La Madre es ese ser que ama a su hijo tal como es, aunque no sea como ella quisiera
León Tolstoi. Escritor ruso, 1828-1910
Nació el 17 de junio de 1909, en Chipiona, hija de José Arbolí Navarro y de Ana María Romaríz García. Tuvieron tres hijos, fue la más pequeña, siempre la llamaron "La chica". Murió el 27 de diciembre de 1979, en Cádiz. Llegó a Vejer en 1923 con 14 años, su padre había sido destinado como secretario en propiedad del Ayuntamiento de Vejer de la Frontera.
Cuentan las crónicas sociales de aquella época que, la señorita Luisita Arbolí tenía muchos admiradores con sus 18 primaveras, pero en contra de la voluntad de sus padres, se enamoró locamente de Pepito Díaz; las razones: sus ojos verdes y unas larguísimas pestañas negras que parecían pintadas, buen deportista, futbolista profesional y un buen pianista. En una ocasión tocaba en el hotel San Francisco de Cádiz y fue muy aplaudido.
Con 22 años contrajo matrimonio con José Díaz Muñoz de 26 años, el 12 de enero de 1932 en Vejer. Tuvieron nueve hijos. En realidad fueron más, uno llamado Servando, murió con cinco meses y un aborto de mellizos.
Nunca podré, queridos padres, agradeceros el regalo de la vida. Gracias a ello he podido conocer a 4 hijos y 6 nietos maravillosos. ¡Merece la pena vivir!
Por tradición, en todas las familias Arbolí se repite los nombres de Servando y Juan José, en memoria de nuestros ilustres antepasados, el Dr. Juan José Arbolí y Acaso, Director del Colegio San Felipe Neri, los textos de Filosofía y Teología allí estudiados eran suyos, mas tarde obispo de Cádiz-Ceuta y el Dr. Servando Arbolí y Faraudo, Capellán Mayor de San Fernando de Sevilla y Director de la Biblioteca Capitular, Académico de la Real Sevillana de Buenas Letras. Es por eso que una vez pasado un tiempo prudencial, al sexto de sus hijos le llamaron Servando, nuestro llorado, querido y añorado hermano.
Mi padre, un hombre bueno y honrado, para mantenernos trabajaba en tres empleos, funcionario municipal, -oficial mayor del Ayuntamiento- organista de la Parroquia y secretario de un terrateniente, aún así, era insuficiente para llegar a fin de mes.
Al recordar estos estos espacios me ha venido a la memoria, mi educación: asistí a la escuela pública instalada en el patio del Castillo y el nombre de mi maestro, Don Juan Carballeiro que, al pasar lista no decía los nombres de los alumnos sino el número que nos había asignado, yo era el número 41. Aún recuerdo los cánticos, con la tabla de multiplicar y los ríos de España... Pasado cuatro años comencé, la preparación particular, del examen de ingreso de bachillerato en el colegio de la calle San Juan, con el profesor D. Antonio Daza, éramos solo dos alumnos, Federico Linares Castrillón y yo. Una vez aprobado, seguí mi educación del bachillerato en el Colegio del Divino Salvador, con Sor María Delgado como profesora. Éramos muy pocos alumnos y alumnas, recuerdo los nombres de todos.
Fueron cuatro años intensos y cada junio teníamos que ir a Cádiz al examen en el Instituto Columela, hasta conseguir el título de Bachiller Elemental, esta etapa contribuyó enormemente a madurar y adquirir valores que todavía conservo. Durante el servicio militar voluntario -tenía 16 años- terminé el bachillerato y ya casado, primero obtuve una diplomatura universitaria y más tarde, la completé con la licenciatura en Ciencias del Trabajo.
Quizá la mayor tristeza de nuestra niñez, y que anuncia su fin son estos recuerdos, a veces pienso que no he superado el drama de dejar de ser niño, y que todo lo que hago lleva la marca de una infancia prolongada en el tiempo. En mi caso se cumple las palabras de Rousseau que
aseguraban que lo que uno ama en la infancia permanece en el corazón para
siempre.
Mi madre tuvo que vender todas las joyas heredadas de sus padres para paliar la falta de ingresos. En una ocasión fui portador de una de ellas, una cruz de oro vendida a una familia pudiente del Vejer de aquella época. Hasta que llegó la hora sombría y temida por mi madre. Siempre se resistió a desprenderse de unos pendientes de diamantes que le había regalado su padre en su 18 cumpleaños, con un sacrificio brutal tuvo que venderlo (o mas bien cederlo) a un jefe de sucursal bancaria con el compromiso de recuperarlo tan pronto le fuera posible, por aquellas miserables cinco mil pesetas, lamentablemente nunca fue posible. Cuando tuvimos ocasión intentamos recuperarlo pero aquel "malnacido" no se acordaba de la promesa, tampoco sus hijos años más tarde.
Una breve digresión
Pero eran otros tiempos, sobrinos, los de la posguerra española y os lo cuento quizás con un poco de resentimiento y tristeza pero con ataraxia: En nuestra adolescencia y juventud fuimos también víctimas del rechazo de aquella sociedad vejeriega de clanes cerrados, exclusivistas, de terratenientes, prepotentes. Solo por el mero hecho de no pertenecer a la clase dominante.
Podría enumerar los casos uno por uno pero no creo que sea adecuado poner nombres. Un ejemplo, esta frase dicha por una vejeriega:"está bien, pero es imposible, no es de mi clase". . Me llegó a través de uno de mis íntimos amigos, locamente enamorado de una niña de Vejer. La chica se casó, (claro con uno de su clase) pero su matrimonio duró poco; hoy, mi rechazado amigo es un intelectual de prestigio mundial.
Y después de tantos años he podido constatar que efectivamente fue así. De ahí, posiblemente, mi desdeño hacia esa clase supremacista. La memoria de lo vivido no se acaba nunca.
Entonces, mamá, yo no era consciente del esfuerzo que tenías que hacer en aquellos años grises y duros de la posguerra. Por testimonios de los hijos de tus amigas sabemos que fuiste un ser celestial y muy especial. Una de ellas decía: Recuerdo a tu madre y tenía tus ojos, tu mirada y, casi tu misma sonrisa y eras tú, en parte... Otra escribía: Yo también viví algo de vuestra vida, porque de algún modo estuvimos unidos. Ya me contaba mi suegra que tu madre era una persona especial, siempre la recordaré con amor y ternura.
¡Qué gran señora fuiste!, mamá.
Me dirijo a todos sus nietos: Otro de los grandes lamentos de vuestra abuela Luisa era que, el apellido Arbolí se perdería en sus descendientes. Hoy con la facilidad que permite el Registro Civil, un grupo de nietas, Silvia, Flora, Patricia, Carol, Amalia... utilizan el apellido compuesto: Díaz-Arbolí. Por recomendación de un amigo abogado, -yo también me firmo así-; aprovechemos dicha recomendación para que la resolución judicial esté fundamentada una vez que se solicite el cambio en el apellido.
Los apellidos nos identifican como miembros de una familia, constituyen una responsabilidad que heredamos de nuestros antepasados y nuestro deber es pasarlos a la siguiente generación.
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Fotografía para el carnet de familia numerosa, 1947, todavía no habían nacido M. Luisa y Javier
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Su padre, José Pablo Vicente Arbolí Navarro, hijo de Luisa Navarro Acosta, nacida en Cuba (Puerto Príncipe) hoy la ciudad se llama Camagüey.
Luisa Navarro casó con José M. Arbolí Weidner, (mi bisabuelo) entonces comandante de Infantería Marina.
Es muy probable que el nombre de mi madre, María Luisa, fuese en memoria de su abuela cubana, M. Luisa Navarro Acosta, muerta en el parto de su hijo José Pablo.
Lo que hay encerrado dentro de los nombres: José Arbolí Navarro.
Me gustaría ser mi abuelo, pero ¿cómo era? ¿qué pensaba? ¿Quién fue? Sé que era un hombre de principios, con valores morales sólidos, gran lector, jurista reconocido. Como anécdota os cuento lo que el historiador Antonio Muñoz escribió sobre la segregación de la aldea de Barbate en 1938: D. José Arbolí, como secretario del Ayuntamiento, se había negado a firmar aquel documento leonino con firmes argumentos jurídicos. A pesar de su negativa el agravio se consumó debido a las circunstancias especiales de la Guerra Civil Española.
En esta fotografía poco antes de morir, solo tenía 62 años.
Y ¿quién soy yo? Perdonadme, pero solo trato de imitarlo. Ahora utilizo unas gafas como las suyas.
A veces mis recuerdos se compone de postales. En una de ellas veo a mi abuelo sentado en el sillón de mimbre del patio de casa. Me llamaba "el general" y sé, por mi madre, que me quería mucho ¿Los abuelos pueden permitirse tener nietos preferidos? Quizá al más pequeño...
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Mi abuela y sus tres hijos: Luisa, Carmen y Pepe
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"La historia de todo hombre ya viene escrita en el corazón de su madre”.
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Ahora, huérfano de tí, y tú, huérfana de todo para siempre, me arrepiento, en lo más hondo de mi alma, de no haberte dicho más veces te quiero, de no abrazarte, de no besarte, de no ayudarte lo suficiente; de no haberte valorado, de no haberme dado cuenta de la entrega y del sacrificio extremo que hiciste por tus nueve hijos; de no contarte mis sueños, de no haberte preguntado por los tuyos, de tantas preguntas y ansiadas respuestas que se quedaron demoradas en el sendero de mi adolescencia y juventud. Y siento con intensidad y tristeza, no haber sido consciente de mi responsabilidad y que, mi más sentido y ardoroso último beso ya no pudieras percibirlo.
Hoy, llegado el momento en que ya no hace daño la vida que se pierde, sigo añorando tu dulzura y tus caricias, ya irremediablemente perdidas; porque tu eras como el mar; que aunque las olas del pasado se cambien y te muden, siempre es igual tu sitio al paso de mi alma.
Recuerdos. Los olores: El aroma de la alhucema automáticamente me
transporta a la infancia, me recuerda tu ternura, cuando me bañabas y el rezo
del “bendita sea tu pureza…”ese olor que lo impregnaba todo como no creo que
exista otro igual.
También el olor del jazmín
de la maceta del balcón del comedor de nuestra casa en Vejer, especialmente
en las tardes de primavera y verano cuando permanecía abierto todo el día. El
recuerdo del aroma que llenaba aquella mesa grande para nueve hermanos, la abuela
Ana y una de sus hermanas, Tití, que nos visitaba con mucha frecuencia. Papá esperaba a las dos en punto para que todos estuviésemos sentados
alrededor de la mesa, solo Servando era capaz de llegar tarde y después de la reprimenda su respuesta le arrancaba una sonrisa cómplice, Manolo, el valiente, bajaba todos los días la basura en la oscuridad de la noche, a cambio pedía siempre para comer a mediodía patatas fritas con huevos. Desde aquel balcón vimos un día, asombrados, a Javier con ocho años, a lomos de un enorme elefante anunciando un circo que por aquellos días actuaban en el pueblo.
Cuando yo hacía el servicio militar y llegaba el viernes por la tarde a pasar el fin de semana en casa, el olor del puchero que a diario hacía mamá lo inundaba todo.
Mis hermanas haciendo las tareas de la casa, -nunca aprendí a hacer una cama-. Las sacrificadas y heroínas jóvenes de entonces. Eran otros tiempos, felizmente hoy superados.
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Con esta carta podéis conocer mejor a la abuela M. Luisa |
¡Qué cosa es la vida! Ahora advierten mis hijos que yo también he sido hijo y, me siento dichoso.
Una recomendación a todas las personas que aún conservan a sus padres: Nunca dejéis de decirles cuánto lo queréis; abrazadlos con mucha frecuencia; sentiros orgullosos de ellos y sabed que siempre estarán a vuestro lado cuando lo necesitéis.
No olviden que el tiempo no se puede abrir y cerrar como un libro, pasa muy rápido, apenas da tiempo para mirar un árbol.
Jorge Manrique se pregunta en "Coplas a la muerte de mi padre"
¿Qué se hizieron las damas
sus tocados, sus vestidos
sus olores?",...
todos nos cuestionamos sobre el paso de los años y su devastador recorrido,
...pues se va la vida apriesa
como sueño.
Publicado en el Noticiero Gaditano de 25 de junio de 1925, en una visita que hizo a Vejer D. Miguel Primo de Rivera, siendo Presidente del Gobierno, tío Pepe Arbolí le cantó unas jotas, siendo felicitado por el Presidente efusivamente..Posiblemente, en el mismo acto, en la plaza de España, en el templete de hierro antiguo, se montó un escenario donde se bendijo una bandera española que había bordado la tía Carmen Arbolí, para los somatenes del pueblo.
Dos cartas de tío Pepe a los Reyes Magos que, por su ingenio y sentido del humor merece la pena leer.
Pulsar en las cartas para ampliar.
Al final, estos recuerdos infantiles, nostálgicos e íntimos, en los
que asoma el arrepentimiento de lo que ahora ya está consumado, los comparto con mi familia, el tesoro más preciado, donde siempre triunfa el amor.
Las palabras nunca alcanzan
cuando lo que hay que decir desborda el alma.
Julio Cortázar, escritor argentino
"Hay ciudades que parecen hechas de sentimiento, de poesía, de nostalgia; ciudades por las que circula un alma casi visible, palpable, que se adentra en ti y se funde a tu vida en un instante." Esta frase del poeta, Ricardo Molina, describe perfectamente mis sentimientos hacia mi pueblo: Vejer de la Frontera.
Gonzalo Díaz-Arbolí
29 comentarios:
❤️ estoy emocionada…gracias tío Gonza, cuanta razón tienes!Suscribo cada palabra de tus consejos y a la vez me encanta saber esos pequeños detalles que marcaban vuestro día a día! Menos mal que no me tocó ser vecina vuestra en aquella época, no sabría a cuál de los hermanos elegir!! Habría acabado desbocá por la corredera buscando consuelo para mi desazón…😅
Sois geniales🥰
Y siempre me encantó el segundo apellido de la abuela Romariz, no sé porque…😊
😘😘😘😘😘😘😘😘😘
Qué bonita entrada tío 😘. Muchas gracias.
Cada día nos enseñas algo...
🥰 qué bonito.
Sii Tío, es precioso😍😍😍
Qué bonito Gonzalo, yo con los años estoy cada día más sensible y las lagrimas me afloran
Preciosa entrada con exquisitas fotos que la ilustran. Saber de donde venimos es uno de los bienes más preciados que no debe ni puede olvidar. ❤️
De anónimo nada. Firmo como Flora Diaz-Arbolí Hurtado
Pero qué gracia tiene mi niña...
Bonita entrada llena de nostalgia y sentimientos íntimos y recuerdos infantiles y el perdido tesoro de amores perezosos, que casi reclaman arrepentimiento, de donde nace el consejo, para corregir a tiempo, lo que ahora ya está consumado, pero también donde siempre triunfa el amor.
Conocí a tu madre y me encantaba su sencillez y como narraba vuestros recuerdos de niñez, indudablemente como casi todas las madres se merece un recuerdo tan cariñoso. Besos
Como siempre Gonzalo eres extraordinario en todo y este recordatorio me ha parecido precioso.... Y lo suscribo como tu amiga Julia.....
Amigo mío, has escrito algo muy bello. 😘
Amigo, la añoranza por una madre es inmensa. Y tú lo reflejas en cada renglón. Siempre nos queda la sensación inquietante de que nos quedamos muy cortos en nuestras expresiones de cariño .
A poco de perder a la mía, me sentí como desorientada, sin saber cómo vivir… había perdido mi raíz. Aún hoy, despues de catorce años, la habló todos los días. No soy consciente de que mis hijos pasarán por algo parecido… ¡Ay, la vida!
Es muy bonito lo que has escrito, amigo, y dice mucho de ti.
Un abrazo grande.
Todas las familias tienen su historia pero la tuya es preciosa...... Muchas gracias por compartirla amigo.....
Tus palabras, amigo Gonzalo, me han emocionado. Y me han emocionado porque muchos de nuestra generación, entre los que yo me encuentro, tenemos en común ser hijos de unas mujeres que, en los momentos más difíciles, lo dieron todo sin regatear esfuerzo para darnos lo mejor, y demostraron que, con su espíritu indomable y el amor a sus hijos, nada era imposible para ellas; ni siquiera criar a 9 hijos en momentos tan difíciles. Yo también recuerdo el aroma del jazmín, (mi madre tenía uno), el olor de las comidas que eran capaces de hacer con pocos ingredientes, pero que, con su toque casi Divino, las convertía en exquisitos manjares.
También tengo la sensación de que pude haber sido más cariñoso, haber hablado más con ella y agradecerle todo lo que hizo por mí, junto con mi padre, para darme la educación suficiente para ganarme la vida sin trabajar de sol a sol en el campo. Lo consiguieron, y aun hoy veo sus caras de felicidad cuando iba a visitarlos y me veían llegar con traje y corbata, indumentaria que solo me ponía para que vieran que su esfuerzo mereció la pena.
Maravillosa familia la tuya, amigo Gonzalo, y emocionante tu escrito.
Un fuerte abrazo.
He querido dejar pasar unos días para comentar tu entrada sin que prevalecieran los sentimientos y las emociones por encima de las verdaderas razones que impregnan tu escrito.
Hermano, siempre he considerado el amor de la madre, de la verdadera madre, un reflejo del amor sublime, ya que ésta, cree sin límites, disculpa sin límites, espera sin límites, perdona sin límites a sus hijos. La madre, a pesar de sus limitaciones, errores, defectos, ama, y ama sin condiciones, sin fecha de caducidad, sin interés a plazo fijo, y aunque esto no obliga al hijo a estar a su altura, entiendo que sí lo compromete al respeto, consideración, agradecimiento y cariño hacia ella. Han corrido ríos de tinta sobre el amor. Los más grandes y reconocidos poetas y escritores, lo tuvieron como musa inspiradora y objeto de sus desvelos. Has hecho un precioso panegírico a nuestra madre. Quizá sea así, porque tus palabras serán siempre de alabanza y elogio del amor en sí mismo, como el auténtico motor de nuestra vida, y si este amor se conjuga en primera persona en la madre, esta entrada tuya tiene la finalidad de ensalzarla y desear que ni la deshumanización, ni la frialdad de este mundo, pueda, tan siquiera, destemplar ese sentimiento excelso que guarda nuestro corazón.
Hola Gonzalo. Lo de mamá es tan bonito que ahora me emociono al decírtelo la verdad es que todo homenaje que se le haga es poco.Yo la quería muchísimo y creo que ella a mi también, no pasa un día sin que la nombre y hasta le rezo fue admirable y lo seguirá siendo en el recuerdo de los que tuvimos la suerte de estar con ella..Un abrazo enorme 🤗🤗🤗🤗
Lo q has escrito sobre tu madre y vuestra familia es precioso y lleno d sentimiento,yo tambien vivi algo de vuestra vida porque d algun modo estuvimos unidos algun tiempo,tu madre era una persona especial,ya me contaba mi suegra y siempre la recordareis con amor y ternura,un beso
Hermano, me ha gustado muy mucho. Al principio adviertes que te desprendes de sentimentalismos para luego elevarte con filosofía y misticamente como S.Pablo. Ese es mi hermano pequeño. Un abrazo fuerte
Que preciosidad, Gonzalo. Entraña una ternura inmensa. Gracias por compartir sentimientos tan bonitos Tu madre debió ser una GRAN SEÑORA.
Qué entrañables los recuerdos de tu madre y de toda tu familia. Qué importante es saber de dónde venimos y reconocernos en nuestros antepasados. La memoria se nutre de las sensaciones y de la emoción. Ya lo dijo Machado: "Solo recuerdo la emoción de las cosas"
Gonzalo; gracias por tu hacerme viajar en el tiempo y despertar tantos recuerdos y momentos vividos muy cerquita de vosotros.
Hola Tío Gonzalo, decir que siento una profunda emoción al leer tus palabras de la que fue mi abuela y no tuve la suerte de poder conocer. Estando mi madre embarazada de mi de 7 meses, la abuela ya sabía que no me iba a conocer. Mis padres me cuentan de su templanza, de su saber estar, de lo conciliadora que era y de saber que decir y a quien en cada momento. La tengo muy presente y el mejor legado que ha dejado es, como bien dices, la unión y los valores familiares que a pesar de las desavenencias de la vida y del camino, ahí seguimos juntos,como desde que tengo recuerdos, año tras año. Un fuerte abrazo.
Hola cielo. No escribas el comentario como anónimo, porfa. Firma al menos, no sé quien eres. Muchos besos
Ya lo sé. Alejandro. Un abrazo fuerte sobrino.
si, soy yo tío. Alejandro Díaz Capote. Un fuerte abrazo a todos.
Qué fotos más entrañables. Y qué suerte haber tenido unos padres tan ejemplares
Sabes, como nadie, poner alma, vida y corazón al servicio de una idea. En este caso, el homenaje a tu madre, representando a tantas mujeres abnegadas y felices al servicio de sus familias. Muchas gracias por permitirme leerlo.
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