8.3.21

MI MADRE, como homenaje a todas la mujeres

 

Hablar de mi madre, será también, como hablar de todas las mujeres que lucharon juntas.
Hablar de mi madre, y ser breve, no será fácil, así que intentaré resumir al máximo.

Creo que conviene decir, por si los más jóvenes no lo saben, que la mayoría de las casas de campo, (cortijos), en esos años, no tenían electricidad y, por tanto, no tenían lavadora, ni nevera; y la cocina era de leña. 

Además de todos esos inconvenientes, muchas mujeres, -no es el caso de mi madre- tenían que criar a muchos hijos y, a veces, tengo que decirlo para que se las valore como se merecen, aguantar a maridos machistas y brutos. Con todo lo dicho, ya habrán deducido que eran unas SUPERMUJERES, eran DIOSAS llenas de valor y, por desgracia, poco valoradas.

De mi madre empezaré diciendo que era una mujer adelantada a su tiempo y, como se puede ver, muy guapa; para mi la mas guapa del mundo.

Agua fuerte y punta seca, de Manuel Manzorro.   Mas,  pulsar en Manuel Manzorro Pérez 

Vivíamos en un típico cortijo de la época; mojinetes y laterales de piedras y cal, y techo de caña y paja nea. A simple vista parecía que una casa así sería un hogar frágil, pero en realidad era el más seguro del mundo; tenía un pilar capaz de aguantar los peores vendavales, y un amortiguador para pasar por encima de los baches más profundos.....tenía A MI MADRE. Ella era, además de madre, esposa, enfermera, modista, maestra, psicóloga.....con todo eso y su vieja máquina de coser, una sartén, un par de ollas y el fuego de leña, puedo decir que yo no tenía una madre, tenia un ejército invencibles de madres.

Le gustaba mirar el cielo, quizás porque vino de allí. Amaba las flores, los gatos, los perros, los pájaros, viajar, el viento, la brisa, el mar... Era tranquila, pero derrochaba coraje, seguridad, fuerza...Los pantalones rotos se zurcían como por arte de magia. Con su SINGER nos hacía preciosas gorras para el invierno, pantalones de pana, jerseys de ganchillo... para jugar, imitando a los mayores, me hacia talegas pequeñas que yo llenaba de trigo y cargaba en una carretea de juguetes. Eso me encantaba, ella lo sabía, y nunca me faltaban sacos y talegas.

Con pocos ingredientes, pero con mucho amor, en su vieja olla y al fuego de leña, hacía comidas increíbles: tagarninas, pucheros, potajes...No tenía 5 estrellas, tenia todas las del cielo en una noche clara de Primavera.
Casi al mismo tiempo que me enseñaba a andar, alrededor de una mesa camilla con hule de flores estampadas, con un viejo "catón" y al calor de un brasero de picón, me enseñó a leer y a escribir.

Para mi padre, después de un día durísimo de trabajo, era el "reposo del guerrero". De un guerrero sin armaduras, pero con más valor que todos los que las llevaban, y que, junto a otros muchos, levantaron España que estaba de rodillas.
Podría seguir escribiendo durante años, pero para acabar diré que, en la foto la pongo al lado de su VIRGEN DE LA OLIVA. Se que cuando me fui a los 18 años, le pidió mucho por mi, y la Virgen la escuchó; cometí errores que, quizás gracias a ELLA, el tiempo los convirtió en acierto.

ESTOY SEGURO QUE EN EL CIELO LA VIRGEN TIENE A MI MADRE ENTRE SUS FAVORITAS.
Luis Manzorro Benítez

Las mujeres y hombres del campo, a veces, no encuentran las palabras adecuadas para expresar su pensamiento. Pero Luis Manzorro, en este homenaje a su madre, ha acertado plenamente con este relato, y nos transmite sus sentimientos y la forma de vida de aquella época.
La protagonista es el ejemplo de compromiso con el mundo rural, con sus raíces, al igual que tantas mujeres de su generación. Dedicaron su existencia a trabajar sin descanso, demostrando una calidad humana sin precedentes. El esfuerzo, la constancia, el sacrificio y el amor por la familia fueron los pilares que mantuvieron vivo el hogar y las tradiciones.
Gracias, amigo Luis.
Carátula. Grabado de Manuel Manzorro Pérez
                                 Pulsar en la imagen para visualizar el vídeo

En relación al vídeo tomado de la ilustraciones del libro: Voces del campo.

No te imaginas los maravillosos recuerdos que has traído a mi memoria, y cuantas palabras que desconocía y que ahora, sabiendo el significado de algunos utensilios que manejaba mi padre, me harán valorarlo aún más: un ejemplo es "aparvadero". ¡Cuántas veces mi hermano y yo nos subíamos en en ese travesaño, y cuantas veces nos caímos al montón de paja!....sin saber cómo se llamaba. Me he emocionado leyendo palabras ya olvidadas como: besana, majada, rastrojo, parva, esquila....La palabra "esquila" ha hecho que me acuerde de una maravillosa cabra que tuvimos, y a la que le pusimos una preciosa esquila. También me han emocionado frases como: "Hoy, en eras y corrales, desvencijados, carcomidos, sueñan cargas y caminos que nunca volverán", o "veredas enamoradas". Yo estaba enamorado de una de esas preciosas veredas, por la que de niño, con mi aro, iba a visitar a una vecina que me gustaba. 
Luis Manzorro Benítez 
Realizador: Gonzalo Díaz Arbolí 
Música: Mascagni Cavalleria rusticana "Intermezzo"


He recibido este mensaje de una vejeriega, profesora de Literatura  y, no he podido evitar añadirla a la publicación, como homenaje a las mujeres del campo.

Es un fragmento de un poema de Antonio Gamoneda. Me gusta la ternura con la que el hombre recuerda a su madre y al chaval que fue. En este día de la mujer ahí está la imagen de esa madre amorosa, acompañando la dureza de las obligaciones del hijo, haciéndolas más leves.

Cuando yo tenía catorce años,
me hacían trabajar hasta muy tarde.
Cuando llegaba a casa, me cogía
la cabeza mi madre entre sus manos.

Yo era un muchacho que amaba el sol y la tierra
y los gritos de mis camaradas en el soto
y las hogueras en la noche
y todas las cosas que dan salud y amistad
y hacen crecer el corazón.

A las cinco del día, en el invierno,
mi madre iba hasta el borde de mi cama
y me llamaba por mi nombre
y acariciaba mi rostro hasta despertarme.

Yo salía a la calle y aún no amanecía
y mis ojos parecían endurecerse con el frío.

Esto no es justo, aunque era hermoso
ir por las calles y escuchar mis pasos
y sentir la noche de los que dormían
y comprenderlos como a un solo ser,
como si descansaran de la misma existencia,
todos en el mismo sueño.

6 comentarios:

Eugenio Martínez dijo...

Tierna y emotiva entrada de Luis Manzorro sobre La Madre, sobre todas Las Madres y tus puntuales comentarios con los que nos transportáis a una infancia bucólica, intimista y ensoñadora, donde se disfrutaba de una "aurea mediocritas" que diría el poeta latino Horacio y que Luis Manzorro nos recuerda con lenguaje más actual al decirnos que su hogar "no tenía 5 estrellas, sino todas las del cielo en una noche clara de Primavera"

Luis Manzrro Benitez dijo...

Querido amigo,¡QUE GRANDE ERES! En tu RINCON DEL ARTE ya estoy acostumbrado a ver y escuchar cosas maravillosas y hoy me has dejado sin palabras. Con tu comentario, con las imágenes de mis padres, con los maravillos cuadros del GRAN MANOLO, que, con su arte, ha plasmado en ellos su amor a Vejer y a los campos Patría, has conseguido hacer una MARAVILLA. Y ese increible cuadro del cortijo, del GENIAL MANOLO, me ha sacado un par de lágrimas, porque me ha hecho verlo tal como eran. ¡Siempre te estaré agradecido!
Un fuerte abrazo.
Luis Manzorro

Teresa Moncayo dijo...

Un maravilloso-relato guardado en la memoria como un tesoro valioso de aquellos años y, donde la madre era, no sólo la madre, sino que reunía todos los conceptos para hacerla la más grande y simple (al mismo tiempo): tierna, protectora, idealista, trabajadora, guerrera (por cuanto tuvo que enfrentarse a la vida) y, además, fuerte y sensible ante la vida en sí misma. Me la imagino mimando a las flores, cocinando una rica comida y ordenando la ropa en los armarios de entonces. Toda una vida dedicada a la familia y siendo feliz ( a pesar de los contratiempos). Cierto que las MUJERES de entonces nada tiene que ver con las mujeres de esta época (sin quitar méritos) pero antes era una vida más dura y con menos comodidades y un trabajo enorme desde que amanecía hasta bien entrada la noche. Por lo que es un verdadero mérito RESALTAR toda esa carga añadida que ellas llevaban adelante y, además, con una sonrisa (a pesar del cansancio). Mil felicidades a todas ellas por cuanto nos enseñaron y por cuanto nos cuidaron.hasta llevarnos a una edad adulta. Un abrazo inmenso a estas MUJERES tan valiosas.

Luis Manzrro Benitez dijo...

Mi agradecimiento a Eugenio Martinez y a Teresa Moncayo por sus magnificos comentarios; ¡me han encatado! Y también a la vejeriega, profesora de literatura,por traernos el magnifico poema de Antonio Gamoneda.
Dice Teresa Moncayo: "Me imagino a esa guerrera, fuerte y sensible, mimando las flores y cocinando una rica comida"..pues permíteme que te diga, Teresa, que era exactamente asi como la veia yo cada mañana...Ah!, y mimando y acariciando a sus gatos.

Laurentina dijo...

Me ha encantado, Gonzalo, la publicación sobre la mujer. Estos Manzorro son unos artistas, además de buenas personas.

Luis Manzrro Benitez dijo...

Muchísimas gracias, Laurentina, por ese piropo tan bonito a los Manzorro.

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