Hablar de mi madre, será también, como hablar de todas las mujeres que lucharon juntas.
Hablar de mi madre, y ser breve, no será fácil, así que intentaré resumir al máximo.
Creo que conviene decir, por si los más jóvenes no lo saben, que la mayoría de las casas de campo, (cortijos), en esos años, no tenían electricidad y, por tanto, no tenían lavadora, ni nevera; y la cocina era de leña.
Además de todos esos inconvenientes, muchas mujeres, -no es el caso de mi madre- tenían que criar a muchos hijos y, a veces, tengo que decirlo para que se las valore como se merecen, aguantar a maridos machistas y brutos. Con todo lo dicho, ya habrán deducido que eran unas SUPERMUJERES, eran DIOSAS llenas de valor y, por desgracia, poco valoradas.
De mi madre empezaré diciendo que era una mujer adelantada a su tiempo y, como se puede ver, muy guapa; para mi la mas guapa del mundo.
Agua fuerte y punta seca, de Manuel Manzorro. |
Vivíamos en un típico cortijo de la época; mojinetes y laterales de piedras y cal, y techo de caña y paja nea. A simple vista parecía que una casa así sería un hogar frágil, pero en realidad era el más seguro del mundo; tenía un pilar capaz de aguantar los peores vendavales, y un amortiguador para pasar por encima de los baches más profundos.....tenía A MI MADRE. Ella era, además de madre, esposa, enfermera, modista, maestra, psicóloga.....con todo eso y su vieja máquina de coser, una sartén, un par de ollas y el fuego de leña, puedo decir que yo no tenía una madre, tenia un ejército invencibles de madres.
Le gustaba mirar el cielo, quizás porque vino de allí. Amaba las flores, los gatos, los perros, los pájaros, viajar, el viento, la brisa, el mar... Era tranquila, pero derrochaba coraje, seguridad, fuerza...Los pantalones rotos se zurcían como por arte de magia. Con su SINGER nos hacía preciosas gorras para el invierno, pantalones de pana, jerseys de ganchillo... para jugar, imitando a los mayores, me hacia talegas pequeñas que yo llenaba de trigo y cargaba en una carretea de juguetes. Eso me encantaba, ella lo sabía, y nunca me faltaban sacos y talegas.
Con pocos ingredientes, pero con mucho amor, en su vieja olla y al fuego de leña, hacía comidas increíbles: tagarninas, pucheros, potajes...No tenía 5 estrellas, tenia todas las del cielo en una noche clara de Primavera.
Casi al mismo tiempo que me enseñaba a andar, alrededor de una mesa camilla con hule de flores estampadas, con un viejo "catón" y al calor de un brasero de picón, me enseñó a leer y a escribir.
Para mi padre, después de un día durísimo de trabajo, era el "reposo del guerrero". De un guerrero sin armaduras, pero con más valor que todos los que las llevaban, y que, junto a otros muchos, levantaron España que estaba de rodillas.
Podría seguir escribiendo durante años, pero para acabar diré que, en la foto la pongo al lado de su VIRGEN DE LA OLIVA. Se que cuando me fui a los 18 años, le pidió mucho por mi, y la Virgen la escuchó; cometí errores que, quizás gracias a ELLA, el tiempo los convirtió en acierto.
ESTOY SEGURO QUE EN EL CIELO LA VIRGEN TIENE A MI MADRE ENTRE SUS FAVORITAS.
Luis Manzorro Benítez
Las mujeres y hombres del campo, a veces, no encuentran las palabras adecuadas para expresar su pensamiento. Pero Luis Manzorro, en este homenaje a su madre, ha acertado plenamente con este relato, y nos transmite sus sentimientos y la forma de vida de aquella época.
La protagonista es el ejemplo de compromiso con el mundo rural, con sus raíces, al igual que tantas mujeres de su generación. Dedicaron su existencia a trabajar sin descanso, demostrando una calidad humana sin precedentes. El esfuerzo, la constancia, el sacrificio y el amor por la familia fueron los pilares que mantuvieron vivo el hogar y las tradiciones.
Gracias, amigo Luis.
Gonzalo Díaz-Arbolí
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No te imaginas los maravillosos recuerdos que has traído a mi memoria este vídeo, y cuantas palabras que desconocía y que ahora, sabiendo el significado de algunos utensilios que manejaba mi padre, me harán valorarlo aún más: un ejemplo es "aparvadero". ¡Cuántas veces mi hermano y yo nos subíamos en en ese travesaño, y cuantas veces nos caímos al montón de paja!....sin saber cómo se llamaba. Me he emocionado leyendo palabras ya olvidadas como: besana, majada, rastrojo, parva, esquila....La palabra "esquila" ha hecho que me acuerde de una maravillosa cabra que tuvimos, y a la que le pusimos una preciosa esquila. También me han emocionado frases como: "Hoy, en eras y corrales, desvencijados, carcomidos, sueñan cargas y caminos que nunca volverán", o "veredas enamoradas". Yo estaba enamorado de una de esas preciosas veredas, por la que de niño, con mi aro, iba a visitar a una vecina que me gustaba.
Luis Manzorro Benítez
2 comentarios:
Gonzalo, me ha gustado muchísimo esta entrada.
Es sencilla y completa, emocionante y realista. Muy sentida.
Como me decía un día uno de mis nietos de 6 años entonces, "cuando sea mayor quiero ser un papá normal". Ya sé que os lo conté varias veces...pero es que ser alguien "normal", como la madre de Luis Manzorro, es algo maravilloso. Un abrazo
Muchas gracias, Gonzalo, por publicar en tu Rincón del Arte lo que escribí sobre mi madre, que se puede hacer extensivo a todas las mujeres de la época que vivieron en zonas rurales. Para entender el esfuerzo titánico de esas mujeres, basta pensar en como pudieron salir adelante y criar a 7,8,9,10...hijos con poquísimo ingresos y sin la ayuda de esos electrodomésticos que hoy son imprescindibles.
Gracias, también, Julio de la R. por su bonito comentario y decir que "no hay nada más maravilloso que ser alguien "normal", como mi madre".
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