30.12.20

FELICITACIÓN AÑO 2021


2020 es el año Beethoven, ya que se cumple el 250º aniversario del nacimiento del compositor alemán en Bonn (1770). 

El blog “Desde mi rincón del arte” se hace eco de esta celebración y nos unimos al finalizar este carroñoso 2020, cuya memoria ojalá olvidemos muy pronto, y una gloriosa llegada del 2021 lleno de ilusiones y alegría que seguro nos aportará la vacuna. 

Con este espléndido concierto para piano y orquesta nº 3 y la 5ª sinfonía, celebrado en Bonn el pasado 17 de diciembre. 

Respecto a la Sinfonía número 5, añadir que: 
El mismo compositor estrenó su opus 67 en el Theater an der Wien de Viena el 22 de diciembre de 1808. Considerada una de las obras más importantes de todos los tiempos, sus primeras notas (ta-ta-ta-chan), conocidas como el motivo del destino, resultan inconfundibles y han formado parte de infinidad de temas de géneros modernos, como el rock.

Barenboim y su Orquesta West-Eastern Divan, compuesta por jóvenes músicos palestinos, árabes e israelíes, a pesar del eterno conflicto entre palestinos y judíos, interpretan las obras de Beethoven. 
Estamos seguros que será un placer escuchar esta música y además da esperanza el ver a gente joven, la de la orquesta West-Eastern Divan, haciendo las cosas tan bien. 

Qué disfrutéis todos del cariño de la familia, aunque algunos estén algo lejos, pero que el calor de la Navidad nos los acerquen. 
FELIZ Y ESPERANZADO 2021, seguro que mejorar el actual no será muy difícil. 
Un abrazo con el más amplio deseo de felicidad.
                                                                                         Gonzalo Díaz Arbolí


Buenas noches a todos: 
No puedo dejar de transcribir y compartir este comentario del erudito poeta, Eugenio Martínez Orejas y agradecer la fuente de esta entrada, y de tantas otras, al Dr. Julio Rodríguez  de la Rúa.  Buenas noches queridos amigos.

Uuuuffff. O es pecado o es milagro alumbrar estas maravillas que traspasan la percepción de los sentidos. Tanta acumulación de belleza llega a causar esa insoportable y dolorosa levedad del plúmbeo ser físico, que el alma convierte en nítida hermosura, con desprecio de los sentidos, ante el triunfo de la armonía.

Que de un humilde sol, sol, sol, mi, brote el torrencial manantial de la Quinta ese es el milagro y el pecado es la sensual querella de los dedos de Barenboim en su impúdica lucha por la posesión y gozoso disfrute de las blanca y negras del teclado del piano.

Otro milagro es amparar en un mismo abrazo la enorme diversidad de ideologías políticas, físicas y religiosas que habitan las frentes y los pechos pletóricos de juventud de los componentes de la orquesta.

No puedo evitar, ni lo quiero, el sentir una profunda admiración por Barenboim y una devoción casi religiosa.

Gracias, Julio. Mañana, quiero decir después, me regodearé libidinosamente de nuevo con la concupiscente escucha del concierto número 3 y me milagrearé con el prodigio, la grandiosidad y la excelencia de la Quinta de Beethoven.


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