30.11.20

EL HÉROE DE TRAFALGAR

  

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La historia que a continuación os voy a relatar, ocurrió realmente y quedó grabada para siempre en la memoria colectiva de todos los gaditanos. Se trata de uno de los sucesos más asombrosos que jamás ningún mortal haya conocido, exceptuando a todos aquellos que la vivieron en primera persona. Aún después, cuando estos la contaron a los que querían escucharla, no daban crédito a sus oídos y, es por eso que, en la actualidad, casi nadie conoce lo que aconteció en aquel bajel, porque, su recuerdo ha ido desvaneciéndose lentamente en la noche de los tiempos, debido a la fragilidad de la memoria del hombre común, sobre todo cuando la realidad supera a la ficción.

Como todos los lectores sabrán, la epidemia de peste amarilla que azotó Andalucía entre los años 1802 y 1804, dejó a la flota española sin la cantidad suficiente de tripulantes, por lo que mucho de los marineros hubieron de ser reclutados de manera apresurada en una leva que se llevó a cabo por diversas localidades. Estos marineros eran de diversos orígenes: mendigos, campesinos, soldados de infantería, incluso reclusos liberados… Por otro lado, el estado mismo de los buques era lamentable y ruinoso, tanto que algunos capitanes españoles, habían sufragado de sus bolsillos las reparaciones y la pintura de sus barcos para no quedar deshonrados ante los capitanes franceses.


Así, de esta guisa, se llegó al día 21 de octubre de 1805 en el que tiene lugar la batalla de Trafalgar, que enfrenta a la Armada inglesa, dirigida por el Almirante Nelson, con la franco-española, capitaneada por Villeneuve. Y aquí, es donde entra en acción nuestro protagonista, un vejeriego llamado a filas de manera forzosa que participó en la susodicha batalla. Me permito recordarles que a lo largo de la historia, muchos han sido lo héroes que pasaron sin pena ni gloria y, peor aún, sin ningún reconocimiento. Éste es uno de ellos. Héroe anónimo, del que nadie guarda ningún recuerdo. 

Nuestro amigo de Vejer, era un campesino que vivía en una humilde choza y que su posesión más preciada era un cerdo. Cuando fue reclutado para integrarse en la tripulación de uno de los barcos, el Neptuno, ni corto ni perezoso, se llevó al cerdo con él y consiguió esconderlo dentro del buque sin que nadie tuviera conocimiento de ello, con la intención de volvérselo a llevar una vez concluida la contienda. 

Estaba esta embarcación capitaneada por el Brigadier Cayetano Valdés y Flórez, que luego llegó a ser Capitán General de la Armada, dotada de 80 cañones con una tripulación de 797 hombres (y un cerdo). En una de las malas maniobras que ordenó el Vicealmirante Villeneuve, recibió varias andanadas de la flota inglesa y quedó a la deriva. Sin rumbo tras perder el mástil, el barco encalló. 

Desde tierra, se intenta rescatar a los supervivientes, pero el fuerte oleaje no permitía llegar a los botes a la orilla. No sabemos cómo, pero si el por qué, aparece nuestro vejeriego con el cerdo y agudizando el ingenio, se le ocurre atar una maroma a la pata del animal y arrojarlo a la mar para que llegase -porque los cerdos saben nadar- hasta la orilla. El cochino, sabiendo lo que hacía, pudo llegar y usaron la maroma para atar los botes y llegar hasta el barco. Prácticamente la totalidad de la tripulación fue rescatada. Nada se supo nunca del destino de este cerdo salvavidas, pero no conozco ninguna calle, plaza o monumento que lo recuerden a él ni a su dueño; sólo espero que su heroicidad le sirviese para tener un final más feliz que el resto de sus congéneres. Hablábamos al principio del nulo reconocimiento a algunos héroes, Valga esta historia para rendirle un merecido homenaje al famoso cerdo, porque como todos Uds. saben, es un animal que "lo da todo por y, sobre todo, para nosotros", pero éste en particular, salvó a muchos marineros de perecer ahogados. 
 Javier Díaz Arbolí




Biografía del autor de estos relatos y leyendas.


Javier Díaz Arbolí nació en Vejer de la Frontera (Cádiz). Es Psicólogo y profesionalmente de ha dedicado a la docencia y ha ocupado varios cargos en la Administración educativa.
El autor ha competido en algunos premios nacionales e internacionales, y ha sido finalista y ganador en algunos de ellos. Asimismo, ha colaborado y colabora con diversos medios a través de relato corto, cuentos o microrrelatos. En la actualidad se dedica, ya jubilado, a labores de investigación y documentación para otros proyectos que tiene pendiente
Sus primeros acercamientos a este tipo de escritura le vienen de un Seminario de Investigación Histórico-Educativa, que realizó allá por principios de los años 80. Esto le sirvió para aprender y, después, desarrollar las técnicas de investigación histórica. Al mismo tiempo y ya desde muy pequeño le encantaban los cuentos y tenía una tendencia natural a inventarlos, a escribirlos y a narrarlos.
Si añadimos a continuación su enorme amor por todo lo concerniente a la cultura andalusí, tenemos el completo: investigación histórica, cuentos y relatos cortos, lo que da pie a lo que tenemos en éste y otros libros del autor: relatos históricos novelados.


2 comentarios:

Eugenio Martínez dijo...

No es, ni mucho menos, mi intención de alardear de escepticismo, Javier, en cuanto a la parte de certeza o imaginación de tu narración, la cual, por otra parte, es un perfecto ejemplo de uno de los pecados capitales más arraigados en nuestro modo de ser y proceder, consistente en olvidar o minimizar los méritos de nuestra "propia casa". Un ejemplo que nos atañe muy de cerca es el caso de Blas de Lezo.

Javier Díaz Arbolí dijo...

Totalmente de acuerde Eugenio. Solemos ser frágiles de memoria, quizás por los complejos que arrastramos en este país desde que nos des colgamos del progreso de las naciones de nuestro entorno. De ahí nuestro pecado capital: la envidia

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