16.5.21

Antonio José Cubiles Ramos, en el 50 aniversario de su muerte. Cádiz, 15.V.1894 – Madrid, 4.IV.1971.

Pianista gaditano de gran prestigio como concertista y docente, líder de la escuela pianística del Conservatorio, también ejerció en algún momento la dirección de orquesta. Formado en Cádiz, Madrid y París. Fue profesor del Conservatorio (1916) y Comisario General de la Música (1939), miembro de la Real Academia de Bellas Artes, Hijo Predilecto de Cádiz e hijo adoptivo de Madrid, Medalla de la Villa de Madrid, Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes y miembro de la Orden de Alfonso X el Sabio, 
correspondiente de la Academia Nacional de Artes y Letras de La Habana.


A pesar de su reconocimiento como intérprete y como maestro de intérpretes, la figura de José Cubiles es poco conocida entre la gran mayoría. Por eso, este blog trata de recordar y difundir su obra y la relevancia de la que disfrutó en vida, su virtuosismo interpretativo y sobre todo, su brillante labor como docente. Por su aula de la clase de Virtuosismo del Conservatorio Superior de Música de Madrid, pasaron los mejores pianistas de varias generaciones, lo que le ha permitido perdurar en el tiempo.
Tanta huella dejó José Cubiles como profesor que un buen número de sus alumnos llegaron a crear en Madrid una asociación destinada a recordar su figura. 
Entre los que tuvieron la suerte de recibir sus clases destacan los pianistas: Joaquín Achúcarro, Manuel Carra, Jacinto Matute, Félix Lavilla, Guillermo González, Rafael Orozco o José Ríos.  

No me resisto a contar esta anécdota de la pianista, Mari-Luz Salvatierra Velázquez, alumna en el conservatorio gaditano del catedrático, José Ríos, (Primer Premio del Conservatorio de Madrid  y Medalla de Oro del Conservatorio Manuel de Falla), brillante y agudo pianista, discípulo de Cubiles y magnífico docente que supo transmitir a sus alumnos la expresión de su maestro. De impagable contribución a la música fue su especialización en la técnica a cuatro manos que desarrolló magistralmente durante varios años con su alumna Mari Luz Salvatierra.  Tuve el placer y el honor de ser su amigo.

Cubiles como gaditano, nacido en la Plaza de las Viudas, tenía un gracejo natural que lo manifestaba en el piano. Cuenta Mari Luz que cuando su maestro, José Ríos y Jacinto Matute, gaditanos también, simpáticos y comunicativos acudían a Madrid a recibir clases en el aula de Virtuosismo, asignatura de la cual era catedrático Cubiles; en una ocasión y con motivo del anuncio de la tableta Okal contra el dolor, durante uno de los descansos de la clase, la cantaban y pasaban uno tras otro, por el teclado indistintamente, riéndose a carcajadas y diciendo “la música debe sentirse en el diafragma…”
Pulsen en OKAL

Del Archivo de ABC, año de 1910. José Cubiles recibiendo de manos del Ministro de Instrucción Pública el premio de 2000 pesetas que  consiguió en el Concurso Musical del Círculo de Bellas Artes.

Su primer contacto con la música se produjo con un piano que había en su casa, que tocaba a los cinco años sin que nadie le enseñara, pronto empezó su estudio en la Academia Filarmónica Santa Cecilia, de Cádiz. Con ocho años dio sus primeros conciertos.

Tres años más tarde se trasladó a Madrid, pensionado por la infanta Isabel de Borbón, para empezar sus estudios en el Real Conservatorio de Música y declamación con la gaditana Pilar Fernández de Mora que ocupaba la cátedra de Piano. El maestro Cubiles obtuvo ya sus primeros premios: el del Círculo de Bellas Artes (1909), los primeros premios de Piano y Armonía en el Conservatorio (1911) y el Premio extraordinario Estela (1911). Concluidos sus estudios, se marchó a París para perfeccionar su formación en el Conservatorio, donde recibió clases de Luis Diémer y obtuvo el Premio extraordinario. En 1914, a causa de la Guerra Mundial, tuvo que regresar a Madrid, donde se instaló definitivamente. Aprobó la oposición de profesor supernumerario de Piano en el Conservatorio de Madrid. Sus clases las compaginó con conciertos nacionales y internacionales en Alemania, Gran Bretaña, Francia, Filipinas, Cuba o Pakistán.

En 1916, el maestro Cubiles estrenó como solista, a petición de Manuel de Falla, Noche en los jardines de España, en el Teatro Real de Madrid, junto a la Orquesta Sinfónica de Madrid y bajo la dirección de Enrique Fernández Arbós, cuando apenas contaba con 21 años. Concierto que se ha convertido en histórico. Dejó pocas grabaciones, apenas algún disco suelto y algún  recopilatorio de RNE. Según su biógrafo José Luis García del Busto, "era un pianista de otro tiempo, no tenía nada que ver con el pianismo de hoy día. A Cubiles el espacio del estudio de grabación le repelía, era los mas ajeno a su manera de concebir la música que era en contacto con gente amiga y entregada, y enriqueciéndose de la propia inspiración del momento, es lo más opuesto al disco, que es fijar una interpretación para siempre".  Otro crítico, Antonio Fernández-Cid, dijo de él: Es uno de los pilares de la interpretación pianística española.
Por esta razón vamos a escuchar la interpretación de Daniel Barenboim, en Noche en los Jardines de España, dirige la Orquesta, Plácido Domingo.
Según Joaquín Turina, es la obra más triste de Falla, en la cual expresa un drama íntimo. Los tres movimientos son "En los jardines del Generalife," "Una danza lejana," y "En los jardines de la sierra de Córdoba." Los dos últimos movimientos se tocan sin pausa.


José Ramón Ripoll, poeta y musicólogo dice de él: Pronto descubrí las primitivas grabaciones de Cubiles, en el archivo de Radio Nacional de España, y al escuchar el Tango de Albéniz, tuve la sensación de estar ante un artista que, de alguna manera, miraba al mar cuando tocaba, y no a una mar cualquiera, sino a la mar de Cádiz, rumbo a Cuba, dejándose llevar por el vaivén de las olas a ritmo de habanera. Al margen de cualquier tentación localista, Cubiles tenía un gracejo natural que lo manifestaba en el piano, trasladando para ello la luz y el aire de su infancia a las más variadas partituras. El mismo acento natural que ponía en la interpretación de sus compositores coetáneos (Albéniz, Granados, Falla o Turina). Su barroco era andaluz en el mejor sentido del término, y esa idea de la ornamentación como parte de la esencia, supo subrayarla en cada obra. 

Interpreta José Cubiles:  Tango de Albéniz

Alguien dijo una vez, que "La música expresa tanto, que no se puede describir con palabras. Falta lenguaje para poder hacerlo...". La expresividad de la música evoca tanta fuerza sentimental, que podemos pasar de un estado de exaltación a la apatía, de recuerdos al olvido, de tristeza a felicidad...

Me viene a la memoria una anécdota que cuenta Antonio Gala en El manuscrito carmesí, poniendo en boca de Abderrahman III estas palabras: “Tengo 70 años, durante 50 he sido el rey de la ciudad más hermosa del mundo. Por si le faltaba algo, construí la fulgurante joya de Medina Azahara. Amé a la mujer más bella de la tierra, (la divina Azahara) y ella me amó. Y concluyó con esta escueta frase: Fui feliz 14 días, no seguidos”. Seguro que algunos de ellos fueron escuchando a los más sutiles músicos.

 

Siéntanlo escuchando estas piezas, interpretadas por José Cubiles. Pulsar en los títulos:

Fruto de esta mirada interior, no al margen de lo que pasa en la calle, que es otra de las características de Cubiles, —en el sentido de que fue un hombre dedicado a los demás durante su etapa como catedrático de Virtuosismo y director del Conservatorio de Madrid— es su personalísima versión de Quejas o La maja y el ruiseñor, de Granados. Cuenta Cubiles en una entrevista que, en otoño de 1915, visitó al músico catalán en un hotel madrileño, poco antes de emprender su viaje a Nueva York para el estreno de la ópera Goyescas. Al final de la conversación, el propio compositor interpretó esa pieza para él. El recuerdo de lo que sería el primer y último encuentro con Granados, se transformó en un vivísimo homenaje, que sirvió como paradigma a todos los pianistas venideros. Como indica uno de los títulos de esta cuarta Goyesca, nuestro pianista se centra en el quejido más que en la estampa neorromántica que lo produce.
De todas las grabaciones que escuché y utilicé para los distintos programas que he llevado a cabo en RNE, creo que es en Evocación, donde Cubiles ofrece al público todo cuanto llevaba dentro.

“Cuando Cubiles interpreta los Nocturnos de Chopín, de noche sale el sol...” dice Pemán de su amigo.

En 1927 se casó con la coruñesa Pilar Malvís Paz, en presencia de la infanta doña Isabel, quien quiso ser madrina de la boda de su amigo y protegido.

En 1932 recibió la Legión de Honor de Francia como premio a su labor de difusión de la mejor música pianística francesa en sus conciertos. En 1935 el maestro Cubiles, pianista especializado en música española, inició el estudio e interpretación de la obra de Beethoven con enorme éxito. A su regreso a España en 1937 se hizo cargo del Departamento de Música dentro de la Delegación de Prensa y Propaganda y un año después fue incluido en la Junta Nacional de Teatros y Conciertos, dirigida por Eduardo Marquina.
Durante varios años dirigió la Orquesta Bética de Cámara en numerosos conciertos por toda España.
En 1939 tuvo a su cargo, junto a Joaquín Turina y el padre Nemesio Otaño, la dirección de la Comisaría de la Música, ocupada en estudiar y proponer todo lo referente a la educación y la cultura musical. En 1942 ingresó en la Real Academia de Bella Artes de San Fernando con su discurso Del intérprete musical. En 1943 accedió a la cátedra de Virtuosismo de Piano, a cuyas clases asistían los estudiantes de piano de cualquier conservatorio de España que hubieran acabado la carrera con Premio Extraordinario. 

En 1955 contrajo segundas nupcias con Rosa Coll, arpista y mucho más joven que él. 
En 1957 compuso Lágrimas, una marcha procesional de Semana Santa. 

José Cubiles interpreta una selección de piezas de Isaac Albéniz.

A lo largo del pasado siglo se sucedieron en la ciudad de Cádiz una serie de pianistas de primera fila que, a su vez, fueron creando un magnífico alumnado. A la sombra universal de Manuel de Falla, fueron formándose los nombres de José Cubiles, Camilo Gálvez, Carmen del Castillo, Antonio Escobar, José Ríos, Jacinto Matute, Pedro Salvatierra o Luis Parodi, que compartían todos ellos, más que una común manera de tocar, una sutil mirada de acercarse a la música. Podríamos hablar de una especie de atlantismo a la hora de escuchar a nuestros pianistas. Más que recrear un ambiente sonoro propio o transmitir el aire de una tierra, estos artistas gozan de una luz determinada, que hace que la música que sale de sus manos sea firme y poderosa, pero a su vez suave y marinera, tocadas por el brillo de esa luminosidad.  

Fuentes:
Real Academia de Historia
Radio Clásica - RTVE
Diario de Cádiz.
José L García del Busto y
José R. Ripoll

La música y su relación con El Puerto de Santa María:

El Puerto, forma parte de La suite Iberia, para piano solo, compuesta entre 1906 y 1909 por Isaac Albéniz (1860 - 1909), sin duda la obra más importante del autor. Constituye una de las composiciones más importantes de la literatura pianística española, así como una de las cimas de la música para piano de todos los tiempos, y representa el culmen en la dificultad pianística, su duración completa es de más de hora y media. La componen una colección de doce grandes piezas para piano que refleja su visión de la España recordada y añorada desde Francia donde residía. El Puerto es la segunda pieza del primer cuaderno de Iberia, recuerda las escenas de la vida en el Puerto de Santa María, sus barcos y su espacio en la bahía de Cádiz.
Pueden escucharla en la versión de José Cubiles, pulsando AQUÍ.
Pocos portuenses saben que esta pieza está dedicada a nuestra ciudad. 

Durante mis investigaciones he encontrado estos documentos, recuerdo de un concierto celebrado en el Instituto Laboral de El Puerto de Santa María organizado por la Academia de Bellas Artes Santa Cecilia en agosto de 1955.



Gonzalo Díaz Arbolí

6 comentarios:

Julio de la Rúa dijo...

Gonzalo. Me gusta mucho la entrada y todo lo que aportas con ella.
Conocía desde niño la figura de Cubiles, pero no sabía que era gaditano y tampoco el que hubiera desarrollado una labor tan vasta e importante.
En otro orden de cosas ¡Cuanta añoranza, escuchando el Tango de Albéniz!.
Y respecto al hecho de que a Cubiles no le gustara grabar discos, por lo que significa de "enfriar" la espontaneidad de una actuación ante el público, me viene a la cabeza Sonny Rollins, músico de jazz y excelente saxo tenor, al que no le gustaba grabar discos y le gustaba actuar en directo o bien tocar para sí mismo, como hizo en su primer año sabático, debajo del puente Williamsburg de Manhattan. Hay que decir que a pesar de ello, Rollins grabó muchos discos.

Eugenio dijo...

Pues entre los dos, Julio y Gonzalo, nos habéis ensañado sobre José Cubiles mucho más de lo que jamás hubiéramos pensado.
Yo he de confesaros que no tenía ni idea (desdichadamente) de este gran intérprete, pero gracias a vosotros, ahora me congratulo de conocer todo lo que sobre él nos habéis comentado. Gracias a los dos.
En cuanto a la expresividad de la música y de la palabra, considero que cada una, junto con la pintura, tiene su dominio propio, sin que podamos discernir cual de ellas pueda tener mayor o menor fuerza sentimental, pues en la mayor parte de las circunstancias no podemos obviar el lado emocional, al que, a su vez, condiciona y relativiza la persona y sus condicionamientos externos, siendo, sin duda, el principal la formación que cada uno hemos admitido y digo bien, admitido, no recibido.

Julio dijo...

¿Qué expresa más, la música, la palabra-escritura, la pintura...?
Pues como bien dice Eugenio, depende de cada persona y hay que entender que en la persona está la genética (Eugenio la llama "la propia persona") y la formación recibida (Eugenio dice "formación admitida") .
Es la controversia que existe, entre los expertos en comportamiento humano ¿hasta dónde la genética y hasta donde el conductismo? Porque sí que ambas, influyen en nuestro comportamiento...y eso creo que obliga a controlarnos, si vamos a juzgar a alguien.
Teresa de Calcuta dijo "...empecé a ser feliz, cuando dejé de juzgar".

Isabel Villagar dijo...

Estimado Sr. Gonzalo Díaz Arbolí, quería felicitarle por su último artículo sobre Cubiles en mi nombre (www.isabelvillagar.com) y en el de mi esposo (www.delacreatividadalpiano.com) el cual fue discípulo de Pedro Salvatierra, mencionado en el mismo. Me han encantado los contenidos de su blog, en especial los que versan sobre Falla o Rafael de León, la guitarra, la zarzuela o la ópera. Quería invitarle si algún día le apeteciera colaborar con algún artículo sobre este tipo de temáticas de difusión cultural en la revista que dirijo www.labrujuladelcanto.com próxima a los 3 millones de lecturas. Sería un placer y un honor darle cabida a sus reflexiones sobre música en la misma y seguro un disfrute para nuestros lectores. Un saludo cordial

Luis Manzrro Benitez dijo...

Gracias, Gonzalo, por compartir estos maravilloso videos y traernos tanta cultura musical. Cubiles fue un genio y yo ni había oido hablar de él; puedo decir que lo conozco gracias a ti. Me ha encantado eso, que es totalmente cierto:"la musica te puede llevar de la exaltación a la apatía, de recuerdos al olvido, de la tristeza a la felicidad...". Yo no me imagino la vida sin música, y mucho menos el cine.
Un abrazo.

Gondiazar dijo...

Muchísimas gracias a todos. Me siento desbordado, aturdido, orgulloso... por tanto cariño y ánimo que revelan vuestros comentarios. Humildemente os digo que no los merezco. He caído en el pozo de la vanidad, pero es tan reconfortante saberse leído y mucho más saberse valorado. Confieso que he trabajado sin descanso durante este tiempo en que sufrimos esta maldita pandemia, pero eso no me exime de esta sobredosis de presunción. Disfruto, eso sí, leyendo, estudiando, investigando en el universo de internet, me siento cómplice, y me inculpo. Con mi agradecimiento, un fuerte abrazo a todos.

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