, que ordenarán sus destinos de recompensa o castigo. Con la esperanza de que su próximo regreso borrarán las aguas del Leteo los vientos de la memoria.
Termina el epígrafe: Y así seguirá siendo hasta que fundidas todas las voces, resuene triunfalmente una sola, la voz de la armonía.


El poema 23, con el que finaliza el libro, juega desde el miedo en el camino de la vida, el miedo siempre en vilo, cuya respuesta es la sombra de un misterio inexplicable.
En definitiva, es un libro que asume el paso del tiempo y el no tiempo, pero también la excitante aventura de vivir.
Termino con algunas de las estrofas de la luminosa poesía que cierra el poemario: “Hacia la nueva tierra” de una espiritualidad y misticismo que trasciende la religión….

Dirige el curso, en capitán, la alondra
a través de las grietas de las horas,
de espacios palpitantes, de torrenciales norias
hacia la nueva tierra de vides y de aromas…

Al fulgor de la vida no hay gracia que lo iguale,
aunque jamás podamos prolongarle un instante,
porque al gesto solemne de un yo con sus perfiles
el ardor de la frente lo acompaña en sus límites
como domada fiera, como amansado buitre….

Sigue ordenando el curso, hasta el final, la alondra
y al hombre oscuro desde su raíz luminosa.

Pero dirige el curso, en capitán, la alondra
hacia la nueva tierra de vides y de aromas.
Algo ondea en el agua del jardín
que va gritándole a los cielos, sí.

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Gonzalo Díaz Arbolí
Académico de Santa Cecilia

Algunos datos y comentarios críticos sobre la obra:

Es un mensaje armonioso, con forma o cuerpo de versos que nos traspasa la epidermis en cuanto pasea su poema por cuantas rendijas y rincones inadvertidos y que ya forma parte importante del ayer y del hoy.
Avanzamos desde lo oscuro mientras hablamos de la vida y de la muerte, de la nueva tierra de vides y aromas. Y como todo buen poema, triunfa la armonía de su fondo y su forma, porque y, aunque se halle enraizado en lo barroco no se opone a la hondura del verso. Hallamos, pues en el poeta, una reflexión magnífica sobre la emoción del humano. Y me remonto al Siglo de Oro (Góngora, Tirso de Molina, Quevedo, Calderón, amplificador de los temas de Lope) e, incluso reconocemos la ascética y la mística, como una manera de ideal religioso. Observamos el exceso del ornamento y la búsqueda de la espiritualidad junto a las pasiones internas. Por lo que encontramos un contraste (al igual que en el poema de luces y sombras). Un dualismo y contradicción y fuertes contrastes que no se oponen sino que se complementan (al igual que el idealismo de El Quijote y el positivismo de Sancho).
Se me antoja una cierta comparación con el propósito de S. Juan de La Cruz: “esperando un misterio inexplicable”... Le admiro hasta el punto de haber escrito tres poemas de cien versos y ganado tres premios consecutivos. Y recurro a las imágenes de Lorca en cuanto se refiere al miedo en el camino de la vida, porque nuestro poeta tenía un miedo absoluto a todo, no sólo el miedo se aúna en sus versos por la pérdida de lo que ama, también miedo a cualquier conflicto político...
La humildad de nuestro autor, Eugenio Martínez, es comparativa con la de otro poeta salvadoreño André Cruchaga. Un grandísimo autor de versos, sumamente reconocido con varias distinciones y más de treinta poemarios publicados (Ars Moriendi, iba acompañado con un prólogo de mi autoría, 2018).
Me hace feliz cuando a un poema se le acompaña con música. Una buena música hace que los versos sumen un valor añadido y, si a esto le incorporamos pintura, el poema se transforma en Arte.
Mi reconocimiento al autor Eugenio Martínez por tanto buen hacer en el ámbito de la poesía, tanto por su armonía, música y pausas (que dicen tanto), como por su valor artístico que, en definitiva, es lo que cuenta y lo que se valora en un poema.

Teresa Moncayo
Escritora y poeta

Recibo como si fuera dedicado a mí, este comentario de Teresa Moncayo al poemario "Desde la caverna sin distancias" de Eugenio. 
Lo recibo con satisfacción y con orgullo, por ser amigo de Eugenio, porque sé que es un gran poeta y por el reconocimiento que supone a tanta dedicación y valentía. 
La primera vez que leí y releí el poemario, como suelo hacer con los libros que me gustan hice un resumen. Entre otras cosas al final puse "...en mi opinión, el Poeta con belleza, estética rítmica y con los pies en el suelo, nos habla del Hombre, de los hombres, de la Vida y de la Fe. Y entre una realidad de bueno y malo, de luces y sombras, de fulgor y vacío...nos reafirma en la ESPERANZA. Muchas gracias, al Poeta".

Julio de la Rúa
Profesor de la facultad de Medicina de Cádiz

 La lectura de este poemario proporciona una placentera satisfacción. Es original, abundan notables aciertos poblados de aromas bíblicos, filosóficos y sociales. Los poemas tienen ritmo, un cuidado formal y una riqueza léxica difícil de encontrar en los poemas que ahora se escriben. Eso además de la hondura en el contenido, las referencias filosóficas y mitológicas constantes y un escepticismo vital lo acercan mucho a la estética del Barroco.

Mi enhorabuena  por el trabajo:
Me gustan mucho estos versos: 
"Al fulgor de la vida no hay gracia que lo iguale,
aunque jamás podamos prolongarle un instante"

Olga Rendón Infante
Dra. en Filología Hispánica

Agradecimiento:

Y como decía el inmenso D. Antonio Machado en su oda a un olmo seco: "quiero anotar en mi cartera la gracia de..." que tener amigos como vosotros  es un lujo, una riqueza y un privilegio que estoy seguro de no merecerlo, pero agradezco a Quien vosotros sabéis, que me haya regalado este magnífico beneficio. 


Os recuerdo que, el poemario está disponible en Amazon.es  Pulsar Aquí


Un abrazo 

Eugenio


2.4.21

Salvador Viniegra y Lasso de la Vega (1862-1915). Pintor historicista y mecenas español.

 

Nacido en el seno de una familia acomodada, hijo del prohombre y político gaditano Salvador Viniegra Valdés, garante de los valores de Jerónimo Giménez y del joven Manuel de Falla, y tataranieto, por vía materna, del ilustrado Marqués de Ureña, compatibiliza sus estudios de bachillerato con los artísticos, fue discípulo de Ramón Rodríguez Barcaza y José Pérez Jiménez.  Sus primeras obras conocidas son una serie de acuarelas, que dieron origen a un álbum que, en 1877, tuvo bastante éxito. Los años siguientes ganó varios premios de pintura en exposiciones regionales, y realizó un viaje Roma, donde se dedicó al estudio del dibujo en vivo.

De regreso España en 1882, concursó ese mismo año a la Exposición de Daniel Hernández con su cuadro Un patio de Sevilla. Más tarde, concursó con otro cuadro de grandes dimensiones -La bendición de los campos en 1800-, expuesto posteriormente en la Exposición Nacional de Madrid de 1887 y que le valió la medalla de primera clase del certamen. 
Propiedad del Museo del Prado y hoy en el Museo Provincial de Málaga. Este gran lienzo tuvo todo un éxito popular y de crítica, reproduciéndose en series de cromos y litografías,

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En 1890 ganó el concurso para un beca de mérito en la Academia Española de Bellas Artes de Roma, donde residió hasta noviembre de 1896, siendo este periodo italiano el más rico de su vasta obra. De sus obligaciones como pensionado queda El Compromiso de Caspe, hoy expuesto en el Ministerio de Asuntos Exteriores en Madrid.
Expuso en Munich, Roma y Budapest. Sus obras fueron reproducidas incesantemente, lo que hizo de él un pintor muy popular en toda Europa. 
En 1897 presentó La romería del Rocío en la Sala Dante de Roma, así como en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid del mismo año, y en las Exposiciones Internacionales de Munich y Viena de 1898, donde fue premiado con varias medallas de oro. Este cuadro continuó su carrera internacional al ser contratado por un negociante polaco, que lo expuso en varias ciudades de Europa oriental. El pintor lo cedió al Museo de Arte Moderno de Madrid en 1905.

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En noviembre de 1911 se desplazó a la capital gaditana para pintar su famoso cuadro de La promulgación de la Constitución de Cádiz en 1812. Una de las obras más conocidas en Cádiz, su último gran encargo, con motivo del Centenario de las Cortes,  terminado casi al año, hoy expuesto en el Museo Municipal e Iconográfico de Cádiz.

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El primer beso incide en la imagen de Eva como introductora del pecado original y causante de la expulsión del ser humano del Paraíso. La atención se centra en su copiosa melena suelta, que la tradición vinculaba con la seducción femenina, considerada responsable, todavía a finales del XIX, de la pérdida de la inocencia masculina.
Pintado en Roma como ejercicio de pensionado -lo que explica el marcado academicismo del desnudo de Adán-.

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Por entonces, empieza a poner en práctica sus dotes musicales. En 1895 compuso la melodía para una obrita cómica titulada Los Acróbatas que se estrenó en el teatro Eslava de Cádiz con textos de los poetas Clemente García de Castro y Manuel Grosso, en 1897 la zarzuela Una embajada en el teatro Principal de Cádiz, en 1899 estrenó la zarzuela Los garrochistas en el teatro Apolo y en 1900 Los sobrinitos en el teatro Romea y el sainete La Virgen del Rocío.

Radicado en Madrid desde 1897, fue conservador y subdirector del Museo del Prado, activo colaborador del Ateneo y del Círculo de Bellas Artes.

Estudio del artista en Madrid

Académico de la Real Academia de Bellas Artes de Cádiz, miembro del tribunal de oposición para la provisión de pensionados a la Academia de Bellas Artes de Roma, condecorado con la gran cruz de Isabel la Católica, collar y placa de Santiago de Portugal, comendador de número de San Miguel de Baviera, oficial de la Legión de Honor francesa y caballero de las órdenes de Carlos III, Alfonso XII y de la Corona de Italia. En sus obras es patente la doble influencia de Mariano Fortuny y de José Villegas.

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Vendimia en Jerez: Tal vez la idea le fuera sugerida en 1894, año en los que hay constancia de su paso por Jerez, incluida una visita a las bodegas de González Byass, con su mujer, el 7 de diciembre de ese año, tal como se reseña en su correspondencia personal, y la prensa local de aquel año, El Guadalete.

El relativo abandono de la práctica de su pintura coincidirá con la progresiva sustitución de este naturalismo costumbrista finisecular por un sentido más moderno de la pintura al que Viniegra se cerraba y que, por demás, él sustituía con su vida pública y su función de subdirector del Prado. Como tal, entre otras actuaciones, tuvo el acierto de impulsar las exposiciones sobre El Greco, en 1902, y la de 1905 sobre la figura de Zurbarán.

El actor José Riquelme.  Pulsar para ampliar

Murió en Madrid el 29 de abril de 1915. Tenía 53 años.  Fue arquetipo de artista culto.


Fuentes: 
1862 España y Asturias. Pinceladas de Historia, (Joaquín Fernández Toral)
Banco de imágenes Museo del Prado
Voz de la Enciclopedia Museo del Prado
CádizPedia
Real Academia de la Historia
Fernando Alcolea. Biografía de pintores

Gonzalo Díaz Arbolí