21.7.23

El Reloj de las cinco agujas. Cuento de Laura Leal Jiménez. Premio del Certamen Escolar de Relatos Cortos Sor María Aguilar

 

Tengo muy poco tiempo para contarte esto así que escucha atentamente. Si estás leyendo esto probablemente ya estés en peligro. Si ese es el caso escucha mis instrucciones, no vayas a la biblioteca de tu escuela, no te voy a decir ni qué biblioteca ni qué escuela porque si eres la persona adecuada lo sabrás, lo que te estoy contando es algo muy peligroso, si decides correr el riesgo solo te puedo decir una cosa, la combinación es 16-12-86. Cuando termines de escuchar esto sabrás a lo que me refiero, buena suerte.

 

Mi nombre es Luke Chase, tengo quince años y mi hogar es una caja de mudanzas.

 

¿Crees que bromeo?, durante toda mi vida mi familia se ha estado mudando de sitio en sitio, mis padres son militares y los mandan a distintos lugares así que mis hermanos y yo nos tenemos que conformar con eso, actualmente vivo en Madrid en un piso aunque creo que por poco tiempo. Mis padres están haciendo planes de mudanza a Egipto y la verdad yo no tenía ganas de empezar a aprender árabe, pero bueno, hablando sobre mí, soy una persona muy poco sociable, prefiero pasar mi día leyendo o escribiendo alguna de mis novelas, lo admito, suena como la cosa más aburrida del mundo, pero a mí me encanta. Voy al instituto de San Juan Bautista desde hace cinco meses y la verdad, no tengo muchos amigos allí pero tiene unas instalaciones muy buenas y creo que una de las mejores bibliotecas de la zona. No me considero un alumno ejemplar, mis notas son “aceptables” y no es que esté muy atento en clase que digamos, me cuesta muchísimo no estar en mi mundo y pensando en otras cosas pero supongo que tendré que superarlas así.

 

El día 12 de diciembre cambió mi vida completamente, bueno no nos anticipemos, empecemos por el principio: estaba en mi clase de Matemáticas, cuando…

 

—¡Señor Luke, qué cree que está mirando!, ¿Le parece más interesante ese bicho de ahí que mi clase?, ya veo, pues si ese es el caso, ¡Examen sobre lo que acabamos de dar para mañana!, denle gracias a vuestro compañero Luke.

 

La que me acababa de hablar era la señorita María, mi profesora de matemáticas. Se puede notar que no le agrado mucho, ¿no? por si no fuera suficiente con el examen, después de eso todas las miraditas cayeron sobre mí y las quejas de fondo también. Pude salir de clase con vida y me dirigí al patio para poder tomar algo de merienda y allí me encontré a mi hermano mayor Mike con sus amigos sentados en el banco de la entrada. Mi hermano es la persona más compresiva del mundo así que me armé de valor y le conté lo que me había pasado, él me contestó con un simple “ve a la biblioteca a estudiar”. Me quedé pensativo durante un rato, ¿de verdad quería que fuera a la biblioteca?, supuse que la razón por la que me había dicho eso era porque quería que fuera a la biblioteca a estudiar para mi próximo examen. Le mostré un gesto de agradecimiento y me fui directo a ella.

 

La verdad es que no tenía las ideas muy claras. Para empezar no sabía sobre que iba el examen ya que “no había estado atento”, se me ocurrió la idea de preguntarle a alguno de mis compañeros pero ninguno me contestó, supuse que me guardarían rencor por ser la razón del examen, así que no tuve otra opción que sacar mi libro y ponerme a revisar los temas y así pasaron dos horas hasta que mi cuerpo dijo “hasta aquí llegó” y me senté en la silla haciendo un gesto de cansancio. La bibliotecaria anunció que cerraba dentro de poco así que guardé mis cosas y me levanté, la verdad no me podía creer el tiempo que había estudiado, se me había hecho eterno. Las personas empezaron a irse pero a mí me llamó la atención algo: vi un reloj, un reloj posado en una estantería de libros. Me pregunté, ¿qué hace un reloj posado en la estantería de la biblioteca?. Lo primero que pensé es que se lo habría olvidado alguien pero cuando lo vi más de cerca me percaté que el reloj tenía una forma un tanto peculiar. Para empezar parecía un reloj de hace siglos estaba en estado terrible, era casi imposible leer las horas por la suciedad que contenía en su interior, sus números eran romanos y pude llegar a ver que el reloj tenía cinco agujas, ¿Qué haría en la biblioteca un reloj así de extraño?, pero no me quedaba mucho tiempo para preguntármelo.

 

— ¡Señorito Chase, es capaz de ver usted la hora que es! Lárguese antes de que cierre o no me quedará más remedio que decírselo al director.

 

Ella es la bibliotecaria, no me sorprendí mucho por sus palabras la verdad, sino porque antes de irme le pregunté sobre el reloj y me contestó así “¿De que reloj me hablas, te estás volviendo majara o que?” ¿Cómo no iba a saber de qué reloj estaba hablando?, ¡Si lo tenía en frente suya! En aquel momento no sabía lo que estaba sucediendo, me sentía súper estresado por la bibliotecaria o por el simple hecho de creer que me estaba volviendo loco por ver un reloj que nadie más podía ver. Mi mente estaba en blanco, era como si estuviera en otro plano, escuchaba la voz de la bibliotecaria riñéndome pero era como si no estuviera ahí realmente, mi cuerpo solo me pidió que hiciera una cosa:

Pulsa el botón del reloj.

 

Era lo único en lo que podía pensar. Me fijé en el reloj , y sí, tenía un botón a su lado izquierdo, un botón de color beige. Mi cuerpo me pidió que pulsara así que lo me quedó más remedio, lo pulsé.

 

Sentí como si mi cuerpo se desvaneciera en el mundo. No pensaba en nada, no sentía nada y de repente aparecí en mi cama, no me acordaba de nada, pero no tenía mucho tiempo para pensármelo porque mi madre me estaba gritando para que me levantara y me preparara. Bajé al comedor, le di un beso de despedida a mis padres y me fui directo a la escuela. Cuando llegué mis compañeros estaban como si nada, no se les veía preocupados por el examen del día de hoy, es más, estaban riéndose y hablando esperando la hora de entrada a la escuela. Estaba confundido pero no le tomé mucha importancia, quizás iban muy preparados, no como yo. Al entrar a la clase, mi tutora, la profesora Natalia, me pidió que pusiera la fecha en la pizarra, agarré mi silla para subirme en ella y puse la fecha “día 13 de diciembre”. La profesora parecía confundida, me dijo que la fecha de hoy no era día 13, era día 12. Me quedé en shock, no podía ser, pero si el 12 de diciembre fue ayer pensé, de verdad creía que me estaba volviendo loco, cambié la fecha y me dirigí a mi pupitre confundido. Después de eso continué mi día como si no hubiera pasado nada hasta que llegó la hora de matemáticas. La profesora se sentó en su mesa como de costumbre y empezó a explicar, yo en cambio estaba súper aburrido y decidí investigar la clase y vi una araña. Puede que a muchos les dé grima o asco las arañas, pero a mí me parece un ser de lo más interesante. Mantuve la vista fija en la araña hasta que la profesora me llamó la atención.

 

—¡Señor Luke, que cree que está mirando!, ¿Le parece más interesante ese bicho de ahí que mi clase?, ya veo, pues si ese es el caso, ¡Examen sobre lo que acabamos de dar para mañana!, denle gracias a vuestro compañero Luke.

 

La que me acababa de hablar era la señorita María, mi prof-. Espera. ¡Esto ya lo he vivido antes! No me lo podía creer tenía la sensación de que esto ya había ocurrido de alguna forma pero no podía explicarlo. Al salir de clase fui andando a casa, no podía explicar lo sucedido, quizás solo fuera un presentimiento oportuno pero parecía tan real, decidí no pensarlo mucho, estudié para mi examen sin ningún problema. Me lo sabía absolutamente todo. Total, que me fui a mi cama y soñé con un reloj, tenía la sensación de haberlo visto antes pero no sabía el porqué, así que no me lo tomé en serio y seguí durmiendo.

 

Al día siguiente me levanté de cama porque mi madre me estaba llamando y me fui a la escuela, pero lo que me esperaba allí era algo inimaginable, todo, pero todo pasó exactamente igual que ayer, la fecha en la pizarra, el examen de matemáticas, cuando me fui a estudiar y me sabía todo, no me lo podía creer, ¡De verdad estaba viviendo el mismo día !No me importaba la hora que fuera lo único que me importaba era llegar a la biblioteca, me fui de casa sin que mi madre lo supiera, cogí mi bicicleta y fui a la biblioteca. Como era de esperarse, estaba cerrada, pero la verdad, no me importaba. Me colé por la ventana de la planta baja y allí intenté recordar algo sobre el reloj del sueño y cuando pasaron unos minutos recordé la estantería. Las estanterías estaban enumeradas del 1 al 50, logré recordar el número de la estantería “17” me dirigí rápidamente y lo vi, el reloj .El reloj de las 5 agujas con números romanos y con un botón de color beige. Pulsé el botón una y otra vez pero no funcionaba. Entonces, me fijé en el libro en el que el reloj estaba posado, el título del libro era “Magnus Chase”, me llamó la atención porque tenía mi apellido, y mi apellido no era muy común entre los habitantes españoles que digamos, así que agarré el libro y me puse a leerlo. Contaba la historia de un relojero muy famoso de los años 50 que tenía 3 niños y una vida muy feliz hasta que murió en un accidente de tráfico el día 16 de diciembre de 1986. Pobrecito, pensé. Vi a la escritora del libro y la escritora era, espera, ¿Mi madre?. Mi madre no era escritora que yo supiera, parecía conocer a este sujeto como la palma de su mano, cuando vi los agradecimientos lo supe todo, ese tal escritor Magnus Chase era mi abuelo materno. Mi madre no me contó mucho sobre él, solo me había dicho que era un hombre muy bueno hasta que se obsesionó con batir a la muerte y se volvió loco. Según el libro, mi abuelo, Magnus Chase, creó un reloj con el que podía vivir eternamente, ¿Se refería a ese reloj? Pero, ¿Cómo pudo morir si estaba en un ciclo eterno? No entendía nada de lo que estaba pasando, pero pude ver que el reloj estaba cambiando, la suciedad ya no estaba y había un botón más pequeño que el del lado izquierdo. Tenía tanta curiosidad que me atreví a pulsarlo y de repente me sentí mareado como si me estuviera yendo a otro mundo. Cuando recuperé la conciencia vi a mi abuelo en su mesa de trabajo.

—¡Abuelo! —grité

 

Parecía como si me ignorase, me acerqué a él e intenté tocarlo pero mi mano traspasó su cuerpo, ¿Me habría convertido en un fantasma? Mi abuelo parecía preocupado y empezó a mover las agujas del reloj de formas extrañas. No entendía su significado hasta que tiempo después vi la forma, lo que estaba escribiendo con las agujas eran números romanos, intenté descifrarlos y lo conseguí, lo que puso mi abuelo en las agujas eran tres números :16,12,86. Qué serían esos números. Cuando terminó mi abuelo de escribir en el reloj se dirigió a mi madre que en aquel momento era una niña y le dijo: “Lo siento cariño, pero papá no puede seguir soportando vivir siempre el mismo día, no puedo seguir viviendo la vida así.” Cuando mi abuelo pulsó el botón otra vez su piel empezó a envejecer y su cara también parecía como si volviera a tener la edad que debería tener, mi madre igual, se convirtió en una adolescente y ya no era una niña, pero ella no se sorprendió, parecía como si todo fuera normal hasta que vio a mi abuelo tumbado en el suelo sin respirar. Se acercó a él con lágrimas en la cara y ahí acabó esa visión.

 

Después de ver ese horrible recuerdo mire al reloj fijamente, agarré las agujas y puse los dígitos que había puesto mi abuelo en el reloj antes de morir, me desmayé y desperté en mi cama. Lo primero que hice fue comprobar la fecha, día 13 de diciembre, ¡uff menos mal! Después vi a mi madre preparando el desayuno y nos dimos un fuerte abrazo, hablamos sobre el tema y de lo difícil que puede ser vivir eternamente.

 

Y esta es mi historia.

Espera, espera, espera, ¡Es verdad, tengo examen!


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