10.1.21

SANTIAGO RAMOS PLAZA. Calle Torres, 15. Escritos (1977-2018)

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El poema en la voz de la actriz Flora Díaz-Arbolí, consigue abrazarnos con su calidez, y nos sumerge en la intimidad de su mundo singular.

El poeta se dirige a sus lectores:  Teniendo todavía a estas alturas de mi vida algún que otro libro inédito, he elegido publicar por vez primera obra varia y dispersa.
La parte de PROSA reúne artículos y cuentos aparecidos en prensa, en su mayorías en "SEMANAL DE LA MANCHA". Las páginas de verso recogen poemas de asuntos unitarios y poesías sueltas o de ocasión de distintos fines, en su mayoría inéditos.
Haciendo consideración de todo, he de destacar las colecciones agrupadas por su unidad y tratamiento en "POEMAS DE LA HUIDA", "CORONA DE SONETOS PARA MI CABEZA" Y "LA MUERTE QUE TRAEN LOS DÍAS"
De mis libros anteriores, he escogido abundantes páginas de "ALCÁZAR DE MIS CENIZAS", libro agotado hace largo tiempo. siendo éste de escritura de amor a Alcázar, hay la oportunidad de releerla o descubrirla.
La temática ha sido la constante en la vida de todo poeta. Dios, deseo, amor, tiempo naturaleza, muerte, destino, y cualesquiera circunstancia personales vividas, destacando, en mi caso, la dedicada públicamente a enaltecer a mi lugar de nacimiento.


Santiago Ramos Plaza, nació en Alcázar de San Juan, (Ciudad Real), 1944, actualmente reside en Madrid. Sus primeros poemas aparecieron en Antología primera (1973).
Amigo de otro poeta Alcazareño, José Corredor Matheos. Ha publicado literatura memorialística. Colaboró en la revista La Veleta del Sastre. Domina las estrofas clásicas, por ejemplo, en En el cuarto cerrado del amor reúne un centenar de sonetos.
La lista de libros y poemas publicados es interminable y todos y cada uno de ellos, es un placer para los sentidos. 
Cuando lee en vivo, con su característico estilo personal, posee algo especial que solo tienen los verdaderos y grandes artistas.
La búsqueda de su propia voz poética es una constante que logra ese equilibrio entre pureza, belleza y reflexión que tanto caracteriza a su poesía. Es la voz de los recuerdos, y sin embargo, la mirada hacia atrás no es nunca para esconderse de forma egoísta sino para buscar y encontrar nuevos territorios.


De él ha escrito el profesor Dr. D. Antonio Leal Giménez, Hijo Predilecto de Alcázar de San Juan, (a donde pertenece su alma), lo siguiente:
Santiago, es capaz de transformar la imagen de una personalidad emprendedora, llena de energía, de fuerza y vitalidad, a una forma de ser propia y natural, con una gran fortaleza interior, propia de jóvenes que se criaron en el Pretil y aprendieron de otros, criados en las calles procedentes de dispares barrios del Alcázar de San Juan de los años cincuenta.
De sentida religiosidad, también ha publicado literatura memorial. Justo López Carreño , nos dice que Santiago, es uno de los escasos reductos del lirismo más tradicional que conviven en nuestro entorno. De él estarían orgullosos Juan Ramón Jiménez o Rubén Darío, por su fiel tributo a una manera de ser y sentirse poeta. Su obra merece estar recogida en una rica y abundante antología. Su delicada poesía, donde siempre, manifiesta su amor por su pueblo, sus gentes y sus tradiciones, contados en forma y metros tradicionales ceñidos a la horma del cantar popular. Se acerca muchas veces al papel atraído por una necesidad oscura de decir algo, sin saber lo que va a decir, aunque si tiene claro que Alcázar de San Juan es su musa inspiradora.

Alumno del Colegio de la Santísima Trinidad de Alcázar de San Juan.

El día que Rafael López grabó a punta de navaja en una acacia del recreo el nombre de su amada y el suyo dentro de un corazón, la acacia quedó prendada en su savia del joven de tupé de cine. 
Fue en la primavera del año 1960. Al muchacho le hervía su juventud como el agua de una cacerola puesta al fuego, bastaba verlo. 
Sabedor de que aquel acto de amor era un arrebato, presencié la escena augurando que el corazón se precipitaría a tierra antes que cayeran las primeras hojas del árbol adolescente arañado...

              DOÑA ACACIA (Tomado de su obra «El Aire de Doña Acacia», 2001))
 

El mundo de la poesía está cubierto de selva. Todos sus árboles son de la misma familia o de parentesco cercano, a poco que se observen sus hojas.
Arrancando uno de ellos sin miramientos, plantamos esta acacia, árbol desconocido para los otros, que sin necesidad de florecer se convirtió en DOÑA ACACIA, bellísima mujer que ya ha cautivado a los vecinos de la calle Torres, en su visita a la selva de la poesía.

CALLE TORRES (1991)
Junto al huerto de los frailes 
sin torres la calle Torres.

En su cielo hay golondrinas 
acosadas por los toques 
del campanario.

Y acacias 
de sombra que el aire mueve 
de lugar, barren el suelo. 

Y grandes desconchones 
de cal tienen sus fachadas; 
son las equivocaciones
que comete la veleta 
con el arco de la noche.

Pero mucha piedra falta
para que se llame Torres. 

Y, sin embargo, ¡qué anónima 
si le cambiaran el nombre!

Recuerdo la visita que realice a su casa familiar, en Alcázar de San Juan, hace unos años junto a Antonio Leal Jiménez, viejo amigo y compañero de Santiago. Habíamos hablado por primera vez el día anterior. Santiago nos atendió, con la sonrisa, amabilidad y generosidad que le caracteriza. Leyó unos versos y sintió que le invocaban. Me regaló varios de sus libros. Y, por fin, tuve el honor de ser presentado solemnemente  a Doña Acacia.  A mi regreso, de aquel viaje inesperado y reconfortante, leí sus libros y descubrí a un gran poeta. 
La influencia de Alcázar en su poesía produce una emoción contenida, evocando la figura siempre presente de un Alcazareño, que  cuenta y expresa de forma inigualable el amor a su tierra. Pasará a la historia como el poeta que ha cantado más y mejor a su pueblo natal.
Desde entonces hemos mantenido una amistad epistolar que ha logrado identificarnos, y pregono abiertamente el orgullo de ser amigo de Santiago, manifestando mi aprecio y admiración. 
Por todo lo comentado, y por otras cosas que sería prolijo enumerar, quiero dejar constancia de que, me honra su amistad. 
Muchas gracias, amigo. 
Un fuerte abrazo. 

Gonzalo Díaz Arbolí

Académico de Santa Cecilia


 




3 comentarios:

Eugenio Martínez dijo...

Esta voz del poeta Santiago Ramos Plaza, que nos traes en este artículo, consigue abrazarnos con su calidez, al tiempo que nos sumerge en la intimidad de su mundo singular por el que transitan sus amores y sus inquietudes con una naturalidad tan sincera, que llega uno a convencerse de conocerlo y formar parte del mismo.
He disfrutado mucho leyéndolo, Gonzalo y gustosamente comprendo tu emocionada identificación y amistad con el poeta

Antonio dijo...

Ha sido una delicia leer tu escrito sobre nuestro Santiago y su enamorada doña Acacia; como Quijote a su idolatrada Dulcinea, nos regala una de las páginas más bellas de la Poesía intimista Alcazareña; Santiago, ese crio de cerrita rubia inconfundible que volaba por el Pretil al trino de las campanitas de Pipí... gracias por tus palabras sobre el artículo de Antonio Leal sobre mi.

Gondiazar dijo...

NOSTALGIA. Hacia el pueblo las luces se me escapan./ Cielos, campos, caminos, calles, casas. Las fuentes de mis ojos desde el alba/hasta allí con sus ríos fluyen raudas... Me recuerda la poesía del Premio Nobel Italiano, Eugenio Montale.

Forse un mattino andando in un'aria di vetro, arida,
rivolgendomi vedró compirsi il miracolo:
il nulla alle mie spalle, il vuoto dietro
di me, con un terrore di ubriaco.
Poi come s'uno schermo, s'accamperanno di gitto alberi case colli per l'inganno consueto.
Ma sarà troppo tardi; ed io me n'andró zitto tra gli uomini che non si voltano, col mio segreto.

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