5.7.23

Ginés de Albareda Herrera, poeta. Caspe, 1908-Madrid 1986



Fue profesor de literatura hispanoamericana en las Universidades de Madrid y Nueva York, Director del Archivo de la Palabra y del Departamento de Información del C.S.I.C., y Subdirector General de Radio Nacional de España. Dirigió diversas revistas de literatura hispanoamericana. Consejero de Honor de la Institución "Fernando el Católico", miembro de la Real Academia Hispanoamericana de Cádiz. La labor poética se ha extendido a través de más de medio siglo, en uno y otro lado de ese Atlántico que une a España con América.


Premios:
Nacional de Literatura Santa Teresa de Jesús concedido en 1970 con carácter extraordinario.
Fastenrath de La Academia Española
Internacional Eugenio D’Ors

Escribió entre otros los libros de poesía Romeros de Roma, (1936) Tres romances y tres discursos (1940) Romancero del Caribe (1943), con prólogo de Manuel Machado, Vejer en vuelo (1973) con prólogo de José M. Pemán…Es autor también de una Antología de la poesía hispanoamericana y de diversas piezas teatrales: Buscaba una mujer, Los hijos de ella, o La madre borrada, en colaboración con Amira de la Rosa.

Vejer en vuelo
Ordenando mis libros de poesía he encontrado este, remitido por mi amigo José A. León Muñoz en 1976; lo adjuntaba con una tarjeta en la que de disculpaba por la tardanza en el envío y escribía "El tiempo pasa volando", 
posiblemente esta frase le fue inspirada por el título del poemario: Vejer en vuelo.
El poemario consta de siete sonetos dedicados a Vejer producto del impacto que le produjo su encuentro con aquel pueblo blanco en lo alto del monte que parecía una paloma sostenida por los aleros del tiempo.
José M. Pemán en el pórtico escribe: Como vanguardia de la serranía, Vejer es una torre centinela. Por eso se llama   Vejer de "la frontera"... Yo le llamaría Vejer de "todas las fronteras", porque las tiene entre mar y tierra, entre moros y cristianos, entre llanura y monte, entre turismo y verso, entre la realidad y el sueño. Vejer en su erguida altura es uno de esos pueblos de los que cada crepúsculo se despide con el inconfesado temor de que, durante la noche, se haya ido volando como un bando de grullas.
 


En esta fotografía,  Ginés de Albareda y Federico del Moral Castro, en animada conversación, en el Castillo de Castellar de la Frontera, año de 1974. Expresa el cariño que sentía por Vejer de todas las Fronteras.





Transcribo algunos de los sonetos, endecasílabos perfectos, y como dice Pemán, "Tan soleados de pasión que acaban por ser, como la cal, fríos de geometría y clasicismo". 
Ya Vejer no puede evadirse, volando, una noche. Lo vigila un poeta. Lo detiene una reja de endecasílabos.

Vejer en vuelo,  óleo de Manuel Manzorro



Arquitectura en vuelo, arquitectura
casi filosofía del espacio,
luz de acción: Vejer. Subes despacio
la condición exacta de tu altura.

Jazmin enamorado en la cintura,
bajo los pies un ángel de topacio,
conforme con la Iglesia y el  palacio
Fortaleza, presides la llanura

hasta el mar. Qué bien le luce al cielo
tu perfil de palomas y alcarrazas.
Qué bien gira el adiós de tu pañuelo

blanco de cal, de olvidos y de hogazas.
Sobre la arquitectura de tu vuelo
que bien baila la luz en tus terrazas.



Acuarela de Eva Díaz Hurtado

Tus calles me han marcado la costumbre
de ver pasar el tiempo de la mano
de un niño azul vestido de verano,
que pregona nostalgi y mansedumbre

Campanas de una espera con herrumbre
suenan las torres y el ayer lejano,
y la rueda leal del mediterraneo
abandona el molino de la cumbre.

Tu cansada ilusión, suspiro apenas,
logra flor en mi huerto envejecido
t en mi pausado corazón de penas.

Vejer del desaliento florecido
escúchate subiendo por mis venas
apasionadamente conducidos.




Geometría cubista. Acuarela de Eva Díaz Hurtado

Subo con todo el cuerpo pendiente
de tu amor perseguido y hago mía,
cuando el sollozo se hace geometría,
la pulación cubista de tu frente .

Arritmias de la piedra transparente
por la atalaya de Santa Lucía.
Arist, taquicardia, teoría
de un girasol caido del oriente.

Lance de cal y beso, entre jazmines,
por ventanas a calle de recuerdo.
Zigzaguean  los blancos y carmines.

Fatigado Vejer del desacuerdo,
por costanero adios de serafines
subo tu corazón y en el me pierdo.

Dedicado a mi amigo José A. León
Gonzalo Díaz-Arbolí

1 comentario:

Luis Manzorro Benítez dijo...

Toda tu publicación, Gonzalo, es una maravilla; desde la preciosa acuarela de Eva, el oleo de Manolo, todos los poemas...y, en especial ese que copio y pego, cuyas palabras, algunas, han pasado por mi mente.

"Como vanguardia de la serranía, Vejer es una torre centinela. Por eso se llama Vejer de "la frontera"... Yo le llamaría Vejer de "todas las fronteras", porque las tiene entre mar y tierra, entre moros y cristianos, entre llanura y monte, entre turismo y verso, entre la realidad y el sueño. Vejer en su erguida altura es uno de esos pueblos de los que cada crepúsculo se despide con el inconfesado temor de que, durante la noche, se haya ido volando como un bando de grullas".

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