8.9.21

JAVIER EGEA, UNA VIDA PARA LA POESÍA

 


Lamentablemente, han sido muchos los años en los que la figura de Javier Egea (1952-1999) ha pasado más desapercibida de lo que debiera en la esfera literaria y editorial de nuestro país. Sin embargo, gracias a la gran labor desempeñada recientemente por críticos, estudiosos y editores, su poesía es hoy mucho más accesible y puede ser leída y admirada por todos aquellos que deseen sumergirse en su fascinante universo poético. 

Nació en Granada en 1952 y desde su más temprana juventud manifestó una clara inclinación hacia la poesía. De modo que en su adolescencia comenzó a escribir versos tratando de imitar a los grandes autores a los que había leído y abordando el gran tema literario por antonomasia: el amor. No obstante, a pesar de que esas primeras composiciones, aparecidas mayoritariamente en su primer poemario, "Serena luz del viento" (publicado en 1974 y con composiciones fechadas entre 1969 y 1972), siguen la línea del poeta adolescente que confiesa sus sentimientos a través de los versos, en ellas puede apreciarse el gran magisterio ejercido por Lorca o Bécquer, que le otorgan una perfección técnica y un dominio de los metros poco conocido en poetas de esa edad. "Serena luz del viento" fue por ello muy bien recibido en el panorama literario de comienzos de los años 70, pues presentaba un estilo alejado tanto de la poesía novísima como de la poesía social; en efecto, uno de los rasgos más característicos de este poemario fue el empleo de estrofas clásicas. Pero frente a este clasicismo formal, el contenido de muchas de estas composiciones presentaba un fuerte erotismo, algo que le trajo al joven Egea alguna que otra complicación. 

La influencia de Federico G. Lorca se puede apreciar en esta declaración:
 
Yo me sentaba a la sombra de los pinares a leer aquellos versos: por sus líneas tersas mis tímidos y asombrados ojos de adolescente treparon a otras nubes y bajaron también a los más negros pozos de la angustia [...]. Mi deuda personal, histórica, con su poesía resulta impagable. En el desván del corazón guardo todo mi respeto y cariño para este poeta tocado por el sueño, la luna y el frío [...]. En la fiebre poética, en el dolor de luz, en la constante intuición de la muerte, en la trágica pasión de vivir, nos hemos encontrado a cada paso.

                           Su primer poemario: Serena luz del viento (1974).

En la búsqueda de su poesía materialista y abordando el tema amoroso, Egea había escrito "Paseo de los tristes" a finales de 1981, y es precisamente en los siguientes años cuando un grupo de poetas y amigos van a aglutinarse en torno a una ideología común y van a llevar a cabo toda una serie de actos y manifiestos. Así, por ejemplo, en mayo de 1982 Javier Egea y Luis García Montero escribieron el "Manifiesto albertista", que dedicaron a Rafael Alberti y ante quien lo leyeron, manifestándole su admiración incondicional.

Transcripción de un fragmento del Manifiesto:
...Romper la identificación con la sensibilidad que hemos heredado significa también participar en el intento de construir una sentimentalidad distinta, libre de prejuicios, exterior a la disciplina burguesa de la vida. Como decía Machado, es imposible que exista una poesía nueva sin que exprese definitivamente una nueva moral, ya sin provisionalidad ninguna. Y no importa que los poemas sean de tema político, personal o erótico, si la política, la subjetividad o el erotismo se piensan de forma diferente. Porque el futuro no está en los trajes espaciales ni en los milagros mágicos de la ficción científica, sino en la fórmula que acabe con nuestras propias miserias. Este cansado mundo finisecular necesita otra sentimentalidad distinta con la que abordar la vida. Y en este sentido la ternura puede ser también una forma de rebeldía...

Y al final, el silencio definitivo...

He muerto muchas veces. Mi vida es una muerte acostumbrada. Como un suicidio, a los veintiséis años, pasé cuarenta y ocho horas en coma tras haber ingerido un tubo de somníferos...]. Pero parece que las pastillas estaban pasadas de fecha y su poder letal había disminuido. Volví a morir con el primer amor; otra vez con la muerte de mi madre; de nuevo con la de mi padre. He muerto en cada relación amorosa de las muchas que encontré o me reservó un destino. He muerto con la explotación y con las guerras. Se muere a diario por la asfixia de las relaciones capitalistas. Quevedo habló de “presentes sucesiones de difunto”; Lorca de “marineros definitivos”. Yo, mediante la poesía, he intentado transformar esa muerte diaria en vida. Espero que la muerte definitiva sea una más en este largo proceso fúnebre.


Poeta frágil que se fue antes de tiempo dejando un vacío a su alrededor. 
Fue un romántico completo hasta en su muerte, depresivo, sensible, sublimando el amor hasta cuando se materializaba.  
No me resisto a transcribir estas estrofas de su poema:  
                                                             19 de mayo. Pensión Fátima

en donde la pregunta del abrazo desnudo
supo al fin el porqué de tanta lucha,
la clave del sudor sobre las sábanas,
y la virginidad redonda, amanecida,
reconoció la llave de su casa madura,
con una verde mano le puso rumbo exacto
y la llevó a su centro
y siempre siempre siempre
nació allí la tormenta del esperado amor
como una racimo…

…que fue la geografía de mi primer amor,
el mapa donde tuvo mi gran pasión su cuna

En un momento determinado yo me vi en la necesidad de analizar el amor no ya en un medio ideal y etéreo, sino de hacerlo con los pies en la tierra. Y esto, no sólo yo, sino todo un grupo de poetas de Granada que llevamos una misma trayectoria ideológica y que partimos de un mismo análisis de la experiencia cotidiana, que sabemos que la poesía no hay que esperarla como la lluvia, que sabemos que hay que trabajar y empeñarse a diario a base de estudiar, de vivir, de leer, de contactar unos con otros, dejándose de divismos y manteniéndonos dignos en todo momento, sin llegar nunca a venderse en medio de toda la sórdida estructura capitalista de la explotación y de la muerte.

El 29 de julio de 1999, renunció a seguir viviendo en un mundo que no le agradaba. 

Considerado uno de los poetas españoles más importantes de los años ochenta, fue uno de los padres del movimiento poético "La otra sentimentalidad" junto con Luis García Montero y Álvaro Salvador. Consiguió, entre otros premios literarios, el Premio Antonio González de Lama de la Diputación de León por su libro  Troppo mare y el Premio Hispanoamericano de poesía Juan Ramón Jiménez por Paseo de los tristes.

                            
La vigencia de su obra, 22 años después de su muerte, es total.  Al tocar temas universales como el poder, la libertad, la esperanza y el compromiso político. Es un poeta verdadero. Su figura respira verdad vital y literaria. Algo así como lo que le ocurre a poetas consagrados como Antonio Machado, sostiene el investigador literario, Jairo García Jaramilloprofesor y poeta, uno de los mayores expertos en la obra de Egea, al que dedicó su tesis,  autor también de "Javier Egea: la búsqueda de una poesía materialista" (2005).
En 2006 se publicaron una serie de sonetos titulados Sonetos del diente de oro.

Bibliografía:

Material didáctico elaborado por Lucía Noguera Cuadros  
Wikipedia
Prensa. Granada Hoy. 7 septiembre 2021
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Gonzalo Díaz Arbolí

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