14.7.22

La guitarra


                                     Romanza de Salvador Bacarisse

"La prima que canta y el bordón que llora / Y el tiempo callado se va, hora por hora". En estos dos versos sintetizó el poeta Manuel Machado el encanto de la guitarra, viejo instrumento de cuerdas pulsadas. Es, como el laúd, de origen oriental. Dos explicaciones, se ha dado a su penetración en Europa. Según una, la guitarra llega con los árabes, procedente de Arabia y Persia. Según otra deriva de la cítara romana, de origen asirio y griego. Esta última es la guitarra latina, que en España se emplea al mismo tiempo que se utiliza también la otra guitarra, la morisca.

El hecho de la simultaneidad de los dos instrumentos permite admitir las dos teorías: la guitarra pudo, en efecto, tener ambas vías de penetración.

Una de sus más antiguas representaciones plásticas es la que vemos en una escultura del Pórtico de la Gloria, de Santiago de Compostela (siglo XII). Posteriormente, en el silgo XVI, son cultivadas intensamente en la Península Ibérica las varias familias de instrumentos de cuerdas pulsadas: la guitarra, el laúd, la vihuela, la tiorba, la pandora... Las dimensiones de la guitarra, el número de sus cuerdas, su ornamentación, sus detalles, han variado según las épocas y los pueblos. Un escritor y músico español del siglo XVII, Vicente Espinel, añadió la quinta cuerda, y más tarde, un guitarrista francés, Marechal, añadió la sexta. Más tarde en el siglo XX, el guitarrista español Narciso Yepes añadió cuatro cuerdas más por debajo del mi grave. 
La guitarra, instrumento de profundo arraigo popular, ha entrado en la orquesta de ópera y en la sala de conciertos. Rossini la hace sonar en la serenata de su Barbero de Sevilla, Donizetti en la de Don Pascuale. 


Compositores y ejecutantes de gran mérito fueron Dionisio Aguado y Fernando Sor, en el siglo XIX, y, posteriormente, Francisco Tárrega, un místico y un iluminado de la guitarra. El famoso violinista Paganini llegó a componer algunas páginas para guitarra sola y doce sonatas para guitarra y violín. Falla, Turina, Moreno Torroba, Manem Arregui... han escrito en nuestros días para este instrumento. Y Joaquín Rodrigo crea su bellísimo Concierto de Aranjuez, para guitarra y orquesta. 


Ya ha salido, pues, -ha escrito este músico- la guitarra de las manos del pueblo, rezumante de dejos populares; su técnica, por virtud de los dedos -casi más que sensibles, sensitivos- de Tárrega, se ha ensanchado prodigiosamente, y el instrumento hispano, en brazos de una ilustre constelación de guitarristas, recorre el mundo entero, recibiendo el encendido homenaje de la flor de los compositores, que enriquecen su literatura con inéditas aportaciones. Stravinsky hace intervenir a la guitarra como instrumento de conjunto.

Pedro Salvatierra Velázquez
Concertista y profesor de Conservatorio

Sobre  las obras que podremos escuchar:
1) Romanza de Salvador Bacarisse: 
Esta obra maestra comienza con el raspeo de una guitarra española. Una melodía única que nos llega al corazón. Cada acorde, con dulzura, parece querer traer a nuestra memoria los mejores recuerdos de nuestra vida, de todo lo que conocemos y añoramos. La Romanza comienza con esa melancolía que, al mismo tiempo que nos hace llorar, nos dibuja una sincera y sentida sonrisa. Pero en poco más de un minuto, la nostalgia da paso al estremecimiento con la entrada de esos violines, una entrada dramática que cala en lo más hondo de nuestra alma.

2) Serenata, Donizetti, Don Pascuale. 
Don Pasquale, está considerada como la última de las grandes óperas bufas italianas.
En el jardín, conforme se aproxima la noche, Ernesto canta una serenata a su bella amada mientras espera su llegada (Com'è gentil – "Cuán hermosa"). Al final, sale Norina, y ambos cantan un dúo de amor (Tornami a dir che m'ami – "Vuelve a decir que me amas"). El dúo Tornami a dir che m'ami, en el que Norina y Ernesto vuelven a jurarse amor.

3) Concierto de Aranjuez, para guitarra y orquesta, Joaquín Rodrigo.

Por qué y cómo se hizo: De Escritos de Joaquín Rodrigo.
En Septiembre de 1938, pasaba yo por San Sebastián camino de Francia. (...) El Marqués de Bolarque nos reunió a comer a Regino Sainz de la Maza y a mí. Se comió bien, y no se bebió mal; el momento era propicio a las fantasías y audacias. (...) De pronto, Regino, con ese tono entre voluble y resuelto que tan bien le caracteriza, dijo:

-Hombre, has de volver con un concierto para guitarra y orquesta- Para enternecerme, añadió con voz patética: -Eres el llamado a hacerlo, algo así como 'el elegido'.
Apuré dos vasos seguidos del mejor Rioja, y exclamé con el tono más convencido del mundo:
-¡Hombre, eso está hecho!.
Una mañana, dos meses después, hallándome de pie en mi pequeño estudio de la Rue Saint-Jacques, en el corazón del barrio latino de París, y pensando vagamente en el Concierto, pues yo me había encariñado con la idea a fuerza de juzgarla difícil, oí cantar dentro de mí el tema completo del 'Adagio' de un tirón, sin vacilaciones, y... en seguida, sin apenas transición, el del tercer tiempo. Rápidamente me di cuenta de que la obra estaba hecha. Nuestra intuición no nos engaña en esto...
Si al Adagio y al Allegro final me condujo algo así como la inspiración, esa fuerza irresistible y sobrenatural, llegué al primer tiempo por la reflexión, el cálculo y la voluntad. Fue el último tiempo de los tres; terminé la obra por donde debí haberla empezado...

4) Recuerdos de la Alhambra de Francisco Tárrega es una obra para guitarra clásica compuesta en Granada en el año 1896.
La pieza se caracteriza por utilizar la técnica conocida como trémolo para interpretar la línea melódica, en la cual cada nota es tocada varias veces de forma rápida, dando lugar esta sucesión a la ilusión de que dicha nota suena de forma sostenida. Para llevar a cabo esta técnica, el intérprete puntea la cuerda con los dedos anular, corazón e índice de forma secuencial. El pulgar es utilizado para tocar el acompañamiento en arpegios más graves que la melodía. Es común pensar que la obra está siendo interpretada por dos guitarras la primera vez que se escucha.
Gonzalo Díaz Arbolí

5 comentarios:

Eugenio Martínez dijo...

Que los orígenes de la guitarra puedan ser árabes o persas, romanos, asirios o griegos es posible, pero yo creo que si ya Espinel la recreó por las fraguas de la serranía de Ronda y el panocho Narciso Yepes la acreció con diez cuerdas cultivadas en su huerta, Manuel de Falla la adorna con la salada claridad de su Cádiz y Andrés Segovia la enaltece con la plateada luz de Jaén, esta actual guitarra ha renunciado, con alegría, a sus orígenes tan lejanos, para gozarse, con satisfacción y júbilo, de su nacionalidad española. Aparte de esta caprichosa oniromancia, Gonzalo, te felicito y te agradezco esta entrada muy documentada y muy amena que nos has regalado

Gondiazar dijo...

Gracias, po tu comentario, siempre tan instructivo. Maestro

Luis Manzorro dijo...

Gracias, Gonzalo, por ilustrarnos con la historia de la guitarra y por los maravillosos vídeos; hacía mucho tiempo que no escuchaba RECUERDOS DE LA ALHAMBRA.
Yo creo que el que invento la guitarra tenía que tener sangre andaluza...
Un abrazo

Helcy Cavalcanti dijo...

Gonzalo, maravilhosas obras ,com. el raspero...uma melodia que nos leva ao coração...cada acorde
com doçura...trás os melhores sentimentos...
Amei... muito lindo.
Obrigada...

Julio de la R. dijo...

Gracias, Gonzalo, la guitarra ¡qué buena entrada!.
Y que buena la selección de los vídeos.
Me ha gustado ver la interpretación de Narciso Yepes con la guitarra de 10 cuerdas, pues se comprueba claramente como sus dedos se mueven sólo en las 6 últimas cuerdas y las 4 primeras más graves, solamente (?) sirven para ampliar la sonoridad entrando "en resonancia".
Un abrazo

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