25.11.21

Cap. X y último. Discurso de Investidura del académico de Santa Cecilia. Periodismo es libertad.



Periodismo es libertad.

Y volvemos a la libertad. Es necesario.
El periodista es mensajero de la libertad, testigo de ella y su máximo defensor, porque la libertad pertenece a la esencia misma de nuestra tarea profesional, es su sustento y su razón de ser. La libertad es el aire que respiramos y el pan que nos alimenta, es nuestra pasión y nuestro impulso, nuestra fuerza y nuestro orgullo, nuestra raíz y nuestra enseña.

Por la libertad mueren centenares de periodistas cada año en las difíciles trincheras donde se persigue con saña a compañeros por el hecho de contar lo que está sucediendo.

Los dictadores, los fundamentalistas, los tiranos, los terroristas utilizan todos los medios a su alcance para atacar los cimientos de la libertad. Conceptos como patria, raza o religión pervierten su auténtico sentido y se convierten en generadoras de odio. Contra ellas el periodista solo se enfrenta con la palabra. Una palabra sin censuras, una palabra que informa de lo que ve y no propaga consignas, una palabra enamorada de la vida y no sometida a la bota del poder, una palabra que defiende la concordia en la diversidad y no está coaccionada por el terror.

El periodismo es consciente de que la libertad de expresión no es un don del cielo, sino una conquista cotidiana, un derecho que hemos de ganarnos a pulso y la contienda es larga. Basta una rápida ojeada al mundo para observar que la libertad de expresión es un lujo de los países más desarrollados, y que desgraciadamente está muy mal repartida.

Más de dos tercios de la humanidad sufren la opresión de regímenes totalitarios, donde se censuran o se clausuran medios de comunicación, donde al periodista se le controlan sus llamadas telefónicas y se le impide desarrollar plenamente su labor, cuando no se le encarcela sin juicio, se le secuestra, se le tortura o se le asesina.

Los enemigos de la libertad saben muy bien que amordazar al periodista supone condenar a la presión al pueblo soberano que es el destinatario de la información, el beneficiario de una opinión libre. Un pueblo sin libertad de expresión es un pueblo esclavo, ciego, sordo y mudo, sometido a la ley del silencio, a la razón de la fuerza, a la tiranía del terror.

La libertad es indivisible. No hay libertad sin libertad de expresión. Una lleva a la otra. La libertad es solidaria, y ha de conjugarse en plural. La libertad es la condición previa para que exista una sociedad tolerante, una sociedad donde haya convivencia y no enfrentamiento, donde la concordia sea más fuerte que la xenofobia, donde la diversidad del mestizaje prevalezca sobre el dogmatismo del pensamiento único.


El periodismo, ahora más que nunca, sea cual sea el medio que utilice, la radio, la televisión, la prensa escrita, la prensa gráfica o la comunicación digital, ha de entregarse de lleno a la arriesgada aventura de la libertad. Nuestro deber nos obliga a ser imparciales con los hechos, pero también a defender una sociedad libremente informada. Nos obliga a dar noticias con objetividad, pero también a combatir, a denunciar y participar activamente en la lucha contra individuos, asociaciones, instituciones o sistemas políticos que atentan contra la libertad de expresión, allá donde estén, en el país más lejano o en el pueblo más cercano.

Porque tenemos el deber de transformar la injusticia en solidaridad, la violencia en tolerancia, combatiendo el dogmatismo con el diálogo, y la manipulación del poder con la verdad participada por todos.

A Mercurio, el dios mensajero, la mitología griega lo describe con alas en los pies. Alas a la libertad tiene la palabra del periodista en la radio, en la televisión, en la prensa. Alas de libertad, reflejadas en la persuasión de una fotografía o en su viaje veloz por el ciberespacio.

Esta y no otra es nuestra función. Somos mensajeros de la libertad y hacemos nuestra la frase de Federico García Lorca: “En la bandera de la libertad bordé el amor más grande de mi vida”.

En esta celebración tan grata para mí, tan llena de emociones y de culminaciones, solo pido que todos tengamos la fuerza de ánimo, el tesón y el entusiasmo para seguir adelante en esta lucha cotidiana. Para que nada ni nadie, ni la violencia del fanatismo, ni las presiones del poder, consigan arrebatarnos la bandera de la libertad.

Gracias por vuestra acogida, por vuestro cariño, y por dejarme compartir con vosotros esta maravilla llamada El Puerto de Santa María.


Fuente: 
Discurso de Investidura del Ilmo. Sr. Luis del Olmo. Capítulo X y último.


2 comentarios:

Luis Manzrro Benitez dijo...

"Dos tercios de la humanidad viven bajo la tiranías totalitarias"; esos es una barbaridad. En estos momento, como decía Luis del Olmo, las ideas extremistas están cavando trincheras y hay que tener alma de guerrero y corazón de héroe para ser periodista y contar la verdad.
Gracias, Gonzalo, por estos 10 extraordinarios capítulos.

Gondiazar dijo...

Gracias a vos,querido amigo por tus inestimables respuestas
y colaboración

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