11.6.25

Mi lavadora. Relato de Laurentina Gómez

   

Hoy he comprado una lavadora. Un gran acontecimiento si tenemos en cuenta que la anterior tiene dieciocho años.

La nueva es blanca, de ocho kg de carga, con botoncitos y ruedecitas; nada de paneles electrónicos que me compliquen (son un rollo). Y dicen que ahorra energía... ¡Ya veremos!

Estuve media hora mirándola de cerca, pero no hubo "filin", la verdad, y le di la espalda y me alejé. Vi otras, y otras, y otras... Así hasta que decidí llamar a mi hija y contarle cómo era la herramienta con la que tendríamos una estrecha relación. ¡Se necesitaba consenso! Más que nada porque mi hija es muy práctica y compra con mucha soltura.
Por mí, seguiríamos con la antigua; que sí, que no lava, que no centrifuga, que no quita las manchas porque no se mueve, que tiene una capa de minio pues está oxidada la puerta, que se sale el agua por el filtro de abajo (¡que vaya un sitio para poner un filtro, por Dios!)... Pero ¿qué quieres que te diga? ¡Le tengo cariño! Y eso no se puede remediar. Si hasta he hablado algunas veces con ella contándole mis cuitas cuando más sola estaba... ¡Es más buena! Ella escucha pacientemente y no le importó nunca que le metiese ropa blanca con oscura, que le pusiera cualquier detergente, y que nunca, nunca, le pusiera ni un poquito de suavizante... ¡la pobre!

Por eso, cuando hoy decidí sustituirla, me dio un pellizco el estómago. Y cuando leí en el gran panel publicitario donde explican los servicios que la tienda nos ofrece si compramos en sus instalaciones, y vi que ponía: "retiramos su vieja máquina", se me saltaron dos lágrimas calentitas que rodaron por mis mejillas hasta desaparecer por la comisura de mis labios... ¡Ay! Nadie vio el gesto. La gente no mira la cara del que está comprando una lavadora; mira a la señorita que, muy amable, te está atendiendo y que esperan se dé prisa para que los atienda a ellos.

El lunes traen la nueva. Hoy es martes. Tengo tiempo de sobra para despedirme de ella. La haré trabajar poquito. Le meteré ropa suave y lo último que lave será ropa interior con lacitos y encajitos. ¡Que tenga un buen recuerdo, la pobre; que la última vez no trabaje apenas!

¡El lunes, cuando traigan la nueva, nada más llegar, lavará los trapos de la cocina!

El domingo por la noche tendrá un ratito de velatorio. ¡Es lo menos que puedo hacer a una gran ayudante y compañera de tantos años!


¡Descanse en paz!
Laurentina Gómez Rubio
1 dic. de 2015

9 comentarios:

Anónimo dijo...

ajajajaaaaaaaaaaaaaa!!me he reído,es un relato divertido.Eso mismo dice mi amiga Concha de su perro Guido pero lo que nunca imaginé es una relación tan estrecha con la lavadora.No me queda mas que darle en primer lugar mi mas sentido pésame y a la vez mi ENHORABUENA!!!

Rocío P. I. dijo...

Fantástico escrito. Es un arte escribir de manera tan amena, sentimental y divertida. Felicidades

Francisco de Asís dijo...

Escribe y habla exactamente como es...una mujer encantadora

Marbou dijo...

Qué bien escribe Tini !!!
Veo que ya tiene una década el texto, pero con empatía hacia esa lágrima que rodó, seguro que por tanto tiempo compartido, mi más sentido pésame!
😘😘😘😘😉

Flora D. dijo...

¡Ay! Me encanta...

Helcy Cavalcanti dijo...


Muito bonito texto...relatando a vida útil e prática de tão importante máquina de lavar roupas ...seu uso indispensável.
Jaja...👏👏 obrigada por compartilhar...um grande abraço.

Julio dijo...

Tiny, en estado puro...
Escribe como habla y como es. Una persona con sensibilidad, legal, que aprecia los valores y amiga de sus amigos.
Una suerte coincidir con ella en la tertulia.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Sabiduría la de convertir algo sencillo y cotidiano como comprar una lavadora en relato de altura . Como bien dices Julio, Tiny en estado puro , tal cual.

Flora dijo...

yo, inevitablemente me he encariñado con la vieja lavadora

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