26.10.25

DUBLINESES. Cuento "Los muertos", de James Joyce.

 Dublineses es una serie de quince  cuentos magníficos, del escritor irlandés James Joyce. Es una de sus primeras obras. Se publicó en 1914. Los quince magníficos cuentos, constituyen una representación realista, y da muestras de su gran sensibilidad y de una maravillosas capacidad imaginativa, aun naturalista en ocasiones sutilmente burlona, de las clases media y baja irlandesas, en su Dublín natal de los primeros años del siglo XX.

 Los relatos se escribieron en un momento en el que el nacionalismo irlandés estaba en su apogeo y dominaba en Irlanda la búsqueda de una identidad nacional, que se materializaría en la declaración de independencia de 1921. Atrapado en una encrucijada de la historia y de la cultura, el país se encontraba sacudido por varias ideologías e influencias convergentes, y estos relatos ofrecen una visión de los conflictos, a menudo fútiles, que estas tensiones generaron en la vida diaria de la gente de Dublín.

Joyce, 1939
En estos relatos el escritor trata de reflejar la parálisis cultural, mental y social que aquejaba a la ciudad, sometida secularmente a los dictados del Imperio británico y de la Iglesia católica. El propósito último del libro es de índole moral. ​
En ese libro, Joyce, da muestras de su gran sensibilidad y de una maravillosa capacidad imaginativa. Desde luego su núcleo central, al igual que en todas sus obras, es su ciudad, Dublín.
¿Qué misterio hace que una isla medio despoblada en el confín de Europa posea la más alta concentración de escritores de talento del mundo?

Nos centraremos en el relato “Los muertos” The dead. Con más de 15.000 palabras, este cuento también ha sido considerado una novela corta. Fue llevado al cine, en 1987, por el director John Huston, en ella reflejó el verdadero espíritu de la Navidad, con una secuencia de la cena verdaderamente magistral; esta sería su última película. 
El argumento es el siguiente: En el día de la Epifanía de 1904, está a punto de comenzar una de las celebraciones más concurridas de Dublín, la fiesta de las Señoritas Morkam. Entre sus invitados se encuentra Gabriel Conroy, sobrino de las anfitrionas y esposo de una de las mujeres más bellas del país. Gabriel enamorado de su esposa, la contempla detenidamente cuando suena una antigua canción de amor...  De vuelta a casa, Gretta le confiesa a su esposo que aquella canción le recuerda un amor de juventud, truncado por la muerte de su amado. Nunca en sus años de matrimonio Gabriel había oído esta historia. Sus sentimientos son una mezcla de tristeza, desesperación y celos que le conducen  a meditar sobre el sinsentido de la vida.

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Unos toquecitos en el cristal lo hicieron volverse a la ventana. Otra vez había empezado a nevar. Soñoliento, se fijó en los copos, plata y sombra, cayendo oblicuos contra la farola. Le había llegado el momento de encaminarse al Oeste. Sí, los periódicos tenían razón: la nieve caía por toda Irlanda. Caía por toda la oscura llanura central, sobre las colinas desnudas; caía suavemente sobre la Marisma de Allen y, más hacia el oeste, suave caía sobre las oscuras olas amotinadas del Shannon. Caía también en la colina del cementerio solitario en que yacía enterrado Michael Furey. Se amontonaba espesa sobre las cruces y lápidas torcidas, en las lanzas de la pequeña verja, sobre los espinos resecos. Su alma fue desvaneciéndose mientras oía caer la nieve tenuemente por todo el universo, y tenuemente caer, como el descenso de un último ocaso, sobre todos los vivos y los muertos.


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La intención de James Joyce era escribir un capítulo de la historia moral de su país, y escogió Dublín para escenificarla porque esa ciudad le parecía el centro de la parálisis.

Han dicho varios críticos que en esta obra el protagonismo lo tiene el idioma inglés y en eso estoy de acuerdo. Es cierto también que el lenguaje es uno de los más gratos enigmas de nuestra realidad.  Hay dos tipos de escritores en cuanto a aquello que nos hacen sentir. De unos sentimos las emociones y las ideas. De otros, sin embargo, nos impacta más el lenguaje. Indudablemente Joyce pertenece a los del segundo tipo.

Una de mis escenas favoritas en esta película, cuando el actor recita el poema llamado "Donal Og", que significa Joven Donal, es de hecho una balada irlandesa muy antigua que data de muchos siglos atrás. Fue traducido al inglés durante un período llamado el Renacimiento celta en el que gran parte de la intelectualidad de Irlanda, tanto católica como protestante, se remontaba a sus propias raíces lingüísticas y culturales en un esfuerzo por crear un entorno artístico revitalizado que fuera exclusivamente irlandés. Además de Lady Gregory, quien sin duda fue una persona real y una traductora brillante, El propio Joyce tenía sentimientos bastante encontrados sobre el Renacimiento, y de hecho el director de la película John Huston agregó esta escena donde no existe en el cuento original. Sin embargo, diría que encaja de manera absolutamente brillante con los temas de la historia del amor, la tristeza y los secretos del corazón humano.

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Tímido remedo del poema "Donal og"

Gonzalo Díaz Arbolí

3 comentarios:

LUIS MANZORRO BENITEZ dijo...

Recordarás, Gonzalo, que escribí dos poemas que tuviste a bien recitar, (te vuelvo a dar las gracias), y aunque de vez en cuando pongo el video, me ha gustado verte y oírte recitar lo que tú llamas “tímido remedo”.
El alma no es un músculo que se hace viejo y pierde fuerza y vigor, en todo caso es posible que aprenda con la experiencia de los años y de las vivencias, por eso estoy de acuerdo en que, cuando seamos muy viejos y andemos encorvados, nuestro espíritu seguirá fuerte y firme para seguir amando con la misma fuerza.
¡Vivos y muertos! Sabemos como son los vivos o, mejor dicho, como somos; somos propenso a malgastar el tiempo que la naturaleza nos regala, y en buscar la felicidad individualmente, (egoísmo), por ejemplo. Y de los muertos no sabemos nada… ¿Cuál será la realidad? ¿El vivo al bollo, y el muerto al hoyo?, ¿O vivimos en un valle de penas y lágrimas, y nos espera un valle de risas y alegrías…? Algún día lo sabremos.

Julio dijo...

Me parece espléndida esta entrada.
¡Como sabes enganchar al lector! Presentando magistralmente al autor y su libro en el entorno sociopolítico, con prosa-poética, fragmentos de cine maravilloso, música (la balada...) y con un actor amigo, recitando en torno a una buena mesa.
No se puede pedir más.
Gracias Gonzalo.

Anónimo dijo...

Siempre que leo sobre Joyce lo primero que admiro es la belleza literaria de la narracion. Nada es evidente, todo es sugerido y sin apenas hablarnos de este gran escritor, cada vez le conocemos mejor.

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