21.4.23

DÍA DEL LIBRO, 23 de abril. DUBLINESES. Cuento "Los muertos", de James Joyce.

                                                 

Dublineses es una serie de quince  cuentos magníficos, del escritor irlandés James Joyce. Se publicó en 1914. Los quince relatos, constituyen una representación realista, y aun naturalista en ocasiones sutilmente burlona, de las clases media y baja irlandesas, en el Dublín de los primeros años del siglo XX.

Las historias se escribieron en un momento en el que el nacionalismo irlandés estaba en su apogeo y dominaba en Irlanda la búsqueda de una identidad nacional, que se materializaría en la declaración de independencia de 1921. Atrapado en una encrucijada de la historia y de la cultura, el país se encontraba sacudido por varias ideologías e influencias convergentes, y estos relatos ofrecen una visión de los conflictos, a menudo fútiles, que estas tensiones generaron en la vida diaria de la gente de Dublín.

Joyce, 1939
En estos relatos el escritor trata de reflejar la parálisis cultural, mental y social que aquejaba a la ciudad, sometida secularmente a los dictados del Imperio británico y de la Iglesia católica. El propósito último del libro es de índole moral. ​
En ese libro, Joyce, da muestras de su gran sensibilidad y de una maravillosa capacidad imaginativa. Desde luego su núcleo central, al igual que en todas sus obras, es su ciudad, Dublín.
¿Qué misterio hace que una isla medio despoblada en el confín de Europa posea la más alta concentración de escritores de talento del mundo?

Nos centraremos en el relato “Los muertos” The dead. Con más de 15.000 palabras, este cuento también ha sido considerado una novela corta. Fue llevado al cine, en 1987, por el director John Huston, en ella reflejó el verdadero espíritu de la Navidad, con una secuencia de la cena verdaderamente magistral; esta sería su última película. 
El argumento es el siguiente: En el día de la Epifanía de 1904, está a punto de comenzar una de las celebraciones más concurridas de Dublín, la fiesta de las Señoritas Morkam. Entre sus invitados se encuentra Gabriel Conroy, sobrino de las anfitrionas y esposo de una de las mujeres más bellas del país. Gabriel enamorado de su esposa, la contempla detenidamente cuando suena una antigua canción de amor...  De vuelta a casa, Gretta le confiesa a su esposo que aquella canción le recuerda un amor de juventud, truncado por la muerte de su amado. Nunca en sus años de matrimonio Gabriel había oído esta historia. Sus sentimientos son una mezcla de tristeza, desesperación y celos que le conducen  a meditar sobre el sinsentido de la vida.


Unos toquecitos en el cristal lo hicieron volverse a la ventana. Otra vez había empezado a nevar. Soñoliento, se fijó en los copos, plata y sombra, cayendo oblicuos contra la farola. Le había llegado el momento de encaminarse al Oeste. Sí, los periódicos tenían razón: la nieve caía por toda Irlanda. Caía por toda la oscura llanura central, sobre las colinas desnudas; caía suavemente sobre la Marisma de Allen y, más hacia el oeste, suave caía sobre las oscuras olas amotinadas del Shannon. Caía también en la colina del cementerio solitario en que yacía enterrado Michael Furey. Se amontonaba espesa sobre las cruces y lápidas torcidas, en las lanzas de la pequeña verja, sobre los espinos resecos. Su alma fue desvaneciéndose mientras oía caer la nieve tenuemente por todo el universo, y tenuemente caer, como el descenso de un último ocaso, sobre todos los vivos y los muertos.


La intención de James Joyce era escribir un capítulo de la historia moral de su país, y escogió Dublín para escenificarla porque esa ciudad le parecía el centro de la parálisis.

Han dicho varios críticos que en esta obra el protagonismo lo tiene el idioma inglés y en eso estoy de acuerdo. Es cierto también que el lenguaje es uno de los más gratos enigmas de nuestra realidad.  Hay dos tipos de escritores en cuanto a aquello que nos hacen sentir. De unos sentimos las emociones y las ideas. De otros, sin embargo, nos impacta más el lenguaje. Indudablemente Joyce pertenece a los del segundo tipo.


Una de mis escenas favoritas en esta película, cuando el actor recita el poema llamado "Donal Og", que significa Joven Donal, es de hecho una balada irlandesa muy antigua que data de muchos siglos atrás. Fue traducido al inglés durante un período llamado el Renacimiento celta en el que gran parte de la intelectualidad de Irlanda, tanto católica como protestante, se remontaba a sus propias raíces lingüísticas y culturales en un esfuerzo por crear un entorno artístico revitalizado que fuera exclusivamente irlandés. Además de Lady Gregory, quien sin duda fue una persona real y una traductora brillante, WB Yeats fue quizás el nombre más famoso de este movimiento, aunque hay muchos más. El propio Joyce tenía sentimientos bastante encontrados sobre el Renacimiento, y de hecho el director de la película John Huston agregó esta escena donde no existe en el cuento original. Sin embargo, diría que encaja de manera absolutamente brillante con los temas de la historia del amor, la tristeza y los secretos del corazón humano.

Tímido remedo del poema "Donal og"
Gonzalo Díaz-Arbolí
En algún lugar de un libro hay una frase esperándonos para darle un sentido a la existencia.   Miguel de Cervantes.

Día Internacional del Libro 2023. Radio Puerto


Comentarios:
Julio de la R. : Acabo de escuchar el programa de Radio Puerto con motivo del Día del Libro.
Me ha gustado mucho, es profundo, emocionante muchas veces y muy ameno. Estuvisteis todos a un gran nivel.

Luis Manzorro: Me han entrados ganas de comprar algún libro de James Joyce, porque entre tus comentarios y lo poquito que he leído de él, no tengo dudas de que disfrutaré leyéndolo.


Pulsar en:  Irene Díz Díaz, de 3, años recitando para el Día Internacional de libro


Gonzalo Díaz-Arbolí


13 comentarios:

Julio de la R. dijo...

Me parece espléndida esta entrada.
¡Como sabes enganchar al lector! Presentando magistralmente al autor y su libro en el entorno sociopolítico, con prosa-poética, fragmentos de cine maravilloso, música (la balada...) y con un actor amigo, recitando en torno a una buena mesa.
No se puede pedir más.
Gracias Gonzalo.
Me compro el libro Dublineses

Eugenio M. dijo...

Gonzalo, creo que Julio expresa con precisión y emoción lo que se siente ante una entrada tan bien hilvanada. Tiene todos los elementos tan bien escogidos y tan bien estructurados, que desde el primer momento nos atrapa, nos interesa, nos dibuja una sonrisa de satisfacción, nos entretiene, nos divierte y nos completa nuestros conocimientos sobre James Joyce.
Julio también pone el punto final: "No se puede pedir más"
Enhorabuena, Gonzalo, por este cuadro tan bien distribuido y de un cromatismo acariciante y también por tu recitado cabal. ¡Ah! La balada irlandesa es otra delicia.
Yo también compraré el libro, así que dale una llamada al Sr. Joyce, a sus moradas celestiales, para que te abone la comisión que te corresponde.

Gondiazar dijo...

Muchísimas gracias, amigos. Vuestros comentarios me infunden vitalidad para seguir trabajando. Pero sabed que, el aprecio y la admiración es recíproca. Intentaré encontrar un par de libritos para vosotros, el que poseo es de la Biblioteca Básica Salvat, por la tanto, la comisión será poca cosa. Gracias de nuevo.

Ángeles dijo...

¡Qué maravilla de entrada!

Inmaculada Moreno dijo...

Gracias por este esfuerzo de divulgación de la Literatura. Un aplauso.

Helcy Cavalcanti dijo...

O livro é um tesouro. .����
Gracias amigo Gonzalo, por compartirlo, os relatos...poemas, películas..enfim tudo que a arte nos oferece...Saludos

Ignacio de la R. dijo...

Muy buen acercamiento a Joyce....para mí tan lejano.
Siempre le tuve respeto....quizás, como dice Gonzalo, porque siempre busco más las emociones que el lenguaje.
Nunca leí nada de él....debió de ser un personaje muy controvertido.

Su hija Lucia era complicada...pero interesantísima.
Hay una magnífica novela titulada “ la hija de Joyce “ que la retrata muy bien a ella y a su padre.
¡Magnifica la balada!

Gondiazar dijo...

Joyce era de temperamento introspectivo y de trato difícil, bebía en exceso.
Su hija Lucia empezó a mostrar síntomas de enfermedad mental en 1930. En 1934, el psiquiatra Carl Gustav Jung la diagnosticó como esquizofrénica . El mismo Carl Jung cuenta que, después de leer Ulises, pensó que el padre también sufría de esquizofrenia y, afirmó que ambos, padre e hija, se deslizaban al fondo de un río, sólo que él sabía bucear y ella se hundía irremediablemente.
El tipo de relación que mantenía Joyce con su hija esquizofrénica es desconocido, debido a que el heredero actual de Joyce, Stephen Joyce, quemó los miles de cartas que se escribieron padre e hija, cartas recibidas por él a la muerte de Lucia, en 1982.

Eugenio Martínez dijo...

Una complicada e interesante relación entre estos personajes tan singulares en todos los sentidos. Joyce es uno de los mejores escritores de la literatura universal y si no hubiera desarrollado, por las circunstancias que fueran, su difícil desequilibrio psíquico, no hubiera llegado a escribir de la forma "anormal" (pero en el buen sentido de la expresión) que lo hizo.
La figura de Jung debió influenciarle enormemente, puesto que este llegó a separarse, ideológicamente, de su maestro Freud, a pesar del peso específico que tenía este último, pero Jung discrepaba de la rigurosa teoría de Freud que apoyaba casi exclusivamente en la libido la conducta del hombre.
Muy interesante este tema y a ver si tenemos suerte y pronto podemos comentarlo en nuestra renovada tertulia

Julio de la Rúa dijo...

A Gonzalo y Eugenio:
Muchas gracias por tus enseñanzas sobre Joyce y su hija ¡qué pena no tener las cartas que se escribieron!
Y el Psiquiatra Dr. Jung era una referencia cuando yo estudiaba Psiquiatría en la Facultad. En sus inicios fue el colaborador preferido del Dr. Freud, junto al Dr. Adler.

Siguiendo con el tema que nos ocupa, Stefan Zweig en su libro "Encuentros con libros", escribe unas notas sobre "Ulises" de Joyce (pag. 228-233).
Ensalza su prosa, a la que define "música con palabras", con gran dominio lingüístico y una sintaxis totalmente nueva para la época.
Pero también define la obra como un "aquelarre de la inteligencia" con la que el autor se desahoga de todo el resentimiento que le corroe las entrañas.
Define el temperamento de Joyce como inquieto, bullicioso, vibrante y casi epiléptico. Y dice que donde brilla con más fuerza su genio, es en el odio y la ironía, seducido por la posibilidad de hacer daño, de atacar y de herir...
Como ves hay un dualismo muy acentuado, en cómo define a Joyce y a su obra. Pero finalmente la balanza se desequilibra hacia lo positivo y Zweig dice que "es una obra magnífica, fantástica, singular, un capricho genial y una rareza sin relación alguna con el resto de la novelística". Y pide "¡respeto, respeto para la obra de James Joyce!".

Luis Manzrro Benitez dijo...

He visto el trocito de la pelicula The Dead, he visto la gran mesa repleta de viandas, y te he visto y oído recitando....maravillosa publicación, Gonzalo
Un abrazo.

Inmaculada Moreno dijo...

Grande, Joyce. Sólo el Ulises se me atragantó (Lo acabe de leer al tercer intento y porque grìa que una profe de Literatura debía conocerlo), pero Dublineses y el retrato del artista adolescente son dos deliciosos.

LUIS MANZORRO BENITEZ dijo...

Una maravillosa entrada, Gonzalo.
Leyendo el trocito del cuento que has incluido en tu publicación, me he acordado de cuando leí una novela de Dostoyevski, en el sentido de que está tan bien escrito, que sin poder evitarlo, te sumerges y participas en la trama. También me ha encantado oírte recitar, y ver la pasión que le pones, y como, con los gestos, le das una fuerza increíble a tus palabras.
Muchas gracias y que te diviertas en la feria de Vejer, porque imagino que algún día iras.

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