En el relato de Cecilia Böhl de Faber titulado "Una paz hecha sin preliminares, sin conferencias y sin notas diplomáticas", intervienen un inválido que hizo sus hazañas en la guerra de independencia, un cojo de Conil y un naranjero de Vejer. Conversan y, como ocurre en ocasiones, del diálogo se pasa a la controversia que deriva en agresión verbal cuando recurren a esos “insultos despectivos–descriptivos con que unos pueblos suelen conocer a sus próximos“. Esta situación es la que recrea Fernán Caballero, para aludir a los vecinos de algunas poblaciones gaditanas: "ataja-primos, mal nombre que pica de muerte a los chiclaneros"; "tardíos, que incomoda tanto a los de Vejer"; "los zorros que enfurece a los de Medina" o "los desechados de Conil".
El párrafo completo en el que se alude a los de Vejer, es el siguiente: "El de tardíos, que incomoda tanto a los de Vejer, proviene de haber querido echar abajo un peñasco que les estorbaba y que tiene vetas amarillas. Cuéntase que el medio del que se valieron para llevar á cabo tan ardua empresa, fué el tirarles huevos, los que se estrellaron en él como lo atestiguan las vetas amarillas. Habiendo consumido sin obtener resultado el repuesto de huevos que llevaban, enviaron a algunos de entre ellos al pueblo para que les trajesen más. Tardándose los comisionados y estando ellos tan enfuncionados y tan impacientes por llevar su obra a cabo, se pusieron a darles voces, diciendo: “¡Llegad, tardíos!». Con argumentos parecidos y términos similares, se refiere la escritora costumbrista a las expresiones que sirven para calificar a los de Chiclana o Medina siendo más escueta la justificación para los de Conil: "Tocante a los dechados de Conil, no hemos podido, a pesar de nuestras investigaciones, hallarle más etimología, sino el que siendo de Conil, nadie los quiere ni encuentran cabida".
El historiador, Javier Díaz Arbolí nos envía esta acertada nota:
El término "dechados" atribuido a los de Conil, deriva de desechados y es atribuible a aquellos que, condenados a galeras, se les permitía cambiar la pena por trabajar en la almadraba; oficio éste muy peligroso por las constantes razias que hacían los norteafricano a nuestras costas. De ahí, que la casa ducal hiciera construir la torre y la fortificación que aún existen en el centro y que es conocida como la Torre de Guzmán.
Sin embargo, con posterioridad, para concluir la disputa y sin explicación alguna, los ataja-primos ya se han convertido en borrachos y los tardíos ahora son pompa vana sin que en el tránsito se ofrezca explicación alguna: "Los intrépidos obstáculos de los sitios públicos, que entre otras buenas cualidades cuentan la de ser curiosos, y de enterarse de lo que no es menester y de lo que no les va ni les viene, habían acudido al oír las voces de los contrincantes, se habían impuesto de la querella, y cantaban ahora en voz y en grito.
De Medina son los zorros,
de Vejer la pompa vana,
de Conil los desechados
y de Chiclana los borrachos».
Fernán Caballero recoge lo que se comenta entre la gente de las poblaciones aludidas. "Pompa vana" alude a necia ostentación, a pavoneo presuntuoso y arrogante, al absurdo orgullo de aparentar aquello de lo que se carece.
Existen distintas variaciones de este dicho y aunque los términos a los de otras poblaciones se permutan o se sustituyen por otros más explícitos o más forzados, según casos, el de pompa vana aparece inalterablemente asignado al vejeriego:
Los zorros son de Medina; de Vejer, la pompa vana;
los ladrones, de Conil; los borrachos, de Chiclana.
De Medina son los zorros;
De Vejer, la pompa vana:
Los hurtones de Conil:
Y los bebedores de Chiclana.
En el libro "Tractun ludorum: una antropología del juego" de José Antonio González Alcantud, ya referido, puede leerse: "a los de Vejer les llaman pompabanas” porque tienen muchas tonterías, se pavonean mucho, tienen mucho señoritismo. Los chiclaneros son unos borrachos; los de Conil unos zorros, ya que allí hasta el más tonto es abogao, y saben sacar una peseta de donde no la hay; los asidonenses son ladrones».
Así, los desechados de Conil se convierten en ladrones o, el más rebuscado, hurtones para terminar en abogados; los de Chiclana son bebedores o borrachos según se tercie y los de Medina dejaron de ser zorros para convertirse en ladrones. El caso es que los estereotipos se divulgan con múltiples variantes, indicándonos que Cecilia Böhl de Faber bien pudo recogerlos de la tradición oral.
El editor, vejeriego de nacimiento y de corazón opina que, el término "Pompa vana" proviene del hecho de que el Síndico procurador de la república o personero, Juan Relinque (1) -nombrado en 1535- ganase a la todopoderosa Casa Ducal de Medina Sidonia el pleito de las Hazas de Suerte de Vejer, marcó el carácter de los vejeriegos: “Pompa vana" con el significado de Hidalguía.
También nos llaman "Del cerro de las maldades"
(1) En Vejer, el Síndico debía pertenecer al pueblo llano formado por los los llamados "hombres buenos pecheros", y destacar entre sus convecinos por su saber y defensa del bien común que, les obligaban a sobrellevar las cargas del estado y a sostener a nobles y eclesiásticos. Este modelo no se plasmó, en sentido estricto en Vejer, el pueblo llano que repobló las tierras de Vejer, a principios del s. XVI debieron combinar durante mucho tiempo el arado con las armas y, por esta razón, gozó de exenciones y privilegios concedidos a los estados nobles y eclesiásticos y a la vez contribuían al mantenimiento de la nobleza señorial y a la Iglesia (Diezmos).
"Hay ciudades que parecen hechas de sentimiento, de poesía, de nostalgia; ciudades por las que circula un alma casi visible, palpable, que se adentra en ti y se funde a tu vida en un instante." Esta frase del poeta, Ricardo Molina, describe perfectamente mis sentimientos hacia mi pueblo: Vejer de la Frontera.
Fernán Caballero es el seudónimo utilizado por la escritora y folclorista española Cecilia Böhl de Faber y Ruiz de Larrea nace en Suiza 1796, muere en Sevilla 1877.
Cultivó un pintoresquismo de carácter costumbrista y su obra se distingue por la defensa de las virtudes tradicionales, la monarquía y el catolicismo. Su pensamiento se inscribe dentro del regeneracionismo católico de la época, influido por las ideas de su padre, el hispanófilo alemán Juan Nicolás Böhl de Faber, cónsul alemán y hombre de negocios. Contrajo matrimonio el 30 de marzo de 1816 con un capitán de infantería, Antonio Planells y Bardají. La pareja se mudó a Puerto Rico, ya que su esposo había sido destinado a dicha plaza, pero ese matrimonio duraría poco por el fallecimiento del marido. Algunos años más tarde se mudó a El Puerto de Santa María, donde conoció a Francisco de Paula Ruiz del Arco, marqués de Arco Hermoso y oficial del Cuerpo de Guardias Españolas, quien era el mayorazgo de una rica e influyente familia sevillana, emparentada con gran parte de la nobleza andaluza. El 26 de marzo de 1822 contrajo segundas nupcias con él en Sevilla; allí sostenía con su marido una tertulia en su palacio a la que acudían representantes de la alta sociedad y personalidades extranjeras como Washington Irving (con quien mantuvo correspondencia desde 1828 y al que ayudó en algunas de sus obras), el historiador del arte William Stirling y el barón Taylor.
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Recreación Histórica Los Pleitos de Juan Relinque y Las Hazas de Suerte de Vejer. 19 de octubre 2014
Fuentes:
El relato de Fernán Caballero
Libro: Juan Relinque, de Síndico Procurador a Defensor del Pueblo de,
Antonio Morillo Crespo y Antonio Muñoz Rodríguez
Gonzalo Díaz-Arboli
1 comentario:
Cuando he leído que los de Vejer (pompabana) eran curiosos, y amantes de enterarse de lo que no es menester y de lo que no les va ni les viene, me ha vendido a la memoria un dicho que en los años 50/60 se repetía mucho, y que, posiblemente, tenga algo que ver con esta forma de ser nos que explica Javier. El dicho decía, y muchos lo habrán oído: "Los de Vejer, si no tocan, no ven".
Yo sabía que Juan Relinque fue unos de los grandes vejeriegos, que consiguió, enfrentando a los poderosos, que las Hazas de Suerte fueran para el pueblo, pero, además, ahora me entero, que consiguió, también, que a los "pompa vana", conocidos por ser arrogantes, ostentosos, engreídos... se les conociera como HIDALGOS, que significa generosidad y nobleza, o sea, todo lo contrario. A mi me parece una palabra precioso, por su sonido, quizá por el libro de Cervantes, y por su significado.
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