El libro: “Elogio de las sombras” de Jorge Luis Borges fue escrito en Cambridge en 1968 y publicado en 1969.
Al leerlo vemos un tema que se repite incansablemente y, este es el instante. ¿Pero qué se entiende por instante?
Para Borges el instante no sería un momento fugaz, sino la circularidad máxima del tiempo que hace imposible no cuestionarnos la concepción de instante.
Esta idea del tiempo la vemos repetidas en sus versos, porque para Borges el tiempo es algo más que el simple “número del movimiento según el antes y el después”, como lo había definido Aristóteles. Para la física (tanto clásica como moderna) el tiempo es en sí otro plano sobre el que suceden los hechos, a la manera del espacio. Siempre le gustó esta frase de Séneca: "Hubo una sola noche entre la máxima ciudad y ninguna"... y esto nos lleva al siguiente poema titulado “James Joyce”.
En su primer verso dice: “En un día del hombre están los días del tiempo, es un resumen perfecto del “Ulises”. Monumental metáfora del día.
Son catorce versos:
En un día del hombre están los días
del tiempo, desde aquel inconcebible
día inicial del tiempo, en que un terrible
Dios prefijó los días y agonías
hasta aquel otro en que el ubicuo río
del tiempo terrenal torne a su fuente,
que es lo Eterno, y se apague en el presente,
el futuro, el ayer, lo que ahora es mío.
Entre el alba y la noche está la historia
universal: Desde la noche veo
a mis pies los caminos del hebreo,
Cartago aniquilada, Infierno y Gloria.
Dame, Señor, coraje y alegría
para escalar la cumbre de este día.
(Borges, 35)
.
Jorge Luis Borges. en su “El jardín de senderos que se bifurcan” creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos. Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas las posibilidades.
En el libro podemos leer la "Paradoja de Olbers". Teoría según la cual, en un universo estático, de edad infinita y con una distribución isotrópica de las galaxias, la disminución de la luminosidad de estas con la distancia quedaría compensada con su número en sucesivas capas esféricas con centro en la Tierra, por lo que el cielo nocturno aparecería uniformemente iluminado, en vez de aparecer oscuro.
Y esto nos conduce a una duda existencial, en la que podríamos imaginar, como una imagen casi cinematográfica, infinita cantidad de instantes flotando en alguna dimensión, infinita cantidad de instantes que en realidad son uno sólo, son multitud e individualidad a la vez, son vida y muerte, luz y sombra... pero permanecen en la sombra, están ahí, y no somos capaces de notarlo. Borges sí, tal vez por eso escribió este Elogio de la sombra, porque descubrió en ella los instantes (el instante) y su devenir.
Una curiosidad:
Estructura del quark del neutrón y del protón |
Los descubridores del quark bautizaron su hallazgo con una palabra extraída de la novela de James Joyce, Finnegans wake (El despertar de Finnegan), más precisamente de la frase «Three quarks for Muster Mark». “Tres quarks para Muster Mark”. En esta frase, Joyce toma el verbo inglés quark ‘graznar’, para crear un sustantivo de significado parecido a ‘graznido’, bastante diferente del sentido que le dieron los físicos norteamericanos, Gell-Mann y George Zweig en 1963, una palabra extraída de una frase absurda de la novela Finnegnans Wake de James Joyce:
Es decir, en inglés wake, entre otros, significa “velatorio”. En el primer capítulo se relata el velatorio de Finnegan, un albañil muerto a causa de un accidente, y su despertar o resurrección al caer sobre su cuerpo unas gotas de whisky.
Se publicó en 1939. James Joyce se había pasado los anteriores diecisiete años escribiéndolo, desde poco después de acabar su Ulises.
En 1941, tras afirmar que su último libro tendría entretenidos a los críticos durante al menos doscientos años, murió. Por ahora, su profecía se cumple: han pasado casi ochenta y ni siquiera hay un acuerdo completo sobre de qué se trata la novela. De hecho, ni siquiera hay un acuerdo generalizado acerca de si, en efecto, es una novela.
Y es cierto, las traducciones de esas obras han sido siempre un acontecimiento.
El escritor argentino José Salas Subirat lo intentó, pero no pudo. En 1957 dijo: “Lo estuve leyendo durante los últimos diez años y todavía no lo he entendido".
El reto que planteaba el Finnegans era muy superior. En más de siete décadas no hubo ni una sola traducción completa, sino apenas unas pocas ediciones muy parciales. Salvador Elizondo se propuso una traducción anotada de la obra, pero se dio por satisfecho al concluir… la primera página. García Tortosa tradujo el capítulo ocho, conocido como “Anna Livia Plurabelle”, que por estar escrito en un lenguaje bastante cercano a lo común y corriente es el más “sencillo” de la obra, y la editorial Cátedra, de Madrid, lo publicó como libro en 1992. Un año después, Lumen, de Barcelona, sacó a la venta un volumen de menos de trescientas páginas al que presentaba como el Finnegan's wake de James Joyce, pero con la aclaración de que era un “compendio y versión de Víctor Pozanco”. La crítica lo destrozó. No es nada fácil, está claro, meterse con un libro así.
Zabaloy después de traducir Ulises, para subir al nivel más alto de la obra joyceana: empezó a leer el Finnegans wake. Su teoría es, que se trata de una novela onírica, pero no a la manera de la gente que “pone un cuadernito junto a la cama y toma notas para no olvidarse del sueño”. Joyce, señala su traductor argentino, “escribió de tal manera que quien lo lee, si se permite una lectura semejante, empieza a ver esas cosas sin necesidad de explicárselas. No es que te des cuenta y pienses ‘ah, esto quiere decir tal cosa’, sino que de manera intuitiva vas viendo el sueño de otro, que por momentos es grotescamente complicado y por otros de una claridad que cuando llega te encandila y ya no puedes ver nada porque es demasiado claro”.
Sin embargo, al llegar a la página doscientas cuarenta, Zabaloy comprendió que se le perdían por el camino tantas cosas que no tenía sentido seguir así. De esa forma encontró el método: “No aclarar ni enderezar las palabras del texto, sino mantener en el lector de la lengua española la misma sorpresa, la misma maravilla del lector en inglés.” Tradujo el famoso capítulo ocho y quedó satisfecho. “No porque fuera una gran traducción, sino porque me gustó el proceso”, cuenta. “Encontré la enorme satisfacción que había sentido traduciendo el Ulises". Listo, no necesitaba otra cosa. Mi vida para los próximos años estaba resuelta: en vez de pegarme un tiro o ahorcarme, podía traducir el Finnegans wake. Y lo hice.”
Fuentes:
Real Academia de
Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Vocabulario Científico
y Técnico,
Ensayo, El instante en Elogio de la Sombres de Jorge L. Borges de Ismael Rivera
De La palabra del día, por Ricardo Soca
Revista, Letras libres
Dedicado a mi amigo, Julio R. de la Rúa
Gonzalo Díaz-Arbolí
7 comentarios:
Es un concepto muy complejo, quizás lo más accesible para mí comprensión es el concepto del instante como número entre el antes y el después. El resto es incomprensible e inquietantemente extenso.
Buenas tardes amigo ...Lo leeré más despacio...y otra vez.
Interesante, pero quizás algo denso...
Muy bueno y filosófico, hay que leerlo un par de veces
Me gustó muchísimo tu publicación acerca del envejecer aprendiendo, quizá porque ya también me toca a mí. No obstante entiendo que aquel que aprende, o, lo que es lo mismo, la vida le ha dado oportunidades de acceder a conocimientos, tiene la obligación moral de compartirlos con los demás; labor que tu haces espléndidamente en tu blog, pero que en ésta publicación no has cumplido. Aquellos conocimientos que deseo compartir, han de estar en la zona de desarrollo próximo de mis lectores, o, lo que es lo mismo, ha de ser entendido por ellos. Por los que he leído, tanto en la entrada, como en los comentarios, no parece que haya cumplido con el objetivo inicial, por lo cual, y, a modo de toque fraternal, te ruego relajes intelectualmente las publicaciones, para poder seguir disfrutando de las magníficas aportaciones a las que nos tiene acostumbrados. Con todo el amor que sabes que te profeso, un abrazo de tu hermano Javier.
Gonzalo te doy doblemente las gracias. Por dedicarme esta entrada por un lado y porque me parece interesantísima por el otro. Supongo que me la has dedicado, porque hablo mucho de "instantes" y porque me gusta la Física Cuántica, aunque no la entienda.
En tu entrada lo veo todo interconexionado, eso después de leerla varias veces.
Borges habla de INSTANTES y a tí te hace cuestionarte como "duda existencial", lo de una infinita cantidad de instantes...
En la Cosmología que estudia el Universo, hay 3 constantes aceptadas por los científicos y una de ellas es la Constante de Planck, descubierta en 1900 y que de alguna manera nos indica que si columpias a un niño, necesitas "energía" y que cuando ves ese balanceo en realidad no es algo continuo, sino que avanza a "saltitos" pequeñisimos de energía. Esos saltitos son los CUANTOS de energía y son mínimos.
Yo soy de los que creo y tu apuntas en la misma dirección, que la Vida está formada de CUANTOS de vida pequeños o sea de Instantes y hay que aprovecharlos.
También te refieres al libro "Finnegas wake" de James Joyce, en el que está la frase "three quarks for Muster Mark" (3 graznidos...) y que es una novela difícil de entender. De esa novela tomaron Gell Mann y George Zweig, la palabra "quarks" para denominar en 1963 a unas partículas fundamentales subatómicas que descubrieron y que forman el núcleo de los átomos.
¿Porqué denominaron así a esas partículas?...pues quizás porque en cada núcleo atómico hay 3 quarks en cada protón y en cada neutrón, igual que eran 3 los quarks (graznidos) de la novela de Joyce. Y quizás también le pusieron ese nombre porque si la novela es dificilísima de leer y entender, a la Física Cuántica le pasa lo mismo y esos grandes científicos lo sabían.
Aprovecho para recordar que todos nosotros estamos hechos de "polvo de estrellas", que somos un conjunto de átomos* y que estamos entrelazados con los demás, los árboles, las estrellas y hasta los multiversos. O sea que a controlarnos...
*El 99´97% de la materia de un átomo, está en el núcleo y éste está formado en gran parte por los quarks, que se mantienen pegados gracias a los Gluones, para formar así los Protones y los Neutrones.
Un lío verdad...igual que la Novela, que la Física Cuántica y que tu interesante entrada Gonzalo.
Perdón por extenderme tanto.
Como dice Patricia, "es un concepto muy complejo". A mi me gusta más la palabra "momento", porque, aunque son palabras sinónimas, a mi me parece que un instante es eso, un "instante", un nano segundo podríamos decir; sin embargo un "momento", en mi opinión, se puede alargar en el tiempo. ¿Quién, haciendo el amor, no ha estado un "momento" de 10, 12, 15...minutos en otra dimensión, en otro mundo, no sé si paralelo? El "Solo sé que no sé nada", es una frase que dijo Sócrates antes de que Cristo naciera, y creo que también se puede decir hoy, y se podrá decir dentro de mil años, porque hay cosas tan superiores a nosotros que nunca entenderemos, y cuando el ser humano no entiende una cosas recurre a la religión para explicarlo y, al mismo tiempo, manipular a las masas.
Como curiosidad diré que hoy he visto una película, y al protagonista le preguntaron si era un buen o un mal científico, y la respuesta me pareció interesante; dijo: "debo ser una mal científico, porque creo en Dios".
A pesar de los avances científicos y la tecnología, hay preguntas que en teoría parecen fáciles, pero que no consiguen darles repuesta, como: ¿siempre ha existido el universo? Y si empezó con "LA GRAN EXPLOSIÓN", ¿qué había antes?
En fin, amigo Gonzalo, tu entrada de hoy es tan interesante que podríamos estar comiéndonos el coco el resto de nuestra vida.
Muchas gracias a todos los que han comentado
Y me uno al comentario de Julio de la Rúa en el que exclama: Un lío verdad…El libro Finnegans wake, y Ulises, El jardín de senderos que se bifurcan, la Física Cuántica, Los quarks, las teorías de los físicos norteamericanos, Gell-Mann y George Zweig…Un lío verdad…
Pero, os puedo asegurar que, algo hemos aprendido… "Senescere addiscentem", Envejecer aprendiendo.
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