29.7.25

Santiago Ramos Plaza: el poeta alcazareño que no merece este silencio

 



El pasado 25 de julio celebramos la fiesta de Santiago, el apóstol y patrón de España. Cada año, mucha gente se une a esta celebración, pero hoy quiero hablar de otro Santiago.

Uno que no hizo el Camino ni llegó a Compostela. En lugar de eso, era viajero habitual en el “correíllo” y caminaba por su pueblo con libretas llenas de poesía, donde plasmaba versos sencillos llenos de verdad. Era un poeta que hablaba y escribía con verdadero amor a Alcázar de San Juan, usando plumas de la imprenta Mata.

Cantaba a su gente, a esas caras que había conocido siempre, a las historias de infancia y a las largas tardes; a las calles que lo vieron crecer y al paisaje que lo abrazaba. Un poeta manchego, con voz humilde y mirada limpia que algunos lo nominaron “poeta del pueblo”, desconociendo que, en realidad, su poesía es universal. Nunca buscó premios ni fama: se entregó por completo a sus versos, dejando su alma en cada palabra, sabiendo que tenía que darlo todo.

Sus poemas reflejan el amor profundo que emanaba de su espíritu por su gente y por la tierra que lo vio nacer, con una sensibilidad que no se aprende: se lleva dentro. Y, como suele pasar con quienes aman de verdad, parece que ha quedado en el olvido.

Santiago no murió solo una vez; también murió cuando su pueblo dejó de pronunciar su nombre. ¿Qué queda de él ahora? ¿Dónde está ese reconocimiento natural para quien dejó tanto en sus versos? ¿Por qué no hay homenajes, ni placas, ni calles con su nombre? La respuesta está en el silencio: un silencio que nace de la indiferencia y de nuestra costumbre de olvidar.

Una parte de su cuerpo descansa bajo tierra, junto a Doña Acacia. Sus poemas, en cambio, permanecen guardados en rincones que nadie visita. Y pocos, se toman la molestia de recordarlos. Hacerlo no es solo justicia para él, sino también una forma de reconocernos a nosotros mismos. Porque en sus versos estamos también nosotros.

Si dejamos que se pierdan, una parte de lo que somos también lo hará. Nuestro querido poeta no escribió para ser recordado, pero eso no quiere decir que debamos olvidarlo. Al contrario, al hacerlo, de alguna forma, nos recordamos a nosotros mismos.

Antonio Leal Jiménez
Académico de Santa Cecilia


No hay comentarios:

Publicar un comentario