31.10.21

En homenaje al poeta y escritor; Alberto Boutellier

Pulsar para ampliar

31 de octubre de 2021 Alberto Boutellier Caparrós, hubiese cumplido 88 años. 

Para conmemorar su aniversario.  Su familia y un grupo de amigos tertulianos, conquistado por la luminosa  iniciativa de uno de ellos, nos hemos congregados para colocar una placa en la verja del varadero de la avenida de la Bajamar, donde se encuentra rendido, vencido, abandonado y desolado un derrelicto en el Guadalete, icono y logotipo que fue durante décadas de nuestra ciudad: el Vapor de El Puerto. La placa muestra el poema: Victor Derrelictus, escrito por nuestro añorado Alberto poco antes de su muerte.

Pulsar para ampliar

En este acto, sencillo y entrañable te hemos invocado y, cerrando los ojos, la memoria nos ha deslumbrado y ya junto a ti, asidos a las bondades que tu inmensa humanidad,  desde esa otra dimensión que ahora ocupas, nos ha preguntado ¿Qué hacemos aquí? Precisamente estamos aquí por una de esas intuiciones extrañas y personales. Es la razón de haberte emplazado y que el recuerdo de tu bello poema, sea correa de transmisión para el mensaje que queremos lanzar. El poeta siempre ansía la permanencia de su voz, para que así, remueva conciencias y nos pongamos manos a la obra para recuperar el Vapor nuestro vapor. Alberto, tu presencia entre nosotros, muy unidos a tu familia, será perenne e imborrable, y estamos seguros de conseguirlo.

En nuestras conversaciones sobre poesía nos decías que, tu tiempo libre, te exigía numerosas disciplinas a compartir con la poesía y añadías: ¡Qué pronto se me hizo tarde! Cuántas horas dedicadas a la vida sin vivirla y qué pocas a soñarla!
Escribir es apasionante. Y publicar lo es aún más. Blas de Otero lo dejó inmortalizado en unos versos:
Porque escribir es viento fugitivo,
y publicar columna arrinconada.
Digo vivir, vivir como si nada
hubiera de quedar de lo que escribo.

Tener la oportunidad de que te lean es una sensación de gran responsabilidad y todo aquel que tiene el arrojo de mostrar su trabajo a la crítica del que lee me merece un gran respeto.
¿Qué se puede decir de alguien que ha acumulado tantos méritos, que ha sido tan humano? Sencillamente, gracias Alberto, gracias por haber sido tu amigo. Te fuiste sin molestar y en silencio, pero tu recuerdo y tu obra permanecerá en nosotros para siempre.

Transcribimos retazos de algunos comentarios escritos por los tertulianos:


1. Siempre quedará en nuestra memoria esos días tranquilos, cuando nos reuníamos en la tertulia. Tu sabiduría, tu templanza, tu solidaridad, el regalo de tu vitalidad y la forma tan cercana de comunicar tu cariño, -los abrazos- nos contagiaban y envolvían. Así conocimos al hombre bueno y generoso y, al comprometido por sus ideales sociales.

Hace unos días hablando en nuestras tertulias sobre el paso del tiempo y al transmitirle mi preocupación, me dijo: El pasado no existe, el presente es efímero y el futuro incierto, por tanto, no me preguntes más allá del día de hoy, que ya es mucho. Es un consejo de Séneca, añadió.

2. ¡Cómo nos duele, desde ayer, el silencio de tu voz!
Ahora, como nunca, queremos formar todos… ¡formamos todos parte! de tu familia, deslumbrados por el relámpago de amistad, cercanía, sinceridad y entusiasmo que tú has sido.
A todos nos acompañará siempre la sombra cálida del amigo, que desde la otra orilla, donde tú ya habitas, nos dictará el consejo, que, en cada momento, para no perder tu costumbre, nos ayudará a salvar los escollos a los que nos enfrente cualquier marejada de la vida y nos trasladará plácidamente al remanso y a la quietud de una ensenada.

3. Gran hombre, buen hombre, gran humanidad pero sobre todo, gran amigo.
Animoso con todos, aunque estuvieras preocupado o triste. Vital como nadie. Daba gusto verte entrar. Fuiste el alma de nuestra tertulia. ¿Qué vamos hacer ahora sin tu presencia y tu bonhomía? Palabra, esta última, que con frecuencia usabas al referirte a los demás, señal inequívoca de tu predisposición a ver, en todos los que te rodeaban, buenas personas. Y esa predisposición hacía que te preocuparas por los necesitados, en todos los sentidos; lo mismo regalabas compañía, que cariño, y todo lo que estuviese en tus manos para solucionar cualquier problema ajeno.
Considerado y respetuoso. En tus abrazos transmitías tantos buenos deseos que nos hacías sentir bien, reconfortados y seguros. Ahora nos dejas tristes ¡Imagínate!, pero nos recuperaremos pensado en que tú no querías caras apenadas.
Decías muchas veces que vivías, y había que vivir, pensando que ese día podía ser el último, por ello había que vivirlo, y ser feliz, minuto a minuto.

4. A veces decía tener dormidas las musas y las páginas escritas de una novela empezada con ímpetu juvenil se quedaban esperando a que despertasen para continuar creciendo hasta completar una nueva obra, otra mas y ya eran ocho. Todas escritas después de los sesenta años de edad. Era un hombre joven y sin embargo se ha ido. Joven a sus 84 años porque se puede ser joven a esa edad lo mismo que hay hombres de cuarenta que son ancianos vencidos por la vida y sin ilusiones. Él no, él era un joven impetuoso, vitalista, deseoso de dar a los demás todo cuanto poseía, generoso al máximo, inteligente, intelectual y artista pero sobre todo hombre, hombre en el sentido humanista de la palabra, un hombre de esos que uno piensa que si hubiera muchos como él, como ellos, el mundo sería distinto, más amable, más justo, pero precisamente si por algo se caracteriza el mundo es por lo injusto que es. Como suele decir la cultura popular “Siempre se van los mejores” y en este caso el dicho popular está plenamente justificado.

5. Nuestras conversaciones eran fugaces, intensas, sí, pero de cierto laconismo. Mirando más hacia el interior; navegando siempre por el alma. Cautivando el asombro. No sé si fue la última; da igual.
Tampoco sé cómo empezamos a hablar de la felicidad, me sorprendió su primer aserto:
 La felicidad no es una cosa sencilla, estoy convencido que no es para los débiles de carácter, ni para los veleidosos, y por supuesto, tampoco para los que fácilmente se dejan influir o para los que dudan. Hace falta una enorme cantidad de energía para ser feliz ─miraba hacia adelante pensando, probablemente, sus siguientes palabras.
Cierto que la teoría de la felicidad quizás sea fácil, el saber llevar a cabo es lo complicado. Esquemáticamente es posible que baste eso de tener pensamientos felices para ser feliz, pero ¿cómo persistimos en la posesión de pensamientos felices?

6. No he tenido la suerte de haber compartido más tiempo de relación cercana contigo. Pero en el período que nuestras trayectorias vitales nos puso en contacto: la Academia y nuestra tertulia semanal, han propiciado las ocasiones para que pudiéramos poner en común ideas e inquietudes, que suelen ser el germen natural de la identificación personal, que deviene en amistad. Tu acogida y tu capacidad para las relaciones humanas hicieron que, enseguida, sintiera como si te conociera desde casi toda la vida.
Me has enseñado que la amistad no se mide en “quinquenios”, sino por esa actitud, tan tuya, siempre abierta a conocer personas y a compartir, lo más importante: tu tiempo, tus inquietudes y tu permanente ilusión por casi todo.
Tus días no han tenido fronteras horarias, que te impidieran dar continuidad a estar en contacto con tantos seguidores en las redes sociales. O redactar ese “articulillo”, que tenías la atención de poner a disposición de los que somos menos asiduos, o inconstante, en esos medios en los que tú, rompiendo tópicos, te has prodigado de tal manera que podíamos considerarte tan “nativo digital” como tus hijos o tus nietos.

La muerte no es el final  (San Agustín de Hipona)

7.
La muerte no es nada, sólo he pasado a la habitación de al lado.
Yo soy yo, vosotros sois vosotros.
Lo que somos unos para los otros seguimos siéndolo.
Dadme el nombre que siempre me habéis dado. Hablad de mí como siempre lo habéis hecho.
No uséis un tono diferente. No toméis un aire solemne y triste.
Seguid riendo de lo que nos hacía reír juntos. Rezad, sonreíd, pensad en mí.
Que mi nombre sea pronunciado como siempre lo ha sido, sin énfasis de ninguna clase, sin señal de sombra.
La vida es lo que siempre ha sido. El hilo no se ha cortado.
¿Por qué estaría yo fuera de vuestra mente? ¿Simplemente porque estoy fuera de vuestra vista?
Os espero; No estoy lejos, sólo al otro lado del camino.
¿Veis? Todo está bien.
No lloréis si me amabais. ¡Si conocierais el don de Dios y lo que es el Cielo! ¡Si pudierais oír el cántico de los Ángeles y verme en medio de ellos! ¡Si pudierais ver con vuestros ojos los horizontes, los campos eternos y los nuevos senderos que atravieso! ¡Si por un instante pudierais contemplar como yo la belleza ante la cual todas las bellezas palidecen!
Falleció serenamente el día 19 de mayo de 2016

Pulsar la imagen para visualizar el vídeo

La Tertulia de los Martes

2 comentarios:

Marbou dijo...

Gracias desde el corazón !!!!
No tengo palabras para agradecer tan elaborada reseña en recuerdo y homenaje a mi padre, siento un orgullo enorme y no sé más que decir que gracias, gracias gracias !!!!!
Mar Boutellier

Luis Manzrro Benitez dijo...

Me ha bastado leer el consejo de Seneca para saber que A. Boutellier fue un hombre excepcional. Luego he leído y te he escuchado recitar su poema y, con las palabras del comentario que hizo,"...he dejado de escribir y he ido a ver el mar", he quedado impresionado y algo indignado: Impresionado por las palabras que le dedicas y, como seguro que son merecidas, estamos ante un personaje excepcional; indignado porque, con solo su poema, ya se merecía que el precioso vapor fuera restaurado y volver a verlo navegar.
Opino lo mismo que la persona que ha hablado; se merecía un busto de bronce en el lugar más visible del puerto, aunque la placa con su poema es preciosa.
Muchas gracias, Gonzalo.

Publicar un comentario