18.3.23

Francesco Petrarca,(Arezzo, actual Italia, 1304 - Arquá, id., 1374). El pensamiento humanista propio del Renacimiento

Poeta y humanista italiano. Durante su niñez y su primera adolescencia residió en distintas ciudades italianas y francesas, debido a las persecuciones políticas de que fue objeto su padre, adherido al partido negro güelfo. Cursó estudios de leyes en Carpentras, Montpellier, Bolonia y Aviñón, si bien nunca consiguió graduarse.
El encuentro con Giovanni Boccaccio en Florencia fue decisivo para sus ideas humanistas y junto a éste se constituyó en figura principal del movimiento que intentó rescatar la cultura clásica de los siglos oscuros en el primer Renacimiento italiano; intentó armonizar el legado grecolatino con las ideas del Cristianismo. Por otro lado, Petrarca predicó la unión de toda Italia para recuperar la grandeza que había tenido en la época del Imperio romano

Su obra principal en lengua vulgar es el Cancionero, una obra poética de largo aliento que, a pesar de su asombrosa extensión, conserva unidad temática. Se compone de 366 rimas, en su mayoría sonetos (317) dedicados a su amada Laura. Publicado originariamente con el nombre de Rime in vita e Rime in morte de Madonna Laura y que fue ampliando con el transcurso de los años. Es aquí donde Laura se constituye en el objeto idealizado de su amor, representante de las virtudes cristianas y de la belleza de la antigüedad. Cancionero nos muestra la pasión por una mujer que representa la primera imagen femenina del mundo moderno.


El poemario tiene la siguiente estructura: 
Inicia con un prólogo en sonetos donde el poeta da detalles sobre su historia de amor y describe el aspecto físico de Laura especialmente sus ojos. Después la glorifica poniéndola como un ángel celestial. Esta primera parte termina cuando se intuye la muerte de su amada. Reflejan la sensualidad y el tormento apasionado del poeta
En la segunda parte el yo poético lamenta esta muerte y crea composiciones en una adoración espiritual, prometiendo amarla ya estando en el cielo, pues el poeta se siente viejo.

Canción XXXV 
Con pasos tardíos, lentos, voy midiendo pensativo los campos más desiertos, con los ojos abiertos evitando encontrar huella humana en el camino.
Otro medio no tengo que me salve del claro darse cuenta de la gente, porque en los hechos de alegría faltos se lee por fuera que por dentro ardo; tanto que monte y llano y selva y río imagino sabrán cuál es el temple de esta vida que guardo ocultamente.
Mas no encuentro por áspera que sea ninguna parte adonde Amor no venga a que con él razone, y él conmigo.
Significa la búsqueda imposible de la soledad ante la presencia del amor.

Canción CXXVI
Es una de las joyas, o quizá la joya absoluta del Cancionero. En ella son evocadas las aguas del río Sorga, que nace en Valclusa, la vegetación primaveral y el aire que entre ella corre (y sobre todo el recuerdo de la amada) en un clima dominado por la idea de lo perecedero y, más concretamente, por la de la muerte del poeta, la cual despierta en él el deseo de morir y ser enterrado en aquellos campos para él sagrados, en los que tal vez le buscará un día Laura y, al saber que se han convertido en su sepultura, rogará a Dios por él.

                               Fresca agua, dulce y clara,                             
donde sus miembros puso
quien sólo yo cubriera de guirnalda,
gentil rama en que hallara
(aún suspiro incluso)
columna en que apoyar su bella espalda;
hierba y flor que la falda
hermosa recubriera
junto al celeste seno;
sagrado aire sereno
donde Amor con sus ojos me ofendiera;
prestad todos oído
a mi acento postrero y dolorido....

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Canción CXXXII 
Si no es amor, ¿qué es lo que siento entonces?
Mas si es amor, por Dios ¿qué cosa y cómo?
Si buena es, ¿por qué es mortal su efecto?
Y si mala, ¿por qué es dulce el tormento?
Si a voluntad me abraso, ¿por qué el llanto?
Si a mi pesar, ¿qué vale lamentarse?
Oh delicioso daño, oh viva muerte, 
¿cómo, sin consentirlo, tanto puedes?
Y no me he de quejar si lo consiento. 

En frágil barca y vientos tan contrarios me encuentro en alta mar y sin gobierno, tan falto de saber, de error cargado, que yo mismo no sé ni lo que quiero, y tiemblo de calor, y ardo de frío. 

Canción CCCX 
Céfiro vuelve, y vuelve el tiempo bueno, y las hierbas y flores, su familia; y llora Filomena y pía Progne, y brota la florida primavera.
Los prados ríen, y se calma el cielo; Jove se alegra de mirar a Venus; de amor se llenan aire, tierra y agua, y cualquier animal de amar se acuerda.
Mas para mí retornan los más graves suspiros que del hondo pecho arranca la que el cielo sus llaves se ha llevado; y el canto de las aves, y las flores, y los dulces cantos femeninos son un desierto, o son como las fieras.

Petrarca logró en vida una importante fama como autor latino y humanista, tal como prueba su coronación en Roma como poeta, en 1341. Sin embargo, sus poemas en lengua vulgar recogidos en el Cancionero fueron los que habían de darle fama inmortal. Aunque Petrarca los llamaba nugae (pasatiempos), lo cierto es que nunca dejó de retocarlos y de preocuparse por su articulación en una obra conjunta, lo cual denota una voluntad de estilo que por otra parte resulta evidente en cada una de las composiciones, de técnica perfecta y que contribuyeron grandemente a revalorizar la lengua vulgar como lengua poética.


Fuentes: Wikepedia, Mi aula abierta, Otro Ángulo, Biografías y Vida, Youtube
Gonzalo Díaz-Arbolí

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