15.2.21

CONTESTACIÓN AL DISCURSO DE BIENVENIDA DEL NUEVO ACADÉMICO DE NÚMERO ILMO. SR. DON GONZALO DÍAZ ARBOLÍ



Dr. Antonio Leal Giménez 

CASTILLO DE SAN MARCOS 
EL PUERTO DE SANTA MARÍA 
En principio del mes de julio de dos mil quince 

Sra. Presidenta, Estimados Académicos, Sres. de la Corporación Municipal, compañeros de la Junta Directiva y amigos todos: 

La notoria desventaja en levantarme ahora para dar la bienvenida a tan ilustre consocio, tiene sus compensaciones en la generosidad que exige; nada hay tan grato a la conciencia como un gran sacrificio; y así empiezo por desechar todo escrúpulo, que al cabo envolvería vanidad disimulada, si Gonzalo no me conociera lo bastante para persuadirse de que me honro en atestiguar de una manera tan pública el entusiasmo con que le recibimos, y algo más, lo que no siempre acontece, la gratitud que le debemos. 

Hoy es una tarde muy especial, una tarde en la que confluyen sentimientos, evocaciones y recuerdos de una etapa de mi vida llena de cariño y amistad. Es un momento importante, único y representativo, para esta venerable Institución. Es por eso, por lo que nuestra Academia se viste hoy con sus mejores galas para recibir en ella a un nuevo académico de número. Nuestra Academia una vez más ha sabido elegir. 

Es evidente para todos los que nos reunimos en esta tarde solemne que, al ser designado por la Academia para contestar el discurso de ingreso de Don Gonzalo Díaz Arbolí, no se ha buscado en mí ni autoridad histórica que no poseo en absoluto, ni méritos de antigüedad, aunque si, cierto paralelismo con el recipiendario. Zuñiga García escribió un maravilloso Poema corto dedicado a la Amistad que entonamos a continuación: 

Amigos... seremos siempre amigos 
para contar nuestras penas una a una 
y tendremos así como testigos 

al sol, al viento, a la noche, o a la luna. 

Viajaremos a un mundo distante 
para buscar con todo el empeño. 
iY seremos como el caminante 
que cabalga buscando su sueño! 

Amigos siempre sobre todas las cosas 
como van unidos espinas y rosas, 

sin que importe nunca distancia ni tiempo 
tú serás la lluvia ... yo tal vez el viento. 

y así seguiremos como lo hacen pocos, 
buscando en la vida nuestros sueños locos 
y si algo pasará i Escucha lo que te digo 
por todos los tiempos ... yo seré tu amigo 


Es por ello, por lo que cumplo un deber impuesto por entrañable amistad y sellado por obediencia que no puede discutirse y deseo manifestar que considero como recepción de un privilegio, distinción que solicita el nuevo académico y me concede la Junta Directiva de la Institución, para dictar en su representación, haber recibido el encargo de contestar, como un símbolo externo de cortesía de la Academia, al discurso de ingreso que se nos acaba de ofrecer. Al igual que ya lo hizo hace 128 años D. Servando Arbolí Faraúdo, uno de sus antepasados, en la Real Academia Sevillana de las Buenas Letras, en la recepción pública y solemne de D. Carlos Jiménez Placer. 

De todos los actos que conforman el tradicional ceremonial de las Academias, la incorporación de nuevos miembros es, sin duda alguna, el más trascendente toda vez que supone la constatación de que nuestra corporación no solo sigue viva, sino que día a día se fortalece con el ingreso de nuevos académicos que, de esta forma, garantizan su perpetuación. 

Nos hallamos ante una necesaria puesta al día de nuestra Academia. Recientemente fui preguntado por un periodista para qué sirve la Academia y contesté con «Primero diré lo que no es la Academia: un cementerio de elefantes. Luego puntualicé: «La Academia sirve de mucho por su capacidad de reflexión, libertad, independencia y rigor. Como institución puede informar a las autoridades sobre los problemas que se le consultan, pero de forma espontánea alerta sobre cuestiones que afectan al desarrollo de nuestro querido Puerto de Santa María en todas sus facetas, poniendo especial énfasis en la cultural y formativa. 

Nuestra Academia está abierta a la sociedad portuense y trata de dar opiniones a los problemas que diariamente aparecen en nuestra convivencia. Lo que en ella se expone trasciende por su especial interés, a la opinión pública. En definitiva, el concepto de ciudadanía es el quicio que une laso' mundos de lo justo: el de la ética cívica, la política, la economía, la cultura y el derecho. A título de ejemplo dos de nuestros académicos han dirigido el Plan Director de El Puerto de Santa María y un ex directivo, ha participado en una mesa de trabajo, donde se han definido las líneas maestras que han permitido dibujar el modelo de ciudad que se desea para el año 2025. 

Estos hechos suponen desafíos y retos para el individuo y para las diferentes organizaciones e instituciones en las que se estructura la sociedad actual que se debaten entre la adaptación al cambio, la transformación o la desaparición «La vida pertenece a los vivos, y si alguien está vivo debe estar siempre presto al cambio" nos decía Goethe. y Ortega y Gasset afirmaba con rotundidad que "Soto es posible avanzar cuando se mira lejos. Solo cabe progresar cuando se piensa en grande". 

El discurso de preceptivo ingreso que acabamos de escuchar ha sido trascendente y riguroso, lleno de belleza y armonía, con un saber profundo de conocimiento que denota la erudición del ponente que por sí sólo, justificaría la elección del nuevo académico, si no le abonasen tantas obras de las más diversas materias, pero relacionadas todas más o menos con los estudios que nuestra Institución tiene previsto avanzar. 

Gonzalo Díaz Arbolí es ante todo un soñador/poeta solitario, que casi siempre ha ejercido este oficio al margen de asociaciones y cenáculos. Iniciado a la poesía desde su primera juventud, en esa etapa tuvo un leve contacto con los círculos poéticos del momento en su pueblo natal, que le pusieron en la senda que nunca abandonaría. Aún se pregunta cómo le llegó su amor por la poesía. Solo, se responde, que un día sintió que el alma quiere expresarse en palabras hechas música para comunicarse con los demás. 
Muy joven, todavía con pantalones cortos, leía a Neruda: 

En la actualidad, rompe de cuando en cuando su aislamiento en algún acto plural de manifestación poética, utilizando tras su tímida sonrisa, más en sus ojos que en su boca, la lengua italiana que tanta musicalidad transmite. Es la suya, una voz que, al acercarse a la poesía, la siente e imagina y después de comprenderla intenta explicarla hasta donde puede, porque un poema nunca puede explicarse del todo, porque en ese momento muere. No me resisto a recordar estos versos de Apollinaire: 

"La historia es noble y es trágica / como del tirano la máscara". 

Para Gonzalo, la poesía, a fin de cuentas, no sólo lee las bellezas del instante, sino que parsimoniosa, casi imperceptiblemente, va modelando el corazón y el alma de las personas. Y la poesía es todavía una de las pocas cosas grandes que otorgan sentido a un mundo condenado. Es el momento de recordar alguno de los versos recitados por nuestro académico. 

Si escribir es llorar, ¿qué no es el cante 
en este sur del sur tanto y tan puro? 

La vida no es tan bella como nos auguraban 
los sueños de la infancia. 

Su mirada hacia atrás no es nunca para esconderse de forma egoísta, sino para buscar y encontrar nuevos territorios, búsqueda de la originalidad y de la independencia con un contenido lleno de expresión, como cifrado, en riguroso pensamiento. Erudito y juntador de personas en pequeñas tertulias culturales que cada semana comparte con amigos interesados en distintas ramas del arte, la ciencia, la filosofía… Aunque sus manifestaciones son, casi siempre, más gestos que palabras. El silencio, su amigo que nunca le traiciona, lo convierte, como lector de Aristóteles, en “dueño de sus silencios”, una de sus grandes artes en la conversación. Sencillo, tolerante y sensible, son los adjetivos que definirían su manera de ser. Es, en el buen sentido de la palabra, bueno, parafraseando a Machado. 

En su declamar poético, cada palabra que pronuncia es como una innecesaria mancha en el silencio y en la nada, trata de comunicar una búsqueda constante de nuevas sensaciones que las expresa con recursos y sentimientos que transmite los serpenteantes recodos de los poetas, a los que ama, unas veces con voces transgresoras, otras llenas de ironía? muchas ascético, y siempre sutiles y plenas de humanismo. En las calles de su pueblo descubrió la luz que le inspira. El silencio, su amigo que nunca le traiciona, es una de sus grandes artes en la conversación. 

Confluyen en el nuevo académico características que en principio pudieran parecer antagónicas pero que, en su caso, coinciden en una comunión feliz: su amor por su pueblo, Vejer de la Frontera de donde es su alma, y su sentir por El Puerto de Santa María donde hace ya cuarenta y tres años y animado por la añoranza ancoró su vida, regresando a las tierras de sus familiares maternos. 

Sobre sus pasos en la vida, hacemos alusión al relato de Alonso de Quijano: "Hay aventuras de ínsula y de encrucijada. Lo más que se puede sacar de éstas es rota la cabeza o una oreja de menos". El nuevo académico desde muy pequeño ya sabía qué calle tomar. 

Vejer, ¡ay su Vejer, donde gira más deprisa el viento y su amigo el poeta Paco Basallote, compuso la obra compiladora de toda la lírica vejeriega "Hasta el cantil del viento", muestra en todo su esplendor el más puro estilo de arquitectura popular árabe-andaluza que según Adolfo de Castro se llamó en lo antiguo Beka, aunque Romero de Torres dice que Bekkeh. pero lo que es cierto es que esta población por mucho tiempo ostentó el nombre de Vejer de la Miel, por la abundancia de colmenas de su término y la mezcla recibida de las más antiguas civilizaciones habidas en el sur de Europa (fenicios, cartagineses y romanos). 

Sus correrías por el casco histórico de su ciudad cuya estructura muy condicionada por la muralla defensiva edificada en el siglo XV, es un conjunto de callejuelas estrechas donde conviven antiguas construcciones de estilo islámico, posteriormente reconvertidas tras la reconquista. La iglesia del Divino Salvador, levantada sobre la planta de una antigua mezquita, donde el párroco, Don Bernardino, le hacía, a nuestro nuevo académico, tener que llevar mangas largas para tomar la comunión, e incluso, a veces, casi siempre, no le dejaba mirar a las chicas que alegremente corrían los domingos a las doce, por la acera de enfrente, entre las que se encontraba aquella a quien le recitaba en silencio versos de Federico García Lorca: 

AY, qué trabajo me cuesta 
quererte como te quiero! 

Por tu amor me duele el aire, 
el corazón y el sombrero. 

¿Quién me compraría a mí 
este cintillo que tengo 

y esta tristeza de hilo 
blanco, para hacer pañuelos? 
¡Ay, qué trabajo me cuesta 
quererte como te quiero! 

Al Castillo- islámico- situado en la zona más alta del casco antiguo entraba por la única puerta de acceso al exterior, a través de un arco de herradura enmarcado en un alfiz que da paso al patio principal y al patio de armas, allí, en ese lugar, soñaba con ser el Gran Capitán y combatía con espadas de madera con sus compañeros de correrías, al mismo tiempo que recitaba como símbolo de su constancia un romance anónimo: 

Mis arreos son las armas 

mi descanso el pelear, 
mi cama los duras peñas, 
mi dormir siempre velar; 
las manidas son oscuras 

los caminos por usar, 
así ando de sierra en sierra 
por orillas de la mar, 

a probar si en mi ventura 
hay lugar donde avadar; 
pero por vos, mi Señora. 
todo se ha de comportar. 

Recorría, aún lo hace, el Paseo de la Corredera - escenario de la Batalla de la Janda- hasta la Torre, la casa del Mayorazgo, y en especial visitaba sus patios….que le inspiraba y tomaba aliento en su portada para poder continuar su caminar diario hacia la Torre del Homenaje, donde se relajaba, pensaba, recitaba en silencio los versos de Pemán, que todavía pueden leerse en los azulejos de una fachada de la parte baja del municipio: iVejer! 
Si fueses una mujer 
yo de ti me enamoraría 
El aire pide un destino 
y el viento grita Vejer 

sentía y hacía sus proyectos contemplando la vista del rio Barbate, la costa de Zahara de los Atúnes, el Parque Nacional de la Breña y las Marismas de Barbate. 

Visitaba la Plaza de España, lugar que había sido elegido por los hidalgos punto de celebración de festejos taurinos. Aunque no es muy dado a la fiesta nacional, por eso él prefiere denominarla la Plaza de los Pescaítos, por los que hay en Sil fuente realizada a base de azulejos sevillanos. Muchas veces, y en secreto, visitaba el Barrio de la Judería por el Arco de Puerta Cerrada, caminando por la calle Canalejas, Capitán Quintanilla y Mesón de Ánimas, calles de trazado irregular, con casas blancas, patios y balcones con rejas y flores. 

Cuántas emociones recibidas cuando pasaba por una de las calles más emblemáticas de su pueblo: el Callejón de las Monjas, con sus cuatro arcos de medio punto en mampostería que conecta varias casas con la Iglesia de la Concepción ... Posiblemente allí le surgió el amor que venció por mayoría absoluta a sus dudas respecto a la existencia de mundos más allá de los sentidos, de los misterios ocultos donde la ciencia no tiene acceso, pero sí una figura espiritual, un auténtico idealista que tiene bien plantados los pies en la tierra, y en el que nuestro nuevo académico, quería bucear más cercanamente. Escuchando los dictados de su alma le mantendrían muchas noches despierto releyendo parte del capítulo XVI de la segunda parte del Quijote: 

... Aunque la poesía es ciencia menos útil que deleitable, no es de las que suelen deshonrar a quien la posee. La poesía, es a mi parecer, es como una doncella tierna y de poca edad y en todo extremo hermosa... 

Al pasear por sus calles sentía la paz que denota su expresión, trasmitida por el blanco inmaculado de sus casas encaladas y el silencio que le acompaña todo el tiempo; el arco de La Segur simboliza su nostalgia. Sus vestiglos musulmanes reflejado en sus puertas y ventanas pequeñas, sus calles estrechas y sus monumentos hacen que se transporte a menudo al viejo AI-Ándalus. 

En la villa había una colina, en la colina un castillo 
En el castillo una almena, en la almena había una puerta. 
La puerta tenía una llave que la guardaba un guardián El guardián vigilaba a una princesa cansada de esperar 

Sus visitas con cierta periodicidad de salutación y reflexión a la Virgen de la Oliva, patrona de Vejer de la Frontera e inquilina, a las afueras, en la carretera que va hacia Barbate, de un santuario del siglo XVIII con raíces romanas y posteriormente visigodas que fueron cercenadas durante la ocupación árabe, le fortalece su espiritualidad. 

Cuando no encuentra palabras y su voz decae por agotamiento, recurre a la música cuya armonía, melodía y ritmo le desencadena la secreción de la dopamina provocándole todo tipo de respuestas emocionales, conductuales y fisiológicas traducidas en una alegría inocente y sincera Vivaldi, Pavarotti, Puccini, Mozart, Beethoven...) 

Su carisma y su espíritu se debe a su formación en su hogar donde formaba parte de una familia numerosa de la que aprendió que crecer no es ser más grande, sino mejor, y en el colegio, que tuvo sus primeros encuentros escolares con Sor María, asimilando y transmitiendo algunos de sus valores: vivir con un corazón puro y en buena conciencia. 

Poco a poco, nuestro nuevo académico, viene asentándose en la lectura de obras en sus diversas modalidades, la estética de la brevedad, de la novela, historias de largo y denso recorrido. 
Se introduce en el relato que ha dejado de ser hoy, con toda justicia, operación de menor consideración entre autores y lectores, a la vez que viene imponiéndose en la prosa el micro-relato, ahora con vehículos para su difusión, revistas, premios, e incluso estudios sobre esta fórmula. 

Culmina con la poesía, siempre en avanzada, esa poesía que anuncia alejarse progresivamente del carácter narrativo que adquirió desde el abandono de la métrica y la rima, sobre todo en la segunda mitad del pasado siglo, abriéndose hoy tanto a las nuevas, como a las tradicionales posibilidades. Las máximas, los aforismos, esos textos que el poeta gaditano Carlos Edmundo de Ory viene publicando desde hace medio siglo con el nombre de "aerolitos", son signos de este renovado atractivo por la brevedad, por el amor y por el dolor… ¿de qué color es el silencio? ... Yo estoy más loco que tú/ pues yo/ estoy más loco que yo... si Dios no existe/ no se lo perdono... 

Y dentro de esta misma línea descubre aquella tendencia que puso de moda el modernismo con su culto oriental, el "Haiku", que llevaría a su máxima expresión en occidente el poeta vanguardista mexicano Juan José Tablada, también preocupado por la imagen visual. En este punto es donde entra de lleno nuestro nuevo académico y nos contaba, en cierta ocasión, que una tarde paseando por el centro histórico y frente a un gran cartel de "todo a un euro", afirmaba con toda rotundidad que los números primos son poéticos. Me dijo que hay varios tipos de poesía que están configurados por el rigor y la belleza de tales números. El Haiku está compuesto por tres líneas de 5, 7 Y 5 sílabas. 3, 5, 7 Y 17 (el número total de sílabas), todos primos, cuya relación intensifica el efecto del poema. 

Toda una lección magistral. 
Así es Gonzalo, un amante del misterio, atraído firmemente por tanta historia de miedo y apariciones... Descendiente de la familia Díaz, tenida por cristianos viejos, limpio de mala raza, casta y secta de judíos, moros y recién convertidos y, antes al contrario, de esclarecido linaje, estando ligado con parentesco inmediato con sujetos de la primera distinción y nobleza de Vejer; que no puede olvidar el cariño de quienes le enseñaron a amar a su pueblo, a extraer de entre sus piedras la memoria del tiempo pasado y sus tradiciones. 

El Vejer de las noches serenas, en las que oía el ritmo de las estrellas, la respiración de la luna, blanca, reflejándose en la cal o el terso raso de la oscuridad callada.., el Vejer del levante, como desatada pasión de la tierra o de los suspiros de la Breña, lejana, a su impulso... al húmedo Vejer de los inviernos, y que su mayor disfrute es paseando por sus calles y hablando con todas las personas que se encuentra. Estudioso de la Mujer cobijada, mujeres que lucían un largo manto de color negro y sólo dejaban a la vista uno de sus ojos. 

Otros Méritos 
Su contribución al avance del conocimiento a través de su continuada labor social de difusión artística, científica, literaria de la Academia es muy plétora fundamentada en los siguientes motivos: 
1. Fomentando el nivel de conocimiento de la Academia no solamente en El Puerto de Santa María sino más allá de nuestras fronteras, contribuyendo e incrementado notablemente su conocimiento e imagen. 

2. Ha demostrado una gran capacidad de entrega y grandes cualidades humanas, durante su etapa como voluntario en la Academia. 

3. Manifiesta una actitud muy positiva en las relaciones con los distintos componentes de la comunidad académica y el entorno, en las que sobresale una continua conducta del respeto total al individuo en la sociedad. 

4. Y, en definitiva, resaltamos que su labor ha representado/representa una magnífica contribución relevante a resaltar los fines que figuran en los Estatutos vigentes de la Academia, en su capítulo 1, Disposiciones Generales. 

En resumen: Ha dedicado hasta este momento cerca de un año de su vida a la acción de voluntariado en la Academia. 

Tras la lectura de este abreviado currículo, y después del brillante recorrido por el complejo sueño poético, con el que nuestro ilustre académico nos acaba de deleitar, me veo en la necesidad de recordar aquel pensamiento que Platón pone en boca de Sócrates cuando comenta con Fedro: 

"pero bienaventurado Fedro, ante un buen escritor, yo, un profano, haré el 
ridículo al improvisar sobre los mismos temas" 

Nosotros al tiempo que felicitamos a Gonzalo por su valiosa aportación, nos congratulamos además de tenerlo en nuestra relación de Académicos de Número. Todavía joven es, por dicha suya, un ejemplo de laboriosidad, de perseverancia, de esfuerzo y de entrega a los demás. 

Porque es un humanista, no un intelectual de los que hoy se estilan. A esta clase de espíritus pertenece el nuevo académico y de aquí su fecundidad en su trabajo para la Academia que no es vano derroche de energía, sino expansión natural y constante de un temperamento bien equilibrado, que se complace por igual en las ideas y en las formas. Una noble y serena tolerancia domina en su quehacer diario y le impide deformar el pensamiento ajeno. 
Quisiera terminar esta intervención recordando, con Sancho, uno de los muchos razonamientos que este hiciera a su señor Don Alonso de Quijano y que podemos leer en el capítulo X de la Primera parte de El Quijote: "virtud es conocer esas yerbas, que según yo me voy imaginando, algún día será menester usar de su conocimiento". 

Y es esto precisamente poder usar de su conocimiento lo que esta Academia de las Bellas Artes de Santa Cecilia y toda la sociedad portuense espera del nuevo académico. Solo me resta darle la bienvenida, hacerle un lugar especial entre nosotros y pedirle que encuentre tiempo para ayudarnos a que la Academia sea lo que pretendemos. Sé bienvenido; te queremos con nosotros y te manifestamos que es mucho lo que esperamos de tu conocimiento y de tu generosidad. Muchas gracias por incorporarte a la Academia y haberlo hecho con tan magnífica disertación.

10.2.21

LA MUSICALIDAD DE LA PINTURA. La rendición de Breda de Velázquez. Cap I

 

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En el lenguaje críptico que todo profesional utiliza observamos que la lengua española está llena de palabras que se emplean constantemente en las dos disciplinas. Desde los inicios, en el germen de la ejecución de una obra, el músico parte de un papel en blanco en el que realiza un pentagrama pautado que armará con barras, corchetes y todo tipo de signos. La clave y el modo mayor o menor de la misma son fundamentales para poder leer la partitura. Esta composición es escrita a mano.

Cuando un pintor aborda el espacio “en blanco” de un soporte para trabajar realiza, por lo general, un dibujo, en el que también están prefijadas unas claves llenas de simbolismos, como la utilización de marcas, inscripciones o un sistema de cuadrículas por donde luego desarrolla su pintura, y que pueden relacionarse, metafóricamente, con la armadura de un pentagrama, tal como ha quedado de manifiesto en la última exposición del Museo del Prado sobre los dibujos subyacentes de los cuadros, titulada El trazo oculto, que he tenido el honor de comisariar. En ambos casos hablamos de composiciones, de temas con variaciones, del espacio, de puestas en escena y de mezclas armónicas, entre otros términos.

Existen instrumentos de trabajo para cada una de estas artes. En la música, aparte del lápiz o la tinta con la que se escribe la partitura, serán necesarios después la batuta y el metrónomo para su interpretación. En la pintura hablamos para el dibujo de la tinta, el lápiz o el pincel. Este último, junto con la paleta y el tiento, es el instrumento esencial para poder plasmar el artista su idea sobre un soporte. La batuta y el pincel son, a través de la mano conductora, los medios de los que se sirven los músicos y artistas para hacernos llegar sus creaciones, consiguiendo transmitir expresividad, claroscurismo, sentimiento alegre o dramático, con la infinidad de gradaciones tonales, modulaciones, cadencias y mezclas armónicas de las que es capaz su talento.

En todos los casos hay un tema o motivo en el que se inspira el autor, la semilla emocional de la obra, que se desarrolla en las melodías con sus fraseos y pausas. En la música por medio de las escalas con los tonos y semitonos, y en la pintura con las escalas de color, de los tonos y medios tonos, hasta el resultado definitivo en una gama determinada. Todo ello dentro de la armonía personal de cada artista, que puede introducir consonancias y disonancias en un momento o pasaje concreto. El músico y el pintor marcarán el compás o la estructura de su obra, eligiendo para ello la medida del tiempo y la distribución del espacio respectivamente. Lo que para el músico es el ritmo, para el pintor es la composición; ambos elementos y términos se combinan en las dos artes entremezclándose, hasta el punto de conseguir una fuerza musical de gran expresividad plástica como la Sexta Sinfonía, “la Pastoral”, de Beethoven o una pintura de gran armonía compositiva como La Rendición de Breda, “Las Lanzas”, de Velázquez.
Carmen Garrido
Siente pasión por la música


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4.2.21

ORÍGENES del JAZZ y Duke Ellington. Capítulo I

 


Nueva Orleans en el año 1817 y como ejemplo de tolerancia de sus autoridades, permite a los esclavos negros el canto y la danza en la Congo Square (Plaza del Congo). Allí con la voz humana, batiendo las manos, percutiendo algún tambor y punteando algún instrumento de cuerda, interpretan “cantos de plantación”.

En las iglesias esos mismos cantos, ya con contenido religioso son “cantos espirituales” o Gospel. Y en los ambientes profanos de las tabernas, son el “ Blues”.
Esos cantos son fruto del sincretismo de varias culturas, “la europea” a través de colonos españoles, franceses, alemanes, ingleses…y sobre todo “la africana” traída por negros africanos o caribeños. Son manifestaciones de dolor, opresión, pobreza, añoranza y deseos, pero sin caer en lástima de sí mismo y actuando como catarsis liberadora.


Es una música que sigue el patrón de llamada-respuesta y con gran contenido rítmico.
A finales del siglo XIX coge fuerza la música de piano, sincopada en la mano derecha y con fuerza de los bajos en la mano izquierda. Es el “ragtime” (Scot Joplin), iniciando la fusión entre la música afroamericana y las tradiciones de la composición occidental.
Ya en el inicio del s. XX se potencia el Blues y por la americanización de la música africana, y debido a una demanda popular, surge el JAZZ (Buddy Bolden, Jerry Roll Morton, Keppard, King Oliver, Louis Amstrong).

Como escribe Ted Gioia “La compleja historia del Jazz, es el choque y fusión entre lo africano y lo europeo, la composición y la improvisación, lo espontaneo y lo deliberado, lo popular y lo serio”
Chicago a principios de los años 20, debido a la Gran Migración de los negros hacia las comunidades más tolerantes del Norte, recibe a buena parte de los músicos de Nueva Orleans (Oliver, Amstrong…) y el Jazz se desplaza a esa ciudad donde también hay músicos blancos (Bix Beiderbecke, Benny Goodman, Eddy Condon, Jack Teagarden).


Nueva York a finales de los años 20, vive el Renacimiento de Harlem, que es el florecimiento de la vida cultural negra. Pero había dos Harlem, el de la poesía, la narrativa, las artes plásticas y la historia, el de personas con economía capaz de comprar casa para vivir dignamente y al lado el Harlem de la pobreza y la depresión. En ese segundo Harlem, el jazz se convirtió en algo muy importante, en los bares clandestinos de los barrios bajos. Había el Harlem de aspiraciones literarias y el Harlem del jazz. Y en este último estaba entre muchos otros músicos Duke Ellington.

El jazz emergió con toda su fuerza, aparecen las Big Band (grandes orquestas) y su música evoluciona hacia el Swing, que es música bailable con cierto componente comercial (Fletcher Henderson, Duke Ellington, Benny Goodman, Trumbauer, los hermanos Dorsey)

Kansas City en los años 30, gracias al juego, las drogas ilegales, la prostitución y el alcohol, atrae a muchos músicos (Coleman Hawkins, Count Bassie, , Lester Young, Charlie Parker, Sara Waughan) y renuevan de forma importante el swing.
Julio de la Rúa




BIOGRAFÍA de Duke Ellington. Capítulo II

 


Nace en Washington el 29 de abril de 1899, en una familia de clase media.

Su padre es mayordomo trabajando en casa de un médico y su madre es hija de un capitán de la policía. Ambos tocan el piano.
Duke recibe buena educación moral y alguna clase de piano en su infancia y juventud. En una sala de billar, aprende de los músicos de ragtime. Asiste a clases de composición y armonía y con su talento comienza a escribir sus propias composiciones y a actuar como intérprete.
Era elegante, reservado pero no distante, mesurado en las respuestas, trabajador, elitista pese a sus tendencias populistas, no mostraba su intimidad, muy equilibrado, muy capacitado para las relaciones interpersonales, con enorme personalidad y con las cualidades del líder.


Se casó con 19 años y en 1923 se desplazaron a Harlem, donde al poco tiempo, creó su propia banda de jazz.
No tenía dinero para atraer a las grandes estrellas del jazz, pero sabía escoger a músicos con carácter y talento, los escuchaba, estudiaba sus capacidades y supo sacar lo esencial de cada uno, para hacer una banda insuperable como conjunto. Combinaba las tradiciones musicales con la inspiración del momento y conjugaba la composición progresista con la música popular.
Duke Ellington al piano tenía carencias, no era un virtuoso, pero su música no tenía igual en variedad, exotismo, con preferencias por lo insólito, dando un rumbo estilístico especial a su banda.


En 1927 es contratado en el Cotton Club de Harlem, amplía el número de músicos de su banda y eso es un trampolín a la fama.
Llega la Gran depresión del 29, por lo que en 1931 deja el Cotton Club y su banda sobrevive gracias a una serie de giras por el país, grabaciones en discos de pizarra a 78 rpm, contratos en la radio y apariciones en películas. Aprovechó también para componer mucho, sobre todo en los años 1938-39.
A final de los años 30, llega el ascenso de las Big Band en Harlem, lo que trajo el estilo de música y baile denominado “swing”, que permaneció durante más de una década, que es muy populista y con pocas pretensiones intelectuales. Esta música aunque se alejaba de las tendencias de música culta de Duke, él la supo aprovechar para consolidar el prestigio de su banda.
Ya en la década de los 40, surge el nuevo estilo “Bebop” al que no se adhiere.
Duke Ellington desde esos años finales de los 30, compuso muchas piezas extensas, verdaderas “suites”, poemas sinfónicos y composiciones experimentales que eran un equilibrio entre composición, orquestación e improvisación. Y así continuó durante décadas.
En la década de los 50, el gusto del público se desplazó hacia cantantes populares como Frank Sinatra, luego vino el “rock and roll” y su banda vivió un declive por lo que tuvo que renovarla.


Tuvo que reformular su música en los 60, participó en combos con otros grandes del jazz y con su banda volvió a las grabaciones de discos, la televisión y las composiciones para el cine.
Los últimos años de su vida fue un personaje público, Embajador Honorífico del Jazz, su 70 cumpleaños fue celebrado en la Casa Blanca, George Pompidou le concede la Legión de Honor francesa, Haile Selassie en Etiopía le otorga la Estrella del Emperador…
Al inicio de los años 70, miembros de su banda que estuvieron con él durante décadas, fallecieron y a él le diagnostican un cáncer de pulmón en 1974. Ingresado en el Hospital solicitó un piano eléctrico para tenerlo en la habitación y seguir trabajando en su ópera cómica Queenie Pie, hasta que murió el 24 de mayo, a los 75 años de edad.
En 1999 le fue concedido el Premio Putlizer.
El Jazz nunca ha contado con un compositor de la variedad, la profundidad y la inspiración de Ellington. Fue uno de los compositores más importantes de América.
Julio de la Rúa



1.2.21

La pandemia de COVID-19 atraviesa un momento peligroso...


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La humanidad, durante siglos ha padecido otras terribles pandemias como la Covid-19,  la peste negra, la gran peste de Londres, la pandemia de gripe de 1918, que diezmaron su población, -más de 20 millones de personas murieron en esta última y, que demostró la efectividad del distanciamiento social para mitigar su propagación.  
Y aunque los avances científicos, la situación poblacional, determinante en el avance de una pandemia, además, el extraordinario crecimiento de la población mundial ―de unos 300 millones de habitantes en el año 1000, a los 7.800 millones actuales― ha contribuido a que el virus encuentre auténticas autopistas de propagación en cuestión de días, todo esto, ha modificado la vida de los habitantes del planeta de una manera espectacular y, en particular, nuestra respuesta a las epidemias.


Pero todavía sufrimos el comportamiento de los incivilizados, la indisciplina social, el ocio nocturno de los más jóvenes, las reuniones sociales, tanto, que hemos visto cómo las autoridades han tenido que dictar medidas extremas de confinamiento.

Este vídeo es, un llamamiento a ser disciplinados y concienciarse al máximo, recordando el clima de terror que supuso la peste negra. En este vídeo podemos observar los terribles efectos que causó.


El triunfo de la Muerte es una de las obras más conocidas del pintor flamenco Pieter Brueghel el Viejo, de la Escuela flamenca del siglo XVI.

Obra moral que muestra el triunfo de la Muerte sobre las cosas mundanas, simbolizado a través de un gran ejército de esqueletos arrasando la Tierra. Al fondo aparece un paisaje yermo donde aún se desarrollan escenas de destrucción. En un primer plano, la Muerte al frente de sus ejércitos sobre un caballo rojizo, destruye el mundo de los vivos, quienes son conducidos a un enorme ataúd, sin esperanza de salvación. Todos los estamentos sociales están incluidos en la composición, sin que el poder o la devoción puedan salvarles. Algunos intentan luchar contra su funesto destino, otros se abandonan a su suerte. Sólo una pareja de amantes, en la parte inferior derecha, permanece ajena al futuro que…
En 1644 fue adquirido por Ramiro Núñez de Guzmán, Virrey de Nápoles, en 1827, pasó a formar parte de la colección del Museo del Prado.

El cuadro es impresionante, espeluznante, sin imágenes de esperanza, su realismo crudo, tanto, que se siente y duele la fuerza del desgarro, y nos invita a una seria reflexión sobre la vida.
Me viene a la memoria, la inscripción sobre la puerta del infierno en el canto tercero de la Divina comedia de Dante Alighieri “Perded toda esperanza, vosotros los que entráis aquí”, se refiere a la esperanza de salvación de las almas que están en ese lugar, aún después del día del juicio final. Es parte del marco teológico de la Comedia.

En la actualidad no tiene sentido aplicarla, la esperanza, y la promesa de las autoridades sanitarias, el avance firme en la estrategia de vacunación contra la Covid-19, es el principio del fin de esta terrorífica pandemia. 
Este virus lo paramos unidos.
Gonzalo Díaz Arbolí

CARLOS HURTADO CASANOVA, dibujante. De El puerto de Santa María.

                     

                                                                                      Gonzalo Díaz Arbolí

LEYENDAS VEJERIEGAS, NUCLEO RURAL DE PATRÍA

 

Patría, Villa medieval perteneciente al alfoz de Vejer de la Frontera
 
Allá por el siglo XIII, Patría era una ciudad hermosa con mucha población y su caserío rodeado de murallas con torreones en la esquinas.

En ella vivía Aben-Alí, en la plaza cerca de la mezquita. Era un joven fornido e iba ya con los guerreros en sus idas y venidas por la frontera. El adul les enardecía con sus sermones, vehementemente arengas en defensa del Islam y en contra de los cristianos.

Por aquellos años los castellanos habían avanzado mucho hacia el sur conquistando villas y castillos. Huían los moros y ellos convertían sus mezquitas en iglesias y repoblaban las ciudades con gente venida de los reinos de norte. Así ocurrió con Jerez, que fue conquistado tras un largo asedio, poniendo el rey como alcalde la fortaleza a don Nuño de Lara.

Patría seguía, tras la frontera en el lado musulmán, perteneciendo al alfoz de Vejer y ambos castillos a la cora de Algeciras. A las órdenes del “caid” salían todas las semanas hacia los campos de Medina y Jerez, montados en sus blancos caballos y cubiertos con marlotas de grana. Eran diestros, valientes y arriesgados. Quemaban cortijos a los castellanos, lanceaban a quienes encontraban y cogían luego de las alquerías y dehesas cuanto ganado podían, Los pocos cristianos que lograban huir contaban en Jerez lo sucedido y cómo vestían aquellos moros temibles. Y los jerezanos acordaron y juraron ajustar las cuentas a los de Patría, vengar estas afrentas y hacer un escarmiento.

Tras las escaramuzas, volvían los moros a la ciudad, subiendo la cuesta del cerro donde está asentada. Desde las almenas gritaban enfervorecidos los vecinos viendo a sus jinetes y las puntas de vacas, corderos y caballos que traían. El júbilo cundía por las calles, se abrían las puertas de la muralla y todo el pueblo les aclamaba y vitoreaba. Alí encabritaba su caballo, que marcaba con sus cascos el empedrado de sus calles. Era ídolo y admirado de las muchachas de Patría. Al día siguiente había fiesta. Se mataban algunas reses y se distribuía la carne entre todos los habitantes.


En una de aquellas “razzias” alentadas y coordinadas por el “caid”de Ronda, llegaron a poner cerco a la torre de Melgarejo, en los llanos de Caulina, causando mucho daño a sus pobladores.

El rondeño invitó a los caballeros de Patría a su ciudad so pretexto de que el camino de vuelta era de muchas leguas y antes habían de descansar. Así lo hicieron marchando a Ronda, donde se repartió el botín y celebraron las fiestas.

En Ronda conoció a Zaida, la hija del “caid”, una joven morena, vivaracha, de hermosos ojos negros. Y lo que son las vientos del destino, uno y otro de quedaron absortos al primer encuentro. Por las veredas del regreso, Alí sólo pensaba en ella, en todos y cada uno de los momentos y detalles vividos a su vera. A pesar de la distancia y las dificultades para volver a Ronda. Alí de las ingeniaba una y otra vez con variados pretextos para verla, cortejarla y hablarle de amores. La morita suspiraba, lloraba, soñaba, reía, cantaba por su joven guerrero, fuerte como el trueno, veloz como el viento, hermoso como la primavera, regalo de Alá.

En Patría Alí se asomaba a la muralla al ocaso del día, divisando por levante las torres y el castillo de Vejer. Por el sur, el mar, donde el sol poco a poco caía sumergiendo su luz en las aguas profundas del océano. Su alma se enternecía con nostalgias, deseando que el viento soplara tan fuerte que le transporta como el polen de las flores, por encima de cerros y cañadas hasta allí, donde vivía el amor de sus amores, al que no le importaba en su ardor guerrero pelear en el camino contra mil castellanos, vencerlos y llevar a su amada el botín de su victoria.


Al fin se concertaron las bodas. Prepararon los regalos y una numerosa comitiva de los más selecto de la ciudad partió de Patría hacia Ronda para los desposorios.

A la novia, vestida con un hermoso “kaftan”, pintadas las manos con “henna, y las mejillas con “arqafasi”, “La luna está sobre nosotros / apareció sobre las crestas en la despedida / el agradecimiento a Dios es nuestro deber…

El novio la esperaba nervioso, como un sol naciente con su chilaba y su “fukia” blancos. Los casó el adul y firmaron las actas ante el cadí. Y luego los días de fiestas, invitando a amigos y parientes y hasta los pobres que obsequiaban con carne y bollos. Cantaron los “haddara” y comieron todos de los más variados manjares.

Al fin partieron hacia Patría, el ajuar en una muía, ella con su jaike, cobijada blanca, en su caballo y junto a ella en un brioso alazán, Alí rebozando alegría y felicidad.

Por espías supieron los jerezanos que los de Patría habían ido a Ronda a las bodas con un gran tropel vistoso y llamativo. Y entonces planearon el ajuste jurado, la venganza acordada. Cuando el tiempo transcurrido fue suficiente para simular el engaño, fueron de noche disfrazado en caballo blancos y cubiertos con marlotas de grana, llevando tras de sí reatas de cautivos ensogados, como si fuesen prisioneros cristianos. Los del castillo cayeron en el engaño. Alegres abrieron las puertas gritando: “¡Ya vienen los novios, ya vienen los novios”. Corrieron a su encuentro y con la vida pagaron su alegría y su inocencia. Pasaron a cuchillo a toda la población, cuidando de que no quedara nadie que luego les delatara. Y una vez acabado el exterminio, aguardaron pacientemente la llegada de los caballeros moros.

Por las cañadas y veredas de las sierras y de las campiñas venían éstos alegres y dichosos. Los novios aprovechaban cualquier parada para arrullarse. Para ellos aquel viaje era la antesala del cielo.

Rodearon la villa de Arcos, pasaron la de Medina y al cabo de varios días, en un atardecer llegaban al camino del Esparragal lindero con el río Salado, divisando las murallas de su querida Patría en lo alto de su monte. Cuando iban por los cerros de la Plata y del Águila estaba cayendo el sol, así que comenzaron a subir la cuesta de noche y sin luna.


Los jerezanos disfrazados, algunos tras las almenas recorrían el adarve como quien hace guardia, simulando ser centinelas; solo se veían sus cabezas con turbantes recortados en la oscuridad. Los más se aprestaron en sus cabalgaduras dispuestos al ataque tras la puerta norte de la muralla, la que salía junto al puerto de las losas.

Y estando a la mitad de la cuesta los que llegaban alegres, salieron a una señal los jerezanos disfrazados, todos a una y en tropel y lanzados hacia abajo, arremetieron a muerte contra los moros, que despreocupados quedaron atónitos y horrorizados con aquella trágica sorpresa.

Muchos fueron lanceados y muertos. A las mismas puertas de su amada ciudad cayó lo más selecto y aguerrido de Patría. Alí mascando rabia y desesperación, intentó a la desesperada defender a su esposa, pero nada pudo frente a aquella sanguinaria avalancha. Zaida murió en la refriega de una lanzada en el pecho. A duras penas, Alí, logró montarla en su caballo y huyó despavorido hacia el río. Y escondido entre la jara, abrazándola fria ya, muerta entre los estertores de la madrugada.

Volvieron los castellanos a la ciudad y prendieron fuego por los cuatro costados. Ardió Patría y en el frío de la noche las llamas, campanas de fuego, repicaban sus lenguas de muerte, iluminando las campiñas y los montes. Todo quedó convertido en cenizas y a aquella cuesta que subía a su ciudad, donde fue la matanza, le pusieron el nombre de “el Justal”, porque en ella los jerezanos habían ajustado cuentas a los moros de Patría.

Alí enterró a su amada en un bosquecillo de acebuches y herido, más de alma que de cuerpo, se mesaba sus jóvenes barbas y clamaba y clamaba por aquellos parajes día y noche como un loco entre gemidos y llantos. Los que pasaban por aquel lugar oyeron mucho tiempo sus lamentos. Aquel cerrito del bosque de acebuches quedó para siempre con el nombre del “cerro del loco”, en recuerdo, sin saberlo ya nadie, de Alí que en su infortunio, murió loco de amor.

La ciudad de Patría nunca más volvió a poblarse. Allá arriba quedan sus ruinas y una torre desmochada cara al mar, como vigía y recuerdo de aquellos bravos musulmanes, que allá por el siglo XIII vivían alegres en aquellas alturas. Aún dicen la gente de campo, sin saber por qué y cuando ocurre algo malo: “Se perdió Patría”.

Patría en la actualidad. Pulsar sobre la imagen para visualizar el vídeo

Fuente: Capítulo transcrito del libro de Antonio Morillo Crespo, Estampas y leyendas vejeriegas, págs. 181-187.

LA MUSICALIDAD EN LA PINTURA. La Bacanal pintada por Vecellio di Gregorio Tiziano. Cap. VI


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La Bacanal pintada y firmada por Vecellio di Gregorio Tiziano (Cadore, h. 1490, +Venecia, 1576) fue encargado en 1518 por Alfonso de Este, Duque de Ferrara, para formar parte de la decoración del Camerino de alabastro, junto con El festín de los dioses de Bellini (National Gallery de Washington) y otras dos bacanales del propio Tiziano, La ofrenda a la diosa de los Amores (Museo del Prado) y Baco y Ariadna (National Gallery de Londres). Es posible que esta obra fuera regalada un siglo después por Nicolás Ludovisi, virrey de Aragón, a Felipe IV. Junto con la Ofrenda, don Manuel de Zúgiña y Fonseca, VI Conde de Monterrey, se la entregó al Monarca antes del 5 de agosto de 1658. Ya en 1666 aparecen ambas en los inventarios de El Alcázar de Madrid. La inspiración de la pintura parte del libro Imágenes del escritor helenista Filostrato, pero el pintor de Cadore desarrolla en ella las ideas neoplatónicas del duque de Ferrara y altera en cierto modo, la fábula mitológica. El resultado del cuadro, tras las transformaciones que realiza el artista durante el transcurso de la ejecución pictórica, es el de una fiesta en la que se exalta el amor y el vino.


En esta escena báquica desarrollada en una isla griega, los personajes esperan la llegada por mar de Dionisio. Unos bailan y otros cantan al son de las flautas en un paisaje campestre en el que están presentes numerosos recipientes de vino. En primer término, el bellísimo desnudo yacente de Ariadna y al fondo Sileno dormido, tal vez embriagado. En la parte delantera están las copas caídas al lado de una partitura y el pequeño río de vino tinto que surcaba la Isla. Entre los que bailan, un joven levanta una jarra de cristal con vino que se recorta sobre el blanco de las nubes. En la partitura se puede leer en un francés arcaizante «qui boit et ne reboit ne sait que boire soit» quien bebe y no vuelve a beber, no sabe lo que es beber.


El movimiento, salvo en las figuras que descansan, es envolvente y los paños de los danzantes ondean y se entremezclan. Las bellas calidades cromáticas de la pintura se tornan armoniosas tonalmente en el desarrollo de la escena que tienen mucho de danza popular, interpretada en un tiempo “allegro maestoso”, frente a la serenidad suave y sostenida de la Venus. Partiendo de su posición, la representación se va escalonando en diagonales y horizontales.

Los vestidos de la pareja que baila a la derecha se enriquecen con el “vibrato” o vibración que producen los toques de pincel en superficie para realzar los pliegues, haciéndose más expresivos y sirviendo de punto lumínico al que se dirige nuestra mirada. Pudieran estar moviéndose al ritmo de una danza de Edvard Grieg.


Casualmente, en La Bacanal tizianesca encontramos una serie de elementos de gran paralelismo con los de esta tierra gaditana. Un río se junta con el mar en donde avistamos un barco de vela, como sucede aquí con el río Guadalete que va a desembocar al Atlántico. Por otro lado, el vino, el baile y el cante, propios de la bahía son la consecuencia de la alegría que produce la cultura a través del conocimiento del vino, como lo era también, en nuestra escena de referencia, lo que motivaba la exaltación de las Dionisíacas.
Carmen Garrido

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