18.11.21

Cap.IV. Discurso de Investidura del académico de Santa Cecilia, Luis del Olmo. El diálogo


Dialogar es convivir.
El poder de la comunicación se basa en la palabra. El poder de la palabra se fundamenta en la persuasión. La persuasión se nutre de la libertad. Sin libertad, persuadir es coaccionar. La palabra es libre, envuelve una opinión, y la contrasta con otras, hasta crear, por ósmosis, un criterio. La comunicación solo tiene sentido con el diálogo.

Aquel santo varón que fue el Maestro Ávila, nos dejó una de las más bellas definiciones de la palabra: “La palabra es un soplo de aire herido”.
La palabra hiere el aire, pero no con el objetivo de dominar, sino de dialogar, no con la obsesión de vencer, sino con el afán de convencer, no con la obcecación de partir, sino con la voluntad de compartir.

Los atenienses que inventaron la democracia, dialogaban en el ágora. Por la palabra persuadía Sócrates, con la palabra tertuliana Tertuliano. La primera palabra que utiliza la Biblia para designar a Dios es precisamente esta: Palabra. La palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. La palabra se ha hecho comunicación y habitó en el diálogo. Porque dialogar es convivir.



Las leyes del Diálogo.
Hablar es comunicar, dialogar es convivir. Para llegar a un diálogo efectivo, hay que saber escuchar.
Ya lo decía Machado “Para dialogar, preguntad primero, después escuchad”
La clave del diálogo, no siempre está en el emisor del mensaje, sino en el receptor del mismo.
Se impone, cada vez más, la evolución de los receptores.
Existe sobreabundancia de mensajes. Todo el mundo quiere decir algo, que es lo mismo que decir que todo el mundo quiere decir nada.
Si todos hablan y nadie escucha, no hay diálogo, existen infinitos monólogos sin respuesta.

Se impone un aprendizaje de la recepción.
. Hemos hablado de las personas de acción. Las que hacen.
. Hemos hablado de las personas que dicción. Las que dicen.
. También existen las personas de audición. Las que escuchan.

Saber escuchar también pertenece a las bellas artes.
Los que saben oír distinguen las voces de los ecos.
Los ecos son los que hablan por boca de otros, los que reparten consignas, lo que emiten mentiras, falsedades, exageraciones, calumnias.
Las voces son las que hablan con su opinión, que no siempre es cierta, pero por lo menos es la auténtica.
Los que saben escuchar, son los que dan sentido a la palabra humana, los que la ennoblecen, los que la consideran portavoz de un mensaje que debe ser analizado, discutido, dialogado.


Fuente: 
Discurso de Investidura del Ilmo. Sr. Luis del Olmo. Capítulo IV.

1 comentario:

Luis Manzrro Benitez dijo...

Había oído que estuvo en la lista de ETA, pero no tantos años; 24 es una barbaridad. Desde luego no sabía que lo llamó la hija de Marconi, el inventor de la radio.
Creo que la palabra se ha devaluado, antes, cuando yo era niño, la palabra era ley. Recuerdo que mi padre apalabró la venta de un caballo y apareció otro comprador que le ofrecía mucho más, pero mi padre le dijo, "lo siento, ya está vendido; lo he apalabrado.
Otro capítulo interesante, Gonzalo.

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