Tener opiniones discrepantes nunca será un problema entre amigos. Así, con esta simple disquisición podríamos comenzar esta anécdota.
Escuchaba una conversación entre dos amigos en la tertulia, acerca de la música del catalán, Frederic Mompou i Dencausse, minimalista introvertido, famoso principalmente por sus obras para piano solo. Se definió a sí mismo como un "hombre de pocas palabras y un músico de pocas notas" que buscaba "una música que sea la voz del silencio"
-Comentaba Julio, sobre sus CANCIONES Y DANZAS: Me gusta sobre todo la primera mitad de la danza nº 8, que me parece es, un homenaje al "Cant des ocells" que tan bien interpretó Pau Casals, con motivo de su vuelta a la interpretación, en la Casa Blanca ante Kennedy.
'Secreto' de Impresiones íntimas, nº 8
-Respondía Eugenio: Puede que haya alguna razón en mi subconsciente que me haga discrepar, pero es un compositor que a mi nunca me ha hecho vibrar ni la fibra más inquieta de mi complejo más festivo. Encuentro su música como muy elaborada, como salida de una probeta de laboratorio y falta de alma, trabajada a golpe de canon, pero carente de espíritu, de duende, como un producto de elaboración industrial, pero desvitalizada. Y conste que hoy no me siento deprimido, ni con la tensión escacharrada.
- Julio: tienes razón al expresar tan claro lo que es la música de Mompou. Y si no vibras con ella, es imposible que te pueda gustar. En efecto, no lo parece pero es una música muy elaborada. Mompou estuvo influenciado por los pintores impresionistas y a éstos hay que verlos desde lejos para disfrutarlos. No son brochazos sin intención, sino que están colocados en su sitio y con su color...
Cuando analizas una partitura de Mompou, si lo haces despacio o sea en tiempo muy lento, tiene unas disonancias a veces insoportables, como brochazos descarados en la pintura. Pero si la interpretas o mejor si la escuchas "a su tempo" e interpretada por un experto, en mí sí que aparecen esas emociones, esos matices fantásticos, que la convierten en una gran música y que me hace vibrar...
- Eugenio: Para una persona que tiene un alto grado de formación musical, como es tu caso, Julio, admito, por supuesto, tu "deformación profesional" y tu actitud, también inevitablemente profesional, para escuchar música y, al mismo tiempo, analizar y valorar el trabajo de laboratorio que lleva aparejado.
Por supuesto que, con menos rigor y preparación que tú, yo también valoro el esfuerzo y el mérito que tienen las composiciones de Mompou, pero me falta el chispazo que haga vibrar los intersticios del alma, porque tienen más elaboración y trabajo de yunque de fragua que moldea el hierro, que del fuego que hace maleable el alma del hierro. (Es solo mi opinión absoluta y egoístamente subjetiva)
Yo quiero la música que efunde a borbotones del alma, casi primitiva, indómita, de Mozart, pero que fluye directamente de la armonía y la matemática que con su batuta inefable dirigen el concierto del universo. O la de Haendel que cuando le preguntaron qué sintió al componer el Aleluya de El Mesías contestó que había visto los cielos abiertos. O El Claro de Luna, de Beethowen, que Gonzalo nos lo adornaba ayer con una leyenda tan tierna y delicada, que deja de ser leyenda, para convertirse en un inefable hecho real.
Sin embargo el impresionismo en la pintura, esos brochazos descarados que tú llamas, los veo con vida propia, no como salidos de una probeta, si no con inherente vitalidad, como un avance inmaterial que nos descubre otro modo de mirar las cosas, nos desvela aspectos ocultos que sin su ayuda no hubiéramos podido gozar.
En ese momento se acercó una joven, de ojos verdes, a vendernos un cupón del sorteo de la Cruz Roja; lamentablemente y a la vez gozosamente cambiamos de tema; ahora tocaba hablar de los ojos verdes. Inmediatamente surgió la belleza de Ava Gadner, y de cómo su cabello oscuro y sus ojos verdes la convirtieron en "el animal más bello del mundo".
Hablamos del maestro Quiroga, que compuso la inmortal canción "Ojos verdes" en apenas tres días. De la letra: "Apoyá en el quicio de la mancebía..." que la censura convirtió en: "Apoyá en el quicio de tu casa un día"... y para finalizar el tema, añadió el ovetense que, la música estaba inspirada en un antiguo cancionero asturiano.
Y ya saben el caos de las tertulias, seguimos hablando de los vinos de la Rioja, de las exquisiteces gastronómicas...
Al levantarnos de la mesa concluimos que la música es un gesto de amistad, quizás podría llamarse "conversación", en un sentido altamente metafórico.
Decidimos publicarla en el blog, “Desde mi rincón del arte”, por la brillantez del diálogo y la posibilidad de que, un buen número de lectores puedan disfrutar de la música de Mompou.
Nota del editor: Los nombres son ficticios.
4 comentarios:
Que bonito Gonzalo. Me encantaría participar en vuestras tertulias. ¡Cuánto saber!.
Que tertulias tan interesantes, me veo tan pequeñita e ignorante !!!!
Sólo podría haber entrado en el debate de los ojos verdes !!!!
Querido amigo Gonzalo. Esta mañana me lleve una gratísima sorpresa al leer tu entrada sobre Mompou. Creí que estaba leyendo a mi admirado y eximio cuentista Jorge Bucay. Y me sorprendí sonriendo mientras disfrutaba de la lectura de tu artículo, que me estaba regalando el gozo de una prosa muy bien hilvanada que fluía, sosegada y juguetona, como un brillante torzal de la rueca de tu pluma. Disfruté mucho con Bucay o contigo, pero me deleitó tu prosa fluida y brillantemente construida y que, además, conseguía difundir cultura sobre un tema musical donde los gustos personales influyen tanto como los cánones y las normas
Realmente hermoso. No cabría esperar otra cosa de esos magníficos tertulianos.
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