Gracias a la sugerencia de uno de mis amigos, Julio, en la que me pedía que hiciese una “entrada” sobre la célebre pianista Khatia Buniatishvili y con la aportación del culto lenguaje de otro de ellos, Eugenio, Con diligencia me pongo a la labor.
Khatia Buniatishvili es una brillante pianista de concierto georgiana establecida en París y nacionalizada francesa en 2017.
Comenzó a estudiar piano bajo la enseñanza de su madre a la edad de tres años, como su hermana Gvantsa. Dio su primer concierto con la Orquesta de Cámara en Tbilisi a la edad de seis. Desde los diez años ha dado conciertos en Europa, Rusia, Ucrania, Armenia, Israel, España y los Estados Unidos. Se graduó de la Escuela Central de Música de Tbilisi, y luego ingresó al Conservatorio Estatal de Tiflis, en el 2004.
Ha descrito el piano como «símbolo de soledad musical», escogió este instrumento sobre el violín a pesar de su oído absoluto. Ella y su hermana aprendieron juntas a tocar el piano y tocaban dúos en casa. Sus actuaciones juntas suelen ser memorables.
La puesta en escena de la joven y exuberante georgiana es, en todos los sentidos, aparatosa. Con un glamour y atractivo indudables, manejados con extraordinaria habilidad, la mezcla arrastra como un tsunami a un público especial, con abundancia de jóvenes, que se entrega con entusiasmo inevitable ya de entrada, incluso antes de que el resultado artístico haya podido producirse.
A pesar de tales fulgores mediáticos el resultado artístico es incuestionable; es pianista de medios y talento, y se entrega con el teclado con energía, demostrado en cada uno de sus conciertos.
Estas dos piezas, la Sonata de Beethoven Núm. 14, que nos transporta a la antesala de la belleza y la Rapsodia Húngara Núm. 2 de Liszt, que nos eleva al quinto cielo de la armonía, de ejecución endiablada, pero dominada por una depurada técnica y una sensibilidad mucho más allá de lo deseado.
Increíble Khatia Buniatishvilli superando las dificultades de realización del gran Liszt y sosteniendo esa sensibilidad armónica que traspasa todos los sentidos, haciéndonos vislumbrar una belleza que nos abraza y nos invade como una caricia de pura gracia.
En este vídeo la pueden escuchar en versiones distintas a las habituales y, por la que a mí concierne, excelentes, son mis favoritas.
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Todavía conservo en mi memoria, la emoción y el sentimiento de felicidad y orgullo, la imagen de mi abuelo, José Díaz Jiménez interpretando estas dos piezas, que tiene un sentido en mi vida. Ni el paso del tiempo ni el estado de ánimo han causado olvido. Cuando las escucho vuelven a brotar esos sentimientos.
Gonzalo Díaz Arbolí
3 comentarios:
No conocía a Khatia Buniatishjvili, pero gracias a ti y a nuestro común amigo Julio, he descubierto cómo se puede ascender por las escaleras de un teclado de piano, sabiamente gobernado, a las más hermosas y bellas moradas que la armonía tiene instaladas en el Olimpo
D.Eugenio, sus comentarios son geniales.
Maravillos mujer GIORGINA y maravillosa pianista. Me encanta y me encanta, viendo su cara, como siente la música.
Saludos
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