29.7.23

Sólo en el interior de uno mismo se encuentran todas las respuestas. Ahí está la verdad.


In interiore hominis habitat veritas
En el interior del hombre habita la verdad
Son palabras de san Agustín, allá por los comienzos del siglo V

Cuando estudiábamos filosofía en bachillerato, aprendimos esta sentencia de San Agustín: "En el interior del hombre habita la verdad". Significa que mediante la introspección podemos llegar a comunicarnos con Dios y que hay que desatender los asuntos mundanos, como las propiedades o el dinero.
Pero son palabras que hoy siguen encontrando su eco en el marco de nuestras vidas. El corazón humano está roto a causa de los intereses de aquellos que tienen la responsabilidad de educar. Y es la causalidad personal, como estructura que nos conforma en un universo abierto a los otros con quienes convivimos, la que nos fuerza a conocer nuestra historia, a poder contar nuestra historia.

María Zambrano, en un contexto diferente al de san Agustín, pero con muchos elementos comunes, decía: «Persona es lo que subsiste y sobrevive a cualquier catástrofe, a la destrucción de su esperanza, a la destrucción de su amor. Y sólo entonces se es persona en acto, enteramente, porque se cae en un fondo infinito donde lo destruido renace en su verdad, en un modo de no perderse. Ser persona es ser capaz de renacer tantas veces como sea necesario resucitar".


Extracto del ensayo "Adentro" de Miguel de Unamuno

Sal pronto de ahí y aíslate por primera providencia; vete al campo, y en la soledad conversa con el universo si quieres, habla a la congregación de las cosas todas. ¿Que se pierde tu voz? Más te vale que se pierdan tus palabras en el cielo inmenso a no que resuenen entre las cuatro paredes de un corral de vecindad, sobre la cháchara de las comadres. Vale más ser ola pasajera en el Océano, que charco muerto en la hondonada.

Hay en tu carta una cosa que no me gusta, y es ese empeño que muestras ahora por fijarte un camino y trazarte un plan de vida. ¡Nada de plan previo, que no eres edificio! No hace el plan a la vida, sino que ésta lo traza viviendo. No te empeñes en regular tu acción por tu pensamiento; deja más bien que aquélla te forme, informe, deforme y trasforme éste. Vas saliendo de ti mismo, revelándote a ti propio; tu acabada personalidad está al fin y no al principio de tu vida; sólo con la muerte se te completa y corona. El hombre de hoy no es el de ayer ni el de mañana, y así como cambias, deja que cambie el ideal que de ti propio te forjes. Tu vida es ante tu propia conciencia la revelación continua, en el tiempo, de tu eternidad, el desarrollo de tu símbolo; vas descubriéndote conforme obras. Avanza, pues, en las honduras de tu espíritu, y descubrirás cada día nuevos horizontes, tierras vírgenes, ríos de inmaculada pureza, cielos antes no vistos, estrellas nuevas y nuevas constelaciones. Cuando la vida es honda, es poema de ritmo continuo y ondulante. No encadenes tu fondo eterno, que en el tiempo se desenvuelve, a fugitivos reflejos de él. Vive al día, en las olas del tiempo, pero asentado sobre tu roca viva, dentro del mar de la eternidad; al día en la eternidad, es como debes vivir.

Te repito, que no hace el plan a la vida, sino que ésta se lo traza a sí misma, viviendo. ¿Fijarte un camino? El espacio que recorras será tu camino; no te hagas, como planeta en su órbita, siervo de una trayectoria. Querer fijarse de antemano la vía redúcese en rigor a hacerse esclavo de la que nos señalen los demás, porque eso de ser hombre de meta y propósito fijos no es más que ser como los demás nos imaginan, sujetar nuestra realidad a su apariencia en las ajenas mentes. No sigas, pues, los senderos que a cordel trazaron ellos; ve haciéndote el tuyo a campo traviesa, con tus propios pies, pisando sus sementeras si es preciso. Así es como mejor les sirves, aunque otra cosa crean ellos. Tales caminos, hechos así a la ventura, son los hilos cuya trama forma la vida social; si cada cual se hace el suyo, formarán con sus cruces y trenzados rica tela, y no calabrote.

Reconcéntrate para irradiar; deja llenarte para que rebases luego, conservando el manantial. Recógete en ti mismo para mejor darte a los demás todo entero e indiviso. «Doy cuanto tengo», dice el generoso; «Doy cuanto valgo», dice el abnegado; «Doy cuanto soy», dice el héroe; «Me doy a mí mismo», dice el santo; y di tú con él, y al darte: «Doy conmigo el universo entero». Para ello tienes que hacerte universo, buscándolo dentro de ti. ¡Adentro! 
 Año de 1900

28.7.23

DOÑA GERTRUDIS Y LAS NIÑAS

 

Transcurre con placidez el mes de Agosto de 1929. La Virgen está en la Parroquia y ésta, llena de feligreses. En esos días acontece que se instala en la ciudad la viuda de un militar de graduación, con tres hijas solteras. Por lo que se pudo saber, hasta entonces había vivido en una finca de heredad, por allí, por donde El Soto, a la que habían accedido para ver de curar la enfermedad del marido, pero éste, acababa de morir, no se sabe si de mal conocido o, como decían por allí, por decisión propia. 

Como era de algunos posibles y sabiendo que en Vejer siempre se ha considerado lo más adecuado el no “”juntar churras con merinas”, pensó que era el mejor sitio, o como ella decía: un “charco apropiado para pescar en él” y así poder conseguir lo que prometió al marido en su lecho de muerte: colocar adecuadamente a las niñas, cosa que en el lugarejo donde residían le iba a resulta harto difícil. 

Y llegaron a Vejer
                                                               Y llegaron a Vejer...

Alquiló una casa espaciosa en la calle Rosario y la amuebló muy a su gusto. En la sala de recibir y en su testero principal, colgó un retrato de su esposo; a un lado, la espada y las condecoraciones, y al otro, las charreteras. En el testero de enfrente cuadros de nobleza y escudos solariegos. En fin, todo como debe ser. 

Doña Gertrudis, (que así se llamaba la viuda) tenía la manía de la aristocracia, (es por eso que se instaló en Vejer). Su tío abuelo fue Sochantre en Granada, y murió en olor de santidad; su abuelo, Comandante de Carabineros y contaba además que tenía antepasados ilustres que se remontaban hasta la Reconquista, e, incluso, algunos parientes nobles. 

Las niñas eran tres, (ya lo hemos comentado). La mayor, Ángela, porque cuando nació era eso lo que parecía ¡un ángel! (según contaba su madre). Tenía las mismas ideas que su progenitora; por ser marquesa hubiese vendido su alma al diablo si el ángel caído se hubiese dignado aceptarla. Era fea, de tez aceitosa y de aspecto hombruno (de esas que se dice que tienen dos espaldas) 

A la segunda le llamaron Caridad, en recuerdo del tío abuelo de la madre, que por lo que se decía en su época, se dedicó a esa virtud en vida. Era aún más fea que la otra, gorda y alta. De modales rudos y zafios, se las daba de romántica y entornaba continuamente los ojos hacia arriba, haciendo constantes mohines, que recordaban a un cordero degollado. 

Y por fin, Dolores, la pequeña. Por lo que cuentan, fue un embarazo y un parto difícil y de ahí el nombre. Era aún más fea que las dos anteriores. Tenía quince años y era la única mujer conocida que desmentía el adagio de “la niña bonita”. A ésta le gustaban los novios. 

La madre, firme en la idea de “colocar” a sus vástagos, decidió para ello dar tertulias en su casa, pero sólo de varones, ya que era temerosa de la competencia y sabía que con aquel género le iba a resultar harto difícil la empresa que se había propuesto y como ella decía: para faldas, bastante hay con las mías. Había comprado un piano para amenizar las “soirées” y allí acudían casi cada tarde un buen número de mozos. 

La concurrencia era de lo más variopinta. Dependientes, meritorios, escribanos y aprendices sin que esto desmerezca de ninguna de estas profesiones; pero es el caso que no conseguía atraer a aquellos que había venido a buscar. Todas las noches eran muchas las presentaciones.

Estos, viendo que aquello prometía, entendieron que aquel era el sitio ideal para poder satisfacer sus necesidades (las poéticas y las prosaicas) y procedieron a tomar la casa por asalto. Desaparecían las chacinas que venían del Soto, todas las viandas que guardaban en la despensa y hasta un jamón de Trevelez que un pariente les había traído en una visita reciente. 

Un buen día, apareció por allí un Practicante al que presentaron como Vizconde, que todo el dinero lo gastaba en vestirse y al que Doña Gertrudis, iluminada por el título, recibió en sus brazos y fue aceptado como novio de la hija mayor y, a partir de entonces, como dueño y señor de la casa. Ocupaba el sillón de respeto en la sala y era el único que podía coger el badil del brasero. 

Ángela, la novia “oficial” del Vizconde, que tomaba lecciones de piano y era aficionada al canto, entonó una noche, en la que la concurrencia era muy numerosa, unas canciones de amor, acompañándose de dicho instrumento y los tertulianos mostraron tal emoción que, algunos, llegaron a caer de espaldas, rompiendo varias sillas y derribando los carburos que alumbraban la sala. Para ver de aliviar aquella catástrofe, continuó su actuación cantando una copla y entonó “La bien pagá” y fueron tantos los ayes y los jaleos de palmas que tuvo que intervenir la fuerza pública. Así acababan la mayoría de las noches las fiestas de Doña Gertrudis. 

La segunda, Caridad, se enamoró de un legista que una noche fue presentado en la casa. El galán, jurándole fidelidad eterna, hizo como que le correspondía en sus amores, iniciándose así una relación que prometía ser duradera. Llegó a tanto el romanticismo que dado que los padres de él se oponían a su relación (eso al menos fue lo que le dijo), convinieron entrambos que lo mejor para reforzar su “amor imposible” era ingerir un veneno juntos y de esta manera poder continuar su romance en la otra vida. Así lo hicieron. El legista llevó un frasco que Caridad se tomó sin vacilar y que resultó ser un preparado que le proporcionó el “Vizconde” y que le provocó tal laxitud que la tuvo tres semanas sin salir del excusado y perder gran parte de su volumen. 

Parecía que aquello iba a mejor. La hijas, recriminadas por la madre, mantuvieron durante un tiempo cierta compostura, pero Ángela, estando una noche en la pava con su enamorado, a una hora intempestiva les llegó un grupo fingiendo ser secuestradores, para pedir un alto rescate por el título y disparando un tiro de sal tuvo la mala fortuna (o acaso el tirador tan buena puntería) que impactó de lleno en las posaderas de la susodicha y la tuvo postrada en posición innoble durante varios días. 

Pero la peor de las hazañas fue la ejecutada por Dolores. Un escribiente que la rondaba y que llegó a enamorarla, la citó una noche en la reja para pelar la pava. Al llegar el momento crucial del encuentro, le pidió que con las manos expandidas en su pecho le jurase amor eterno, y que después, juntase sus manos con las de él. Así lo hizo y en ese momento dos compinches del mozo que estaban apostados en el exterior, ataron sus brazos a los hierros de la reja y prorrumpió en tales gritos e improperios que salieron todas las vecinas y vecinos asustados. Estos, al comprobar lo que sucedía, empezaron la consiguiente mofa, de tal manera que tuvo que intervenir el Alcalde y la fuerza pública, solicitando de Doña Gertrudis que acabara con aquellas fiestas que traían al pueblo en jaque. 

Escarmentó Doña Gertrudis con estos sucesos. Los novios no volvieron más y comenzó a recibir sólo a aquellos que ella creía más formales y de más edad. Pero uno de ellos, que parecía de cortas luces y de pocas palabras, pero de buena fortuna comprobada, cuando estaban más contentos departiendo de todo lo que les había sucedido desde que estaban en Vejer y de los anteriores abusos a los que habían sido sometidas, roció con petróleo el brasero, prendiéndose fuego en las faldas de la mesa camilla, y gracias a la intervención de algunos transeúntes y vecinos de la Doña, el sainete no terminó en tragedia. Fue aquel acontecimiento el que obligó definitivamente al Sr. Regidor Municipal a prohibir taxativamente aquellos saraos, so pena de expulsión, multa y destierro. 

Días después se comentó que la mamá y las niñas habían abandonado la localidad de noche y en un carruaje cerrado, sin rumbo conocido. En el Soto no saben nada de ellas, y se comenta que hubo quien hizo averiguaciones en su ciudad natal y tampoco. Hasta hoy no se conoce su paradero. 

                                                                      El Soto

Esta es la historia que me contaron y así la cuento. Si es cierta, por que lo es y si no, porque podría haberlo sido. No obstante recordar aquello de que: “Bien sabe Dios que no hay buen marchante si no existe buena mercancía, ni en Vejer, ni en ningún otro confín del Universo”.
Javier Díaz Arbolí

24.7.23

Camino de Santiago. El mito de Villadangos del Páramo, la entrega de cien doncellas cristianas a los moros.

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Los orígenes del culto a Santiago en Hispania permanecen en la oscuridad de los tiempos. A finales del siglo VIII se difunde en el noroeste de la Península Ibérica la leyenda de que Santiago el Mayor había sido enterrado en estas tierras, tras evangelizarlas. Así, ocho siglos después de la muerte del Apóstol Santiago, en el año 813, un ermitaño llamado Pelayo, o Paio, vio una estrella posada en el bosque Libredón. Se lo comunicó al obispo Teodomiro, obispo de Iria Flavia, actual Padrón. Una vez allí descubrieron en la espesura la antigua capilla, donde existe un cementerio de época romana. En las actuales investigaciones se cree que este hecho pertenece más al mundo de la leyenda que al real, si bien es cierto que la profusión de las peregrinaciones ha sido de tal magnitud, que no podemos dejar de sospechar sobre sus orígenes. El descubrimiento del sepulcro coincide con la llegada al reino asturleonés de mozárabes huidos de las zonas dominadas por los musulmanes, buscando poder practicar sus creencias religiosas.

Remontándonos a los orígenes de las peregrinaciones jacobeas peninsulares, tenemos que hablar como fecha clave del siglo X. Dichas peregrinaciones están ligadas de forma inexorable a Sancho III, el Mayor de Navarra, quien dio el impulso definitivo al camino francés. Las influencias que comenzaron a llegar a partir de esta fecha tienen un tinte europeo, donde el mundo galo tuvo especial repercusión. Aspectos tales como la reforma Gregoriana, la introducción de la nueva letra carolina que sustituye a la visigótica hispana o la influencia de Cluny, que atravesaba las fronteras para poblar nuestros monasterios y abadías.

En crónicas antiguas, quizá desde tiempos de Carlomagno, se le llamaba simplemente el Camino. Hoy, este camino tiene diversas variantes, pero prácticamente, el más conocido y seguramente más utilizado es el que comienza por Francia y termina en Santiago de Compostela.

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Por mi experiencia dejo constancia del deleite, es un verdadero placer caminar por aquellas zonas arboladas, umbrías y torrenteras, pastos y escarpados, un paisaje cautivador, sobre todo el trayecto desde el Bierzo a Santiago, lo mismo ocurre con las capillas o ermitas, que suelen encontrarse en ciudades o pequeños pueblos, básicamente son muy similares y aportan poca variedad. Pero no se trata de realizar una exposición paisajística,
Hoy tratamos de escribir sobre, Villadangos del Páramo y su leyenda; en aquella época conocida como Viadangos; mantenía una estructura similar a la actual y fue el hilo conductor de los peregrinos medievales que caminaban hacia Santiago, siguiendo la ruta del camino francés.

Detalle del relieve de la puerta
de la Iglesia de
Villadangos del Páramo.
Dibujo de Carlos Hurtado.
Leyenda:
En Villadangos del Páramo, tenemos una historia entrañable; la entrega de cien doncellas cristianas a los moros.
El motivo de la creación de esta leyenda habría sido animar a la población a luchar contra los musulmanes, para poder contrarrestar el espíritu de guerra santa con la que luchaban estos y que les conseguía el Paraíso.
La primera crónica que cita esta legendaria aparición fue narrada (hacia 1243) por Rodrigo Jiménez de Rada, obispo de Osma y arzobispo de Toledo.
El tributo de las cien doncellas fue un reconocimiento de la supremacía del Emirato de Córdoba sobre el reino de Asturias, entre finales del siglo VIII y mediados del siglo IX.

En el año 783, Mauregato (hijo bastardo de Alfonso I de Asturias) toma el trono asturiano con la ayuda de Abderramán I, con quien se compromete al pago del tributo de las cien doncellas por su colaboración, 50 de la nobleza y otras 50 plebeyas. Los caballeros de Simancas, a los que les correspondía entregar a siete doncellas nobles, haciendo honor a sus principios, y ante el horror que les producía la visión de una damas de la nobleza, pudiendo rebajarse a realizar trabajos manuales, y sobre esta base, actuando en el real sentido de la palabra, deciden cortar las manos a este tributo, y entregarlas mancadas. Aquí podemos suponer la satisfacción de estas doncellas, que aun siendo parte de un pago, y por ello con pocos derechos a exigir a sus nuevos dueños, conservaban el honor de no renunciar a los principios en que habían sido educandas. Debemos señalar igualmente, el sacrificio, la angustia, el dolor y el sufrimiento de aquellos nobles caballeros, al tener que cortar las manos a esas desgraciadas damas, en base a mantener la ortodoxia de sus principios.
De la aportación plebeya, nada dicen las crónicas, con lo que debe suponerse que los caballeros renunciaron a cualquier intervención quirúrgica, que impidiera cumplir con el cruel destino que se las suponía, ya que se sospechaba que iban destinadas a satisfacer los bajos instintos y desfogue sexual de sus nuevos dueños. Estas escaparon mejor.

El ser humano hace el Camino de Santiago por la necesidad de encontrar respuestas y expectativas, es un viaje reflexivo, transformador. Ahí está la esencia del Camino. Si uno es consciente de estas circunstancias y a ellas añade un componente religioso, su camino se convierte en peregrinación.
Es, desde luego, un lugar entrañable, donde se da una solidaridad desconocida en el mundo actual de urgencias y empujones en el que nos movemos.

Confesión:

Hace 17 años que deje de peregrinar a Santiago. Siempre que hice el camino (siete veces, lamentablemente la edad me impide repetir) encontré algo diferente, como un pintor que dibuja un paisaje, un camino, un monasterio… o una reflexión, porque de eso trata hacer el camino, repasar, detenerse unos momentos en tu vida, con todos los recuerdos propios o escritos por otros. Quizá sea lo que más se parezca a una historia de amor, con todo lo inexplicable e indescifrable, ese laberinto eterno y misterioso del peregrino y que ya forma parte de mi vida.

Y todas estas reflexiones siguen señalando a un mismo lugar, donde he sentido las mismas sensaciones de hace 20 años y sé que si regreso las volveré a sentir y es, llegar al Monte del Gozo y ver en la lontananza la luminosa silueta de la catedral de Santiago de Compostela. 



Hacer clic en la imagen para visualizar el vídeo 

Para aquellos interesados en el arte del dibujo, disfruten de la belleza de estas imágenes


Fuentes: 
Villadangos en la Historia. Una Villa en el Camino a Santiago hacia 1111, Naroa Miguélez
Prólogo del libro de dibujos: Campo de Estrellas de Carlos Hurtado Casanova
Youtube, Wikipedia
Gonzalo Díaz-Arbolí

21.7.23

El Reloj de las cinco agujas. Cuento de Laura Leal Jiménez. Premio del Certamen Escolar de Relatos Cortos Sor María Aguilar

 

Tengo muy poco tiempo para contarte esto así que escucha atentamente. Si estás leyendo esto probablemente ya estés en peligro. Si ese es el caso escucha mis instrucciones, no vayas a la biblioteca de tu escuela, no te voy a decir ni qué biblioteca ni qué escuela porque si eres la persona adecuada lo sabrás, lo que te estoy contando es algo muy peligroso, si decides correr el riesgo solo te puedo decir una cosa, la combinación es 16-12-86. Cuando termines de escuchar esto sabrás a lo que me refiero, buena suerte.

 

Mi nombre es Luke Chase, tengo quince años y mi hogar es una caja de mudanzas.

 

¿Crees que bromeo?, durante toda mi vida mi familia se ha estado mudando de sitio en sitio, mis padres son militares y los mandan a distintos lugares así que mis hermanos y yo nos tenemos que conformar con eso, actualmente vivo en Madrid en un piso aunque creo que por poco tiempo. Mis padres están haciendo planes de mudanza a Egipto y la verdad yo no tenía ganas de empezar a aprender árabe, pero bueno, hablando sobre mí, soy una persona muy poco sociable, prefiero pasar mi día leyendo o escribiendo alguna de mis novelas, lo admito, suena como la cosa más aburrida del mundo, pero a mí me encanta. Voy al instituto de San Juan Bautista desde hace cinco meses y la verdad, no tengo muchos amigos allí pero tiene unas instalaciones muy buenas y creo que una de las mejores bibliotecas de la zona. No me considero un alumno ejemplar, mis notas son “aceptables” y no es que esté muy atento en clase que digamos, me cuesta muchísimo no estar en mi mundo y pensando en otras cosas pero supongo que tendré que superarlas así.

 

El día 12 de diciembre cambió mi vida completamente, bueno no nos anticipemos, empecemos por el principio: estaba en mi clase de Matemáticas, cuando…

 

—¡Señor Luke, qué cree que está mirando!, ¿Le parece más interesante ese bicho de ahí que mi clase?, ya veo, pues si ese es el caso, ¡Examen sobre lo que acabamos de dar para mañana!, denle gracias a vuestro compañero Luke.

 

La que me acababa de hablar era la señorita María, mi profesora de matemáticas. Se puede notar que no le agrado mucho, ¿no? por si no fuera suficiente con el examen, después de eso todas las miraditas cayeron sobre mí y las quejas de fondo también. Pude salir de clase con vida y me dirigí al patio para poder tomar algo de merienda y allí me encontré a mi hermano mayor Mike con sus amigos sentados en el banco de la entrada. Mi hermano es la persona más compresiva del mundo así que me armé de valor y le conté lo que me había pasado, él me contestó con un simple “ve a la biblioteca a estudiar”. Me quedé pensativo durante un rato, ¿de verdad quería que fuera a la biblioteca?, supuse que la razón por la que me había dicho eso era porque quería que fuera a la biblioteca a estudiar para mi próximo examen. Le mostré un gesto de agradecimiento y me fui directo a ella.

 

La verdad es que no tenía las ideas muy claras. Para empezar no sabía sobre que iba el examen ya que “no había estado atento”, se me ocurrió la idea de preguntarle a alguno de mis compañeros pero ninguno me contestó, supuse que me guardarían rencor por ser la razón del examen, así que no tuve otra opción que sacar mi libro y ponerme a revisar los temas y así pasaron dos horas hasta que mi cuerpo dijo “hasta aquí llegó” y me senté en la silla haciendo un gesto de cansancio. La bibliotecaria anunció que cerraba dentro de poco así que guardé mis cosas y me levanté, la verdad no me podía creer el tiempo que había estudiado, se me había hecho eterno. Las personas empezaron a irse pero a mí me llamó la atención algo: vi un reloj, un reloj posado en una estantería de libros. Me pregunté, ¿qué hace un reloj posado en la estantería de la biblioteca?. Lo primero que pensé es que se lo habría olvidado alguien pero cuando lo vi más de cerca me percaté que el reloj tenía una forma un tanto peculiar. Para empezar parecía un reloj de hace siglos estaba en estado terrible, era casi imposible leer las horas por la suciedad que contenía en su interior, sus números eran romanos y pude llegar a ver que el reloj tenía cinco agujas, ¿Qué haría en la biblioteca un reloj así de extraño?, pero no me quedaba mucho tiempo para preguntármelo.

 

— ¡Señorito Chase, es capaz de ver usted la hora que es! Lárguese antes de que cierre o no me quedará más remedio que decírselo al director.

 

Ella es la bibliotecaria, no me sorprendí mucho por sus palabras la verdad, sino porque antes de irme le pregunté sobre el reloj y me contestó así “¿De que reloj me hablas, te estás volviendo majara o que?” ¿Cómo no iba a saber de qué reloj estaba hablando?, ¡Si lo tenía en frente suya! En aquel momento no sabía lo que estaba sucediendo, me sentía súper estresado por la bibliotecaria o por el simple hecho de creer que me estaba volviendo loco por ver un reloj que nadie más podía ver. Mi mente estaba en blanco, era como si estuviera en otro plano, escuchaba la voz de la bibliotecaria riñéndome pero era como si no estuviera ahí realmente, mi cuerpo solo me pidió que hiciera una cosa:

Pulsa el botón del reloj.

 

Era lo único en lo que podía pensar. Me fijé en el reloj , y sí, tenía un botón a su lado izquierdo, un botón de color beige. Mi cuerpo me pidió que pulsara así que lo me quedó más remedio, lo pulsé.

 

Sentí como si mi cuerpo se desvaneciera en el mundo. No pensaba en nada, no sentía nada y de repente aparecí en mi cama, no me acordaba de nada, pero no tenía mucho tiempo para pensármelo porque mi madre me estaba gritando para que me levantara y me preparara. Bajé al comedor, le di un beso de despedida a mis padres y me fui directo a la escuela. Cuando llegué mis compañeros estaban como si nada, no se les veía preocupados por el examen del día de hoy, es más, estaban riéndose y hablando esperando la hora de entrada a la escuela. Estaba confundido pero no le tomé mucha importancia, quizás iban muy preparados, no como yo. Al entrar a la clase, mi tutora, la profesora Natalia, me pidió que pusiera la fecha en la pizarra, agarré mi silla para subirme en ella y puse la fecha “día 13 de diciembre”. La profesora parecía confundida, me dijo que la fecha de hoy no era día 13, era día 12. Me quedé en shock, no podía ser, pero si el 12 de diciembre fue ayer pensé, de verdad creía que me estaba volviendo loco, cambié la fecha y me dirigí a mi pupitre confundido. Después de eso continué mi día como si no hubiera pasado nada hasta que llegó la hora de matemáticas. La profesora se sentó en su mesa como de costumbre y empezó a explicar, yo en cambio estaba súper aburrido y decidí investigar la clase y vi una araña. Puede que a muchos les dé grima o asco las arañas, pero a mí me parece un ser de lo más interesante. Mantuve la vista fija en la araña hasta que la profesora me llamó la atención.

 

—¡Señor Luke, que cree que está mirando!, ¿Le parece más interesante ese bicho de ahí que mi clase?, ya veo, pues si ese es el caso, ¡Examen sobre lo que acabamos de dar para mañana!, denle gracias a vuestro compañero Luke.

 

La que me acababa de hablar era la señorita María, mi prof-. Espera. ¡Esto ya lo he vivido antes! No me lo podía creer tenía la sensación de que esto ya había ocurrido de alguna forma pero no podía explicarlo. Al salir de clase fui andando a casa, no podía explicar lo sucedido, quizás solo fuera un presentimiento oportuno pero parecía tan real, decidí no pensarlo mucho, estudié para mi examen sin ningún problema. Me lo sabía absolutamente todo. Total, que me fui a mi cama y soñé con un reloj, tenía la sensación de haberlo visto antes pero no sabía el porqué, así que no me lo tomé en serio y seguí durmiendo.

 

Al día siguiente me levanté de cama porque mi madre me estaba llamando y me fui a la escuela, pero lo que me esperaba allí era algo inimaginable, todo, pero todo pasó exactamente igual que ayer, la fecha en la pizarra, el examen de matemáticas, cuando me fui a estudiar y me sabía todo, no me lo podía creer, ¡De verdad estaba viviendo el mismo día !No me importaba la hora que fuera lo único que me importaba era llegar a la biblioteca, me fui de casa sin que mi madre lo supiera, cogí mi bicicleta y fui a la biblioteca. Como era de esperarse, estaba cerrada, pero la verdad, no me importaba. Me colé por la ventana de la planta baja y allí intenté recordar algo sobre el reloj del sueño y cuando pasaron unos minutos recordé la estantería. Las estanterías estaban enumeradas del 1 al 50, logré recordar el número de la estantería “17” me dirigí rápidamente y lo vi, el reloj .El reloj de las 5 agujas con números romanos y con un botón de color beige. Pulsé el botón una y otra vez pero no funcionaba. Entonces, me fijé en el libro en el que el reloj estaba posado, el título del libro era “Magnus Chase”, me llamó la atención porque tenía mi apellido, y mi apellido no era muy común entre los habitantes españoles que digamos, así que agarré el libro y me puse a leerlo. Contaba la historia de un relojero muy famoso de los años 50 que tenía 3 niños y una vida muy feliz hasta que murió en un accidente de tráfico el día 16 de diciembre de 1986. Pobrecito, pensé. Vi a la escritora del libro y la escritora era, espera, ¿Mi madre?. Mi madre no era escritora que yo supiera, parecía conocer a este sujeto como la palma de su mano, cuando vi los agradecimientos lo supe todo, ese tal escritor Magnus Chase era mi abuelo materno. Mi madre no me contó mucho sobre él, solo me había dicho que era un hombre muy bueno hasta que se obsesionó con batir a la muerte y se volvió loco. Según el libro, mi abuelo, Magnus Chase, creó un reloj con el que podía vivir eternamente, ¿Se refería a ese reloj? Pero, ¿Cómo pudo morir si estaba en un ciclo eterno? No entendía nada de lo que estaba pasando, pero pude ver que el reloj estaba cambiando, la suciedad ya no estaba y había un botón más pequeño que el del lado izquierdo. Tenía tanta curiosidad que me atreví a pulsarlo y de repente me sentí mareado como si me estuviera yendo a otro mundo. Cuando recuperé la conciencia vi a mi abuelo en su mesa de trabajo.

—¡Abuelo! —grité

 

Parecía como si me ignorase, me acerqué a él e intenté tocarlo pero mi mano traspasó su cuerpo, ¿Me habría convertido en un fantasma? Mi abuelo parecía preocupado y empezó a mover las agujas del reloj de formas extrañas. No entendía su significado hasta que tiempo después vi la forma, lo que estaba escribiendo con las agujas eran números romanos, intenté descifrarlos y lo conseguí, lo que puso mi abuelo en las agujas eran tres números :16,12,86. Qué serían esos números. Cuando terminó mi abuelo de escribir en el reloj se dirigió a mi madre que en aquel momento era una niña y le dijo: “Lo siento cariño, pero papá no puede seguir soportando vivir siempre el mismo día, no puedo seguir viviendo la vida así.” Cuando mi abuelo pulsó el botón otra vez su piel empezó a envejecer y su cara también parecía como si volviera a tener la edad que debería tener, mi madre igual, se convirtió en una adolescente y ya no era una niña, pero ella no se sorprendió, parecía como si todo fuera normal hasta que vio a mi abuelo tumbado en el suelo sin respirar. Se acercó a él con lágrimas en la cara y ahí acabó esa visión.

 

Después de ver ese horrible recuerdo mire al reloj fijamente, agarré las agujas y puse los dígitos que había puesto mi abuelo en el reloj antes de morir, me desmayé y desperté en mi cama. Lo primero que hice fue comprobar la fecha, día 13 de diciembre, ¡uff menos mal! Después vi a mi madre preparando el desayuno y nos dimos un fuerte abrazo, hablamos sobre el tema y de lo difícil que puede ser vivir eternamente.

 

Y esta es mi historia.

Espera, espera, espera, ¡Es verdad, tengo examen!


18.7.23

El fagot.



El fagot es el instrumento de viento-madera más bajo de la familia del oboe. De lengüeta doble y tubo cónico, desplazó y sustituyó, hacia el 1.600, al oboe bajo. La primera es bastante más ancha y larga que la del oboe, y en vez de insertarse en el extremo del tubo, sería difícil dada la forma del instrumento, se une al mismo mediante un tudel de cobre o latón de forma curva. El intérprete ha de accionar diecisiete llaves con la mano derecha, nueve de ellas con el pulgar. La mano izquierda se ocupa de doce llaves, de las cuales, cuatro corresponden al pulgar. La digitación del fagot es similar a la del oboe; su escala natural es la de sol mayor, pero prolongando la unión inferior del tubo, a la que van aplicadas varias llaves, se consigue extender el registro grave hasta el si bemol. 

Surgió a lo largo del siglo XVII, el cual proviene del dulcian. Un instrumento muy conocido en la mayoría de los países europeos, y que gozaba de gran fama en los círculos musicales eclesiásticos y cortesanos.
El carácter con el que hoy se conoce el instrumento se debe básicamente a los perfeccionamientos llevados a cabo entre 1820 y 1830 por Jean Nicolas Savary, cuyas mejoras se vieron reforzadas por la incorporación del sistema de llaves de Theobald Böhm, que aplicara al fagot el artesano Triebert en 1855.

Sea o no cierto, según afirman las enciclopedias, que el fagot fue inventado por un canónigo, allá en el siglo XVI, no puede negarse que algo, y aún más que algo, le quedó de eclesiástico a este instrumento.
                                                                
Mozart: Concierto para fagot - Esteban García Vidal - José Trigueros - Sinfónica de Galicia

Su timbre, muy característico, se destaca vivamente en el colorido orquestal, y lo mismo sirve para expresar lo sombrío y dramático que lo burlesco e irónico. Grandes compositores se sirvieron de los recursos expresivos del fagot: así Bach, Beethoven en sus Sinfonías y su Fidelio, Berlioz en su Sinfonía Fantástica. El último de los artistas citados, buen conocedor del acento expresivo de este instrumento, lo empleó certeramente en la citada página sinfónica. El pasaje, por ejemplo, de la marcha al suplicio cobra más grave carácter merced al empleo de las sombrías notas del fagot, del que Berlioz sabe obtener efectos verdaderamente notables.

Otros músicos prefirieron -a la nota patética- el acento claro, gracioso y burlón que este instrumento puede dar también. Por ejemplo, Rimsky-Korsakov en el tema del segundo trozo de Scherezade y Paul Dukas en El aprendiz de brujo. En esta composición, Dukas logra efectos de espíritu y sonidos resueltamente cómicos, viva muestra de las posibilidades de ligereza e ironía que el fagot posee.

Al fagot se le ha llamado el violoncelo de los instrumentos de aire. Es tan tierno tan melancólico. Pero su sesudez es mayor que su melancolía. Solloza contenidamente como a un hombre maduro le tiemblan los labios por las desilusiones. Es simpatico, buenazo, blando de corazón. No se le pueden confiar sentimientos de altura o de profundidad, porque acabaría quitándoles su augusta proporción. Es especialista en esas marchas fúnebres, lacrimosas, detrás de un Nazareno.  Unas campanas tañendo y un fagot gimiendo llegan a constituir la celebridad. Es rígido, largo, oscuro, con empaque, tanto que solemniza la Iglesia.

En la orquesta, los músicos modernos lo han dotado de voces menos restringidas, y sobre todo, han estilizado genialmente su grotesca sentimentalidad. Cuando el talento le inspira de verdad, desarrolla una ternura conmovedora. Entonce si que es serio y humano y penetrante.

Vivaldi – Concerto in E minor for Bassoon, RV 484 Klaudia Abramczuk – bassoon

Fuentes: Cuentos de Música
Wikipedia
Pedro Salvatierra, pianista y concertista
Gonzalo Díaz-Arbolí

7.7.23

ÓPERA Rusalka.



La ópera en tres actos Rusalka fue escrita por A. Dvoràk con libreto de Jaroslav Kvapil, en una adaptación libre del cuento de Hans C. Andersen: La sirenita. Se estrenó en Praga en 1901. En España, su estreno fue en el Gran Teatre del Liceu en 1924.

ARGUMENTO: 
Acto I
Rusalka, que es una náyade, una duendecilla de la mitología eslava que normalmente habita en una lago con otras ninfas que se divierten junto al Gnomo del agua. Rusalka se confiesa a él su amor por el Príncipe, un humano. Rusalka desea ser su mujer, y Gnomo le dice que vaya a ver a la bruja Jezibaba. La bruja acepta satisfacer el deseo de Rusalka, pero le advierte que esa transformación le va a suponer permanecer muda para siempre.

El príncipe está de caza en el bosque, con él va el cazador y todo su séquito, a los que manda a palacio al percibir un ambiente amenazador en el bosque. El príncipe se encuentra con Rusalka y se enamora de ella y la lleva a su palacio. 

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Acto II

Se prepara la boda del Príncipe con Rusalka. El cuidador de la caza y el cocinero comentan las novedades. El Príncipe, aunque ama a Rusalka, no deja de permanecer indiferente ante los encantos de la Princesa extranjera, que hace continuos comentarios acerca del silencio de Rusalka.Rusalka sufre y este dolor hace que aparezca a su lado el Gnomo que la consuela.
Se da cuenta, entonces, del error que ha cometido al querer compartir su vida con un hombre. Al final habrá boda, pero entre el príncipe y la Princesa extranjera.

 Acto III
Rusalka ha vuelto al lago, pero no puede vivir en él con sus hermanas. Su única posibilidad de recuperar su antigua vida es destruir al hombre que la abandonó. Sin embargo se interpone el amor que siente todavía por él. El Príncipe por su parte, no halla la paz y felicidad en su palacio y vuelve al algo a ver a Rusalka. Cuando se encuentran los dos, el Príncipe recibe el beso de Rusalka, lo que le supone la muerte, sin embargo muere feliz y dichoso en los brazos de su amada.

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En esta famosa aria, "la Canción a la luna", donde le pide a la luna que busque al Príncipe y le diga como lo ama.

Luna, que con tu luz iluminas todo
desde las profundidades del cielo
y vagas por la superficie de la tierra
bañando con tu mirada el hogar de los hombres.
¡Luna, detente un momento
y dime dónde se encuentra mi amor!
Dile, luna plateada,
que es mi brazo quien lo estrecha,
para que se acuerde de mí
al menos un instante.
¡Búscalo por el vasto mundo
y dile, dile que lo espero aquí!
Y si soy yo con quien su alma sueña
que este pensamiento lo despierte.
¡Luna, no te vayas, no te vayas!


Los personajes principales de la ópera Rusalka son:
Rusalka: Ninfa. Papel para soprano
El Príncipe: Papel para tenor lírico
El Gnomo: Papel para bajo
Jezibaba: Papel para mezzosoprano
La Princesa extranjera: Papel para soprano
El Cazador: Papel para barítono
 Gonzalo Díaz-Arbolí

EL APELLIDO ARBOLÍ, En Vejer de la Frontera: ORÍGENES FAMILIARES

                                                                   


Comienza con una conversación que mantenía con el historiador D. Antonio Muñoz Rodríguez que, me preguntaba si mi familia conservaba algún tipo de documentación sobre la segregación de las aldeas de Barbate y Zahara de los Atunes. 
Me contó que su padre, D. Antonio Muñoz, tantos años Alcalde de buen gobierno de Vejer, le había dicho que,  D. José Arbolí Navarro, entonces Secretario en propiedad del Excmo. Ayuntamiento de Vejer de la Frontera, se había negado a firmar el acuerdo "De los Caños de Meca" alcanzado por los dos alcaldes de entonces. La fecha de la firma, en 1938 y las circunstancias especiales de la Guerra Civil Española, hicieron posible el agravio en los términos y las condiciones que la justificaban, a las que mi abuelo, jurista reconocido, se oponía con firmes argumentos. Le contesté que no conservamos nada y contándole su historia y la de mis antepasados, me invitó a que la escribiese para su publicación en el Boletín de la Sociedad Vejeriega de Amigos del País.

Encantado me puse manos a la obra, por pertenecer a la Sociedad y por mi amor, por mi profundo amor a Vejer y a todo lo que con él se relacione. Sólo esto justifica esta modesta aportación a la historiografía local.

Aunque el apellido Arbolí no tiene arraigo en Vejer de la Frontera, sin embargo, su corta permanencia ha dejado una profunda huella y ha quedado ligado a él, incrustado en el corazón de sus descendientes y sedimentada en la memoria a través de los años, inculcado por mis padres José Díaz Muñoz, vejeriego antiguo, y mi madre María Luisa Arbolí Romaríz. Actualmente no vivimos en Vejer ninguno de sus nueve hijos, a pesar de ello, sus nietos y biznietos, todos, sentimos la llamada de nuestros orígenes, nuestra vocación, nuestros olores, nuestra nostalgia, nuestro pueblo: Vejer de la Frontera. Y todavía de allí conservamos nuestros mejores recuerdos, nuestros mejores amigos y nuestros primeros amores.
Mi tío, José Arbolí Romaríz casó con la vejeriega Francisca Guerra Guerra, se establecieron en Cádiz. Lamentablemente, murió joven y no tuvo descendencia.
Mi tía Carmen Arbolí Romaríz casó con Luis Babuglia Marín, entonces perito aparejador que construía el actual edificio del Salón de Plenos del Ayuntamiento de Vejer (Los antiguos comedores) y al finalizar la obra se marcharon residiendo en distintas ciudades de España y finalmente se establecieron en Oviedo.

Familia Arbolí Romaríz: Abuela Ana, M. Luisa, Carmen y Pepe


Fue a partir de 1923 cuando el apellido Arbolí se vincula a Vejer. Mi abuelo José Pablo Arbolí Navarro, Secretario entonces del Ayuntamiento de Chipiona, por motivos familiares, a pesar de tener asignada su plaza en el Ayuntamiento de Cádiz, pide su traslado a Vejer, donde trabajó como Secretario Titular del Excmo. Ayuntamiento hasta 1942,  fecha de su muerte.



La Corporación Municipal bajo mazas. La flecha roja indica al secretario, José Arbolí. Año de 1926 


Había nacido en la Habana, (Cuba) en 1874, fruto del matrimonio entre José M. Arbolí y Weidner, entonces capitán de Infantería de Marina, destinado en Cuba y María Luisa Navarro y Acosta, natural de Puerto Príncipe; retirado en 1889 con el grado de Coronel del Ejército Español y condecorado con la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo entre otras. Tras su vuelta a España en 1878 con su hijo, ya muerta su esposa, es destinado a Mahón, posteriormente a Barcelona y nuevamente a Cuba (Guantánamo), Cartagena y San Fernando. 

Debido a este constante cambio de destinos, deja a su hijo José Pablo, -el nombre se lo habían puesto por su abuelo materno- con su tía abuela María, que vivió y cuidó durante muchos años a su hermano el Obispo de Cádiz, Juan José Arbolí y Acaso. Bajo su tutela vive, se educa y acaba sus estudios de licenciado en derecho. Mi bisabuelo vuelve a contraer matrimonio con Elisa Elmer Freshivater.  

Los testimonios oídos de los que le conocieron hablan de su caballerosidad, de su entrega al trabajo y a sus amigos, de su elegancia en su porte y en su trato, todo ello fruto de una exquisita educación recibida en la casa donde se crió y donde a lo largo de su infancia y adolescencia, cimentó lo que luego serían sus principios morales y éticos, que a lo largo de toda su vida personal, social y laboral puso de manifiesto en todas sus actuaciones.

Gran aficionado al cante flamenco, recuerdo haber visto en casa “placas de gramófono” de los grandes de la época: Chacón, M. Torre, La Niña de los Peines…. y también recuerdo haber oído a mi madre decir que cantaba muy bien las peteneras. Como gran lector poseía una excelente biblioteca. Era uno de los contertulios de la rebotica de D. Antonio Álvarez.

Le fue concedida la Medalla al Mérito en el Trabajo de plata “Por una constante laboriosidad, fruto de 44 años de servicios ininterrumpidos a plena satisfacción de los Ayuntamientos donde actuó como tal funcionario, los cuales le hicieron merecedor en distintas ocasiones de elogiosos votos de gracia en los que se consignan el agrado y satisfacción por la labor realizada y así premiaba las cualidades excepcionales que le hacía acreedor de tan alta recompensa” (sic).
Así consta en el escrito del Ministerio de Trabajo, añadiendo: “Toda vez que el cargo que ostenta en la actualidad está equiparado a Jefe de Administración Civil, con el disfrute anejo a dicha recompensa de todos los derechos y honores que las disposiciones vigentes determinen" (sic). Fue solicitada por Don José Valdés González, Alcalde Presidente del Ayuntamiento en nombre y representación de dicha Corporación Municipal.

Ascendencia gaditana:
Su abuelo,  José María Arbolí y Acaso, abogado de los Tribunales de la Nación y del Ilmo. Colegio de Cádiz, contrajo matrimonio con Amelia Carolina Weidner y Gamboa en 1842, ambos eran naturales de Cádiz.
Este, a su vez, era hijo de Juan José Arbolí y Jubany y María Dolores Acaso y Gamboa, que contrajeron matrimonio en Cádiz en 1795. (También fueron los Padres del arriba mencionado Obispo Juan José Arbolí).

Ascendencia catalana:
Servando en Arbolí, Tarragona

Los ascendientes inmediatos que contrajeron matrimonio en Barcelona en 1734 fueron Juan José Arbolí y Arbolí y Vicenta Isabel Jubany. Desde aquí ya empiezan a sonar los apellidos catalanes, que probablemente serían oriundos de Arbolí, pueblo de la provincia de Tarragona. Pensamos que debido al auge del comercio con América a mediados del siglo XVIII, debieron trasladarse a Cádiz, pues en los documentos que poseo, dicen que se dedicaban a la actividad comercial..
Y estos, a su vez, nacen del matrimonio formado por Joseph Arbolí y Emerenciana Arbolí Serra,  nacidos a finales del siglo XVII.

Cuadro Familiar del Apellido Arbolí. Las fechas indican la celebración del matrimonio

El apellido Arbolí es de origen toponímico, poco frecuente y disperso por España, si bien se registra, sobre todo, en Barcelona y Tarragona, siendo notable su presencia en Madrid, Cádiz y Sevilla, y menor en Girona, Lleida, Castellón, Valencia, Alicante, etc. Procede del topónimo Arbolí, nombre de una población de la comarca del Priorat, a la derecha del río Arbolí (Tarragona), cuyo nombre tomaron los progenitores de las familias hoy así apellidadas, según fue costumbre en la Edad Media para indicar su origen geográfico.

El significado de Arbolí no está del todo claro, pudiendo derivar del árabe “al-walaga”, con el significado de “tierra de aluvión junto a un río”. Según los datos recogidos en el “fogatge” o censo de hogares catalán del año 1553, Pere Arbolí vivía en Gratallops (Tarragona); la viuda de Joan Arbolí vivía en Reus (Tarragona); Pere Arbolí vivía en Constantí (Tarragona), y Perot Arbolí vivía en Palma (Lleida). Joaquim Arbolí (Falset s. XVII –Conca de Barberà, 1660?) fue abat del Monasterio de Poblet entre los años 1656 y 1660; durante su mandato se terminó el panteón de los Duques de Cardona y Sogorb; fue autor de un estudio sobre las “Antigüedades de Poblet”. Francesch Arbolí, comerciante, nacido en Barcelona en 1658, figura entre los “comerciantes de matrícula” de Barcelona (18 de octubre de 1758), con acceso a las dignidades nobiliarias del Principado de Catalunya.
Dicho Apellido en España lo tienen 201 personas como primer apellido, 228 como segundo apellido y nadie con ambos apellidos.
Los apellidos continúan siendo una huella de la historia de cada familia y una conexión con sus raíces ancestrales.

Cuando mi padre fallece (noviembre de 1,966) y mi familia abandona Vejer, (aunque consideramos que nunca nos fuimos completamente);  el más pequeño de mis hermanos, Javier, era todavía un niño. Después de unos años de ausencia volvió un verano y escribió este poema, que para nosotros simboliza la añoranza, sentimiento tan humano y que, como mencioné anteriormente, emana del respeto y gran amor por nuestro pueblo que siempre nos inculcaron. 
Sí, echamos de menos a Vejer, sus gentes, sus calles y la grandiosidad del paisaje que vemos desde la Corredera. Al final, el corazón se nos va a su querencia.

Vuelta a la tierra natal.

Orgullo, altivo, así eres tú.
Y en tu cima de pinos y de piedras
donde el viento es libre y la luna
esparce su argentada aura,
fui aprendiendo a vivir de forma placentera.

Adoré tu belleza, tu luz y tu silencio.
Adoré tu noche intensa y estrellada.
Adoré tu cielo impasible de septiembre,
y te adoré a ti, en la paz de tu mirada.

Te dije adiós un día de noviembre,
y ya en la despedida se me rompía el alma,
por el miedo a no verte eternamente,
y perder esa quietud tan bien amada.

¡Y ahora! ¡Este verano!
Cuando el alba serpentea entre los pinos,
y aparece la luz, y las sombras entrecortadas
dan paso a la mañana,

tú, te perfilas puro
y a contraluz del infinito
tienes aire de cruzado solitario,
donde se oyen rumores, que despiertan,
recuerdos ya olvidados.

Tu silencio,
que llena de sonidos
las calles soleadas y las umbrías,
hacen renacer las esperanzas
de un reencuentro,
entre el que soy y el que ya he sido.

Porque, el volver a ti,
después de tanto tiempo sin tenerte
¡Después de una búsqueda infinita,
de un lugar que pudiera parecérsete!
es encontrar de nuevo una mirada,
de gozo de amor y de ternura.
De un embrujo que te hiere y que te mata,
y que a su vez, te ofrece su hermosura.

Ya si puedo esperar pacientemente
El momento en que al fin todo es resuelto.
Pues mi alma feliz es nuevamente,
Y el amor que puse en ti, me lo has devuelto. 
Javier Díaz Arbolí 1982
Gonzalo Díaz-Arbolí


5.7.23

Ginés de Albareda Herrera, poeta. Caspe, 1908-Madrid 1986



Fue profesor de literatura hispanoamericana en las Universidades de Madrid y Nueva York, Director del Archivo de la Palabra y del Departamento de Información del C.S.I.C., y Subdirector General de Radio Nacional de España. Dirigió diversas revistas de literatura hispanoamericana. Consejero de Honor de la Institución "Fernando el Católico", miembro de la Real Academia Hispanoamericana de Cádiz. La labor poética se ha extendido a través de más de medio siglo, en uno y otro lado de ese Atlántico que une a España con América.


Premios:
Nacional de Literatura Santa Teresa de Jesús concedido en 1970 con carácter extraordinario.
Fastenrath de La Academia Española
Internacional Eugenio D’Ors

Escribió entre otros los libros de poesía Romeros de Roma, (1936) Tres romances y tres discursos (1940) Romancero del Caribe (1943), con prólogo de Manuel Machado, Vejer en vuelo (1973) con prólogo de José M. Pemán…Es autor también de una Antología de la poesía hispanoamericana y de diversas piezas teatrales: Buscaba una mujer, Los hijos de ella, o La madre borrada, en colaboración con Amira de la Rosa.

Vejer en vuelo
Ordenando mis libros de poesía he encontrado este, remitido por mi amigo José A. León Muñoz en 1976; lo adjuntaba con una tarjeta en la que de disculpaba por la tardanza en el envío y escribía "El tiempo pasa volando", 
posiblemente esta frase le fue inspirada por el título del poemario: Vejer en vuelo.
El poemario consta de siete sonetos dedicados a Vejer producto del impacto que le produjo su encuentro con aquel pueblo blanco en lo alto del monte que parecía una paloma sostenida por los aleros del tiempo.
José M. Pemán en el pórtico escribe: Como vanguardia de la serranía, Vejer es una torre centinela. Por eso se llama   Vejer de "la frontera"... Yo le llamaría Vejer de "todas las fronteras", porque las tiene entre mar y tierra, entre moros y cristianos, entre llanura y monte, entre turismo y verso, entre la realidad y el sueño. Vejer en su erguida altura es uno de esos pueblos de los que cada crepúsculo se despide con el inconfesado temor de que, durante la noche, se haya ido volando como un bando de grullas.
 


En esta fotografía,  Ginés de Albareda y Federico del Moral Castro, en animada conversación, en el Castillo de Castellar de la Frontera, año de 1974. Expresa el cariño que sentía por Vejer de todas las Fronteras.





Transcribo algunos de los sonetos, endecasílabos perfectos, y como dice Pemán, "Tan soleados de pasión que acaban por ser, como la cal, fríos de geometría y clasicismo". 
Ya Vejer no puede evadirse, volando, una noche. Lo vigila un poeta. Lo detiene una reja de endecasílabos.

Vejer en vuelo,  óleo de Manuel Manzorro



Arquitectura en vuelo, arquitectura
casi filosofía del espacio,
luz de acción: Vejer. Subes despacio
la condición exacta de tu altura.

Jazmin enamorado en la cintura,
bajo los pies un ángel de topacio,
conforme con la Iglesia y el  palacio
Fortaleza, presides la llanura

hasta el mar. Qué bien le luce al cielo
tu perfil de palomas y alcarrazas.
Qué bien gira el adiós de tu pañuelo

blanco de cal, de olvidos y de hogazas.
Sobre la arquitectura de tu vuelo
que bien baila la luz en tus terrazas.



Acuarela de Eva Díaz Hurtado

Tus calles me han marcado la costumbre
de ver pasar el tiempo de la mano
de un niño azul vestido de verano,
que pregona nostalgi y mansedumbre

Campanas de una espera con herrumbre
suenan las torres y el ayer lejano,
y la rueda leal del mediterraneo
abandona el molino de la cumbre.

Tu cansada ilusión, suspiro apenas,
logra flor en mi huerto envejecido
t en mi pausado corazón de penas.

Vejer del desaliento florecido
escúchate subiendo por mis venas
apasionadamente conducidos.




Geometría cubista. Acuarela de Eva Díaz Hurtado

Subo con todo el cuerpo pendiente
de tu amor perseguido y hago mía,
cuando el sollozo se hace geometría,
la pulación cubista de tu frente .

Arritmias de la piedra transparente
por la atalaya de Santa Lucía.
Arist, taquicardia, teoría
de un girasol caido del oriente.

Lance de cal y beso, entre jazmines,
por ventanas a calle de recuerdo.
Zigzaguean  los blancos y carmines.

Fatigado Vejer del desacuerdo,
por costanero adios de serafines
subo tu corazón y en el me pierdo.

Dedicado a mi amigo José A. León
Gonzalo Díaz-Arbolí