16.9.21

Nocturnos de John Field

Derrama, querida luna, tu brillo plateado a través del verdor de las hayas, donde fantasías y formas oníricas vuelan siempre tras de mí... Sueñe sus piezas y abandónese a su inspiración.


La denominación nocturno, se le daba en el siglo XVIII a una pieza tocada generalmente en fiestas de noche, sin que la pieza tuviese nada que ver con la evocación de la misma. Sin embargo, el género ‘nocturno’, siendo considerado como una pieza para piano solo, de un único movimiento, con un carácter inicialmente evocador de la noche, surge en el siglo XIX, y es un género muy característico del Romanticismo. Los nocturnos son generalmente piezas tranquilas, expresivas y con un carácter lírico, y a veces llegan a ser algo oscuras.
La noche... Son miles los términos que asociamos a esta palabra; sueños, oscuridad, miedo, intimidad, horror, soledad, romanticismo, muerte, sombra, tiniebla…

En el siglo de las Luces el Conocimiento estaba ligado a la claridad, a la luz (de ahí el nombre). La luz es el emblema clásico del racionalismo. Con la época romántica la filosofía de la noche adquiere un significado nuevo; ésta se relaciona con lo irracional. El romanticismo europeo detesta la gran luz cartesiana, Como explica Vladimir Jankélévitch: “El hombre de medianoche descubre las virtudes positivas y el poder de las tinieblas; se siente bien en el negro porque, como las aves nocturnas, él está especialmente dotado para sentir y ver en la noche.”

Es la noche que incita a la confidencia y a la meditación (a veces coloreada de religiosidad), a las acciones clandestinas, que es metafísica y que altera algo en nuestro interior, que agita nuestros corazones. Noche que hará nacer en el alma romántica una serie de emociones y despertará viejos terrores adormecidos.
Lo nocturno no es solamente el consuelo de los afligidos. Es también el cielo negro, sin esperanza y sin aurora.



Nocturnos de John Field: 

Franz Liszt alaba a John Field y a estas piezas, a las que denomina como “verdaderas obras de sensibilidad, que han mantenido su gracia juvenil al lado de muchas cosas que han quedado obsoletas”. El encanto que encontró en estas piezas está contenido en la melodía y en una delicada armonía”, reflejan toda la simplicidad del instinto, deleitándose en dar una infinita variedad expresiva a la inocente y jubilosa poesía de los sentimientos que llenan el corazón” y continúa List: “el título de nocturno se ajusta perfectamente a estas composiciones, llevando nuestros pensamientos a esas horas en que el alma se vuelve únicamente hacia ella misma, precipitándose hacia misteriosas regiones del cielo estrellado”.

 

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Los nocturnos de Field se caracterizan por una suave melodía cantábile, que fluye sobre un acompañamiento arpegiado, combinando la expresividad con la sencillez, tanto armónica como melódica, así como por el uso del pedal de resonancia, que le da más profundidad al sonido. Fue el primero que introdujo un género que no pertenecía a ninguna de las categorías establecidas, en el que los sentimientos y la melodía reinaban solos. Él abrió el camino para todas las composiciones que desde entonces aparecieron bajo el título de canciones sin palabras, baladas, impromptus, etc.”

En conclusión estos nocturnos tienen un carácter relativamente sencillo, muy basados en los sentimientos, pero con un carácter en general tranquilo, o bien llegando a “crear” en ocasiones cierto ambiente de tristeza y melancolía. En ellos se observa un gran predominio de las tonalidades mayores, y de los tiempos lentos.


Resumen biográfico:

John Field (Dublín26 de julio de 1782 - Moscú23 de enero de 1837) fue un compositor y pianista irlandés. Fue muy bien visto por sus contemporáneos y por su forma de tocar y las composiciones influenciaron en muchos compositores importantes, como Chopin, Brahms, Schumann y Liszt.


Inició sus estudios de piano con su abuelo, del mismo nombre, organista profesional, y, más tarde, con Tommaso Giordani -músico de origen napolitano-. Fue el hijo mayor de Robert Field, de profesión violinista. Debutó a los 9 años, con una buena acogida. Su familia se trasladó a  Londres, allí, su padre consiguió que recibiera clases del pianista, compositor y constructor de pianos Muzio Clementi. Atrajo favorables comentarios de Joseph Haydn por sus interpretaciones. A los 17 años presentó su primer concierto para piano (escribió un total de siete). Considerado un excelente pianista, no se le tuvo en la misma consideración hasta que en 1801 publicara su primer conjunto de sonatas para piano, dedicadas a Clementi. 
Cuando Clementi se trasladó a Rusia, Field le acompañó como demostrador de pianos. Allí consolidó su propia carrera como concertista, dividiendo sus actuaciones entre Moscú y San Petersburgo, pasando a residir en dicha ciudad a partir de su matrimonio, en 1810. En 1831, y con la salud deteriorada debido a un doloroso cáncer de recto, fue a Londres para seguir el tratamiento médico. Regresó a Rusia, pasando por Francia e Italia, donde estuvo nueve meses hospitalizado en Nápoles. Ayudado por una familia aristocrática rusa, regresó a Moscú en 1835. Allí compuso sus últimos nocturnos durante sus últimos dieciséis meses de vida. Murió en Moscú

El primer y el quinto Nocturno de esta colección están marcados por una felicidad radiante, podríamos llamar el florecimiento de una felicidad, obtenida sin penas.

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En el segundo los tonos son más oscuros, como aquellos de la luz en un jardín sombrío. Podríamos creer que en este canto se siente una ausencia, si, como se suele decir, la ausencia es un mundo sin sol.

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Pero en el último, el núm. 18,  las formas se dibujan distintas, los contornos como si un calor incluso opresivo hubiera disipado la niebla matinal.

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Como dice mi amigo Eugenio, ahora nos queda "pinchar en uno de los nocturnos, cerrar los ojos y dejar que la mano izquierda de la pianista, con sus arpegios dulces y reiterativos, nos sumerja en los oscuros ébanos de la noche, mientras la melodía de la derecha nos susurra, sin palabras, un sonoro, cromático y misterioso cuento de hadas"

En letras de oro escrito, como me aconseja mi amigo Julio. ¿Qué sería del blog sin vuestras generosas y cabales aportaciones?  Gracias, muchas gracias, amigos.

Gonzalo Díaz Arbolí

1 comentario:

Luis Manzrro Benitez dijo...

Pues si, amigo Gonzalo, cerrar los ojos, evadirse de todo, y oír estos maravillosos nocturnos.

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