6.10.21

El ideal de mujer y el dolor en la poesía de Joan Margarit.



Joan Margarit nació en Sanaüja, Lleida, el 11 de mayo de 1938. Fue director del Laboratori del Institut Nacional de Control de Qualitat a l’Edificació en Barcelona, catedrático de Cálculo de estructuras de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona.

Publicó su primer libro en castellano, la única lengua que le habían enseñado a escribir por la dictadura franquista, en 1963, tardó diez años en publicar la segunda. Des 1980 escribió su obra poética en catalán y él mismo la traducía al castellano. Publicó numerosos poemarios.
Fue uno de los mejores poetas en español y catalán de su generación, y su obra ha sido reconocida con numerosos premios, entre ellos los más importantes de ambas lenguas: Premio Nacional de Literatura de la Generalitat de Catalunya 2008, Premio Nacional de Poesía y el Rosalía de Castro ambos en 2008, Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, Premio Poetas del Mundo Latino de México 2013, Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2019 y Premio Cervantes 2019.
Falleció el 16 de febrero en Sant Just Desvern, en Barcelona.

Para Joan Margarit en el poema hay que crear las condiciones necesarias para que sea posible la vida: "un poema es poca cosa, pero fuera de la poesía, del arte, está la intemperie, no hay nada".

EL IDEAL DE MUJER


El ideal de mujer, que Joan Margarit espera, a la sombra amable que le acompañaría en la vida, mientras el otoño sucede y suena, mientras él la piensa entre hojas secas, se enfrenta en plena madurez al recuerdo de juventud y de su pura adolescencia; exultante juventud contra el abismo de la desesperanza. En ambos, a medias entre el descaro y la timidez, la confesión explícita de que está ocultando la identidad de la mujer que los provoca, se trata sólo de una mujer única y distinta de todo y de todas las demás.

Oración para J. M. R
Música del amor; que te escondías
en sitios negros, dulces, como rosas del jazz,
enciende el día azul, extiéndete debajo de los pinos
y haz que brillen las flores, los muros y la tierra.
Sé aquella agua secreta que esperaba,
y, un instante, devuélvenos
la niña eterna que hoy abandonamos
en pozos invisibles.
Un poco de un instante, para que nos ayude
a no llorar de miedo y de vergüenza
sintiendo su misterio de bondad.
Danos, música de oro, unas lágrimas limpias
como la vida que hoy enterraremos.
Música santa, hazle compañía,
tú que vienes del otro mundo al nuestro,
tú que ya sabes cómo es su silencio.

El ideal del poeta trazado por él mismo, a su gusto y por su mano. La perdió, la buscó desesperadamente, (era un amor tan frágil, era una idea) que se lo llevó el viento. El poeta asume su derrota y el lector se sobrepone como puede a tanta pena.

No sirve que nos preguntemos quién es la mujer ideal de Margarit, dónde se esconde o si tiene o tuvo alguna vez existencia real, y no sirve que nos lo preguntemos, sobre todo, porque no importa. Hablamos de poesía, no de biografía, y esa mujer plural y cambiante existe porque existen ciertos poemas que así lo atestiguan, que llegan a nosotros como recién escritos y ellas florecen en sus versos, no se marchitan.


Hoy que la soledad
es la última forma del amor,
esta triste ciudad ha hecho que pierda
lo que había perdido, ya, de ti.
¿A qué has venido?
¿Quién eres, si eres sólo
la imagen en el fondo del pozo de mí mismo?
He quemado tu cuerpo en mi interior,
todo ha llegado demasiado tarde.

EL DOLOR

¿Cómo era Margarit por dentro? ¿Qué escondía en la estructura recóndita de su corazón? Porque Margarit era un poeta que persuadía, que contagiaba, sobre todo el dolor, lo que pretendía era emocionar. El poeta no habla de lo que quiere hablar, sino de lo que puede y necesita decir, y suele pasarse media vida buscándolo.

Nadie ha madurado sin haber sufrido ninguna conmoción, ninguna pérdida, ninguna angustia, y los buenos poemas muestran siempre lo importante que es la experiencia del dolor, el dolor que le marcó de forma indeleble la vida, desde los años de su niñez en la España gris de la posguerra hasta, el sufrimiento durante la larga enfermedad y muerte de su hija Joana, afecta del Síndrome de Rubinstein-Taybe, que tanto le dolió y que tanto le enriqueció y que, supuso una experiencia decisiva capaz de transformar los sentimientos y las razones de existir. De ahí surgió un libro, Joana,  un libro vivido y sentido que un padre se ve forzado a aceptar lo inevitable. Escribir no le salvó pero sí le ayudó.

Tienes la misma edad que yo tenía

cuando empezaba a soñar en encontrarte.

No sabía aún, igual que tú

no lo has aprendido aún, que algún día

el amor es esta arma cargada

de soledad y de melancolía

que ahora te está apuntando desde mis ojos.

Tú eres la muchacha que yo estuve buscando

durante tanto tiempo cuando aún no existías.

Y yo soy aquel hombre hacia el cual

querrás un día dirigir tus pasos.

Pero estaré entonces tan lejos de ti

como ahora tú de mí en este semáforo.

 

En una entrevista declaró: “Poco hay que consuele de las miserias de la vida. Creo que la búsqueda de la belleza es la antesala de lo que llamo una zona de verdad, pero te lo tienes que buscar. Tienes que vivir tu vida, con lo positivo y lo negativo. Y todo eso es complejo, cuesta. Si te regalan algo, desconfía; o bien no sirve para nada o te piden algo a cambio."


Fuente: Internet
Gonzalo Díaz-Arbolí

4 comentarios:

Eugenio Martínez dijo...

Gonzalo, casi me atrevo a llamarle hagiografía a esta breve historia que nos regalas sobre Joan Margarit, porque la actitud de este gran poeta frente a las circunstancias a las que la vida le enfrentó, siempre trató de resolverlas con talento, humanidad y coraje. Quiero empeñarme en que tenga muchos lectores esta entrada que, a su vez, se interesen por la poesía de Joan Margarit, porque, con toda seguridad, les servirá de escuela. Mi felicitación y mi agradecimiento, Gonzalo.

Unknown dijo...

Magnífica entrada la que nos propones sobre la vida y la obra de nuestro admirado Margarit, al que merece leer con detenimiento para conocer uno de los mejores escritores que han descrito lo sublime de la belleza en general y la de la mujer, en particular. Y qué decir de las ilustraciones, dos preciosas sobrinas (una de ellas mi hija), que le Dan más realce aún al post (si ello fuera posible). Gracias por deleitarnos continuamente con tanta sabiduría y con la belleza de tu narratova

Flora Hurtado dijo...

Deliciosa maravilla...

Luis Manzrro Benitez dijo...

"La muerte de su hija, que tanto le dolió y que tanto le enriqueció". Creo que esas palabras, ese hecho, es fundamental para escribir poesía como lo hace J. Margarit. Esa mezcla de dolor, de amor, de belleza, de desesperación, de impotencia...le permite escribir y transmitir de una manera única. Me ha encantado oírle recitar. Como siempre, Gonzalo, trayéndonos belleza y cultura.

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