Almirante de Felipe II. Hijo primogénito del armador y general del mar del mismo nombre y al que conoce la historiografía como Álvaro de Bazán, el Viejo, y de Ana de Guzmán, hija del conde de Teba y marqués de Ardales. Se crió en las casas de los Bazán en Granada que ocuparon una manzana en el entorno de Reyes Católicos-Plaza Isabel la Católica. Posiblemente haya sido el más grande marino que ha dado la Armada Española.
Desde su infancia tuvo Bazán relación con el mundo marítimo mediterráneo, viviendo en Granada pero en continua relación con Gibraltar, base de las Galeras, de cuyo castillo fue nombrado alcaide perpetuo a los nueve años (2 de mayo de 1535), aunque bajo la supervisión paterna hasta contar con edad y juicio suficientes para regirlo efectivamente. Debía de ser ya muy prometedor, pues así se expone en la cédula de concesión, pero se atendía una vez más a premiar méritos heredados “acatando vuestra suficiencia y habilidad y los muchos y leales servicios que el dicho vuestro padre nos ha hecho, y esperamos que vos nos haréis [...]”.
Fue el primero en usar galeones de guerra, la utilización por primera vez de la infantería de marina, los famosos tercios del mar, para llevar a cabo operaciones anfibias... fue clave en la victoria de Lepanto o en la ofensiva contra Túnez, sin olvidar la batalla de la isla Terceira en la conquista de las Azores, la toma de Lisboa y otras muchas.
Nombrado en 1540 Álvaro de Bazán, el Viejo, capitán general del mar Océano con competencia “sobre la guarda del mar del poniente de España, que es desde el estrecho de Gibraltar, hasta Fuenterrabía”, su hijo embarcó con cargo en su armada desde 1542 y asistió dos años después al combate naval de Muros (25 de julio de 1544), en el contexto de la guerra entre Carlos V y Francisco I que finalizó con la paz de Crépy. Tras el saqueo de Lage, Corcubión y Finisterre por parte de una armada francesa al mando de Monsieur de Sanna, ésta fue derrotada por Álvaro de Bazán que apresó veintitrés naves enemigas.
Durante el combate, la capitana de España, donde iban embarcados padre e hijo, embistió a la de Francia y la echó a fondo, rindiendo a continuación a una nao que venía en su socorro. El vencedor se dirigió por tierra a Santiago a dar gracias, y quedó Álvaro de Bazán, el Mozo, con sólo dieciocho años, al mando de toda la escuadra hasta que volvió a embarcar su padre en La Coruña.
Como respuesta a la política agresiva de Isabel I de Inglaterra, Álvaro de Bazán convenció a Felipe II en 1586 de que le permitiera organizar la invasión de aquel país, para lo que preparó un plan que, por la diversidad y complejidad de medios que requería, así como por la necesidad de salir a proteger con su armada las flotas de Indias (27 de mayo de 1587), tuvo que demorar su puesta en práctica para desesperación del monarca español, que recriminó al de Santa Cruz por ello. Cuando ya parecía todo dispuesto, una epidemia de tifus exantemático volvió a retrasar la salida de la mayor flota que habría de cruzar hasta entonces el Océano, y acabó con la vida de Álvaro de Bazán. A finales de diciembre de 1587, la división de Miguel Oquendo había llegado a Lisboa con afectados por esta peste a la que se denominó “tabardillo de pintas coloradas” y al mes siguiente se había extendido a toda la flota, por lo que hubo que evacuar a los enfermos a los hospitales de tierra. Allí los había visitado el marqués de Santa Cruz, contagiándose casi al mismo tiempo que recibía la noticia de su cese y del nombramiento del duque de Medina sidonia como capitán general.
Álvaro de Bazán otorgó testamento, la víspera de su muerte, ante Martín de Aranda, auditor general de la armada con la que había ganado la batalla de las islas Terceras, y su cadáver embalsamado fue enterrado en la iglesia parroquial de Santa María del Viso, en espera de la finalización de las obras del convento de San Francisco, fundado por él. Este traslado no pudo efectuarse hasta 1643. Abandonado este convento al ser desamortizado, se restituyeron sus restos a la Iglesia (22 de julio de 1836) y en 1863 se rehízo su enterramiento. En 1988 se trasladaron finalmente a la capilla del inmediato palacio, que continúa siendo propiedad de los Bazán y actualmente alberga el archivo histórico de la Armada, que lleva su nombre.
No es demasiado conocido, para el gran público, fue un granadino de pura cepa. No ha habido otro hombre de océanos con mayor y mejor hoja de servicios en la Historia de España. Nadie como él conquistó tantas islas, ciudades y apresó tantos barcos enemigos. Fue fiel servidor de Carlos V y Felipe II, cuando la Armada española era de las más respetadas y temidas. Fue él quien convenció al rey de que había que invadir Inglaterra. Precisamente murió en Lisboa mientras preparaba la flota que había de conquistarla.
Fuentes: Real Academia de la Historia
Wikipedia
Youtube
Gonzalo Díaz-Arbolí
2 comentarios:
Si señor, uno de los mejores marinos de nuestra Armada. Creo es importante dar a conocer su historial. Enhorabuena.
Muy bueno, Gonzalo!! Aquellos era marinos, que con pequeñas naves de madera cruzaban los océanos y luchaban a cañonazos, a muy poca distancia, y a la voz de "al abordaje", desenvainaban las espadas y empezaba la lucha cuerpo a cuerpo. España ha sido GRANDE en todo y, en algunas cosas, lo sigue siendo.
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