8.2.22

Miguel Martínez del Cerro y Gómez. Homenaje a un gran profesor y poeta

 


Miguel de niño con sus padres Servando Martínez del Cerro y
Elena Gómez Aramburu y sus hermanos José Luis, María y Clara



En memoria de una calificación de sobresaliente que orientó mi vida.
 Profesor excepcional, dotado de una exquisita sensibilidad.

Semblanza:
Miguel Martínez del Cerro, Catedrático de Literatura, escritor y poeta. Nació en Cádiz en la casa familiar ubicada en la plaza de Mina, 11,  el 21 de febrero de 1912.   
Sus padres, Servando Martínez del Cerro y Elena Gómez Aramburu, tras vivir unos años en París de recién casados, se volvieron a Cádiz y compraron la finca de la plaza de Mina, reformándola con elementos modernistas influidos por su estancia en Francia. A los siete años perdió a su padre, primer  gran dolor que lo encerró ya en una precoz vida interior., llena de idealismos platónicosy enriquecida por una intensa afición a la poesía y al arte.

Estudia bachillerato en los marianistas de San Felipe Neri. Viaja por Francia, Suiza, Italia y Alemania. Estudia Derecho en Granada y Sevilla. Finalizada la guerra se licencia en Filosofía y Letras en Sevilla. Se dedica a la enseñanza de la Lengua y Literatura Española en el Instituto Columela de Cádiz, cuya cátedra obtiene por traslado desde Santa Cruz de Tenerife, pasando luego al también gaditano Instituto Femenino de Santa María del Rosario, donde permanecerá hasta su temprana muerte ocurrida el 11 de junio de 1971, pasó 59 años con nosotros viviendo hacia dentro.

P

Perteneció a la Acción Católica y a la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP). Fue voluntario en el Regimiento de Artillería de Costa de Cádiz, durante la Guerra Civil.  Miembro del Instituto de Estudios Gaditanos, del Ateneo de Cádiz, de la Cátedra Adolfo de Castro, de la Cátedra Alfonso X El Sabio, de la Academia de Bellas Artes de Cádiz, de la Academia Hispanoamericana de Cádiz, de la Academia San Dionisio de Jerez, de la Academia San Romualdo de San Fernando y de la Academia Santa Isabel de Hungría de Sevilla.

Fue Diputado Provincial y Delegado Provincial del Ministerio de Educación en Cádiz. Intervino en la fundación de los Cursos de Verano de la Universidad de Sevilla en Cádiz, ejerciendo el cargo de Director de Estudios. Actuó de cicerone en numerosas visitas a Cádiz, fruto de ese conocimiento de la ciudad fue la publicación de su obra: Un Paseo por Cádiz, primera edición de 1966 y una segunda edición de 2005, publicada por la Real Academia de Bellas Artes de Cádiz con la colaboración de la Comisión C. Thyssen-Bornemisza.
Estaba en posesión de la Orden de Cisneros y era comendador de la Orden de Alfonso X el Sabio.
El Ayuntamiento de Cádiz rotuló una plaza, en el Barrio de la Paz, como: "Plaza Profesor Miguel Martínez del Cerro", en reconocimiento y memoria de su labor educativa.

Según José Luis Tejada Peluffo, profesor de Literatura de la Universidad de Cádiz, “Miguel Martínez del Cerro era un auténtico hombre de Dios. Católico ferviente y ejemplar.....”  Cuenta el profesor Tejada que, los primeros versos que le oyó los recitó en un curioso acto poético: un encuentro de los poetas maduros de la Bahía con los jóvenes de "Platero" en el antiguo Conservatorio de la calle Arbolí. Eran unos versos dedicados a su Cádiz y su mar perfectamente construidos.

Del libro Nave de Piedra, “Danza de la Muerte” en eneasílabo rimado en consonante.

Todo el camino de la vida
siente la fiesta dolorida
donde con danza dura y terca
a su guadaña nos convida
la hermana muerte que se acerca…

Todo presiente sus terrores,
todo prepara sus honores,
todo acrecienta sus dolores…

Conoce a Pilar García de Blanes, en los cursos de verano, joven extremeña, que viene a Cádiz a veranear en la Laguna, y con la que se casó en 1943. Tuvieron dos hijos, Aurora y Román Martínez del Cerro.

Colaboró en las principales actividades literarias gaditanas y en revistas como Platero, en la que colabora desde los primeros números, Caleta y otras. Frecuentó la tertulia literaria “Jarcia y Olivo”.
Pero lo más extenso e importante de su producción es su obra poética.  Su primer libro de versos Nave de piedra, es de 1941. Senda iluminada, su segundo libro, contiene ya una poesía más personal, de un simbolismo transparente.
Recogido en un mismo volumen, aparecen dos libros en 1948: Oro y Falsa antología de cantos ibéricos. En los años cincuenta se inicia una nueva etapa mucho más intimista en la poesía de Martínez del Cerro. Será su etapa de plenitud, integrada por tres libros capitales: Pozo interior, El amigo y Mensaje desde el silencio.
La obra de Martínez del Cerro en su conjunto se nos aparece envuelta en un ropaje métrico que es casi siempre culto. Desde el punto de vista de los temas la coherencia es mayor si cabe. 

Poesía religiosa:
Estudia con profundidad los escritos de San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús que influyeron en sus obras místicas.
Todos sus libros están llenos de testimonios transcendentes referidos a este tema. Cultiva una poesía religiosa de forma muy explícita, invocando y nombrando a Dios, expresando el gozo de su encuentro o la tristeza de su ausencia.
Era un auténtico hombre de Dios. Católico ferviente y ejemplar, nunca hizo mal a nadie ni dijo mal de nadie, sino que se desvivió siempre por servir a los demás, colaborando sin reservas en cualquier buena iniciativa que se le propusiera, fortalecido por una fecundísima vida, fiel a la exacta verdad de su corazón entregado.

Para poner a tus plantas
un ramo de versos míos
una limosna de tiempo
 es lo que te pido.

Aquí tengo este canasto.
No es mucho. Mas necesito
lugar para componerlo,
atarlo con un cintillo,
cortarle las hojas secas
y colocarlo en racimo.

No es cosa de muchos días.
A lo más de cuatro o cinco.
Pero quiero ver, Señor,
formando el ramo de un libro,
bajo tus sangrantes plantas
las flores del huerto mío.

¡Qué ganas tengo, Señor,
de ver compuesto el racimo!
Yo no sé si huele bien;
pero éstas son las que crío.
Son los tallos que en mi huerto
a tu paso han florecido.
Son el regalo que un pobre
manda a su mejor Amigo.


El 22 de agosto de 1962, tras ser testigo de los éxtasis de las niñas de Garabandal, dejó escrito en su diario esta poesía:

De la Reina de los Cielos
los ojos he visto un día.
Los he visto reflejados
en los ojos de unas niñas.
Que no me hablen más de pena.
¡Ya sé lo que es alegría
   De la Reina de los Cielos
  los ojos he visto un día.



La voz de la salada claridad gaditana.
La obra de Miguel Martínez del Cerro se distingue por un perfecto oficio retórico, un deseo de claridad y sencillez y un sentido de la luminosidad al que tal vez no sea ajeno el sol y la salada claridad gaditana. Casi siempre vital y optimista, sensorial y espiritual al mismo tiempo, Martínez del Cerro se inserta cronológicamente en la generación poética del 36, que floreció con una primera poesía de posguerra donde el culto a la forma va cediendo sitio a una creciente reivindicación al humanismo.
Cantó a su Cádiz y a su mar en versos limpios y musicales, agravando más tarde su voz cuando su poesía se hace más intimista, llegando a ser un auténtico poeta místico en pleno siglo XX.     
Ajedrez de sal

  ¡Oh qué inmóvil revuelo 

de quietud incesante!

En los aires del mar

el ajedrez de sal de Cádiz.


¡Oh que luz en el viento!

¡qué estrellas en el aire!

Alfiles y peones

-llamas de sol distantes-

bajo las grandes torres frente al aire.  


La voz de las edades

tiene nombres y mármoles.


Hay un peso callado

de luz antigua y grave.

 

Y qué luces de estrellas

frente al clamor de las edades!


Cádiz, el más bonito

ajedrez de la sal, la luz y el aire!


Cádiz, la de las torres pensativas

que miran por el viento hacia los mares.



Fue un gran profesor y un hombre bueno, creativo y motivador, exquisito con sus alumnos a los que trataba con respeto y cariño. Sus alumnos sentíamos una gran admiración por él. En alguna ocasión, en mis viajes a Cádiz, lo visitaba y nos recibía con agrado y agradecimiento. 

Son dibujos de Carlos Hurtado Casanova, otro de sus alumnos que sentía verdadera devoción por D. Miguel. Siempre le animó a seguir en la "brecha" del dibujo. Hoy es dibujante y arquitecto.

Pulsar sobre la imagen para visualizar el vídeo

                                                              Poema: Mar en la ciudad
 
Obra:
Nave de Piedra, 1941
Senda Iluminada, 1944
Canción de la armonía de las cosas, 1944
Oro y falsa antología de cantos ibéricos, 1948
Pozo interior, 1953
Veinte de noviembre, 1955
El Amigo, 1959
Mar en la ciudad, 1968
Mensaje desde el silencio, 1968
Vía-Crucis.  (Inédito)
Remolino Azul. (Inédito)
La piedra oculta. (Inédito)
Entre aullidos y estrellas. 
(Inédito)

Prosa:
Consideraciones sobre los fundamentos estéticos de la poesía, 1948 (Inédito)
González del Castillo, sainetero gaditano. (Inédito)
Un paseo por Cádiz, 1966,( Inédito)

Teatro: (Inédito)
Paloma
Hacia el reino soñado
Mientras Velázquez pintaba
Dios en la noche

Fuentes: 
CádizPedia
Real Academia de la Historia
Estudio y Antología titulada de José L Tejada
Un ramo de versos míos”

En memoria de una calificación de sobresaliente que orientó mi vida
Gracias profesor
Gonzalo Díaz-Arbolí
Académico de Bellas Artes de Santa Cecilia

8 comentarios:

Inmaculada Moreno dijo...

No lo conocí. Pero seguro que merece ezta semblanza.

Julio de la R. dijo...

Es un merecido homenaje a una gran persona. Y es estimulante.
Me gusta mucho.

Julia dijo...

De grandes profesores grandes alumnos...

Dorit dijo...

Quién es agradecido, es bien nacido... Muy buen trabajo hizo tu profesor contigo...!!!

Manoli dijo...

Interesante tu relato y hermosa la poesía, que tan bien declamas.

E. G-Máiquez dijo...

Maravillosa semblanza. Enhorabuena y muchas gracias.

Luis Manzorro dijo...

Hermosos poemas de este gran poeta y profesor: ¡que suerte tener un profesor así!
Gracias, Gonzalo, por recitarnos es bellísima poesía

Flora Hurtado dijo...

Don Miguel Martínez del Cerro!!!! EL PROFESOR, todos sus antiguos alumnos le recordamos y siempre lo haremos, hacia que estudiar fuera, UN PLACER!!! Con ÉL, todo era agradable y sencillo. En este momento, estará en el cielo, porque ya no estará con nosotros, pero también está en el recuerdo y el corazón, de los alumnos que tuvimos el privilegio de tenerlo cómo nuestro queridísimo PROFESOR!!!! Con mayúsculas, como Él se merecía y como le recordaremos siempre!!!!

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