28.7.22

Tomás Bretón Hernández. Salamanca, 29.XII.1850 – Madrid, 2.XII.1923. Compositor, profesor y director.

Nació en Salamanca, en una familia de origen humilde, hijo de Antonio Bretón Hernández, panadero, y de Andrea Hernández Rodríguez. Quedó huérfano de padre a los tres años y comenzó sus estudios musicales en la Escuela de Nobles y Bellas Artes de San Eloy. Estudió con Ángel Piñuela solfeo y violín. Pronto comenzó a tocar en cafés, bailes e iglesias y también en el Teatro del Hospital de la calle de la Alegría, a cuya orquesta se incorporó con sólo doce años, acompañando en las zarzuelas y óperas y en dos años llegó a ser concertino.

En 1865, el director del Teatro Variedades, en una función en Salamanca, conoció a Bretón y reconociendo su enorme talento aconsejó a su familia que se trasladaran a Madrid, para que su hijo estudiara en el conservatorio de la ciudad. Ese mismo año se mudó Tomás a Madrid, junto con su madre y su hermano, y entró a formar parte de la orquesta del Teatro Variedades, mientras proseguía los estudios de música.

El mayor interés de Bretón era la creación de una ópera nacional española, pero la ruptura de Chapí con los empresarios del Teatro Apolo a principios de 1894 le hizo acercarse al “género chico”, que en su día había criticado muy duramente. La obra nacida de este encargo del Apolo, sobre libreto de Ventura de la Vega, fue La verbena de la Paloma, y así, una obra compuesta en unos pocos días y sin darle mayor importancia se convirtió en el mayor éxito de Bretón. Desde su estreno, el 17 de febrero de 1894, este sainete se ha representado sin interrupción por toda España y América Hispana. Uno de los méritos de esta obra se encuentra en que hay una gran diversidad de estilos, desde el más cercano a la ópera hasta músicas nacionales, pasando también por números cómicos o danzas populares urbanas.

Esta obra es prácticamente un paréntesis entre los estrenos de Bretón; sólo unos días después de haberse presentado La verbena, la Sociedad de Conciertos, dirigida por el propio compositor, presentaba sus Escenas andaluzas, donde profundizaba en el estilo andalucista sinfónico de corte pintoresquista.

 

En el terreno de la zarzuela, el acierto de la Verbena de la Paloma, no ha sido superado por ninguna otra.


                     Soleá "En Chiclana me crie" de "La Verbena de la Paloma"

Es suficientemente conocido que en la más popular de las obras del llamado "género chico" -la zarzuela de un único acto-, es decir, "La verbena de La Paloma", suena una nostálgica soleá: "¡Ay! En Chiclana me crié,/ que me busquen en Chiclana/ si me llegara a perder". Es la primera estrofa que entona en el café de Melilla, en pleno corazón del Madrid castizo -el barrio de La Latina-, una cantaora anónima mientras que las hermanas Casta y Susana tratan de convencer a su barbiana tía Antonia, con la que viven, de que no vaya a la verbena.


También en la música sinfónica, en un momento en el que el sinfonismo español era inexistente, ayudo a Barbieri y creó varias composiciones sinfónicas de un pintoresco nacionalismo que no llega a la altura de Albéniz pero que, en algunas obras como el Concierto para violín y orquesta, se acerca al sinfonismo europeo de su época. En la música de cámara destaca la calidad de su Cuarteto de cuerda nº3, que debería ser de obligado repertorio, al menos, en España.



String Quartet No. 3 in E minor. 1909.


Pero su principal atención seguía centrada en la creación de un repertorio operístico nacional, y ahora el tema elegido fue La Dolores. Él mismo escribió el libreto, basado en un drama rural de Feliú y Codina.

Esta obra, a diferencia de las anteriores de corte romántico, está cargada de un tono realista, cercano al verismo de sus contemporáneos. La Dolores se estrenó en el Teatro de la Zarzuela el 16 de marzo de 1895, ya que el propio compositor renunció a estrenarla en el Teatro Real para evitar los problemas de las dos obras anteriores. Tuvo un gran éxito, se representó en este teatro durante más de dos meses y ese mismo verano fue al Teatro Tívoli de Barcelona, donde se ofreció durante ciento doce funciones. La misma compañía viajó a América e incluso se realizó una traducción al italiano que se estrenó en Río de Janeiro y en Milán. También se hicieron versiones alemana e inglesa. El éxito fue tal que finalmente se representó en los teatros de gran repertorio, primero el Teatro Real de Madrid, en 1915, y después en el Liceo de Barcelona en 1916. En 1923, poco antes de la muerte del compositor, volvió al Teatro Real con un cartel en el que aparecían las grandes figuras del momento en la lírica internacional, Hipólito Lázaro, Miguel Fleta y Ofelia Nieto


Otras obras suyas:
 Zarzuelas:
Pulsando en el nombre pueden ver la obra completa: La verbena de la Paloma  
Los dos caminos; El viaje a Europa; El bautizo de Pepín; El clavel rojo;
El campanero de Begoña; Las percheleras;
El domingo de Ramos.

Óperas:
Guzmán el bueno, Garín, Raquel; El certamen de Cremona; Tabaré;
Don Gil; La dolores; y Los amantes de Teruel

 Orquesta:
El Apocalipsis (con coro); Los Galeotes; Salamanca; En la Alhambra;
Elegía y añoranza; Escenas andaluzas; Concierto para violín y orquesta.

 Música de cámara:
Trío de cuerda; Cuartetos de cuerda (3); Quinteto y Sexteto

Fuentes:  Real Academia de la Historia
Gonzalo Díaz-Arbolí

1 comentario:

Santiago Bretón Suano dijo...

si señor. Dignificación de la música y fomentar la ópera en lengua castellana. Los últimos años de su vida invadido lo invadió la tristeza por la muerte de su esposa Dolores, por el calvario de conseguir una pensión digna y por la temprana muerte de su hijo (Mi bisabuelo) en 1923 y en diciembre de ese mismo año su muerte dejando al género chico huérfano.

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