13.10.20

Cuatro días en Vejer de la Frontera

 


Hemos descansado y disfrutado del paisaje, hemos deambulando por sus calles en el crepúsculo, descubriendo sus misterios cuando los matices de la luz son tan variados por obra y gracia de un sol rojizo e incandescente a la izquierda de la Corredera tras el  Santo. 
Decidimos subir entonces hasta el macizo del Santo, desde donde podíamos abarcar el mundo y disfrutar de la puesta de sol, todavía nos quedaba una hora hasta ver el disco rojo sumergirse en el Atlántico, mientras, llenábamos nuestros ojos y nuestro corazón hasta límites insospechados y, comprendimos entonces que es la belleza.

Al mirar hacia atrás vimos de nuevo el pueblo en penumbra, ya el casco antiguo estaba bajo el embrujo de unas luces anaranjadas que recordaban vagamente a la de las viejas antorchas y nos transportaron al siglo XVIII.  


Todos los días, a las 5 de la tarde, esperábamos, pacientemente con la cámara fotográfica en ristre, captar el sorprendente espectáculo del vuelo sincronizado de los estorninos. Hemos renovado amistades. El condumio, excelente. Todo perfecto.

             

Tomo estos versos de José A. Muñoz Rojas, dedicados a mi mujer.
A ti mis pensamientos aguardando
antes de amanecer a que amanezca,
para montar su guardia a memoria; 
a ti mis dulces sueños entornando
puertas al alba porque no amanezca,
y se pierda en la luz tu tierna historia. 

"Desde lo alto del Santo, hasta la profunda Barca, te saludo mil veces Vejer". Vejer de mis entrañas, de mis escapadas, de mis recuerdos y nostalgias y de mi ayer siempre presente. 

Vejer de la Frontera de "todas las fronteras", porque las tiene entre mar y tierra, entre moros y cristianos, entre llanura y monte, entre la realidad y el sueño. Vejer, altiva en tu cima de pinos y de piedras donde el viento es libre, es uno de esos pueblos de los que cada crepúsculo se despide con el inconfesado temor de que, durante la noche, se haya ido volando como un bando de grullas.

Opiniones: Los protagonistas, como siempre, redondeando su calidad de estrellas. El fondo musical, conjugando sonidos naturales, abraza las calles empedradas y las fachadas, !tan blancas! de  Vejer que elaboran una hermosa estampa bucólica que hace vibrar los rincones del alma.


Música: Suite de los Montes Apalaches 
Poemas de Martín Fierro y Neruda. 
Realización: Gondiazar
Gonzalo Díaz Arbolí

 

4 comentarios:

Eugenio Martínez dijo...

Eugenio dijo: Precioso reportaje, Gonzalo. Los dos protagonistas, como siempre, redondeando su calidad de estrellas. El fondo musical, conjugando sonidos naturales, abraza las calles empedradas y las fachadas, !tan blancas!, de tu adorado Vejer que elaboran una hermosa estampa bucólica que hace vibrar los rincones del alma

M. Jose C..H. dijo...

Que maravilla de vídeo! Es relajante y precioso, que colorido tan bonito, la música...lo veré muchas más veces.

Eva dijo...

¡Me ha encantado el vídeo!

Álvaro Rendón dijo...

Qué te puedo decir de tus escapadas al Vejer de tus entrañas, donde disfrutas de recuerdos y nostalgias, y paseas por tu ayer siempre presente.

Publicar un comentario