(Tomado de un artículo firmado por Antonio Sánchez Roldán del Programa de Fiestas en honor de Nuestra Señora de la Oliva, agosto de 1978.
Sufrió Vejer en aquella fecha una de las más graves y prolongadas sequías que ha conocido su historia, y que motivó un serio retroceso en su entonces pujante agricultura y ganadería (única y exclusiva riqueza de sus habitantes), de la que tardó muchos años en reponerse.
En 1878 se perdieron totalmente las cosechas de cereales, y de las huertas desaparecieron más de la mitad de los árboles frutales. Su ganadería, entonces la más importante de la comarca, quedó reducida a un cincuenta por ciento de una parte o la muerte de numerosas cabezas y de otra a las obligas ventas que tuvieron que hacer los ganaderos para poder subsistir y la imposibilidad de alimentarlas por falta de pastos.
Pero el verdadero y grave problema estuvo en que casi un millar de braceros permaneció sin trabajo alguno durante más de ocho meses, y el hambre azotó a las tres cuartas partes de la población.
Las autoridades locales intentaron afrontar el problema, pero la magnitud de éste quedaba fuera de sus posibilidades. El Ayuntamiento se encontraba tan mal de recursos que debía a sus empleados los sueldos de nueve meses. No obstante, facilitó algunos socorros que no remediaron nada.
Se celebraron diversas reuniones con los mayores contribuyentes, una de ellas presidida por un Delegado del Gobierno Civil de Cádiz, el que invocó al patriotismo y la filantropía de las clases pudientes para que, mediante donativos o préstamos, remediaran la situación, hasta tanto el Gobierno acometiera una serie de obras públicas, (entre ellas la carretera de Medina a Vejer) que proporcionara trabajo a las braceros desamparados. Los contribuyentes mantuvieron su negativa de facilitar dinero alguno para trabajos, aduciendo su precaria situación económica y que la obligación era del Gobierno. Sin embargo, meses después, y ante la perspectiva de que los obreros hambrientos estaban dispuestos a tomar por la fuerza lo que no podían obtener con su trabajo, accedieron a acoger durante veinte días a los jornaleros necesitados, abonándoles un socorro diario de dos reales.
Por su parte el Ayuntamiento consiguió del Gobierno Civil y de la Diputación unas cantidades del fondo de calamidades públicas, (diez mil pesetas en total) que fueron distribuidas, también en socorros de dos reales diarios.
Ya en el último mes del año se soluciona el problema con el inicio de las obras de la carretera de Medina y el traslado de unos trescientos braceros a unos trabajos, también de carreteras, en Ubrique, El Bosque y otros pueblos de la sierra.
Los contribuyentes, por su parte, obtuvieron los beneficios de una moratoria de dos años en el pago de la contribución territorial, gracias a la influencia y gestiones realizadas en Madrid por el diputado a Cortes por este Distrito. Sr. Marqués de Francos.
Es curioso el texto del acuerdo municipal al conocer la noticia de la concesión de la moratoria, del que entresacamos “…el Ayuntamiento, que no puede menos de enorgullecerse por tener en la Cámara popular un representante tan digno y celos por los intereses de esta población, con lo es el Excmo. Sr. Marqués de Francos; que ha visto con la eficacia y actividad con que atiende a cuantos asuntos se le encomiendan por este Municipio, llevando su abnegación hasta el extremo de consentir que se perjudique su salud por su permanencia en la Corte durante la presente estación (era el mes de agosto), antes de dejar abandonados los intereses del pueblo que tuvo la honra de elegirlo Diputado…”
Es paradójico que todo esto ocurría en una época (la de los primeros años de la Restauración) en lo que la Historia de España nos la representa como uno de los periodos más fecundos de paz y bienestar económico.
Hoy, a cien años vista de aquel desequilibrio económico y social que sufrió Vejer, las cosas han cambiado mucho y entendemos que para bien. Sin embargo, hay puntos del fondo de la cuestión que continúan vigentes. Tengámoslo presente.
Hacer clic en la imagen para ampliar |
Destacar el final del artículo: Hay puntos de fondo que continúan vigentes: Y lo puedo testificar, pues nací en Vejer en 1938 y conocí muchas injusticias por parte de aquella sociedad vejeriega de terratenientes, rica, reaccionaria y prepotente.
En las últimas décadas la crisis del sector agrícola en Vejer ha dado paso al auge del sector terciario, asociado al sector del turismo y de la construcción.
Nadie podrá negar el progreso alcanzado en derechos sociales, sanidad, educación, económicos, vivienda o tecnológicos durante el siglo XX y, en el XXI se han consolidado todos estos derechos; todavía hoy, se reclama su protección al estar recogidas en sus constituciones y documentos.
Gonzalo Díaz-Arbolí
1 comentario:
Precioso texto y relato de tiempos pasados y vividos. No se puede juzgar hoy el pasado sin aceptar lo que había y los frutos que daban. El chocolate y las frutas de aquella época no tenían el mismo sabor pero despiertan los mismos deseos. Gracias
Publicar un comentario