8.6.23

“De senectute”, El arte de envejecer","Senescere addiscentem", Envejecer aprendiendo.


Marco Tulio Cicerón nace el 3 de enero de del año 106 a. de C. fue político, jurista y filósofo romano y murió asesinado el 43 a. de C. Es decir vivió 63 años.
Su libro “De senectute” traducido al español como "El arte de envejecer", fue escrito en los primeros meses del 44 a. de C., Cicerón tenía sesenta y dos años.
En los primeros meses del 44 a. de C. redacta el diálogo “Catón el Viejo sobre la vejez” fue publicado en mayo de este mismo año. La escena del libro la sitúa en el año 150 a. de C.
Catón el Viejo, protagonista de la obra contaba con 84 años, en ella se describe la conversación con dos jóvenes que le admiran por su ánimo y su vigor. En un momento dado, tratan de los defectos que se suelen achacar a los años pero Catón defiende y los atribuye al individuo no a la edad en sí misma. Es decir que deben aprender a sobrellevarlos, como su amigo con “paciencia y sabiduría”, pero, a la vez mostrar también el vigor intelectual de esta edad que le hacía todavía disponible para la vida pública reivindicando la dignidad de la vejez. Lo decisivo es que Cicerón se desea a sí mismo una vejez activa y productiva.

Propiamente, Cicerón se proponía llevar a cabo una apología de la vejez contra los que la inculpan y denigran, atribuyéndole sólo achaques. Y de ahí que su confesión en primera persona, conlleva en su revés, una diatriba contra aquellos que la censuran y difaman. “Todos desean alcanzarla, -ironiza Cicerón- y una vez que la alcanzan, la acusan a ella misma: ¡tan grande es la incoherencia y la depravación de la necedad!
El término "viejo" suena a despectivo a insulto y casi ha desaparecido, como avergonzado de la dignidad perdida. Se ha intentado quitarlos de en medio con sinónimos como "anciano" o la "tercera edad" o "la expectativa de la vida" ya que nadie se atreve a nombrar la otra experiencia de la muerte.

Antonio Machado solía decir, con su fino gracejo, que "uno es viejo cuando el cuerpo comienza a dejarlo en ridículo" o cómo la ha cantado Jorge Luis Borges en "Elogio de las sombras" O.P. 361

La vejez (tal es el nombre que otros le dan)
puede ser el tiempo de nuestra dicha.
El animal ha muerto o casi ha muerto.
Queda el hombre y su alma.
Vivo entre sombras luminosas y vagas
que no son aún la tiniebla.
(...)
Esta penumbra es lenta y no duele;
fluye por un lento declive
y se parece a la eternidad.

  Algunos integrantes de la Tertulia de Los Cántaros, cuyo lema es: Envejecer aprendiendo

Uno de los consejos del viejo y estoico Cicerón. Envejecer aprendiendo. 
Los ancianos han jugado un papel fundamental en distintas sociedades a lo largo de la historia. En la antigüedad se consideraba que debido a su edad y experiencia eran los depositarios del conocimiento y representaban la memoria que unía a la comunidad con sus antepasados. Pero con el paso de los siglos la forma de percibir la ancianidad ha evolucionado, al punto de que en la actualidad existen maneras muy dispares de cómo concebir este sector de la sociedad.

En las últimas décadas estamos siendo testigos de un fenómeno novedoso en la historia de la humanidad: el envejecimiento de la población. Se trata no solo de una transformación cuantitativa producida por el incremento de las personas mayores en el conjunto de la población, sino de una mutación de orden cualitativo que interpela nuestros modos de pensar, sentir, proyectar y construir la vejez. Paradójicamente, el envejecimiento como fenómeno social está produciendo una renovación de las formas de pensar el curso de la vida humana y ha generado una fecunda innovación de dispositivos socio-culturales que dan cabida a las nuevas generaciones de adultos mayores. Dicho de otro modo: la vejez es también un tiempo de aprendizajes que permite experimentar la novedad y desplegar el potencial humano que anida en las personas a lo largo del curso de la vida.

En la última etapa de la vida no han de faltar oportunidades para envejecer activamente. Y una frase de Alexandre Kalache lo expresa bien. «La vida ha dejado de ser una carrera de 100 metros, para convertirse en una maratón». Hay que prepararse para ser longevo, ya que cada vez vivimos más. Y solo de este modo se podrá dotar de sentido y dignidad a la vejez.



El envejecimiento activo
Los pilares del Envejecimiento Activo son la participación. Asegurarse de que los Adultos Mayores sigan contribuyendo a la sociedad de manera activa y productiva.
Aprender en las edades avanzadas de la vida representa una experiencia subjetiva de enriquecimiento y revitalización que permite afrontar las vicisitudes del envejecer y promueve la pertenencia e inclusión en redes sociales en las que circulan imaginarios renovados y esperanzadores sobre las potencialidades de la vejez.
Nadie está del todo vivo, nadie del todo muerto.
Fuentes: 
Prólogo de "De senectute" de Pedro Cerezo Galán
Libro: Envejecer aprendiendo: Claves para un envejecimiento activo
Gonzalo Díaz-Arbolí

12 comentarios:

Antonio O. dijo...

Muy buena aportación, por el mensaje positivo, para los que estamos ya en esa etapa de la vida. "Envejecer aprendiendo", me parece un lema ilusionante. Un abrazo

Julio Rodriguez de la Rua dijo...

Los investigadores están trabajando de forma intensiva, para retrasar el envejecimiento y lo van a conseguir.
Pero, qué más da que la vejez llegue unos años antes o después.
Para mí la vejez, es un período de aprendizaje, de "apertura de puertas" hacia otros conocimientos. Y esos nuevos conocimientos, esa cultura, aporta instantes de felicidad.
Por eso le estoy agradecido a Gonzalo, entre otras personas...

Antonio L. dijo...

Ilusionante aprendizaje.
Magnífico tema tertuliano!

C.C. dijo...

Como todo lo que escribes, aprendo una barbaridad. Gracias.

Antonio M. dijo...

Me parecen unas reflexiones muy acertadas y oportunas en nuestro tiempo que lucha contra palabras tan castellanas y castizas como viejo, senectud, ciego, que, por supuesto, prefiero a Tercera Edad, invidente o discapacitado. Tengo el placer de que Leo y disfruto en leer a Cicerón en latín y español y hace unos días terminé por enésima vez de leer De Amicitia, otro tratado, curioso como el De Senectute. Hay textos de Cicerón como estos pequeños tratados filosóficos en los que lo mismo habla con Catón o con Escipión, de quienes aprendió como modelos de vida, que admiran por su actualidad, sentido de la vida y del gozo de vivir aprendiendo. Gracias, Gonzalo.

Anónimo dijo...

Introducción: La vejez es una etapa natural de la vida que a menudo se encuentra llena de prejuicios y estereotipos negativos. Sin embargo, es esencial reconocer y valorar la importancia de esta etapa, ya que trae consigo una gran cantidad de experiencias, conocimientos y sabiduría acumulada a lo largo de los años. En este artículo, exploremos la apología de la vejez, destacando sus aspectos positivos y desafiando los estigmas asociados con el envejecimiento.

Valorando la experiencia: Uno de los mayores beneficios de la vejez es la vasta experiencia de vida que se adquiere a lo largo de los años. Las personas mayores han atravesado diversas situaciones y han enfrentado numerosos desafíos, lo que les proporciona una perspectiva única y valiosa. Su experiencia les permite tomar decisiones más sabias, resolver problemas con mayor eficacia y ofrecer consejos y orientación a las generaciones más jóvenes.

La sabiduría acumulada: La vejez también está asociada con la acumulación de sabiduría. Con el paso de los años, las personas mayores han aprendido lecciones importantes de la vida, han superado obstáculos y han adquirido una comprensión más profunda de sí mismos y del mundo que les rodea. Esta sabiduría se refleja en su capacidad para tomar decisiones más equilibradas, su enfoque en lo esencial y su capacidad para lidiar con las dificultades de manera más tranquila y reflexiva.

Contribuciones a la sociedad: A pesar de los estereotipos negativos asociados con la vejez, las personas mayores siguen siendo una parte vital de la sociedad. Su experiencia y sabiduría les permite hacer contribuciones significativas en diversos ámbitos. Muchos jubilados eligen trabajar como voluntarios, compartir sus conocimientos y habilidades con organizaciones benéficas o participar en actividades comunitarias. , la vejez también ofrece la oportunidad de disfrutar de la vida, de explorar nuevas pasiones y de dedicar tiempo a actividades que antes podrían haber sido relegadas debido a las responsabilidades laborales y familiares.

La belleza de la vejez: La vejez también tiene su propia belleza. Las arrugas y las canas son signos de una vida bien vivida y muestran el paso del tiempo con orgullo. Cada arruga cuenta una historia y cada cana es un testimonio de la sabiduria acumulada. En lugar de buscar frenéticamente la juventud eterna, deberíamos aprender a abrazar y celebrar los cambios que ocurren con el envejecimiento, reconociendo que la verdadera belleza reside en la aceptación de uno mismo y en la apreciación de la vida en todas sus etapas.

Promoviendo una cultura de respeto: Es fundamental promover una cultura de respeto y valoración hacia las personas mayores. Esto implica desafiar los estereotipos negativos, combatir la discriminación por edad y crear espacios inclusivos donde las personas de todas las edades puedan interactuar y aprender unas de otras. Al reconocer y apreciar la vejez como una etapa de la vida llena de

Luis G. dijo...

Como nos tienes acostumbrado...dando siempre en la diana...

Pepe C. dijo...

Me ha encantado. Gran parte de mi vida está reflejada en ese tema sobre la vejez. Gracias Gonzalo por tan descriptivas reflexiones.

Luis Manzorro Benitez dijo...

Interesantísima tu publicación, Gonzalo.
Esa forma de ver la ancianidad como una forma de hacernos mayores de forma activa, aprendiendo, es maravillosa. Vivimos una época donde improvisar se impone a meditar, y lo inmediato a lo pausado, y eso, en mi opinión, es un gran error.
No hace mucho, en una cosilla que escribí con el título de “El “petirrojo”, dije que, en España, a ese hermoso pajarillo se le llama de cien formas diferentes, lo que indica la gran riqueza de nuestro idioma. Con esto quiero decir que hay muchas formas de sustituir la palabra “viejo”, pero como vamos a lo rápido y sencillo, la sustituimos por “tercera edad”, que a mi me suena a “edad final”. Tampoco me gusta “senectud”, porque me suena a “inaptitud”, y eso, “ineptos”, es lo que las empresas nos consideran (con más de 50 años ya no contratan a nadie), y los gobiernos, por eso de las pensiones, la sanidad… nos consideran un gasto inasumible; más inasumible que el gasto en armas, por ejemplo.
Borges define a la perfección la ancianidad: “El animal ha muerto o casi ha muerto. Queda el hombre y su alma”.
Muchas gracias, Gonzalo.


Blanca Fernández dijo...

Estoy de acuerdo; a la infancia, no se la denomina primera edad, ni a la adolescencia. Primera, segunda, tercera, cuarta, quinta, etc, se aplican a otras estadísticas, y a otras funciones. Un respeto para todos, incluyendo a los mayores.
Envejecer es un aprendizaje, y no hay que desconsiderar, que proporciona, a quienes han sabido vivir toda la secuencia de la vida con coherencia y lealtad hacia sí mismos- mucha satisfacción personal, por las vivencias, conocimiento y sabiduría que han ido adquiriendo.
Las personas mayores, en un gran porcentaje, añaden talento a la sociedad, y por su disponibilidad, ayudan a los hijos y nietos, y sobre todo, y lo más satisfactorio, es que en.la actualidad, por los avances científicos, se pueden permitir vivir independientes hasta edades muy avanzadas.
Mayores, ancianos, o senectudescos, (no se si este último palabro está contemplado) me agradan más que terceros, o viejos.

Gondiazar dijo...

Gracias, Anónimo, o deberÍamos llamarte IA

Inmaculada M. dijo...

Completamente de acuerdo. Desde que cumplí los 60 he empezado a encarar la vida de manera más confiada y tengo planes más realistas y estoy más segura de mí. Vivo con naturalidad y plácidamente mis carencias, que cada vez serán más, pero que me permiten darme el lujo de parar y ver las cosas con más detenimiento y disfrutarlas más.

Publicar un comentario