19.1.24

Ludwig van Beethoven (1770-1827). Año de 2024. Bicentenario del estreno de la Novena Sinfonía Op.125, en el Teatro de la Corte Imperial de Viena.



Beethoven nació en Bonn, (diciembre 1770) hijo de un músico de la corte y de la hija de un oficial de palacio. Su destino lo llevaría a convertirse en uno de los primeros compositores, no operísticos, independientes del mecenazgo de la nobleza. A sus trece años, su maestro Gottlob Neefe, quién no sólo fue su maestro, sino también un amigo fraternal, sugirió que tal vez podría convertirse en el segundo Mozart. Se supone que Beethoven se había reunido con Mozart en Viena tres años antes con la intención de ser su alumno, pero su plan se vio frustrado por la muerte de su madre.

En 1784, Beethoven consiguió su primer puesto independiente como organista y viola de la corte, y dos años más tarde, el elector lo envió a Viena para proseguir sus estudios. Allí tuvo ocasión de improvisar para Mozart sobre un tema dado, terminando la improvisación con una fuga perfecta. Mozart impresionado dijo: Apunten su nombre, pues un día será famoso.

Beethoven es el último de los grandes clásicos vieneses y sus obras representan el cierre definitivo de la época clásica, no obstante, es también el iniciador de una nueva era. Pertenecía a la nueva generación que sostenía los ideales de la Revolución francesa y creía fervientemente en los derechos humanos. Su manera de ser y de pensar pertenecían a la nueva época, por eso sus opiniones en música eran diferentes a las de sus predecesores.

Beethoven representa el nexo de unión entre los periodos clásico y romántico, pues expandió las fronteras del primero con la seguridad en sí mismo y la individualidad característica del romanticismo. La música de Beethoven encierra los sueños, fracasos y turbulencias de la era revolucionaria, exponiendo el elemento humano en la música de una época marcada por la exaltación de los derechos individuales.

Sus primeras composiciones eran netamente clásicas, pero su corazón ya era romántico. Al desear expresar nuevas ideas en sus composiciones, algo ajenas y distintas al estricto mundo de la música, Beethoven se encontró en conflicto con el clasicismo.

Estos avances se aprecian en sus grandes obras instrumentales. Una de las características desviaciones de las normas clásicas fue el abandono del minueto – movimiento en ritmo de danza – para introducir en su lugar el scherzo, mucho más libre. La forma estricta de la sonata clásica no sirve, por exigir repetición, para una música puramente romántica, dramática y expresiva. Entre las muchas reglas que trató de evitar fue la de simetría y la repetición en los movimientos de sus sonatas; a veces las componía de dos, de cinco, seis o siete movimientos, cambiando incluso de tiempo dentro de cada movimiento.
Beethoven compartía el deseo de sencillez y claridad de los clásicos, pero amaba los desarrollos anchos y profundos. Por ello puede decirse que dotó a la música de armonía, atmósfera y concentrado interés sobre la energía y la acción dinámica.

Sinfonía nº9 Op.125 (1824)

La Sinfonía n.º 9 en re menor, op. 125, conocida como Coral. Es la novena y última completa de sus nueve sinfonías. Se estrenó en Viena el 7 de mayo de 1824. Muchos críticos y musicólogos la consideran como una obra maestra de la música clásica occidental y uno de los logros supremos de toda la historia de la música.​ Es una de las obras más conocidas de la música de práctica común​ y una de las sinfonías más interpretadas del mundo.​

La Novena fue el primer ejemplo de un compositor importante que incluyó partes vocales en una sinfonía. El movimiento final, el cuarto, de la sinfonía presenta cuatro solistas vocales y un coro en la paralela tonalidad de re mayor modulada, conocida comúnmente como la «Oda a la alegría». 
Se cree que Beethoven, cuando estaba en la veintena, intentó musicalizar "Oda a la Alegría", el famoso poema de Schiller, aunque sólo sobreviven algunos apuntes. En 1818 retomó el proyecto y tardó seis años en completarlo. Después de unas variaciones sobre dos temas en el movimiento lento, el movimiento coral constituye en realidad una cantata de cuatro movimientos. Beethoven dudó sobre la forma de introducir las voces en la sinfonía, llegando a componer dos finales, pero acabó por incluir algunas citas.

Los seres humanos convivimos con la música en todo momento. Es un arte que nos hace disfrutar de tiempos placenteros, nos estimula a recordar hechos del pasado, nos hace compartir emociones.
La música es para gozar de ella. La música nos habla. Escuchar música es una capacidad que se adquiere por medio de experiencia y aprendizaje. El conocimiento intensifica el goce. Por lo tanto, debemos escucharla con sosiego, prestando atención y dando a la música el esfuerzo concentrado de un oyente activo.
Aun así, hay códigos que, con excepciones, sirven para todos. Si una canción está en modo menor nos sonará triste y si está en modo mayor, alegre. Se sabe que la alegría está en re mayor y lleva trompetas, que el amor suena a instrumentos de cuerda que, a veces, van acompañados de flautas, y que el odio tiene tempos muy rápidos.


Novena sinfonía de Ludwig van Beethoven consta de cuatro movimientos:

Primer movimiento:  Allegro maestoso.
Este primer movimiento de la sinfonía tiene un carácter tormentoso, heroico, con un poderoso sentido del movimiento. Beethoven nos presenta retazos de lo que esperamos sea un melodía completa, pero siempre frustra nuestras esperanzas y el material se transforma ante nuestros ojos con infatigable energía en graciosas elaboraciones musicales que rompen nuestras expectativas por completo. Esto inyecta una tensión continua en el movimiento. Asistimos a una lucha formidable entre fuerzas musicales, como un choque de pura materia musical. 

Es como el comienzo de la vida de cualquier persona. Sin embargo, cualquiera que lo oiga percibirá una sensación de energía, una sensación de fuerza incluso un clima violento, trágico. Después viene el tema femenino que cantan los instrumentos de viento que es de una gran dulzura. Es decir en este primer movimiento tenemos un dramatismo en su composición. Algunos especialistas lo consideran como la mejor pieza de la historia de la música, supera a la parte coral, por su armonía infalible y sus sublimes melodías nos ponen a la vista la vida de un compositor genial y titán.

Beethoven: Sinfonía núm, 9 primer movimiento. | Paavo Järvi and the Deutsche Kammerphilharmonie Bremen

Segundo movimiento: Molto vivace . 
En toda composición dominan los contrastes y el dramatismo del primer movimiento se torna vitalidad en el segundo, al que en ocasiones se ha definido con acierto como una paso de la oscuridad a la luz, con mucho carácter, calificado por muchos cronistas como "el infierno en llamas" por su contundencia y velocidad, que nos invita a bailar Es un abrumador e incontenible movimiento en forma fugada, que irradia energía por cada uno de sus poros. En la introducción se usa un solo de timbal y un ritmo con mucho brío. 
La tradición "ordenaba" colocar en segundo lugar el adagio, pero Beethoven los sustituye por un scherzo. En rigor, su intento era eliminar el último lastre cortesano en la sinfonía para sustituirlo por un movimiento enérgico y ligero al mismo tiempo.

Segundo movimiento. Barenboim/West-Eastern Divan Orchestra

Tercer movimiento: 
Adagio molto e cantabile. 
El tema principal del tercer movimiento es dominado por un espíritu lírico, reposado, y delicado como corresponde a un adagio, en este punto tiene lugar en la sinfonía la transformación, dilatada de forma larga absolutamente espiritual, que no dice nada, pero que penetra y que nos pone en contacto con nosotros mismos. Supone un descanso después de la fiereza de los dos movimientos anteriores. Es la más clara demostración de que la inteligencia humana forma parte de una inteligencia universal, al escuchar este movimiento uno se transforma, se transfigura, es difícil no soñar en la hermosura del universo.
Da pie a la antesala al cuarto movimiento.

Tercer movimiento. Barenboim/West-Eastern Divan Orchestra

Cuarto movimiento:  Allegro presto. 

Es como una explosión final donde se incluye el poema de Friedrich Schiller llamado Oda a la Alegría que le da este toque maravilloso a esta composición, ya que es un canto a la libertad que invita a los hombres del planeta a unirse como hermanos. Y, es una manera impresionante como en el último momento irrumpe de manera perfecta por primera vez la voz humana. Ya que a veces la música es insuficiente para transmitir el mensaje que quieres hacer llegar y la inclusión de voces da ese toque perfecto a esta magnífica obra, afirmando que el cuarto movimiento puede ser considerado en una obra completa en sí misma, es decir, “toda una sinfonía”. 
En él podemos distinguir varias partes claramente marcadas por pausas. El movimiento pretende integrar varias formas musicales previas como el canon y la fuga. Está compuesto para orquesta, coro mixto y cuatro solistas: soprano, contralto, tenor y barítono.
 -Introducción:
Tema 1.  Contiene una referencia a la introducción del primer movimiento y la preparación del "tema de la alegría".
Tema 2.  "de la alegría" expuesto cuatro veces.
Tema 3.  Variación del tema 2 y reexposición del tema 1.
Tema 4.  Presentación del barítono.
Tema 5.  Tema 2 cantado por el barítono y el coro.
Tema 6.  Presentación del tenor a modo de marcha militar, también en este caso acompañado por el coro, esta vez  sólo la parte masculina.
Tema 7.  Intermedio -aceleración- a modo de fuga.
Tema 8.  Reexposición apoteósica del tema 2.
Tema 9.   "del amor"
Tema 10. Fuga 2. Contiene una serie de variaciones sobre el tema 2 cantadas por el coro y con gran protagonismo   de la soprano y contralto, las variaciones se mezclan con el tema 3.
Tema. 11.  Reexposiciòn del tema 2, es la primera parte de la coda: (adición brillante al período final de una pieza de  música. 
Tema 12.   Cierre. Es la segunda parte de la coda.

Cuarto movimiento. Barenboim/West-Eastern Divan Orchestra

No nos resistimos a colocar este corte de vídeo por su interesante historia de la película "Copying Beethoven", Basada en una ficción dramática centrada en los últimos años de la vida creativa del compositor. La directora se toma varias licencias históricas en aras de mejorar el interés lírico de la película y hacer que sea comprendida por el público percibiendo así la biografía de Beethoven. 
En la crónica del estreno, en 1824, se entremezclan el respeto y el entusiasmo con el desconcierto ante una obra que puso a prueba la habilidad de los intérpretes. La apertura de la sinfonía recurre a una idea original que luego ha sido muy imitada: una vibración grave y eterna se ensancha de forma alarmante en cuanto se toma conciencia de ella. Los golpes de los timbales del segundo movimiento, el scherzo, arrancaron aplausos espontáneos en su estreno y, bien al final del movimiento o al final de la obra -los relatos difieren-, la contralto Carolina Unger hizo una señal a Beethoven para que se volviera y viera el aplauso que no oía.

La escena es familiar y desgarradora: Beethoven viejo, completamente sordo, despeinado, incapaz de marcar correctamente el compás, moviendo furiosamente los brazos delante de la orquesta mientras el público, a su espalda, ya había comenzado los aplausos que él no podía oír. Oyendo en su cabeza una música que tal vez no se parecía a la que atronaba en la sala con una vehemencia nunca oída hasta entonces, con una amplitud sonora que se consideraba más propia de las ceremonias religiosas que de los acontecimientos de fraternidad civil.

Presten atención al minuto 5:22, hasta entonces tranquilo, empiezas a derrumbarte lentamente y a llorar, entiendes entonces el porqué merece la pena escuchar música.


Letra de la Oda a la alegría de Friedrich Schiller, un anhelo de igualdad, fraternidad y libertad para toda la humanidad.
¡Oh amigos, dejemos esos tonos!
¡Entonemos cantos más agradables y llenos de alegría!
¡Alegría! Alegría!

¡Alegría, hermoso destello de los dioses,
hija del Elíseo!
Ebrios de entusiasmo entramos,
diosa celestial, en tu santuario.
Tu hechizo une de nuevo
lo que la acerba costumbre había separado;
todos los hombres vuelven a ser hermanos
allí donde tu suave ala se posa.........

¡Abrazaos millones de criaturas!
¡Que un beso una al mundo entero!
Hermanos, sobre la bóveda estrellada
debe habitar un Padre amoroso.
¿Os postráis, millones de criaturas?
¿No presientes, oh mundo, a tu Creador?
Búscalo más arriba de la bóveda celeste
¡Sobre las estrellas ha de habitar!

En 1985, el Consejo de Europa, y más tarde la Unión Europea, adoptaron una versión adaptada por Herbert von Karajan como el Himno de Europa.​ En 2001, el manuscrito original de Beethoven de la partitura de la sinfonía, conservado en la Biblioteca Estatal de Berlín, se inscribió en el Registro de la Memoria del Mundo de la Unesco, donde forma parte de la herencia espiritual de la humanidad junto con otros sobresalientes monumentos, convirtiéndose en la primera partitura musical así designada.

En sus cuadernos personales Beethoven plasmó sus inquietudes: La más importante de ellas era conseguir transmitir a través de su última sinfonía algo más que música. Es decir, quería contar una historia, y en el caso de la novena esa historia debía guardar relación con la liberación de la humanidad.
Sin duda Beethoven nos narra el triunfo de la humanidad, pero no de manera sencilla: la victoria está plagada de duelos entre la parte positiva y negativa. Esta tragedia surge, como un halo de esperanza, el "himno de la alegría".

Para aquellos aficionados interesados en ver la película completa Pulse en (Copying Beethoven). 




Para reflexionar: 
Con esta fotografía queremos recordar el eterno conflicto entre palestinos e israelíes de despiadada actualidad.
Barenboim y su Orquesta West-Eastern Divan, compuesta por jóvenes músicos palestinos, árabes e israelíes, a pesar del eterno conflicto entre palestinos y judíos, interpretan las obras de Beethoven. 



Nota del editor:

En el “Compendio de las Lecciones de Filosofía” de 1844, el Obispo Juan José Arbolí y Acaso, escribió:
Los sentimientos de orden físico y moral, llevan a las Ideas y con ellas al Conocimiento.
La Sensibilidad estimula, la Inteligencia ilumina y con la Actividad o actuación llevada a cabo con nuestra Voluntad, es decir de forma voluntaria, llegamos a conseguir el Talento propio del ser humano.
Hay acciones “instintivas” que se realizan sin el conocimiento de su finalidad y hay acciones “voluntarias” de los que conocemos el fin y los medios.
Todos los conocimientos, vienen de haber sentido algo antes. Así la sensación de gusto en las las Artes, es por un sentimiento de lo que es verdadero y bello, perfeccionado por la inteligencia. Cuanto más sabes de música, más la disfrutas…
El Obispo Arbolí se adelantó 140 años sobre la inteligencia musical, propuesto por Howard Gardner, en la teoría de las inteligencias múltiples de 1983.

Nota final:
En una versión del célebre Director de Orquesta, Herbert von Karajan, dice:
El segundo movimiento está marcado Molto vivace, en Re menor y compás de 3/4. Curiosamente, este Scherzo viene colocado en la segunda posición de esta sinfonía en vez de la tradicional tercera y es excepcionalmente largo. Enseguida se nota el parentesco rítmico inicial con la exposición temática del precedente Allegro, en una voluntad organizativa llevada a límites extremos. Una corta introducción en fortissimo en la cuerda y después en los timbales al descubierto da paso al tema principal, en pianissimo, expuesto por la cuerda de manera fugada (segundos violines, luego violas, violonchelos, primeros violines y finalmente contrabajos). Tras una repetición vigorosa del tutti aparece un segundo motivo melódico en la madera que será repetido en crescendo e introducirá un tercero con el viento ante el obstinado ritmo de la cuerda sobre la nota Do. Después de la repetición, la parte del desarrollo vuelve a tomar la nota inicial y tras una nota acalderonada en Si se prosigue en un mágico juego de tonalidades (Mi menor, La menor, Fa mayor) para retornar al Re menor del comienzo. Es curioso observar cómo la partitura nos va advirtiendo de la alternancia “Ritmo di tre battute” y “Ritmo di quattro battute“. La reexposición concluye con un crescendo abruptamente concluido. Es el turno del trío, realmente un Presto sustitutivo del tradicional Trio. El Presto es un intermedio a dos tiempos en Re mayor. Tras el tutti, el fagot toca un staccato sobre el que los oboes y clarinetes exponen un tranquilo motivo, con el apoyado rítmico de unos timbales con ganas de participar. El tema se completa con un dibujo ascendente de la cuerda en crescendo. Tras un calderón en Re la cuerda al unísono marca el ritmo del scherzo que se repite da capo. De manera genial y sublime, el compositor sorprende con un recuerdo de los primeros compases del Presto tocado por la madera. El movimiento concluye con un enérgico tutti sobre las notas La y Re.

Fuentes:
Cómo escuchar música, de Aaron Copland
https://www.culturagenial.com/es/novena-sinfonia-de-beethoven/
Youtube
Gonzalo Díaz-Arbolí

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