8.2.24

Elogio y orgullo de la edad y el paso del tiempo...



Cómo hemos cambiado, ¿verdad? Parece que fue ayer cuando teníamos 10 años. El tiempo pasa y no nos enteramos. 

Sin embargo, somos conscientes de que hemos aprovechado el paso de los años, a pesar de las batallas perdidas y de los sentimientos encontrados y sabemos que hemos acumulado experiencia para ofrecer sabiduría y templanza. La edad es un símbolo de lo que aprendemos mientras vamos transformándonos a lo largo de la vida.


Por otra parte el tiempo vivido merece un suspiro. Recrearse en los recuerdos contribuye a serenar el estado de ánimo, a elevar nuestra estima y a fortalecer nuestras relaciones. Digamos que, con el paso del tiempo, nuestros anhelos son una fuente de equilibrio y bienestar. Aunque en ocasiones suframos por ello, rememorar y sentir intensa y vívidamente esos recuerdos es una manera de mantenernos en forma emocionalmente.

Los suspiros de nostalgia nos tienden un puente entre el pasado y el presente, lo cual nos ayuda a percibir la continuidad de nuestro yo y ser conscientes de que compartimos muchas cualidades con la persona que fuimos.
Pero a veces caemos en la tentación de la nostalgia, aun sin querer, aunque nos hayamos prohibido mirar hacia atrás.

Cuán presto se va el placer, /como después de acordado/ da dolor, / cómo a nuestro parecer/ cual tiempo pasado/ fue mejor. Y no es que lo sucedido fuese preferible a lo que nos sucede. Es mejor, sólo por haber pasado, por haberse quedado inmóvil, intangible, explicable, no dañino.
Es decir, haciendo memoria alimentamos esa sensación de que el ayer y el hoy se funden en una conjunción perfecta entre experiencia y tiempo que da como resultado una confianza característica en uno mismo.
“Disfrutar del pasado es vivir dos veces”   

Hoy traemos al blog un poema del portugués José Saramago (Azinhaga, Santarém, 1923 – Tías, Lanzarote, 2010) premio Nobel de Literatura 1998, nos legó una gran producción literaria. De entre ellos, referidos a la edad y al paso del tiempo transcribimos el que se llama ¿Qué cuántos años tengo?


¿Que cuántos años tengo? no es una queja, es un poema de reivindicación y de valoración, de reconocimiento pero también de valentía y orgullo de edad. Así lo declara en uno de sus versos: no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice, / sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte.

Qué cuántos años tengo?

¡Qué importa eso!
¡Tengo la edad que quiero y siento!
La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso.
Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso o lo desconocido…
Pues tengo la experiencia de los años vividos
y la fuerza de la convicción de mis deseos.
¡Qué importa cuántos años tengo!
¡No quiero pensar en ello!
Pues unos dicen que ya soy viejo
otros «que estoy en el apogeo».
Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice,
sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte.
Tengo los años necesarios para gritar lo que pienso,
para hacer lo que quiero, para reconocer yerros viejos, rectificar caminos y atesorar éxitos.
Ahora no tienen por qué decir:
¡Estás muy joven, no lo lograrás!…
¡Estás muy viejo, ya no podrás!…
Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma,
pero con el interés de seguir creciendo.
Tengo los años en que los sueños,
se empiezan a acariciar con los dedos,
las ilusiones se convierten en esperanza.
Tengo los años en que el amor,
a veces es una loca llamarada,
ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada.
y otras… es un remanso de paz, como el atardecer en la playa.. ¿Qué cuántos años tengo?
No necesito marcarlos con un número,
pues mis anhelos alcanzados,
mis triunfos obtenidos,
las lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones truncadas… ¡Valen mucho más que eso!
¡Qué importa si cumplo cincuenta, sesenta o más!
Pues lo que importa: ¡es la edad que siento!
Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos.
Para seguir sin temor por el sendero,
pues llevo conmigo la experiencia adquirida
y la fuerza de mis anhelos
¿Qué cuántos años tengo?
¡Eso!… ¿A quién le importa?
Tengo los años necesarios para perder ya el miedo
y hacer lo que quiero y siento!
Qué importa cuántos años tengo.
o cuántos espero, si con los años que tengo,
¡¡aprendí a querer lo necesario y a tomar, sólo lo bueno!!

José Saramago


Gonzalo Díaz-Arbolí

2 comentarios:

Luis Manzorro dijo...

Yo amigo Gonzalo, no sé que edad tengo, solo sé que tengo la que necesito para enamorarme de nuevo; para enamorarme de rostros que ya se fueron; de caminos y veredas que, abandonados, se perdieron; de arroyos secos que murieron; del canto de pájaros que emigraron y nos dejaron el silencio....

Julio R. de la Rúa dijo...

Me gustan mucho la poesía de José Saramago y el comentario poético de Luis Manzorro y ojalá...
Para mí la edad avanzada, es tiempo de seguir luchando, con sentimientos y sensaciones a veces enfrentadas, dependiendo del momento.
No sé porqué, pues no viene bien a cuento, pero me viene a la cabeza una especie de oxímoron que alguien dijo "...el futuro, ya no es lo que era..."
Muchas gracias Gonzalo

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