29.1.22

Conferencia impartida por el Académico, Gonzalo Díaz Arbolí, en El Puerto de Santa María


El sintagma que da título a esta conferencia está tomado del catálogo de la Exposición realizada en el año 2003 en la Sala Alfonso X el Sabio y del mensaje que me envió su hija Ana y que decía: Gracias, Gonzalo por iluminar esta consolidada y a la vez silenciada habilidad de mi padre.

Agradezco enormemente a la Junta Directiva de la Academia de bellas Artes Santa Cecilia la suerte que me otorgan al poder proclamar, con las ventanas abiertas, los valores del artista: Manuel Manzorro Pérez, pintor y poeta. Esta suerte es doble al coincidir con la amistad que nos une desde la niñez. Viejo conocido en nuestra Academia por sus colaboraciones como profesor de la Universidad de Sevilla; impartió una conferencia en 1996, sobre “Rembrandt, su actualidad e influencia”, otras dos en 2003, sobre los grandes grabadores de la historia “Goya y Picasso y otra sobre Durero, al mismo tiempo que impartía un curso de Grabado, Técnicas Tradicionales y Experimentales organizadas por la nuestra Academia. Expuso en dos ocasiones en la Sala de Exposiciones Alfonso X El Sabio, en 1996 y 2003 ambas comisionadas por mí.

Comienzo haciendo una breve reseña de los poetas relacionados con la Academia.
El destino, las circunstancias o el prodigio han convertido a nuestra Ciudad en un generoso semillero de poetas.
Cuando en 1962 Don Manuel Martínez Alfonso, Académico de Santa Cecilia, presentó su tesis doctoral, la tituló. "El Puerto de Santa María en la Literatura Española" y, como no podía ser de otra manera, indudablemente el recorrido literario de su tesis partió desde las Cantigas que el Rey Sabio dedicó a la Virgen de los Milagros y llegó hasta las últimas creaciones de la joven poesía portuense. Esta obra, junto a la Antología poética de Autores Portuenses, que la profesora Rosario Guardiola publicó en 1991, es de obligada consulta para todo aquel que quiera conocer los poetas y escritores que ha dado El Puerto de S. María.

Como prueba de admiración y reconocimiento, quiero recordar a los poetas académicos de nuestra ciudad refiriéndome, en primer lugar, a los que, infortunadamente, ya no se encuentran entre nosotros, como Juan Ignacio Varela, José Luis Tejada, Rafael Alberti, Manuel Martínez Alfonso y Manuel Pérez Casaux, pero sin olvidar a los que hoy, felizmente, siguen regalándonos su cercanía y su magisterio, como Javier Ruibal, Inmaculada Moreno y Juan A. Villarreal, quienes persisten en continuar dando esplendor a nuestra Academia y a El Puerto de Santa María. No me resisto a leer el poema titulado: “La vida no es tan bella” del libro más profundo de Inmaculada Moreno, Igual que lava oscura. La lava es el miedo; al paso del tiempo, a la soledad y la incomprensión, al misterio y al dolor.
Como tributo justo a su oficio de poeta que, como ella dice, en el taller de las palabras desmiga y amasa.


La vida no es tan bella
como nos auguraban los sueños de la infancia.
No es tan bella la vida, tan remota.
Pasa el tiempo y nos vemos,
como al volver la esquina de los días,
en la edad de los firmes desengaños
—y la vida resulta que es el sueño
que no tuvimos nunca—
No era hermosa la vida ni era inmensa.
La vida es esta sed,
el runrún de las horas, los latidos,
la tinta y el silencio,
la memoria culpable y, sin embargo,
esquiva y azarosa,
una casa sin techo;
el verdor de una rama
que no florece nunca.
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Y del poemario “Desde lo hondo” El cerrojo cerró. Me quedé dentro… de Juan A. Villarreal Panadero.  En lugar de leerlo, lo podremos escuchar en la voz del autor. No se sobresalte presidente. Está grabado.

               Del poemario “Desde lo hondo”

 


Y ahora, solo 10 lineas sobre mi llegada a El Puerto.
En el año 1972 la barquilla de mi familia, empujada por las misteriosas olas de la nostalgia, llegó a El Puerto, para anclarse definitivamente en la orilla del Guadalete y regresar a la tierra de mis ancestros, para que, a partir de ese momento, fuésemos parte indivisible de ella y de ella retomásemos los recuerdos de mi abuela Ana Romaríz, de mis bisabuelos y mis tatarabuelos, todos naturales de esta ciudad que nos acogió con la certeza de recibir a uno de los suyos, y así percibir (parodiando a Tomas Tranströmer) las oscilantes lámparas subterráneas del poderoso sistema de mis raíces.

He formado mi familia en El Puerto de Santa María, donde hace ya cincuenta años y animado por la añoranza ancoró mi vida. Pero no puedo olvidar el cariño a los que me enseñaron a amar a mi pueblo de nacimiento, a extraer de entre sus piedras la memoria del tiempo pasado y sus tradiciones.

Rilke escribió: La verdadera patria del hombre es la infancia, donde nos reconocemos, donde nos encontramos, donde regresamos en los momentos en los que todo se tambalea; es un sentimiento inevitable de amor y de justo orgullo a nuestro terruño. Pero alejarse no es olvidar.

 Obra plástica de M.M. Duración 9’ la música es 1º mov. de la pastoral de Beethoven.

Voy a tratar de reseñar de forma urgente, su perfil profesional y literario.
Nacido en Vejer de la Frontera, en el seno de una familia campesina, mantiene a pesar de su experiencia internacional, sólidos vínculos con las tradiciones y cultura de su tierra; su infancia y adolescencia transcurren en Patría, campo adentro por herencia o por destino, como él dice. Y esto es lo que le lleva a trascender su arte: el pozo, la perdiz, el toro y el cántaro, el galgo y la choza, la luna o el barbecho, los pájaros… el hombre.

Estas palabras definen, en esencia, la inspiración temática y el mundo plástico-poético de Manuel Manzorro.

Los temas de los campos de Vejer, estimulan su mundo artístico tanto en la pintura como en la poesía, siempre ha buscado lo más auténtico de sí mismo, su razón de ser en la totalidad del arte. Manuel Manzorro es, sin duda, uno de los grandes, como pintor–grabador y poeta, y sin embargo, hay pocos hombres de tanta relevancia que sean tan humildes y sencillos incluso inspiran ternura.

Todavía lo recuerdo en la ceremonia de entrega del Premio Honorífico Provincial de Cultura Vejer “Juan Relinque”, aparecía “como un recio gañan de sangre presta…” José Luis Tejada, gran amigo suyo, dijo: ¡Es que enteramente parece que acaba de soltar el azadón!


Cuenta José A. Muñoz Rojas que, un una ocasión reunió en su Finca de Antequera a: Fernando Ortiz, Manolo Manzorro, Aquilino Duque y José L. Tejada, a pasar un Día de Poetas, y compartir sus realidades transcendentales. Destacar que de los 5 poetas reunidos, todos, excepto D. Manuel, han sido Premios Nacionales, y no lo es por su pudor a publicar su poesía.

En cuanto al Premio Nacional de Poesía 1967 concedido a nuestro poeta José L. Tejada (por unas horas), no me es posible silenciar una anécdota histórica que habla de su valía poética y de su calidad humana: Cuenta el académico, Luis Suarez Ávila, lo ocurrido en la concesión de dicho Premio. Federico Muelas, secretario del Jurado, una vez votado y concedido el premio y firmadas las actas, telegrafía a José Luis diciendo: “Enhorabuena, Premio Nacional”.
Horas más tarde, Tomás Borrás, miembro del Jurado, le telefonea y le cuenta que han convocado de nuevo al Jurado, porque ahora proponen a Carmen Conde, por su “obra completa”.
Pasado poco más de un mes, Carlos Robles Piquer, Presidente del Jurado, dirige una carta a José Luis, que termina con estas palabras: “Como ya sabe, su obra fue la verdadera finalista, aunque pesó más la “obra completa” de Carmen Conde. Me permito animarle a seguir en la “brecha” poética.
José Luis, haciendo honor a su bonhomía, había telegrafiado a Carmen Conde dándole la enhorabuena. Su contestación fue significativa: “Agradecidísima generosa enhorabuena”.
Hasta aquí la anécdota histórica

Sé, de buena tinta, que entre Manzorro y José Luis se entabló una conversación en la que le decía: Manolo, envidio tu vida en el campo, es el entorno ideal para un poeta y ambos recordaron a Fray Luis de León con estos versos:

Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,
y con pobre mesa y casa,
en el campo deleitoso
con sólo Dios se compasa,
y a solas su vida pasa,
ni envidiado ni envidioso

Profesor Dr. de la Universidad de Sevilla. Realiza sus estudios en la misma Escuela Superior de Bellas Artes, Escuela Superior de Bellas Artes de Madrid, y culminan sus estudios artísticos en la especialidad de Grabado, Litografía y Pintura Mural en la Escuela Superior de Bellas Artes de París. Profesor en varios países europeos, entre los que cuentan Francia e Italia, así como los EE.UU. y Canadá.

Director de la Calcografía Nacional. Dirigió la edición de las planchas que Goya realizó copiando los cuadros de Velázquez.

Premio de la Dirección General del Patrimonio Artístico y Cultural en la “Vigésima segunda, Exposición Internacional de Grabado”, en Madrid.

Seleccionado para la V y VI Bienal Internacional del Grabado de Florencia y para el “XXIII salón Internacional de Grabado y Sistemas de Estampación” de Madrid.

La Fundación Juan March, sin precedente y de forma excepcional, le concede por 3ª vez la beca de investigación para desarrollar el Tema: “Técnicas Tradicionales y Actuales del Grabado”.

Primer “Premio Nacional de Grabado del Ateneo de Sevilla”, en el Certamen Andaluz de Bellas Artes.

Galardonado con el Premio Honorífico Provincial de Cultura Vejer “Juan Relinque”

Entre sus facetas internacionales, ha sido profesor en la Universidad de Otawa (Canadá), donde fundó el Taller de Grabado y Litografía.

Fue invitado al prestigioso Tamarind Institute Workshop de la Universidad de Albuquerque, en EEUU, para impartir un curso de técnicas experimentales en la litografía sobre aluminio. También fue invitado al Simposio Internacional de Artes Plásticas de Reggio Calabria, en Italia.

Destacan igualmente sus trabajos en el National Taiwan Arts Education Institute y en la Japanes Printmaking Assocation, en Japón.


Exposición Sala Alfonso X el Sabio, Entrevista al pintor

MANUEL MANZORRO Y SU POESÍA
Antes me gustaría que se familiaricen con estas palabras que escucharan en sus poemas:


En Vejer con frecuencia soplaba un viento de levante, que dejaba el cielo velado y poco transparente, que silbaba y se metía por sus intrincadas callejuelas y sus estrechos almizcates en alazanes de viento. En los tiempos dorados de nuestra juventud compartimos paseos y me decía que, el levante era la madre de los vientos, más tarde lo moldeó en uno de sus primeros poemas “Vejer, raíz del viento y del ave”; ya desvelaba, entonces, con estas palabras, su sensibilidad de poeta, esa suerte de sacralidad que posee.

Vejer, raíz del viento y del ave.
Tallo eres del sol primero.
Llevas clavado en tus blasones:
Divisas y huellas de otras edades….
……………..........
Yo llevo de ti:
de ardiente nieve cubierta la memoria,
un grito en la nostalgia
de arcaicos poemas amigos del viento.
..............................
Vejer con tu cal y tu altura
la luna y la noche juegan al ajedrez

Poco después, en sus vacaciones, a la vuelta de sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de París, nos traía noticias y libros de los entonces poetas censurados; así empecé a conocer y amar la poesía de Miguel Hernández, Antonio Machado, Neruda, Lorca... Recuerdos investidos de algo sagrado y misterioso relacionado con un pasado místico que había en la vida antigua y se nos ha ido escapando.

Trato de retener todo ese temblor interno que surge al rememorar, pero aquí la memoria no es nostalgia, sino la celebración de hechos vividos y trascendidos que nos llevan siempre a lo esencial.

AHORA LEERÉ ALGUNOS DE SUS POEMAS:
Comienzo con este soneto cabal y perfecto, con su rima en consonante y el acento respetado con rigor que le da una armonía impecable, en esa porfía y debate con su aire, hasta el final “…y allá por la memoria voy contigo”

Perdona tú si puedes aire mío
que no vaya contigo a media cuesta
como un recio gañán de sangre presta
a la intemperie y al escalofrío.

Bajo tu luz se tuesta el dolor mío,
mis ojos se me van hasta tu siesta.
Si vieras mi faena lo que cuesta
para domarla en pelo como un río.

De tu mismo acebuche es mi madera,
furtivos del reclamo y la besana
nos empujó la tierra como al trigo.

Viene la luz y da contra la era
tristona, amarillenta y con desgana
y allá por la memoria voy contigo.


Del poema “Enjaulando claridades”
De tanto y tanto acordarme ocurre,
que de súbito me brota
de par en par un campo en la tristeza,
destilándome pájaros,
supurándome tercios doloridos,
ásperas penurias y tristes claridades,
desconchadas ternuras
y arpegios de lluvia en la techumbre…
Y de camino recordarte
el asombro, de linde a linde, de mis ojos
enjaulando claridades
entre cenizosos plumajes y carruseles de trinos,
bajo las nácares lunas y el perfume del horno,
y las azules umbrías de álamos blancos,
cuando mi risa buscaba
el socaire de tus brazos
y el rastro de tu aroma
a pan dormido y a rescoldo.

(Del poema: “Monólogo para el retorno”)
De pronto amaneció y tuve enfrente
un mural de mareas con delfines
y sosegadas golondrinas.
Sentí mis tímpanos extenderse
hacia un rumor de chamarices y besanas
hacia aquella acuarela
de surcos y de jilgueros
con veladuras de pólenes y lluvias.
Me descuidé y me dio el alba
manoseando la textura del trébol
y el blandor de su aroma
como quien abraza a un océano dormido.
Entre alboradas y oriscanes dejé escrito
que de los púrpuras ramos de la zuya en flor
debieron succionar mis venas
el gramíneo aroma del arroyo
y la punzada vegetal que me aturde y me consuela.

Del poema: Foto que hizo la memoria
Hoy han vuelto de súbito a hundirse
otra vez, las herraduras
en la arena infantil de la memoria
y de pronto me ha parecido de día;
es triste todo
y dulce también igual que era.
............
Todo quedó en su sitio al despuntar el alba.
Abandonamos el patio al clarear el día
y olía la silente luz difusa por los carriles,
igual que un tomillar recién cortado,
o un socaire de orégano y colmenas.

En una ocasión me contó Manzorro que, su padre al presentir la muerte, fue visitando y despidiéndose de todos sus amigos y vecinos de Patría, abrazándolos como si todos fueran para él su familia.
Diego Manzorro era un simple campesino, no un intelectual, que se despedía de este mundo con ese sencillo y a la vez trascendental gesto, así entendía Diego la amistad. A mí me parece una historia entrañable.
Para terminar: Leo la Elegía que escribió a su padre.

Cita de Miguel Hernández:
Lo que ha de venir aquí lo espero
cultivando el romero y la pobreza
y Dios dirá, que siempre está callado

Ya vivió velado tu coraje
al bronco arranque de tus ojos y de tus manos
a su aire se te escapa el caballo y la zaína,
mientras cruje la broza y llega a la era yerta del verano.
Tantos vendavales cumplidos a quemarropa
que amasaron tus carnes de intemperie y besanas.
Todas las punzadas llegaron juntas, a su tiempo
a tu desamparado dormitorio,
a tu granero de cal y de suspiros,
y allí te dejaron boca-arriba,
entre olores de alpiste y de cencerros

Fuera los mojinetes del cortijo:
Sus palomas, la parra, el patio y la lluvia.
Enfrente las cañadas, sus verdeles, sus lindes.
Y ahí abajo, el cercado, los arroyos, los trampales, lo de siempre.

En puro invierno te quedaste como un regajo en mayo,
tendido y seco a toda la largura,
tal cómo un árbol cumplido.
Ahora van entrando las calores
y se tambalea la calma en tus pisadas.

Tú fuiste la raíz más honda que ha brotado el monte.
Y es que los jardines de tu herencia,
olían a estercoladas vetas de cualquier declive.

Azoraste con tus dedos sementeras y lluvias,
barruntando batidas,
allá por los hirvientes recalmones del verano.

Siempre ocurre lo mismo:
Dios y los demás van a lo suyo,
sin echarte una mano, ni opinar
de aquellos charcos salobres
que a pleno sol drenaban de tus huesos,
ni de los dientes del frío
que mellaron tus borceguíes y tus manos,
mientras te hundías en las gélidas penumbras
de los madrugones
antes que los gallos barruntaran
el púrpura resplandor del alba.


Muchas gracias.
28 enero 2022
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Exposición 2003. Entrevista al Comisario

2 comentarios:

Luis Manzrro Benitez dijo...

Maravilloso lo que nos has traído hoy, amigo Gonzalo.
Me atrevería a decir que Manolo es un enorme pintor, poeta, grabador..., pero, al verlo, como lo vi el pasado octubre, paseando por Patría con un "porro", como si se hubiese pasado la vida arando la tierra y fuera un campesino ya jubilado, en mi opinión, lo hace aún más grande, porque es un claro ejemplo de que sus cuadros y sus poemas le salen del Vejer, de la Patría que lleva, y llevará siempre, en su alma.
"La vida no es tan bella", recitada por ti, y el poema de J.A. Villareal, extraordinario.
Muchas gracias.

Antonio Muñoz dijo...

La charla que he vuelto a leerla despacio, te salió magistral. Bien medida, mucha hondura y pasión, pero a la par llena de contenido. Es para enmarcarla. Espero poder colgarla en nuestra Pág. web, independiente de todo el acto, igual que el video que también pueda figurar como algo independiente. Enhorabuena y muchas gracias. Todo me parece extraordinario. ¡No sabe Manolo la suerte que tiene al haber dado con el mejor intérprete de su obra!

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