28.12.25

La Vía de la Plata: historia, debate y olvido de la gran ruta norte-sur de España

Mapa de la actual Ruta A-66 y de la denominada Ruta de la Plata
 

La Vía de la Plata es uno de los itinerarios históricos más antiguos de la península ibérica y, paradójicamente, uno de los más desconocidos y debatidos en la actualidad. Se trata de un eje natural de comunicación norte-sur que, desde hace más de dos mil años, ha vertebrado el oeste peninsular, atravesando territorios que hoy pertenecen a varias comunidades autónomas y provincias españolas.

En su concepción original, la Vía de la Plata fue una calzada romana construida para unir Emerita Augusta (Mérida) con Asturica Augusta (Astorga). Este trazado, conocido en época romana como iter ab Emerita Asturicam, desempeñó un papel fundamental tanto en la organización militar como en la administrativa del Imperio romano en Hispania. De hecho, es anterior incluso al Camino de Santiago, aunque con el paso del tiempo este último haya alcanzado una proyección mucho mayor.

Miliario de la Vía de la Plata en Palacios de Salvatierra, Salamanca. 

El origen del nombre: ni plata ni metales preciosos
Pese a lo que su nombre pueda sugerir, la Vía de la Plata no debe su denominación al comercio de este metal. La explicación más aceptada es de carácter lingüístico. Durante la dominación musulmana, el camino fue denominado al-Balat, término árabe que significa “camino empedrado” o “calzada”. Con el paso de los siglos y la evolución fonética del lenguaje, esta palabra habría derivado en “plata”.

Algunos autores han propuesto también un origen en la expresión latina vía de la pidata, relacionada con las piedras miliarias (lapis) que marcaban las distancias en las vías romanas. Sea cual sea la explicación exacta, lo cierto es que ya a comienzos del siglo XVI la denominación estaba plenamente asentada: Cristóbal Colón la menciona como “la Plata” en 1504 y Antonio de Nebrija la cita en 1507 como “Vía de la Plata”.

Usos históricos del camino
Antes de la llegada de los romanos, este corredor natural ya era utilizado en época protohistórica para el transporte del estaño desde el noroeste peninsular hacia ciudades del Atlántico y del Mediterráneo, como Gadir (Cádiz). Más tarde, los romanos lo emplearon como vía estratégica en su avance hacia el norte durante las guerras asturcántabras.

Curiosamente, los metales preciosos extraídos de minas como Las Médulas no circularon habitualmente por esta vía, sino por rutas orientales que conectaban con Zaragoza y Tarragona, desde donde se enviaban a Roma por mar. Durante la Edad Media, el camino perdió parte de su relevancia romana y fue reutilizado como cañada real para la trashumancia, especialmente en época de la Mesta.

De calzada romana a ruta turística
En el siglo XIX, la importancia del eje norte-sur se recuperó con la construcción del Ferrocarril de la Plata, que unía Astorga con Mérida y estuvo en funcionamiento entre 1896 y 1996. Sin embargo, su cierre supuso un duro golpe para las comunicaciones del oeste peninsular, especialmente para las provincias de León, Zamora y Salamanca, así como para Extremadura, Asturias y Galicia.

A finales del siglo XX, con el auge del turismo cultural, comenzó una disputa sobre la apropiación y redefinición del trazado histórico. Por un lado, algunas instituciones defendieron la ampliación del recorrido entre Gijón y Sevilla, coincidiendo con el trazado de la autovía A-66, denominada también Ruta de la Plata. Por otro, asociaciones y expertos reclamaron el reconocimiento del recorrido romano original entre Astorga y Mérida, denunciando una reinterpretación histórica con fines turísticos.

                                                                   El ferrocarril: una reivindicación pendiente

El ferrocarril: una reivindicación pendiente
La gran asignatura pendiente de la Vía de la Plata es la reapertura de su ferrocarril. La clausura de la línea Astoga-Plasencia dejó sin una conexión ferroviaria directa a amplias zonas del oeste español, obligando a desviar el tráfico por ejes más orientales y debilitando el corredor atlántico.
En los últimos años, diversas plataformas ciudadanas, cámaras de comercio y administraciones autonómicas han reclamado su recuperación, considerándola clave para el desarrollo económico, la cohesión territorial y la lucha contra la despoblación.

Polémicas sobre el trazado y la señalización
El debate no se limita al nombre o a la extensión de la ruta. Investigadores como Isaac Moreno Gallo, especialista en ingeniería romana, sostienen que gran parte del trazado actualmente señalizado como Vía de la Plata no corresponde a una auténtica calzada romana, sino a antiguas vías ganaderas como la Cañada Real de la Vizana. Según sus estudios, el itinerario romano descrito en el Itinerario de Antonino discurre varios kilómetros al este del recorrido promocionado hoy en día.
No obstante, estas precisiones históricas tienen cada vez menos impacto práctico, ya que la denominación que ha terminado imponiéndose es la de Ruta Vía de la Plata, que integra historia, turismo y comunicaciones modernas, asociándose incluso a itinerarios jacobeos como el Camino Mozárabe.

Conclusión
La Vía de la Plata es mucho más que una carretera o una ruta turística: es un testimonio vivo de más de dos mil años de historia, un eje fundamental para entender la vertebración del territorio peninsular y un ejemplo de cómo el pasado, la política y la economía influyen en la construcción del presente. Entre el debate académico y el olvido institucional, sigue siendo uno de los grandes retos pendientes del oeste de España.

Conoce la Ruta Vía de la Plata, recorriéndola en moto.

Gonzalo Díaz Arbolí

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