Presidiendo una Junta del Cuerpo de Académicos
Ha fallecido en El Puerto de Santa María Manuel Pico Ruiz-Calderón, figura fundamental de la vida cultural portuense y referente indiscutible de la Academia de Bellas Artes de Santa Cecilia, institución a la que dedicó su talento, su tiempo y una entrega que trascendió cualquier obligación.
Vinculado a la Academia desde su infancia —cuando comenzó como alumno de dibujo, alentado por la estrecha relación de su padre con la entidad—, encontró en ella un espacio decisivo para su formación y crecimiento personal. Con los años, aquella primera vinculación se transformó en una dedicación ejemplar que lo convirtió en una de sus columnas vertebrales.
Desde 1981 formó parte de la Junta Directiva, ocupando los cargos de vicepresidente, tesorero y, posteriormente, presidente durante más de una década (2006-2015). Sus responsabilidades, sin embargo, apenas reflejan la magnitud de su compromiso. Manuel Pico fue, ante todo, un apasionado de la cultura y del arte, un trabajador incansable, discreto y riguroso, siempre conciliador, generoso y dispuesto a mejorar todo lo que estuviera a su alcance.
Uno de sus empeños más firmes fue lograr que el edificio de la calle Pagador se destinara íntegramente a la actividad académica, convencido de que aquel espacio debía estar al servicio de la formación artística y la vida cultural de la ciudad. De igual modo, dedicó un esfuerzo constante a la sostenibilidad económica de la institución, impulsando la búsqueda de recursos y garantizando la continuidad de sus proyectos y actividades.
Su conocimiento de El Puerto era profundo y admirable. En tertulias, encuentros culturales o conversaciones cotidianas, hablaba de su ciudad con un cariño que convertía cada relato en una lección viva de historia local. Su voz serena y su memoria prodigiosa lo convirtieron en un divulgador brillante y en una referencia imprescindible para entender la evolución cultural del municipio.
Durante su presidencia, la Academia vivió una auténtica revitalización: fortaleció el Cuerpo de Académicos, reforzó la enseñanza, emprendió su presencia en Internet y en las redes sociales y recuperó la actividad cultural de la institución. Especialmente querido fue para él el proyecto de restauración de los cuadros de la Iglesia Mayor, una labor profunda y delicada que permanece como uno de los gestos más luminosos de su legado.
El Puerto pierde a un hombre bueno, a un académico ejemplar, a un enamorado de su tierra. La Academia de Santa Cecilia —su casa, la que cuidó con entrega absoluta— conservará siempre su huella.
Que Santa Cecilia, patrona del arte y de la armonía, lo acoja ahora con la serenidad de quienes han ofrecido su vida a embellecer la de los demás.
Académia de Bellas Artes Santa Cecilia


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