23.2.22

LA TRAVIATA : ópera en tres actos con música de Giuseppe Verdi.

  


Libreto de Francesco María Piave, basado en la novela de Alexandre Dumas (hijo) La dama de las camelias.
Estrenada en el teatro La Fenice de Venecia el 6 de marzo de 1853.

ARGUMENTO:
Se abre con un breve Preludio que podemos asociar con la agonía de Violetta, ya nos augura la gran frase de la heroína en la escena primera del Acto II, ¡Amami, Alfredo!


La trama de la ópera, basada en "La Dama de las Camelias" de A. Dumas, fue considerada por sus contemporáneos una afrenta a la moral vigente y a las buenas costumbres. En realidad, sólo se trata de una mujer enamorada y dispuesta al sacrificio. El drama comienza en París, donde la bellísima Violetta Válery da una brillante fiesta para sus amigos. Entre los muchos admiradores que han acudido a casa de Violetta, está Alfredo Germont, que siente por la fascinante dama un amor secreto y sincero. En la mesa, Alfredo revela sus sentimientos con un apasionado Brindis y Violetta le responde con un canto de celebración al amor despreocupado. A Violeta, minada ya por la tuberculosis, le sobreviene un repentino malestar y trata de alejarse para estar sola, pero Alfredo se reúne con ella, y después de reprocharle dulcemente la vida frívola que lleva, le declara su amor. Violetta reacciona con la alegría desenvuelta de una mujer de mundo, pero queda fascinada por un amor sincero.


Han transcurrido tres meses: Violetta vive feliz con Alfredo, lejos de toda mirada indiscreta, en una casa de campo a las afueras de París. Para prolongar su felicidad junto a su amado, poco a poco va vendiendo todo su patrimonio. De regreso de una partida de caza, Alfredo se entera casualmente por la criada, Annina, de que Violetta , para sostener los gastos ha tenido que desprenderse de sus caballos y del mobiliario de su suntuosa mansión parisiense. Dolido, el joven corre a París a procurarse dinero. Durante su ausencia, su padre, Giorgio Germont, se presenta ante Violetta para obligarla a que deje en paz a su hijo, que él cree arrastrado a la mala vida por una mujerzuela. Ofendida Violetta le enseña los documentos que prueban la venta de todas sus propiedades. Germont comprende que la pasión de la mujer es sincera y entonces hace una llamada a la nobleza de sus sentimientos: le confía que tiene una hija cuyo prometido se niega a casarse mientras dure el escándalo de Alfredo. Violetta desearía no renunciar a su apasionado amor, pero al final cede, y para alejar a Alfredo decide volver a su vida disipada.


De regreso a París, Violetta se muestra en sociedad acompañada del Barón Douphol, su antiguo protector, y con él asiste a una fiesta en casa de Flora, otra mujer de vida frívola que es amiga suya. Allí la encuentra Alfredo. Aparentando indiferencia, el joven desafía al barón a una partida de cartas, primer asalto de un enfrentamiento mortal que continuará luego en otro lugar. El desafío es aceptado. Violetta lo comprende todo y le ruega a Alfredo que abandone la fiesta. Y él pone una condición: se irá, pero con ella. Violetta no puede hacerlo: ha prometido a Giorgio Germont que rompería los vínculos con su hijo para siempre y, para hacer honor a la palabra dada, anuncia a Alfredo que está enamorada de Douphol. Esta confesión desencadena la furia del joven. Cegado por la ira y los celos, llama a sus amigos, les revela que Violetta se ha sacrificado por él hasta el punto de haberse arruinado financieramente y, por último, lanza a los pies de la joven una bolsa con monedas de oro, como pago por los favores recibidos. El gesto suscita la indignación de todos; Giorgio Germont, que acaba de llegar, reprocha a su hijo su comportamiento y el barón lo reta a duelo.


Otra vez París, en el frío mes de febrero. Violetta está al borde de la muerte en el dormitorio de su casa. La enfermedad le ha robado sus últimas fuerzas. El médico trata de animarla en vano, con mentiras piadosas, pero la tuberculosis no le va a conceder más que unas horas de vida. Desde la calle llegan alegres canciones de Carnaval, y Violetta, pensando en los que sufren, manda a Annina a llevar dinero a los pobres. Conocedora de su situación, se desespera ante la perspectiva de que Alfredo no llegue a tiempo para darle el último adiós. El propio Giorgio Germont le ha escrito: Ha habido un duelo entre Alfredo y Douphol, y éste ha resultado herido; pero Alfredo conoce ahora toda la verdad, que su padre no ha podido callar. Conmovido por el sacrificio de Violetta, y angustiado por la injusticia cometida, el joven se presenta en su casa para implorar perdón. Pero ya es demasiado tarde. Por un instante, la felicidad devuelve las fuerzas a Violetta. Quiere vestirse, salir, vivir y amar de nuevo. Pero la ilusión se derrumba muy pronto y llega el final, dulcemente le regala a Alfredo un medallón con un retrato suyo y muere en sus brazos.

Fuente: Internet
Gondiazar

22.2.22

Paseando con un poeta: Antonio Machado

 

Aún no sé cómo diablos habíamos llegado allí, ¿un salto en el tiempo? ¿Un sueño? ¿A través de una forma sublimada de la imaginación? No lo sé, ya digo, no lo sé. Tampoco se lo pregunté a él, ni imaginaba qué me podría decir. Cruzamos en diagonal la pequeña y bella plaza arcada, caminábamos despacio subiendo el desnivel, y cruzamos el Arquillo del Pan hacia la Plaza Grande. Nos quedamos parados en la entrada contemplando su hermosa extensión. Caminamos unos metros y tomamos asiento en un banco de dura piedra entre dos palmeras, cerca de la fuente, a espaldas de una gran balconada de flores. Le notaba cansado, él iba -como siempre- ligero de equipaje, sin prisa, y quizás con menos de su normal desaliño. Levantó su cara para mirar a la torre de la Candelaria. Giró hacia mí, sentado a su derecha y dijo:

─¿Sabes por qué estamos aquí? ─tenía un deje burlón en sus labios. 

No le contesté, me sentía cautivado por el sonido del agua, el entrechocar de las gotas y de los golpes de ellas contra la piedra. Don Antonio prosiguió hablando mirando otra vez a la torre: 

─¿Te acuerdas que un día dije, o escribí, que los conceptos son de todos y se nos imponen desde fuera; y que las intuiciones siempre son nuestras? Estamos aquí por una de esas intuiciones extrañas y personales ─hizo una leve pausa y exhaló el airé con alguna dificultad, siguió hablando─. Puedo imaginar a mi bisabuelo José Álvarez paseando por aquí, ¿quizás daba su casa a esta misma plaza? 

Salí de inmediato del ensimismamiento y le miré haciendo un gesto interrogativo; él completó una simpática sonrisa. 

─¿Ves? Podemos imaginarlo un niño circunspecto, serio, también a los hermanos mayores de mi abuela. Posiblemente, jugaban aquí, en esta plaza. Bueno, uno de ellos vivió aquí muchos años y el otro en Llerena. Mi abuela Cipriana Álvarez nació en Sevilla. y se casó con un gaditano, Antonio Machado Núñez. ¿Observas los círculos? ─y repitió─ ¿Observas los círculos? ¡Siempre los círculos! Curiosamente mi bisabuelo de aquí, José Álvarez Guerra, también fue gobernador de Soria, ¿ves? Otra vez, esos círculos. 

Dirigí mi mirada hacia él para que notase que le estaba prestando afectuosa atención; pero no parecía hablar conmigo, quizás lo hacía con algún "alter ego", es posible que fuese con Juan de Mairena o con Abel Martín. Versos suyos inundaron mi memoria en ese momento:

La plaza y los naranjos encendidos
con sus frutas redondas y risueñas.
Tumulto de pequeños colegiales
que, al salir en desorden de la escuela,
llenan el aire de la plaza en sombra
con la algazara de sus voces nuevas.
¡Alegría infantil en los rincones
de las ciudades muertas!...
¡Y algo nuestro de ayer, que todavía
vemos vagar por estas calles viejas


Me sorprendió la presteza al levantarse del banco, dio unos pasos para adelante y con el índice extendido señaló en dirección a la iglesia de la Candelaria. Unos pocos segundos después dijo con amabilidad: 

─Vamos, levanta de ahí, debemos ver a Zurbarán ahora ─y comenzó a caminar. 

Cuando hablaba por voz de Mairena se llamaba a sí mismo poeta del tiempo, le obsesionaba el tiempo. Le alcancé en unos pocos metros y me sitúe a su derecha, hizo un levísimo gesto con la cabeza y recitó:

Crece en la plaza en sombra
el musgo, y en la piedra vieja y santa
de la iglesia. En el atrio hay un mendigo...
Más vieja que la iglesia tiene el alma.

Sube muy lento, en las mañanas frías,
por la marmórea grada,
hasta un rincón de piedra... Allí aparece
su mano seca entre la rota capa.

Con las órbitas huecas de sus ojos
ha visto cómo pasan
las blancas sombras en los claros días,
las blancas sombras de las horas santas.


Pero el tiempo ya no tenía cabida en él. 

Tenía muchas preguntas que hacerle pero intuía que no gozaría de los momentos precisos, me hubiese gustado que me hablase sobre aquello que defendía -como idea estética- de la poesía como arte temporal, o de esos poemas que son capaces de hacernos ver el fluir del tiempo, o como la repetición de la rima sugiere el paso de lo temporal. También que me contase algo de esa poesía sencilla y directa opuesta al barroquismo poético que repudiaba.

Llegué solo a la Colegiata, ¿había entrado en ella? Traspasé el umbral, y me acerqué lentamente al retablo de Zurbarán mirando a todas partes. No estaba. Me quedé un largo rato allí, perdida la esperanza de volver a verlo. 

¡El tiempo y sus banderas desplegadas!
(¿Yo, capitán? Mas yo no voy contigo.)
¡Hacia lejanas torres soleadas
el perdurable asalto por castigo!

  

Salí despacio. Me iré hacia el mar esta tarde... soñando caminos.

Ignacio Pérez Blanquer



EXPOSICIÓN HOMENAJE A LAS MUJERES OLVIDADAS DE LA GENERACIÓN DEL 27.

 


"La Fundación Municipal de la Mujer", del Excmo. Ayuntamiento de Cádiz, sito en La Plaza del Palillero s/n, , tiene como uno de sus fines esenciales atender a la necesidad de articular mecanismo y herramientas para promover cambios de valores, pautas, actitudes y hábitos sociales negativos que permitan avanzar en la efectiva igualdad de las mujeres. La Fundación debe divulgar actividades realizadas por mujeres de carácter cultural, artístico, educativo, etc.

En este sentido, la realización de la EXPOSICIÓN "LAS ARTISTAS OLVIDADAS DE LA GENERACIÓN DEL 27" (Las sin sombrero), de la ilustradora y pintora portuense, EVA DÍAZ-ARBOLÍ HURTADO, responde a la necesidad de poner de manifiesto el valor de todas las mujeres que han contribuido a la Ciencia, el arte y literatura española a lo largo de los siglos.

La exposición se realiza desde el 1 al 30 de de noviembre de 2021. Asimismo cabe mencionar la visita guiada a cargo de la autora que se emite de manera virtual a través de las redes sociales de la Fundación y en el programa "Miradas" de Onda Cádiz TV.

La autora, Eva Díaz Hurtado, es una ilustradora, diseñadora gráfica y pintora, con solvencia profesional demostrada. Estudió Bellas Artes en las facultades de Sevilla y Barcelona. Ha trabajado como ilustradora y directora de Arte en agencias de publicidad del Grupo BBDO desde 1987 hasta 2008.
Desde 2013 a 2016, creó junto a otros socios, ZEC Espacio Creativo, en El Puerto de Santa María, ocupándose tanto del diseño gráfico como de la gestión cultural de exposiciones de arte, teatro independiente etc.
Ha realizado exposiciones en Sevilla, Cádiz, Lora del Río, Conil de la Frontera, Vejer de la Frontera, tanto con este tema como el de "Las Mujeres de la ciencia Españolas".
Actualmente trabaja como ilustradora freelance en su taller de El Puerto de Santa María.

Un último mensaje de María Teresa León, poco antes de morir, decía:
¿Ha llegado la hora de hacer mi testamento?
Dejo a las mujeres de España mi entusiasmo por la vida. Nada más. Es todo lo que tengo.

 

                             
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Inauguración de la exposición de "Las sinsombrero" de la ilustradora portuense: Eva Díaz-Arbolí Hurtado, en Conil

Gonzalo Díaz-Arbolí


"La escuela de Atenas" de Rafael Sanzio. Escenario y Personajes

 

La Escuela de Atenas,  Rafael Sanzio.     Pulsar para ampliar

La escuela de Atenas fue pintada por Rafael en 1509 como encargo del Papa Julio II para la decoración de la Stanza della Segnatura, convertida en su biblioteca privada.
La obra representa a la Filosofía, una de las cuatro facultades clásicas junto con a la teología, el derecho y la medicina, que decoran el resto de las paredes de la estancia. Rafael reúne en la obra a los que en la edad media se consideraban los padres del pensamiento, pero tomando de modelo a personajes públicos de la época, como Leonardo da Vinci encarnando a Platón o Miguel Ángel como Heráclito.
Su base es de 7,75 m y su altura de 5,00 m. En esta obra, Rafael adapta el espacio a las leyes de la superficie. Ordena las figuras de izquierda a derecha. La perspectiva queda rota por los muros laterales sobresaliente

Personajes de la Escuela de Atenas

Como escenario, Rafael representa tres bóvedas de cañón sucesivas, formadas por arcos de medio punto, cuyos fondos abiertos y separaciones sugeridas crean mayor sensación de profundidad. A los lados de tales bóvedas, vemos una galería de columnas y estatuas, referencia alegórica de la cultura grecolatina.
Dos figuras escultóricas flanquean la escena y la dominan en la mitad superior. Se trata de Apolo, símbolo del orden, la armonía y la razón, y Atenea, símbolo de la sabiduría, las artes y la estrategia bélica.


Platón con Aristóteles 

Platón junto con Aristóteles son las figuras centrales de la obra y sobre las cuales recae el punto de fuga de todo el conjunto. Rafael utilizó la imagen de su coetáneo Leonardo da Vinci, por el que debía sentir un gran respeto para representar al sabio. Platón mantiene una charla con Aristóteles, su alumno, y porta en su mano izquierda su obra Timeo, un influyente ensayo de cosmogonía, cosmología racional, física y religión. Con su dedo apunta hacia arriba haciendo alusión a su concepto del mundo de las ideas.
Aristóteles fue el creador de la lógica formal, economía, astronomía, precursor de la anatomía y la biología y un creador de la taxonomía (es considerado el padre de la zoología y la botánica).


Heráclito

El pintor Miguel Ángel, compañero de Rafael en las tareas de decoración de las paredes del Vaticano, encarna al filósofo Heráclito. Esta figura no incluida en el boceto original fue añadida por Rafael como señal de respeto al artista. La figura vestida con los atuendos habituales de Miguel Ángel, se encuentra apoyada sobre un gran bloque de mármol en el primer plano de la obra.


Parménides, Hipatia y Pitágoras

Fundador de la escuela Eleática, Parménides expuso su filosofía en forma de versos y su única obra que ha perdurado se nutre de extensos fragmentos de un poema didáctico, Sobre la naturaleza. Sus reflexiones pueden considerarse como precursoras del idealismo Platónico.
Representada por Margherita Luti, amante de Rafael, Hipatia de Alejandría fue filósofa y maestra neoplatónica. Lider de la escuela neoplatónica de Alejandría, destacó en numerosos campos entre los que se encontraban la geometría, el ágrebra y la astronomía. No se conservan sus obras pero numerosas fuentes de la época la situan como una figura muy influyente y respetada. Algunos de sus alumnos ocuparon altos cargos incluyéndose entre ellos el obispo Sinesio de Cirene, Hesiquio de Alejandría y Orestes, prefecto de Egipto.
Pitágoras absorto en su trabajo aparece sentado en primer plano. Delante de el un alumno sostiene una pizarra que muestra la Tetraktys, triangulo formada por diez puntos distribuidos en 4 filas con 1, 2, 3 y 4 puntos respectivamente que representa la creación universal, fuente y raíz de la eterna naturaleza (I + II+ III + IIII = X). Para los pitagóricos todo es Número, el Universo puede ser expresado y comprendido a través de las matemáticas.

Diógenes

Diógenes aparece tumbado sobre los escalones, en un gesto muy representativo de su sobriedad. Perteneciente a la escuela cínica se regía por los principios de autonomía y desprecio de los usos de la sociedad. Para Diógenes la propiedad carecía de valor y se dice que enseñaba que el robo era admisible ya que "todas las cosas son propiedad del sabio".

Euclides,  Ptolomeo, Rafael Sanzio y Zoroastro

El arquitecto Bramante, amigo y mentor de Rafael, encarna a Euclides, padre de la Geometría, o Arquímedes. La intención final de Rafael no la conocemos, pero el uso de un compas por parte del personaje lo asocia a Euclides por otras representaciones del sabio. Los que defienden la tesis de que es Arquímedes el retratado, se basan en la gran fama con la que contaba el científico e ingeniero clásico, y lo extraño que resultaría no encontrarlo en esta obra de Rafael. De estar representado Arquímedes en la obra, esta sería la opción más clara.
Claudio Ptolomeo: Astrónomo, químico, geógrafo y matemático greco-egipcio, empleó la estudio empírico creando un modelo geométrico que permitiera predecir las posiciones futuras de los astros a partir del registro de las posiciones actuales y pasadas. Catalogó un gran número de estrellas, asignándoles un brillo y magnitud, y estableció normas para predecir los eclipses. Su teoría geocéntrica tuvo validez hasta el siglo XVI, influenciando el pensamiento de numerosos matemáticos y astrónomos durante siglos.
Rafael no desaprovechó la oportunidad de autorretratarse en su obra, apareciendo como uno de los pocos personajes que miran directamente al espectador, junto a Hipatia y algún otro personaje secundario.
Esta figura plantea dudas entre los expertos. Unos ven a Estrabón, geógrafo e historiador griego autor de Geographiká(Geografía), fechado en el 29 a.C y formado por 17 volúmenes, donde entre otros incluye un mapa de Europa. Otros ven a Zoroastro, profeta fundador del mazdeismo, una de las primeras religiones monoteístas que estableció en la zona de la actual Afganistán. El nombre de mazdeísmo procede del nombre de la deidad Ahura Mazda, enfrentado a Angra Mainyu, ente maligno gemelo de Mazda, eterno conflicto entre el Bien y el Mal.

Plotino y Homero

Retratos de Julio II, hacen pensar que fue el modelo de Rafael para Plotino, filósofo neoplatónico autor de las Enéadas. Como eje principal de su doctrina estaba su teoría de la trinidad compuesta por el Uno, el nous y el alma. Heredero de Platón y Aristóteles, centró su doctrina en la metafísica y el misticismo. Fue fuente de inspiración para numerosos filósofos y místicos cristianos.
Homero es el nombre dado al poeta y rapsoda griego al que tradicionalmente se le atribuye la autoría de las principales poesías épicas griegas: la Ilíada y la Odisea, pilar sobre el que se apoya la épica grecolatina y, por ende, la literatura occidental. En dichos relatos se narra la batalla de Troya y el herrático regreso a casa de Odiseo (Ulises) y sus hombres. Algunos dudan de la existencia real de este personaje atribuyendo el termino Homero a un grupo de poetas llamados Homēridai, que literalmente significa ‘hijos de rehenes’, es decir, descendientes de prisioneros de guerra.

Alejandro Magno y Sócrates

Alejandro Magno es considerado uno de los mayores lideres militares de la historia. Consolidó la unificación de las ciudades-estado griegas y venció al enemigo histórico de estas, el imperio Persa. En apenas 12 años creó un imperio como no había sido conocido hasta entonces, uniendo Grecia, Oriente medio, Mesopotamia, Egipto y la India. Recibió las enseñanzas de Aristóteles en su juventud, el cual lo instruyó en historia, filosofía influyendo notablemente en el desarrollo intelectual del futuro rey.
Sócrates es considerado como uno de los tres máximos representantes de la filosofía griega, junto a Platón, su discípulo y Aristóteles. Fue el verdadero iniciador de la filosofía en cuanto que le dio su objetivo primordial de ser la ciencia que busca en el interior del ser humano. El método de Sócrates era dialéctico: después de plantear una proposición analizaba las preguntas y respuestas suscitadas por la misma. Sócrates describió el alma como aquello en virtud de lo cual se nos califica de sabios o de locos, buenos o malos, una combinación de inteligencia y carácter.

Anaximandro y Averroes

A Anaximandro, filósofo jonio discípulo y continuador de Tales, se le atribuye un libro sobre la naturaleza, pero su pensamiento llega a la actualidad mediante comentarios doxográficos de otros autores. Se le atribuye un mapa terrestre, la medición de los solsticios y equinoccios por medio de ungnomon, trabajos para determinar la distancia y tamaño de las estrellas y la afirmación de que la Tierra es cilíndrica y ocupa el centro del Universo.
Averróes (latinización del nombre árabe Ibn Rushd) fue un filósofo y médico andalusí, maestro de filosofía y leyes islámicas, matemáticas y medicina. La noética de Averróes, formulada en su obra conocida como Gran comentario, parte de la distinción aristotélica entre dos intelectos, el nous pathetikós (intelecto receptivo) y el nous poietikós (intelecto agente), que permitió desligar la reflexión filosófica de las especulaciones míticas y religiosas. Averróes se esforzó en aclarar cómo piensa el ser humano y cómo es posible la formulación de verdades universales y eternas por parte de seres perecederos.

Zenón y Epicuro

Zenón de Elea fue un filósofo griego perteneciente a la escuela eleática y discípulo Parménides, cuyas tesis defendía con un amplio arsenal conceptual. Se le considera el primero en usar demostraciones por reducción al absurdo y son muy conocidas sus paradojas donde niega la existencia del movimiento o la pluralidad del ser. Los razonamientos de Zenón constituyen el testimonio más antiguo que se conserva del pensamiento infinitesimal desarrollado muchos siglos después en la aplicación del cálculo infinitesimal que nacerá de la mano de Leibniz y Newton en 1666.
La filosofía de Epicuro, en líneas generales, se caracteriza por situarse en el lado opuesto a la filosofía platónica: afirma que no hay más que una realidad, el mundo sensible, niega la inmortalidad del alma y afirma que ésta, al igual que todo lo demás, está formada por átomos, afirma el hedonismo en la teoría ética y como modo de vida y rechaza el interés por la política y, frente a la reestructuración de la sociedad que, afirmaba Platón, era el objetivo del filósofo, prefiere un estilo de vida sencillo y autosuficiente encaminado a la felicidad en el que la amistad juega un papel fundamental.

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Fuente: "Enreda2" Internet


20.2.22

Las últimas horas de El Glorioso: el navío español de nuestras mejores hazañas bélicas

Como saben, este blog le gusta recordar viejos episodios de nuestra Historia. Sobre todo si causan respeto por lo que algunos paisanos nuestros fueron capaces de hacer.

El "Glorioso", de Augusto Ferrer Dalmau FOTO: LA RAZÓN


Una primavera, cuando el tiempo de las estrellas toca la puerta de los ciclos, una fragata de última generación recién salida de los astilleros de La Habana en dirección a la península iba a protagonizar una de las hazañas bélicas más impresionantes de la historia naval.
Con una selecta y avezada tripulación harta de millas y tormentas, un capitán insuperable por su cultivado oficio en el arte de la navegación y la que probablemente fuera la nave más marinera de la época, con proa de cuchillo y una manga más estrecha de lo habitual, aspecto este que reforzaba su relación con las sólidas cuadernas y la hacía más rotunda si cabe. Así, emprendió su singladura evitando las rutas trilladas. Era el año de 1747 en rumbo al este.



El Glorioso, a la derecha, cañoneando al Russell durante su último combate.



Pedro Mesía de la Cerda, el capitán al mando, firmó una de las páginas más brillantes para una nación bastante necesitada de ellas. Los ingleses tenían una clara visión estratégica en su apuesta por el control marítimo, por lo que sometieron a un castigo incesante nuestras líneas de abastecimiento, ora en tiempo de guerra u ora con su peculiar forma de entender los periodos de paz, dando carta blanca a la piratería para hacer el trabajo sucio.

Cabe señalar que, si hoy somos lo que somos, seamos lo que seamos, ha sido gracias al valor, osadía o audacia extrema de algunos hombres y mujeres de una genética muy especial hecha con los mimbres de una resistencia o resiliencia fuera de los límites de lo habitual. Podríamos estar hablando de hechos milagrosos, pero no, no es así; hablamos de acontecimientos que podrían estar rondando lo sobrenatural porque a veces ocurre que la rutinaria realidad es más creativa, original e impactante en sus expresiones que el anodino desarrollo de los hechos cotidianos tan teñidos de blanco y negro.

Don Pedro Mesía de la Cerda, comandante de El Glorioso (Fuente: Wikimedia)

Mas ocurrió que El Glorioso al rebasar las Azores se dio de bruces con un entero convoy inglés.
Huelga decir que los anglos sabían que cualquier embarcación que viniera del oeste siempre era un bombón apetecible. Muy contentos los británicos ante esta hermosa visión tardarían en darse cuenta de que habían elegido la carta de la fatalidad.

Los expertos marinos al mando de Pedro Mesía despacharon expeditivamente a dos de las fragatas en hábiles maniobras de vuelta encontrada. La coreografía era casi torera. Un bergantín a la vista de lo ocurrido se dio a la fuga sin pensárselo dos veces. Cuando el Almirantazgo británico se hizo eco de la derrota envió presto a un consejo de guerra relámpago al comodoro Crooksanks que terminó sus días plantando coles en una desconocida isla escocesa.

Pero rumbo a Finisterre, otra flota inglesa agazapada como los cocodrilos del Nilo recibiría un importante correctivo que se tradujo en una experiencia bastante desagradable. Lo que prometía ser una 'meriendilla' se tornó en una sesión de gota malaya. Las tres naves británicas quedaron desmanteladas con una rapidez espectacular, los marinos ingleses no daban crédito, pues habían encontrado a su Némesis. Tras descargar en Corcubión su preciado tesoro, puso rumbo hacia el sur.


Nuevamente la fortuna parecía sonreír a los hombres de Pedro Mesía de la Cerda.
Vientos desfavorables obligaron a la sufrida nave a elegir una ruta hacia Cádiz empujados por las corrientes. Pero una suerte de lotería adversa les dio una ingrata sorpresa a la altura del Cabo San Vicente. La Royal Family, una flota corsaria integrada por cuatro fragatas bajo el mando del comodoro Walker, se dio de bruces con los escurridizos y hábiles marinos españoles. Esto era algo más que letra gruesa.

El entrenamiento de la selecta tripulación escogida por el capitán español era una garantía de triunfo, pero el cántaro había ido muchas veces a la fuente. Enzarzados, a las primeras de cambio el King George quedó en fuera de juego recibiendo una potente andanada justo en la línea de flotación, más cerca de la obra viva que de la obra muerta. Veinte impactos, veinte vías de agua. Vamos, que ni con calculadora.


Solo era un entrante de lo que vendría a continuación. La fragata Darmouth se acercó cándidamente por la otra amura pensando en que estaría desprotegida, nada más lejos de ser cierto. Un terrorífico impacto directo en la santabárbara se llevó la vida de trescientos marinos británicos de una tacada. Un silencio inenarrable embargó a ambos bandos. Si hay algo que devora sin consideración cualquier vestigio de humanidad (por lo general) es la guerra. Los principios o valores éticos tienden a volatilizarse ante la lluvia del horror mientras los números contables se escriben con la sangre de los inocentes. Los profesionales del “arte de la guerra“ navegan en fuertes contradicciones ante estos hechos, pero lamentablemente están en el guion.


Pero El Glorioso estaba tocado. El Russell, un poderoso navío de línea de tres puentes se había presentado con algo de retraso al escenario y la fragata española entretanto embarcaba mucha agua, la munición era inexistente y el aparejo había pasado a mejor vida. En realidad, aquellos restos eran más un pontón o cementerio que la digna y atrevida nave que había pasaportado a media docena de embarcaciones adversarias. En consulta con los oficiales se decidió arriar la bandera. 
Ningún inglés navegó jamás a bordo de ese barco.
.    
En un país con una enfermiza inclinación a olvidar sus grandes logros mientras en otros pagos hacen películas monotemáticas sobre hechos descafeinados y encumbran por dar la vuelta a la esquina hasta al Tato, reconocer aquellos hitos que han sembrado nuestra historia hasta el día de hoy es. cuando menos. una terapia para redimirnos de nuestro proverbial pasotismo.
Hitos huérfanos de eco y reconocimiento merecen poblar de referencias nuestras calles y plazas y, más que ninguna otra cosa, los libros de educación.

La historia de hoy invita a la reflexión. Debemos de deshacernos de algunos complejos para volver a escribir nuestra historia con mayúsculas. Lo demás son zarandajas.



  (Fuente: Wikimedia) Por Á. Van den Brule A. 19/02/2022 

16.2.22

Semblanza del pianista Pedro Salvatierra Velázquez

 LOS ASTROS CIEGOS: Gerardo Diego
Son los astros que suenan
las músicas nocturnas.
Los que huelen
las esencias nocturnas.
Los que besan
los éxtasis nocturnos...
Aquella noche
fosforecían todos.

 ¡Divinos fuegos artificiales!

 

Nace en El Puerto de Santa María (Cádiz). A la edad de cuatro años inicia sus primeros contactos con el piano, Realiza sus estudios con el Catedrático y gran pianista Rafael Prieto Soler, quien, viendo sus cualidades, decide formar con él dúo pianístico, ofreciendo varios recitales con éxito de crítica y público. 

Perfecciona estudios de Armonía y Contrapunto y Fuga, así como de Composición con el maestro y Director de Orquesta Joaquín Villatoro. Se especializa en Canto Gregoriano bajo la supervisión del Padre Méndez. 
En el año 1987 ingresa por oposición en el cuerpo de profesores de Música y Artes Escénicas. 
Ha recibido directrices musicales de prestigiosos pianistas como: Vlado Perlemuter, Frédéric Gevers, Ana Guijarro, etc… 
Perlemuter es un genio del piano, cuya máxima preocupación era... el sonido, la manera de expresar... los ambientes, la cantabilidad... Eso hizo que el profesor Salvatierra en su interesante carrera concertística por diferentes países, transmitiera paz a través del  lirismo  de sus dedos y su facilidad para leer a primera vista.

Ha sido pionero en España aplicando la Kinesiología ó Biomecánica a la Técnica pianística, llevando dicho conocimiento, tanto a su aula, como fuera de ella, siendo invitado por diversos Conservatorios y Centros de Profesorado a impartir cursos de perfeccionamiento a alumnos y profesores. 

Ha obtenido diversos galardones y premios, destacando entre otros: Primer premio celebrado en Úbeda (Jaén), Premio de Investigación Musical otorgado por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, Medalla Honorífica de la Centenaria Academia de Bellas Artes “Santa Sofía”; Académico correspondiente de la de Bellas Artes Santa Cecilia en El Puerto de Santa María; Premio “Pluma de Cristal” como personaje distinguido de su ciudad natal. Le ha sido otorgado el título “Socio de Honor” por Juventudes Musicales de España en virtud a sus méritos profesionales y artísticos. Distinguido institucionalmente por su labor como director del Real Conservatorio “Manuel de Falla” de Cádiz y como director del Conservatorio Profesional “Joaquín Villatoro” de Jerez, etc… Ha grabado para distintas televisiones y radios nacionales y extranjeras. Ha ofrecido numerosas conferencias y ha escrito para diversas revistas. Ha participado como miembro del jurado en importantes concursos nacionales, junto a prestigiosos maestros como Xavier Montsalvatge, Miguel Farré, José María de Diego y un largo etc... 
Ha realizado numerosas conferencias que abarcan desde el Barroco hasta la actualidad.

Concierto de Investidura:

En palabras del profesor Ignacio P. Blanquer: Pedro tiene aura, ¿podemos decirlo así? Un aura especial, siempre la ha tenido, desde muy pequeño. Es complicado decir algo de Pedro Salvatierra que no se haya dicho ya, desde que es profeta en su tierra hasta que es un ser inspirado y único.
Llegó al estrado y nos inundó con su sonrisa y bonhomía. Sus palabras sobre la música empezaron a llenar la noche de magia, nos enviaba los primeros efluvios de emoción y arte. Pedro sonreía; su proverbial y perenne sonrisa.
Mi retina trataba de impregnarse de todo, no quería dejar fuera ni el más insignificante de los segundos. Elena, su hija, saltó de improviso a aquel pórtico escenario; a Pedro se le escaparon sus emociones por los ojos, la abrazó y, después, sentado al piano hizo brotar las notas de "Nessun Dorma", aria final de la ópera Turandot de Puccini. "Nessun dorma", nadie se duerma; nadie habría podido conciliar ni el más ligero de los sueños en aquellos momentos que Elena con voz de textura, potencia y color impecables cantaba para su padre y nos hacía partícipes de excepción a todos los presentes.
Chopin, Falla, Albéniz... Un deleite en la noche fresca del patio del Castillo de San Marcos. Gracias por la emoción que nos ha provocado; sí, "Nessun dorma"...

                     

A muy temprana edad hizo dúo con el violinista y concertino de la Orquesta Nacional de España, José Martínez Carmén, así mismo con el Catedrático y pianista Rafael Prieto Soler. Posteriormente ha tocado con el violinista de RTVE Enrique Orellana López. Actualmente también hace dúo pianístico con el profesor y pianista Germán Bragado Domínguez. Invitado especial por la “Orquesta Manuel de Falla” de Cádiz, en el año de su creación, con la que ofreció sendos conciertos en España y Francia.
Decir que Chopin es especial en sus dedos. Quien le ha oído tocar al polaco lo definiría como: Fraseo! Magia! Respiración! Elegancia!
 
Todavía recordamos, con emoción, el concierto que le escuchamos en agosto de 2012 junto al profesor Germán Bragado Domínguez en las Bodegas Osborne de El Puerto de Santa María.
Las obras para dos pianos, suelen estar destinadas a la interpretación pública y, en la mayor parte de los casos, son más efectistas y virtuosísticas. En ellas, cada pianista puede abarcar todo el ámbito de frecuencias y de recursos posibles que el instrumento le permite y amplía los efectos y la sonoridad del instrumento.

Escucharemos, en el siguiente vídeo, obras de dos compositores andaluces: Manuel Infante Buera (Sentimiento) y Camilo Gálvez Ruiz y, cómo no, Albéniz, (Triana), que no necesita excusa alguna para ser programado.

Dúo pianístico con el profesor y pianista Germán Bragado Domínguez

NOTA
Advertimos que las dos grabaciones anteriores carecen de calidad.
 




Fuentes: 
Wikipedia
Youtube
Gonzalo Díaz-Arbolí
Académico de Santa Cecilia

8.2.22

Miguel Martínez del Cerro y Gómez. Homenaje a un gran profesor y poeta

 


Miguel de niño con sus padres Servando Martínez del Cerro y
Elena Gómez Aramburu y sus hermanos José Luis, María y Clara



En memoria de una calificación de sobresaliente que orientó mi vida.
 Profesor excepcional, dotado de una exquisita sensibilidad.

Semblanza:
Miguel Martínez del Cerro, Catedrático de Literatura, escritor y poeta. Nació en Cádiz en la casa familiar ubicada en la plaza de Mina, 11,  el 21 de febrero de 1912.   
Sus padres, Servando Martínez del Cerro y Elena Gómez Aramburu, tras vivir unos años en París de recién casados, se volvieron a Cádiz y compraron la finca de la plaza de Mina, reformándola con elementos modernistas influidos por su estancia en Francia. A los siete años perdió a su padre, primer  gran dolor que lo encerró ya en una precoz vida interior., llena de idealismos platónicosy enriquecida por una intensa afición a la poesía y al arte.

Estudia bachillerato en los marianistas de San Felipe Neri. Viaja por Francia, Suiza, Italia y Alemania. Estudia Derecho en Granada y Sevilla. Finalizada la guerra se licencia en Filosofía y Letras en Sevilla. Se dedica a la enseñanza de la Lengua y Literatura Española en el Instituto Columela de Cádiz, cuya cátedra obtiene por traslado desde Santa Cruz de Tenerife, pasando luego al también gaditano Instituto Femenino de Santa María del Rosario, donde permanecerá hasta su temprana muerte ocurrida el 11 de junio de 1971, pasó 59 años con nosotros viviendo hacia dentro.

P

Perteneció a la Acción Católica y a la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP). Fue voluntario en el Regimiento de Artillería de Costa de Cádiz, durante la Guerra Civil.  Miembro del Instituto de Estudios Gaditanos, del Ateneo de Cádiz, de la Cátedra Adolfo de Castro, de la Cátedra Alfonso X El Sabio, de la Academia de Bellas Artes de Cádiz, de la Academia Hispanoamericana de Cádiz, de la Academia San Dionisio de Jerez, de la Academia San Romualdo de San Fernando y de la Academia Santa Isabel de Hungría de Sevilla.

Fue Diputado Provincial y Delegado Provincial del Ministerio de Educación en Cádiz. Intervino en la fundación de los Cursos de Verano de la Universidad de Sevilla en Cádiz, ejerciendo el cargo de Director de Estudios. Actuó de cicerone en numerosas visitas a Cádiz, fruto de ese conocimiento de la ciudad fue la publicación de su obra: Un Paseo por Cádiz, primera edición de 1966 y una segunda edición de 2005, publicada por la Real Academia de Bellas Artes de Cádiz con la colaboración de la Comisión C. Thyssen-Bornemisza.
Estaba en posesión de la Orden de Cisneros y era comendador de la Orden de Alfonso X el Sabio.
El Ayuntamiento de Cádiz rotuló una plaza, en el Barrio de la Paz, como: "Plaza Profesor Miguel Martínez del Cerro", en reconocimiento y memoria de su labor educativa.

Según José Luis Tejada Peluffo, profesor de Literatura de la Universidad de Cádiz, “Miguel Martínez del Cerro era un auténtico hombre de Dios. Católico ferviente y ejemplar.....”  Cuenta el profesor Tejada que, los primeros versos que le oyó los recitó en un curioso acto poético: un encuentro de los poetas maduros de la Bahía con los jóvenes de "Platero" en el antiguo Conservatorio de la calle Arbolí. Eran unos versos dedicados a su Cádiz y su mar perfectamente construidos.

Del libro Nave de Piedra, “Danza de la Muerte” en eneasílabo rimado en consonante.

Todo el camino de la vida
siente la fiesta dolorida
donde con danza dura y terca
a su guadaña nos convida
la hermana muerte que se acerca…

Todo presiente sus terrores,
todo prepara sus honores,
todo acrecienta sus dolores…

Conoce a Pilar García de Blanes, en los cursos de verano, joven extremeña, que viene a Cádiz a veranear en la Laguna, y con la que se casó en 1943. Tuvieron dos hijos, Aurora y Román Martínez del Cerro.

Colaboró en las principales actividades literarias gaditanas y en revistas como Platero, en la que colabora desde los primeros números, Caleta y otras. Frecuentó la tertulia literaria “Jarcia y Olivo”.
Pero lo más extenso e importante de su producción es su obra poética.  Su primer libro de versos Nave de piedra, es de 1941. Senda iluminada, su segundo libro, contiene ya una poesía más personal, de un simbolismo transparente.
Recogido en un mismo volumen, aparecen dos libros en 1948: Oro y Falsa antología de cantos ibéricos. En los años cincuenta se inicia una nueva etapa mucho más intimista en la poesía de Martínez del Cerro. Será su etapa de plenitud, integrada por tres libros capitales: Pozo interior, El amigo y Mensaje desde el silencio.
La obra de Martínez del Cerro en su conjunto se nos aparece envuelta en un ropaje métrico que es casi siempre culto. Desde el punto de vista de los temas la coherencia es mayor si cabe. 

Poesía religiosa:
Estudia con profundidad los escritos de San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús que influyeron en sus obras místicas.
Todos sus libros están llenos de testimonios transcendentes referidos a este tema. Cultiva una poesía religiosa de forma muy explícita, invocando y nombrando a Dios, expresando el gozo de su encuentro o la tristeza de su ausencia.
Era un auténtico hombre de Dios. Católico ferviente y ejemplar, nunca hizo mal a nadie ni dijo mal de nadie, sino que se desvivió siempre por servir a los demás, colaborando sin reservas en cualquier buena iniciativa que se le propusiera, fortalecido por una fecundísima vida, fiel a la exacta verdad de su corazón entregado.

Para poner a tus plantas
un ramo de versos míos
una limosna de tiempo
 es lo que te pido.

Aquí tengo este canasto.
No es mucho. Mas necesito
lugar para componerlo,
atarlo con un cintillo,
cortarle las hojas secas
y colocarlo en racimo.

No es cosa de muchos días.
A lo más de cuatro o cinco.
Pero quiero ver, Señor,
formando el ramo de un libro,
bajo tus sangrantes plantas
las flores del huerto mío.

¡Qué ganas tengo, Señor,
de ver compuesto el racimo!
Yo no sé si huele bien;
pero éstas son las que crío.
Son los tallos que en mi huerto
a tu paso han florecido.
Son el regalo que un pobre
manda a su mejor Amigo.


El 22 de agosto de 1962, tras ser testigo de los éxtasis de las niñas de Garabandal, dejó escrito en su diario esta poesía:

De la Reina de los Cielos
los ojos he visto un día.
Los he visto reflejados
en los ojos de unas niñas.
Que no me hablen más de pena.
¡Ya sé lo que es alegría
   De la Reina de los Cielos
  los ojos he visto un día.



La voz de la salada claridad gaditana.
La obra de Miguel Martínez del Cerro se distingue por un perfecto oficio retórico, un deseo de claridad y sencillez y un sentido de la luminosidad al que tal vez no sea ajeno el sol y la salada claridad gaditana. Casi siempre vital y optimista, sensorial y espiritual al mismo tiempo, Martínez del Cerro se inserta cronológicamente en la generación poética del 36, que floreció con una primera poesía de posguerra donde el culto a la forma va cediendo sitio a una creciente reivindicación al humanismo.
Cantó a su Cádiz y a su mar en versos limpios y musicales, agravando más tarde su voz cuando su poesía se hace más intimista, llegando a ser un auténtico poeta místico en pleno siglo XX.     
Ajedrez de sal

  ¡Oh qué inmóvil revuelo 

de quietud incesante!

En los aires del mar

el ajedrez de sal de Cádiz.


¡Oh que luz en el viento!

¡qué estrellas en el aire!

Alfiles y peones

-llamas de sol distantes-

bajo las grandes torres frente al aire.  


La voz de las edades

tiene nombres y mármoles.


Hay un peso callado

de luz antigua y grave.

 

Y qué luces de estrellas

frente al clamor de las edades!


Cádiz, el más bonito

ajedrez de la sal, la luz y el aire!


Cádiz, la de las torres pensativas

que miran por el viento hacia los mares.



Fue un gran profesor y un hombre bueno, creativo y motivador, exquisito con sus alumnos a los que trataba con respeto y cariño. Sus alumnos sentíamos una gran admiración por él. En alguna ocasión, en mis viajes a Cádiz, lo visitaba y nos recibía con agrado y agradecimiento. 

Son dibujos de Carlos Hurtado Casanova, otro de sus alumnos que sentía verdadera devoción por D. Miguel. Siempre le animó a seguir en la "brecha" del dibujo. Hoy es dibujante y arquitecto.

Pulsar sobre la imagen para visualizar el vídeo

                                                              Poema: Mar en la ciudad
 
Obra:
Nave de Piedra, 1941
Senda Iluminada, 1944
Canción de la armonía de las cosas, 1944
Oro y falsa antología de cantos ibéricos, 1948
Pozo interior, 1953
Veinte de noviembre, 1955
El Amigo, 1959
Mar en la ciudad, 1968
Mensaje desde el silencio, 1968
Vía-Crucis.  (Inédito)
Remolino Azul. (Inédito)
La piedra oculta. (Inédito)
Entre aullidos y estrellas. 
(Inédito)

Prosa:
Consideraciones sobre los fundamentos estéticos de la poesía, 1948 (Inédito)
González del Castillo, sainetero gaditano. (Inédito)
Un paseo por Cádiz, 1966,( Inédito)

Teatro: (Inédito)
Paloma
Hacia el reino soñado
Mientras Velázquez pintaba
Dios en la noche

Fuentes: 
CádizPedia
Real Academia de la Historia
Estudio y Antología titulada de José L Tejada
Un ramo de versos míos”

En memoria de una calificación de sobresaliente que orientó mi vida
Gracias profesor
Gonzalo Díaz-Arbolí
Académico de Bellas Artes de Santa Cecilia