29.10.21

POR LAS TIERRAS DE SORIA, LA TRIBU DE LOS ARÉVACOS Y, EL PARQUE JURÁSICO.

Los arévacos fueron un pueblo prerromano situada entre el sistema ibérico y el valle del Duero. La provincia de Soria ocupa una parte importante del territorio de la Celtiberia.



En una visita reciente por las tierras de Soria que guarda escondida bajo una capa de tierra o en las paredes de una cueva gran parte de la historia más antigua de España, para estudiar la arquitectura primitiva sobria y olvidada del románico soriano, al visitar la Ermita de Santa María de Tiermes, encontramos un yacimiento arqueológico totalmente excavado en la roca donde habitaba el hombre desde el II milenio a.C.

Uno de los yacimientos arqueológicos más impresionantes de toda España y un símbolo de la resistencia frente a Roma. “Es también un ejemplo del ‘dolor de la Celtiberia’, que lo dan las areniscas triásicas que conforman el paisaje de rodeo tan característico y abundante en toda esta geografía de la ibérica y raro en la Península”. Además, fue área costera (aunque no lo parezca) en el mesozoico.

Las excavaciones han sacado a la luz testimonios de la Edad del Bronce y una necrópolis celtíbera, urbe rupestre celtíbero-romana con viviendas horadadas y luego soterradas en excelente estado de conservación. Se tienen noticias de que en el siglo V antes de la era cristiana estaba habitada por una tribu prerromana llamada Los arévacos, el nombre nos indica su origen celta. 

Los primeros datos que de los arévacos se conocen nos llegaron a través del historiador griego Estrabón. Se sabe con certeza que habitaron en los lugares de Osma (Uxama). 

Esta tribu construía sus poblados sobre un oppidum -término genérico en latín que designa un lugar elevado, una colina o meseta. Era un pueblo rústico, regido por caudillos, sin unidad entre sí y casi sin comunicaciones. Se dedicaban a la agricultura y pertenecían a la más poderosa de todas las tribus celtíberas. 

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Cifraban su gloria en perecer en los combates y consideraban como afrentoso morir de enfermedad. Parece ser que este pueblo no enterraba a sus muertos, sino que quemaba los cuerpos ya que en sus lugares de asentamiento se han encontrado necrópolis de incineración; sin embargo, para los que perecían en combate no consideraban digno el quemar sus restos, los cuales hacían descansar en cuevas, en fosas primero y posteriormente en urnas. 

Adoraban al dios Lug, divinidad de origen celta al cual festejaban en las noches de plenilunios bailando en familia a las puertas de sus casas. También rendían culto a sus muertos y a un tal “Elman”. Tenían por costumbre dejar sus iconos o imágenes de los dioses en cuevas situadas en abruptos peñascales –a veces se trataba de las mismas grutas donde descansaban sus antepasados– y solían acudir a ellas en grupo en días señalados para la ocasión. 


En las guerras usaban espadas de dos filos, venablos y lanzas con resaltes de hierro que endurecían dejándolos enmohecer en la tierra. El cuneas u orden de batalla triangular de los arévacos, se hizo temible entre los guerreros de la antigüedad. 

Sobre el año 200 a. C, el cartaginés Aníbal, en sus luchas por la conquista de Hispania, obligó a huir a los arévacos de Numancia aunque les permitió volver bajo la promesa de que servirían a los cartagineses con lealtad. 

Su historia sigue paralela a la historia de Numancia, creando serios problemas a los conquistadores romanos que los consiguieron dominar, en el año 98 a.C., tiempo en el que el cónsul Tito Didio obligó a bajar a sus pobladores desde la ciudad al llano. 


Otro descubrimiento en las tierras de Soria, que se identifica más con Aragón que con Castilla, fue el parque jurásico. Los dinosaurios responsables de las icnitas fosilizadas sorianas, son relativamente comunes, habitaron la provincia hace 140 millones de años, en el Cretácito Inferior. Soria era un conjunto de lagos, unidos por un gran río y abundaban los helechos y las coníferas. En este medio convivían peces, cocodrilos y otros animales invertebrados, aunque los más abundantes eran los dinosaurios y los reptiles voladores (pterosaurios). Fueron ellos quienes, mientras se desplazaban por las húmedas orillas de estos lagos, dejaron impresas las huellas que, tras su fosilización, han llegado a nuestros días como testimonio de esa época. 

Y ahora, ya no es tan difícil hablar de Celtiberia. El término celtíberos agrupa a una serie de pueblos prerromanos celtas o celtizados que habitaban desde finales de la Edad del Bronce (aprox. siglo XIII a. C.), hasta la romanización de Hispania (siglo II a.C. siglo I), la zona de la península ibérica llamada Celtiberia por las fuentes clásicas. Los romanos los consideraban una mezcla de celtas e íberos.

Resulta difícil asignar territorios y fronteras concretas a esta amalgama de pueblos debido a la escasa documentación histórica existente y a la cantidad de hipótesis sugeridas por los restos arqueológicos encontrados. La definición de celtíbero ha cambiado a lo largo de la historia, pero en la actualidad son habitualmente considerados celtíberos los arévacos. Según Estrabón, los arévacos era el pueblo más fuerte.
Gonzalo Díaz-Arbolí 
Nota: Las fotografías son del autor

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2 comentarios:

Santiago Jiménez dijo...

Un magnífico acercamiento a la historia antigua de mi tierra y el recuerdo de un maravilloso viaje.

Eugenio Martínez dijo...

Con esta entrada, Gonzalo, amplías en unas cuantas hectáreas la superficie de mi cultura histórica, puesto que desconocía totalmente la existencia de la Tribu de los Arévacos. Se agradece la crónica

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