2.8.25

Historia de la letra "ñ"

Origen de la Ñ
El fonema que representa la letra “ñ” es el sonido nasal palatal. Es decir, el sonido que se produce cuando el aire sale por la nariz y el dorso de la lengua se apoya contra el paladar.
Este es un sonido que no existía en el latín. Pero con la evolución del mismo surgieron las lenguas romances, que sí utilizaban este fonema; pero no había una grafía ni una norma concreta para dejarlo por escrito. Esto derivó en una situación caótica en la que cada cuál elegía de qué formas quería escribirlo. Era frecuente -incluso- encontrarse diferentes formas gramaticales para el mismo sonido en un mismo texto.
Los usos más aceptados era la n acompañada por otros signos, como la “I”, la “G” o la “Y”. Pero en el caso de la lengua de Castilla, la práctica más extendida era escribir la “n” geminada. Es decir, con una doble “ene”.

En la Edad Media, copiar un libro era una tarea que llevaba años y que los monjes hacían a mano, letra a letra, con tinta que costaba dinero, y trazos que costaban vidas. Y cuando cada trazo importa, cualquier forma de ahorrar se convierte en una revolución.

Así nació la Ñ. Los copistas comenzaron a abreviar las letras duplicadas, colocando un trazo sobre la letra original. Esa virgulilla (~), que hoy vemos como un adorno, fue primero una necesidad: menos tinta y menos tiempo. 

Pasó con “anno”, que se convirtió en año, con “hispannus”, que con el tiempo pasó a español, con “pannum”, que acabó en paño... No era un invento estilístico, era supervivencia, hacer más con menos. Pura picaresca española.


En el siglo XIII, Alfonso X el Sabio, viendo la anarquía a la que tenían que hacer frente los escribanos y los lectores, estableció el uso preferente de la Ñ para el castellano. Pero no fue hasta que Antonio de Nebrija la incluyó en la primera gramática del castellano en el año 1492, cuando la Ñ quedaría anclada para siempre a nuestro idioma.

A diferencia de lo que se suele creer, el español no es el único idioma que usa la Ñ. Sólo en la Península Ibérica (además del castellano) también la utilizan el asturiano, el euskera y el gallego.

Sin la Ñ, “Spain is not different”. Si se perdiese la letra más característica de nuestro idioma, los españoles no podrían referirse a sí mismos como españoles, no podrían irse de cañas y no podrían demostrar su enfado con esa palabra que usted y yo sabemos.

Hubo un momento en los años 90 en el se corría un serio peligro de no haber podido escribir (ni leer) este artículo. La Comunidad Económica Europea, en un arrebato de arrogancia y desprecio cultural, estuvo a punto de conseguir que los fabricantes de ordenadores eliminasen nuestra querida Ñ del teclado.


Una tentativa que la mismísima RAE calificó de “atentado”. Al fin y al cabo, en torno a 500 millones de personas en el planeta tienen el español como primera lengua, sólo por detrás del chino mandarín (y desde luego más hablantes que el inglés, el francés o el alemán).

Gracias a la intervención de personajes de reconocido prestigio como Mario Vargas Llosa, Fernando Lázaro Carreter o Gabriel García Márquez, la iniciativa europea se acabó viendo frustrada.

De hecho, fue el escritor colombiano, Gabriel García Márquez, quién explicó: “Es escandaloso que la CE se haya atrevido a proponer a España la eliminación de la eñe solo por razones de comodidad comercial” (...) “los autores de semejante abuso y tamaña arrogancia deberían saber que la eñe no es una antigualla arquitectónica, sino todo lo contrario, un salto cultural de una lengua romance que dejó atrás a las otras al expresar con una sola letra un sonido que en otras letras sigue expresándose con dos”.

Finalmente, la solución definitiva al conflicto llegó en 1993 con un Real Decreto de artículo único que, basándose en el artículo 107 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (que contempla imponer excepciones a las normas por “excepción cultural”) consiguió blindar a la Ñ de este “atentado”.

“Todos los aparatos de funcionamiento mecánico, eléctrico o electrónico, que se utilicen para la escritura, grabación, impresión, retransmisión de información y transmisión de datos, y que se vendan en España, deberán incorporar la letra Ñ y los signos de apertura de interrogación y de exclamación” (Real Decreto 564/1993, de 16 de abril de 1993).
La 'ñ' podrá utilizarse en el dominio '.eu'

No existe en el orden latino internacional, es la única letra del alfabeto castellano originada en la península ibérica. Las primeras letras eñes de la historia se encuentran en un texto fechado en 1176 pero no formó parte del diccionario de la Real Academia Española (RAE) hasta 1803.
Más de 15,700 palabras en nuestro idioma la contienen y más de 350 comienzan con esa consonante .


Con mi agradecimiento a
Juan Carlos Aguinaco
que me indicó el camino.
Gonzalo Díaz Arbolí

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por la información mi segundo apellido es Núñez.

Patricia Chambers dijo...

Qué interesante Belo

Antonio O. dijo...

Muy interesante aportación para conocer el origen de la "ñ". Un abrazo

Luis Manzorro Benitez dijo...

Interesante y bonita tu entrada de hoy, Gonzalo.
Lo primero que se me ocurre decir es que, ¡MENOS MAL!, que nuestra querida Ñ, que, nunca mejor dicho, forma parte de EspaÑa, fue aceptada por la UE. Haciendo memoria, creo recordar, que las primeras palabras con Ñ que aprendí de niño fueron "araña", refiriéndose al gato, y "araña" refiriéndose al insecto. Curiosamente, cuando fui algo mayor, aprendí una palabra que contenía dos EÑES, que no son muchas; la palabra es "ñáñara". Buscando esta palabra en Google, resulta que su significado es "sensación de repugnancia y temor", pero recurriendo a la IA he encontrado el significado que todos los andaluces sabemos. Escribo aquí la respuesta de IA porque me parece muy bonita: "Mezcla de manteca colorá con restos de carne que queda en el fondo del recipiente después de preparar o guardar la manteca. Es muy apreciada en tostadas, pan cateto, o simplemente para "rebañar""
Un abrazo

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