10.12.20

REFLEXIONES DE UN MARINO

 

¿QUIÉN ERES?
Soy un marino extremeño enamorado de la mar, que hoy, cuando ya se han entornado los postigos del portón de mi silencio; cuando ya he plegado velas y afirmado la jarcia, navego a poca máquina, suficiente para mantener el rumbo, y apoyado en la tapa de regala del espejo de popa del barco de la vida, miro hacia atrás, cuando el sol, tímido aún, asoma su cara por el embozo del horizonte y, mientras el viento se despereza para empezar a soplar, dejo caer sobre la estela que rasga el lienzo de la mar, trazos, pinceladas y brochazos, retazos y jirones deshilachados que, aún hoy, cuelgan de mis canosos aladares. No sé adónde irán ni dónde arribarán, pero allá, donde quiera que el viento y la mar los lleven, sea puerto bullicioso o playa solitaria, espero que encuentren un oído amigo e indulgente dispuesto a escucharlos.

Yo, como Jorge Luis Borges, me pregunto:
- El Mar. ¿Quién es el Mar?:
¿Quién es aquel antiguo y violento ser que roe los pilares de la tierra,
y es uno y muchos mares, es abismo y resplandor y azar y viento?
¿Quién es el mar? ¿Quién soy? 


Y como Mario Benedetti:
-  ¿Qué es en definitiva el mar? ¿Por qué seduce? ¿Por qué atrae?
Suele invadirnos como un dogma y nos obliga a ser orilla. 

Y, a modo de contestación, lo defino, en masculino y femenino, como:
- El Mar, es para aquél que lo ve, mira y observa desde tierra:
Azul cobalto, gris metal, azogue sin cristal.
Espejo picado de la nada. Profunda soledad sin alma.

- La Mar, es para aquél que vive inmerso en ella:
Gran dama de azul, voluble inquieta y sosegada.
Amante seductora y casquivana, de mil y un marinos enamorada.

- ¿En qué década estás?
- En la tercera del siglo XXI y, tal vez, en la última de mi vida.

- ¿Con quién vives?
Vivo y convivo con mi compañera y, como J.L. Sampedro, en el Río que nos lleva”. 
Camino por entre las encinas y alcornoques de la dehesa extremeña, y navego en un mar proceloso que surca el buque llamado “OCCIDENTE”, que no sé qué rumbo lleva ni dónde arribará.
Es un buque viejo, con más de tres mil años, al que le cruje la tablazón y se resienten sus articulaciones como las de un viejo artrítico que, aunque remozado y reparado después de mil batallas, y otras tantas singladuras capeando tifones y ciclones, sigue sin encontrar su rumbo y su velocidad de crucero.

Séneca, ese cordobés sentencioso, dejó caer esta perla para los marinos:
No hay viento favorable para el marino que no sabe dónde ir.


A remolque llevamos el “IBERO-ÁMERICA”, un buque no menos viejo que el nuestro, pero tan castigado y zarandeado por los mares del sur, tanto como por las tripulaciones que se encargan de su gobierno y mantenimiento que, bajo aparente autonomía, según de donde sople el viento, sigue sin arribar a buen puerto. 
¡Ojalá! consiga llegar antes de encallar.

A “un largo” – navegando con el viento a diez cuartas - por el costado de babor, dándonos alcance, navega el “ORIENTE”, un buque contenedor, de reciente construcción, con una capacidad para alojar a la quinta parte de la humanidad que, trabajando día y noche, nos surten al resto con toda clase de juguetes, equipos electrónicos: televisores, computadoras, “smartphones” y cualquier otro cachivache que podamos imaginar.

A pocas millas del anterior, pero a más velocidad, se nos acerca el “INDO”, otro gran buque, en el que viajan otros mil millones de personas, muy preparado informática y tecnológicamente, pero con una tripulación mal pagada, dividida por castas muy distantes entre sí, que buscan un lugar donde la vida sea más fácil y tengan los mismos derechos que las  vacas sagradas del Ganges.

Cortándonos la proa, nos cruza peligrosamente el “ISLAM”: un buque petrolero que surte combustible al buque “OCCIDENTE”. Un ULCC que con sus enormes tanques llenos de crudo –“oro negro”- y una media luna en su pabellón, es el terror de Occidente, sobre todo para la gran potencia U.S.A. que es la que gobierna nuestro barco. Más que terror un pretexto diría yo – pues además de ser una civilización que no le gusta a la gran potencia porque no se deja influenciar por la suya, es la excusa para que el capitán del “OCCIDENTE” vaya al abordaje para apoderarse de sus pozos e hipotecar su petróleo.

A la cola del convoy, mucho más alejado, más que navegar, se escora y balancea penosamente el buque “ÁFRICA” con más de una vía de agua, cuyos pasajeros se arrojan por la borda y mueren por abordar a nuestro barco, pero ni dejamos que nos alcancen, pues les arrebatamos sus recursos y, si lo consiguen, no los dejamos subir a él, incumpliendo las leyes que rigen el  Convenio Internacional de la Vida Humana en el Mar. 

- ¿Qué suena?
Suena la hermosa “SINFONÍA DEL MAR” de Ralph Williams, basada en el poema, no menos hermoso, de Walt Withman : A SONG FOR ALL SEAS AND ALL SHIPS.    
Lástima que algunos de nosotros, unos pocos, los que más potencia tienen, con sus voces desafinadas y estridentes, no nos dejen oír esta bellísima y relajante melodía.

Contempla el mar en sí mismo:
escucha los vientos que soplan y silban,
cómo sus blancas velas henchidas de viento
entonan una canción para todos los mares y barcos.

Contempla los barcos yendo y viniendo:
las maniobras atracando o zarpando de puerto.
Mira los largos tirabuzones, oscuros y ondulados
banderines de humo de sus altas chimeneas.

Contempla el mar en sí mismo:
su ilimitado pecho azul levantado
entonando el continuo rodar de las olas,
un canto para los marinos, jóvenes y viejos,
intrépidos navegantes a quienes el destino
nunca logra sorprender, ni la muerte consternar

Ignacio Pantojo Vázquez

SINFONÍA DEL MAR.  de Ralph Williams

2 comentarios:

Julio dijo...

Me ha gustado mucho esta entrada.
El amor y el respeto a LA MAR.
Y que grandes las reflexiones del MARINO...
Muchas gracias Ignacio y Gonzalo

Eugenio Martínez dijo...

Ignacio, acabo de finalizar una brevísima singladura en tu buque "OCCIDENTE" que lleva a remolque al "IBERO-AMÉRICA" y va acompañado a babor por el "ORIENTE" y le sigue con premura y por el mismo costado el "INDO", mientras corta peligrosamente la proa el "ISLAM" y ya muy lejos de popa se escora y balancea peligrosamente el "AFRICA". Finalizada ya esta singladura, me mortifica mis también "canosos aladares" lo que he leído en el Cuaderno de Bitácora sobre la rapiña y los egoísmos tan opuestos al Convenio Internacional de la Vida Humana en el Mar.
Pero también me reposa la magnífica "SINFONÍA DEL MAR" de Ralph
Williams y los soberbios versos de Walf Wuithman. Magnífico artículo, Ignacio. Gracias

Publicar un comentario