10.1.23

Lakmé, ópera en tres actos, con música de Léo Delibes (1836 – 1891),

 


Argumento:
La acción transcurre en la India, en la época de la conquista colonial inglesa, a finales del siglo XIX.
Un jardín bien poblado donde se entremezclan todas las especies de flores de la India. Al fondo, junto a un pequeño arroyo, una especie de templo escondido entre la espesura de los árboles. Es la hora del alba)

ACTO I
(Hadji y Mallika abren una puerta del jardín para dejar pasar a un grupo de fieles que entran reverentemente)

A la hora de costumbre,
cuando la campiña embalsamada,
por la aurora inflamada,
festeja el día que nace,
unimos nuestros rezos,
para calmar la cólera
del amenazante Brahma.



Los fieles de Brahma se reúnen para la oración, en el jardín que es el refugio secreto de Nilakantha, sacerdote brahman que ha prometido vengarse de los conquistadores, a pesar de que el culto está prohibido por los ingleses, tras la plegaria entonada por la sacerdotisa Lakmé, hija de Nilakantha, dirigida a sus dioses. Una vez terminada la ceremonia, el sacerdote parte hacia la ciudad próxima en la que debe tener, el día siguiente, una gran fiesta, y deja a Lakmé al cuidado de sus servidores, Hadji y Mallika. La joven se quita sus joyas y las deja sobre un banco; después se prepara con su sierva Mallika para el baño (Dúo “vienes Mallika) y para recoger flores de loto azul.

Se acerca un grupo de ingleses que sin ningún reparo penetra en el jardín. Este grupo está integrado por Ellen, la hija del gobernador, su amiga Rose y de su dueña Mistress Benton, acompañadas por dos oficiales Frederic y Gerald. Frederick les advierte que no toquen las flores ya que algunas son venenosas, él ha reconocido al guardia de Nilakantha, y exhorta a sus amigos a la prudencia, mientras les habla de Lakmé y de como su padre ha hecho de ella casi una diosa que vive en este retiro aislada del mundo; entonces ellos no pueden evitar el burlarse de las costumbres hindúes y comparar los encantos de sus mujeres con los de las europeas. Tanto las mujeres como los hombres se preguntan cómo pasará el tiempo la joven .Cuando se van a ir, una de las chicas se fija en las joyas abandonadas en el banco. Gérald, despreciando toda prudencia, le promete hacer un dibujo de ellas. Cuando el joven se queda solo piensa en la mujer a la que adornan todos aquellos aderezos escondiéndose, al ver que alguien se acerca.

Lakmé y Mallika regresan del baño. La muchacha se pregunta por qué siempre está triste. Al ver a Gérald grita asustada. Cuando acuden los sirvientes, les dice que no ha sido nada y les pide que vayan a buscar a su padre. Después le advierte al inglés que se juega la vida y que debe olvidar el haberla visto, pero Gérald se siente fascinado por ella. El oficial inglés desafía el peligro y se lanza a una declaración de amor.

Al oír que su padre regresa, Lakmé le ruega al inglés que se vaya. Él tiene el tiempo justo para huir cuando la voz del brahamin se deja oír. El sacerdote, desgraciadamente, se ha dado cuenta que su refugio ha sido violado y jura que matará al extranjero que ha penetrado en sus dominios.


¡Ven, Mallika
las ramas florecidas
derraman ya su sombra
sobre el arroyo sagrado
que corre, calmado y oscuro,
alborotado por el canto
de los pájaros alborotadores!

¡Oh, mi dueña
esta es la hora
en que te veo sonreír,
la hora bendita
en que yo puedo leer
en el corazón siempre cerrado
de Lakmé!
--------
Para que el dios Ganesa le proteja,
junto al estanque
donde retozan alegres
los cisnes de alas níveas,
vayamos a coger los lotos azules.

(Las dos muchachas se desplazan por la escena hacia la orilla del riachuelo, suben a una barquilla que allí se encuentra y se deslizan con ella por el agua; sus voces, como flotando sobre las aguas se escuchan lejanas.)

ACTO II
Mercado de un pueblo.
La plaza hierve de movimiento; Mistress Bentson, atraída por el exotismo, es víctima de varios robos. Se oye una campana. Es la hora de cerrar. Empieza el festival religioso. Aparecen Gérald y Ellen, su prometida. Frederick le dice al joven que el regimiento saldrá antes del amanecer del día siguiente a perseguir a un grupo de rebeldes.

Lakmé y su padre, disfrazados de pordioseros, entran en la plaza. A pesar de que la joven trata todavía de disculpar al inglés que profanó el recinto sagrado, su padre espera encontrarlo para vengarse, aunque también le entristece la preocupación de su hija.

Para que el inglés se dé a conocer obliga a la joven a cantar una balada que cuenta la historia de la hija de un paria que socorrió a un joven perdido en el bosque, el que resultó ser Visnú, el hijo de Brahma, quien en agradecimiento se la llevó al cielo a vivir entre los dioses. Nilakantha entonces obliga a Lakmé a que siga cantando hasta que la muchacha ve a Gérald y se desmaya en sus brazos.

Aunque el padre lo reconoce nada pueda hacer en este momento. Un grupo de soldados cruza el escenario mientras Nilakantha promete vengarse esa noche.



El fiel Hadji le dice a Lakmé que si puede ayudarla en algo que se lo diga, ya que siempre ha hecho lo que la joven ha querido. Gérald, por fin se encuentra ante su amada. Esta confiesa que le quiere a pesar de adorar a un dios diferente, y le ofrece la oportunidad de vivir siempre juntos en un lugar del bosque donde la joven tiene una cabaña. Se acerca la procesión de los brahmanes que se dirige al templo de Dourga. Frederick se siente preocupado por la expresión de éxtasis de Gérald, e intenta hacer entrar en razón a su amigo hechizado, le recuerda que su seguimiento partirá el día próximo por la mañana, a pesar de todo, confía que al otro día, cuando partan, ya se habrá olvidado de todo. Nilakantha y sus hombres han podido apresar a Gerald y uno de ellos lo ha herido con un puñal. Creyéndole muerto, Lakmé corre a su lado, pero sólo se trata de una herida leve, y con gran alegría y la ayuda de Hadji se lo lleva para esconderlo en el refugio del bosque.

ACTO III
Jardín con una cabaña de bambú.
Gérald yace sobre un lecho de hojas mientras Lakmé lo arrulla con una nana. Cuando despierta, la joven le cuenta lo sucedido. El inglés, exaltado por el amor que siente, quiere abandonarlo todo y quedarse a vivir con Lakmé. En la lejanía se oyen las voces de los amantes que se dirigen a la fuente cuyas aguas confieren el amor eterno. Lakmé se ofrece a ir a buscar su agua para que ambos la beban. Gérald se queda solo. Entra Frederick, quien ha seguido los rastros de sangre por el bosque. Tras apelar al compromiso que tiene Gerald con Ellen, y al hecho de que dentro de pocas horas el regimiento partirá, el militar le recuerda su honor de soldado. Entonces Gérald, que hasta este instante estaba decidido a dejarlo todo por Lakmé, comprende que no podría vivir sabiendo que ha traicionado a su patria.

Vuelve la joven y nota que algo ha pasado. A lo lejos se escucha el batallón de soldados que marcha a su destino. Entonces comprueba que el deber llama a su amado. Sin decir nada, mastica una flor venenosa y luego, tras beber el agua, le da la copa a Gérald. El veneno surte efecto con rapidez

Nilakantha aparece, siempre movido por un deseo de venganza y reconoce al inglés; el oficial se ofrece para que el brahamin lo apuñale, pero Lakmé se interpone: él ha bebido el agua de la fuente sagrada, y estará protegido a partir de ahora y permanecerán unidos para siempre. Entonces, ella muere y su padre, exaltado, piensa en la vida eterna que ahora gozará su hija y se alegra de saberla cerca de los dioses .Mientras tanto, el joven llora desconsoladamente.


Fuente: Agradecemos a los sitios web: Intermezzo, de Rafael Torregrosa Sánchez; y Kareol, de Eduardo Almagro López, por permitirnos utilizar parte de sus contenidos.

Gonzalo Díaz-Arbolí

2 comentarios:

Eugenio W. dijo...

Preciosa entrada, Gonzalo, que te agradecemos con gozoso entusiasmo todos los amantes de la lírica.

Luis Manzorro dijo...

Amigo Gonzalo, sabes tanto de música como el mar del agua y la sal...¡Es asombroso!
Gracias por compartir tus conocimientos con los que no sabemos.
Un abrazo.

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