13.11.20

Estas pinturas son esenciales. Se soslayan algunas de las más obvias, como los frescos de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina; la Gioconda, de Leonardo, o Las Meninas, de Velázquez.


Este vídeo realizado con cuadros esenciales en la historia de la pintura, colocados de forma aleatoria, a la vez que, escuchamos el Nocturno más poderoso escrito para piano, Opus 27, núm. 2 por Frédéric Chopin, con el único propósito de serenar el espíritu y deleitarse con su belleza. 

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La carátula es un cuadro de Edward Hopper, artista estadounidense del período modernista, especializado en el retrato urbano; muestra la noche en un bar de New York y sus últimos clientes. La imagen hace patente la soledad de la gran ciudad y de la existencia moderna y se titula “Los noctámbulos”, del mismo autor verán “Grupo de gente al sol”. 
Obsérvese la transparencia total y la nitidez que se ven las imágenes situadas tras ellos. Toda la escena está iluminada a través de los cristales y aunque la iluminación indirecta disminuye el efecto de la contraluz, la ausencia de reflejos y de manchas en los cristales, los hace parecer inexistentes.

Comienza el vídeo con la “Laguna Estigia”, del pintor Joachim Patinir, realizado hacia el año 1520. (Estigia era una oceánide, diosa de las tinieblas, (del inframundo de la mitología griega). 

El cuadro representa el tema clásico relatado por Virgilio en su Eneida; la figura más grande de la barca es Caronte, quien “pasa las almas de los muertos a través de las puertas del Hades”. En el lado izquierdo de la pintura está la fuente del Paraíso, el manantial del que surge el río Leteo a través del Cielo: el agua del Leteo tiene el poder de hacer que uno olvide el pasado y concede la eterna juventud. 

Como sería muy prolijo describir todos los cuadros del vídeo, vamos a terminar con una obra maestra de Roger van der Weiden: "El descendimiento". 

Siempre me ha sobrecogido la perfecta composición dispuesta por el artista, el movimiento que genera cada una de la figuras. En el centro, destacan las lineas sinuosas con las que se modelan los cuerpos de la Virgen María y Cristo en su caída, y cuyo paralelismo  pone en relación el desmayo de la Madre con el cuerpo muerto de su Hijo y, las expresiones de sus rostros, no hay dramatismo sino belleza. El llanto se revela de manera sosegada en las lágrimas cristalinas que corren por sus mejillas y por último, el color para crear el realismo y cromatismo escénico.

                     
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Gonzalo Díaz Arbolí

2 comentarios:

Anónimo dijo...

He estado un buen rato con el vídeo de las pinturas.
Las pinturas, lo que te hacen sentir, lo que te sugieren, lo que te aportan...depende del día en que las contemplas, de tu estado de ánimo, de tu conocimiento de ellas.
Hoy sin dudarlo me quedo con "Los noctámbulos" de Hopper y con la soledad de sus personajes, que recuerdan a los "noctámbulos con absenta" de algunos impresionistas...

Eugenio Martínez dijo...

Exitosa combinación, Gonzalo, de la pintura esencial con la poderosa armonía del nocturno Opus 27, nº 2, de Chopin. Me ha servido de suculento y delicioso recuerdo de las Salas Capitulares de El Escorial, donde he pasado muchas horas, atónito ante tanto genio de la pintura y sobre todo petrificado ante El Martirio de San Mauricio y la Legión Tebea del Greco

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