10.2.24

Visita a Vejer, mi pueblo.

Calle José Castrillón, 9  (mi calle) y los hermanos: Gonzalo (9 años), Manolo, Ana M., Servando y Mari Carmen.

Vejer donde nací: donde forjé amistades que duran toda la vida y donde siempre me siento en casa, sin importar cuánto tiempo haya pasado o cuán lejos haya viajado. Sus calles, sus casas, sus paisajes y las personas que conocemos en nuestros primeros años de vida dejan una huella imborrable en nuestra memoria. Los momentos felices, las aventuras y los juegos infantiles están profundamente ligados al lugar. Estos recuerdos están cargados de emociones y un sentido de pertenencia que es difícil de encontrar en otro lugar. Son a menudo ideales y se asocian con una sensación de seguridad y bienestar.
Decir "quiero a mi pueblo" no es solo una expresión de cariño, es una afirmación de identidad y raíces que trasciende el tiempo y la distancia. Es una declaración profunda de amor y gratitud. Es reconocer la importancia de nuestras raíces y apreciar el lugar que ha moldeado mi carácter.

Fotografía de Fran Basallote Marín

"Hay ciudades que parecen hechas de sentimiento, de poesía, de nostalgia; ciudades por las que circula un alma casi visible, palpable, que se adentra en ti y se funde a tu vida en un instante." Esta frase del poeta, Ricardo Molina, describe perfectamente mis sentimientos. 

La calle José Castrillón donde viví, de tantos recuerdos: los juegos infantiles, los primeros amores, el olor del jazmín que mi madre regaba en el balcón de la casa…y vuelvo a los espacios donde la nostalgia me ha devuelto: aquellos rincones queridos de mi intimidad, a la mágica fantasía donde el corazón ha cimentado el artilugio emocionado de la evocación.

Todavía, cuando lo visito conservo su belleza en la memoria de mi infancia y juventud; gracias a su luminosa cal,  paradigma del más puro blanco, que grita a lomos de ese cerro que en su cima tiene conserva aún molinos de viento.
Acaricio con mis manos la insinuante piel de la cal de sus paredes, mil veces blanqueadas con ondulaciones que alcanzan reflejos brillantes como la nieve; no me habría sorprendido ver brotar de ellas, las azuladas y sencillas flores amarillas de la retama.
Y recuerdo aquellos juegos a plena carrera por sus calles, en aquel laberinto de callejones andalusíes que nos hacían crecer fuertes de piernas y corazón, lamentablemente hoy, convertidas en un lento caminar por el peso de unas piernas envejecidas por 85 años, y a pesar de todo, su hermosura siempre me ha retrotraído, inexorablemente, al mágico escenario de mi añorada infancia y juventud.

Contemplo los castillos de la luna,
escuela de los ángeles. Vejer de la Frontera,
en la súbita nieve con que ensalzas
mis ojos al extremo de la tierra.
Frontera, sí, de arriba,
del aíre que te goza y te serena
cristalizando el vuelo de palomas
donde España concluye y se embelesa.
DIONISIO RIDRUEJO

Hacer clic sobre la imagen para visualizar el vídeo. 
Las fotografías las tomé durante un fin de semana que lo visité.

Mi pueblo es más que un lugar en el mapa; es una parte de mi ser, una fuente de orgullo y una joya que siempre llevaré conmigo. No importa dónde esté o cuánto tiempo pase, siempre habrá una parte de mí que pertenece a mi querido pueblo: Vejer de la Frontera.

Gonzalo Díaz Arbolí. 2 -9-2023


12 comentarios:

Olga dijo...

Precioso, Gonzalo. El escenario de la infancia siempre emociona.

Amparo Bermúdez dijo...


Precioso y entrañable!

Manuel Benaixa dijo...


Maravillosas palabras a nuestro pueblo, eres muy grande Gonzalo, un fuerte abrazo.

Encarna Muñoz De Arenillas Manzorro dijo...


Uyyy me he emocionado mucho Gonzalo... Tus palabras sentidas y llenas de recuerdos te han salido del corazón.

Britta Cramer dijo...

Britta Cramer
So kennen wir Vejer! Wunderschön dort!

Ade Garcia dijo...

Como se nota que sientes tu tierra que amas tu pueblo!! maravilla leerte..

Carolina Morillo dijo...

Que bonito ,Gonzalo,se nota tu carencia durante años de Vejer ahora lo añoras y lo sueñas,un recuerdo cariñoso de tu pasado inolvidable ,de tu seres queridos, toda tu infancia la tienes escrita aquí en las paredes de cal de las calles encaladas año tras año y en tu memoria acompañándote siempre como un amigo fiel que no te quiere apartar de su vida.

Gondiazar dijo...

Gracias, querida Carolina. Aunque ausente, nunca estuve alejado, sigo sintiéndome atrapado por los recuerdos de hace 70 años. Es la constatación de que la nostalgia de aquellos años, de aquel obstinado amor sigue vigente, de lo que una vez fuimos…Un beso y gracias por tus excelentes y cariñosos comentarios.

Luis Manzorro Benitez dijo...

Bonitas palabras con las que nos transmites tus recuerdo, los recuerdos de un pueblo que en los años de nuestra juventud, era tan especial, tan increíble, que pasado los años seguimos diciendo lo que todos decían en Vejer cuando una joven destacaba por su belleza, por su carácter, por su personalidad, por su inteligencia, por su bondad... "¡SI ES QUE LO TIENE TODO!"

Cuqui Morillo dijo...

¡Qué nostalgia Gonzalo!

Mar Boutellier dijo...

Hermosa evocación a tu infancia en ese precioso Vejer . Hace muy poco estuve para enseñárselo a una amiga de mi hija y me costó 2 días de agujetas !
Hermoso Vejer de la Frontera !
Un abrazo.

Gondiazar dijo...

Gracias, muchísimas gracias a todos por tan elogiosos comentarios. Me siento tan orgulloso de mi pueblo y de mis amigas y amigos. Un fuerte abrazo

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